Campo de imágenes es un mapa de lugares y espacios temporales con el que el fotógrafo Paolo Gasparini –con una trayectoria profesional de más de sesenta años– juega para tratar de entender lo contemporáneo, la humanidad y captar el sentido de lo permutable y efímero, repensando el pasado e invalidando el olvido. Esta amplia recopilación de obras se encuentra expuesta en la KBr de la Fundación Mapfre en Barcelona hasta el 16 de enero.
“Al final de tantos viajes creo que algunas imágenes todavía muerden, ‘pinchan’, como apunta Barthes. Creo que las fotos pueden ayudarnos en la difícil tarea de ‘saber ver’, de pensar y resistir a este mundo consagrado a la grandilocuencia del cosmorama, de la representación que propaga la mentira y que, cada vez más, reduce y desprecia la vida.”, explica el artista en motivo a su obra São Paulo, la muerte del aura.
Gasparini nació en Italia, pero con solo 20 años emigró voluntariamente a Caracas, donde su padre y sus hermanos residen. Viaja con el bagaje cultural de la Italia de posguerra y con la lección del neorrealismo aprendida, así logra conectarnos con las crudas circunstancias que marcan el subcontinente de América Latina: “En los fotomurales ensayé recuperar la memoria (personal y colectiva) para desplazarnos en un tiempo fotográfico, para transitar en las sucesiones y retornos, corsi e ricorsi, de la historia y de nuestra experiencia: para que las mutaciones del tiempo de las imágenes nos restituyan lo olvidado. Para no olvidarlo.”
Uno de los espacios que más llama la atención en Campo de imágenes es Karakarakas. Se conforma por numerosas fotografías tomadas en Caracas entre la década de los 50 y el año 2014, que el artista reúne con lo que él denomina “il senno di poi”, o la sabiduría del después. Hay que destacar también la instalación de Brasilia, dos en uno, en la que la colocación de las obras de Gasparini adopta una forma peculiar, combinando fotografías tomadas durante los inicios de los 70, en contraposición con otras tomadas hace apenas 20 años. No armó dípticos y polípticos para buscar efectos especiales, sino que, “dos fotos seguidas tal vez alcanzarían a expresar mejor la continuidad y el desarrollo del acontecer” y “sucede que una le contesta a la otra, la completa, al tiempo que define con más exactitud el momento, generalmente muy poco decisivo de lo fotografiable”, explica.
Si algo tienen en común las infinitas fotos que Gasparini ha tomado al largo de todas estas décadas, es la calle, el ruido y la efervescencia que se perciben a través de imaginarios e iconografías propias de la sociedad de consumo, que actúan de espejismo ante la realidad ajena que retratan en forma de vallas publicitarias o escaparates. La compilación La calle justamente trata de eso y es, probablemente, una de las series que más capaz es de conectar con la gente, independientemente de sus orígenes y sus circunstancias pasadas o actuales.
Los fotolibros tienen un peso importante en la obra del fotógrafo y, por eso, también en esta exposición. Como explica en el espacio dedicado al Fotollavero Mexicano: “Un fotolibro no es un conjunto de hojas con fotografías. Un fotolibro es un libro con razón. Es una obra que con imágenes, es decir, con fotografías, texto y diseño elabora y da forma sustancial a un discurso.”
Las imágenes que conforman la obra de Gasparini no se caracterizan por ser tituladas con originalidad. Grafiti con linda mujer, para relatar una foto tomada a un grafiti en el que aparece una mujer bella; Grafiti, culo y cuchillo, para un grafiti protagonizado por estos tres elementos; Obrero asesinado en rojo, para describir una imagen en la que aparece el rostro de un hombre muerto cubierto de sangre, con tonalidades rojas. Siempre sin pelos en la lengua, condenando el espacio que podría generarse entre lo que aparece en la imagen y la realidad.
Gasparini nació en Italia, pero con solo 20 años emigró voluntariamente a Caracas, donde su padre y sus hermanos residen. Viaja con el bagaje cultural de la Italia de posguerra y con la lección del neorrealismo aprendida, así logra conectarnos con las crudas circunstancias que marcan el subcontinente de América Latina: “En los fotomurales ensayé recuperar la memoria (personal y colectiva) para desplazarnos en un tiempo fotográfico, para transitar en las sucesiones y retornos, corsi e ricorsi, de la historia y de nuestra experiencia: para que las mutaciones del tiempo de las imágenes nos restituyan lo olvidado. Para no olvidarlo.”
Uno de los espacios que más llama la atención en Campo de imágenes es Karakarakas. Se conforma por numerosas fotografías tomadas en Caracas entre la década de los 50 y el año 2014, que el artista reúne con lo que él denomina “il senno di poi”, o la sabiduría del después. Hay que destacar también la instalación de Brasilia, dos en uno, en la que la colocación de las obras de Gasparini adopta una forma peculiar, combinando fotografías tomadas durante los inicios de los 70, en contraposición con otras tomadas hace apenas 20 años. No armó dípticos y polípticos para buscar efectos especiales, sino que, “dos fotos seguidas tal vez alcanzarían a expresar mejor la continuidad y el desarrollo del acontecer” y “sucede que una le contesta a la otra, la completa, al tiempo que define con más exactitud el momento, generalmente muy poco decisivo de lo fotografiable”, explica.
Si algo tienen en común las infinitas fotos que Gasparini ha tomado al largo de todas estas décadas, es la calle, el ruido y la efervescencia que se perciben a través de imaginarios e iconografías propias de la sociedad de consumo, que actúan de espejismo ante la realidad ajena que retratan en forma de vallas publicitarias o escaparates. La compilación La calle justamente trata de eso y es, probablemente, una de las series que más capaz es de conectar con la gente, independientemente de sus orígenes y sus circunstancias pasadas o actuales.
Los fotolibros tienen un peso importante en la obra del fotógrafo y, por eso, también en esta exposición. Como explica en el espacio dedicado al Fotollavero Mexicano: “Un fotolibro no es un conjunto de hojas con fotografías. Un fotolibro es un libro con razón. Es una obra que con imágenes, es decir, con fotografías, texto y diseño elabora y da forma sustancial a un discurso.”
Las imágenes que conforman la obra de Gasparini no se caracterizan por ser tituladas con originalidad. Grafiti con linda mujer, para relatar una foto tomada a un grafiti en el que aparece una mujer bella; Grafiti, culo y cuchillo, para un grafiti protagonizado por estos tres elementos; Obrero asesinado en rojo, para describir una imagen en la que aparece el rostro de un hombre muerto cubierto de sangre, con tonalidades rojas. Siempre sin pelos en la lengua, condenando el espacio que podría generarse entre lo que aparece en la imagen y la realidad.
La exposición Campo de imágenes de Paolo Gasparini está disponible en el KBr de la Fundación Mapfre en Barcelona, Av. del Litoral, 30, 08005.