El despiporre y el baile se concentró en la sexta planta, primero con la música de Pascal Moscheni, y más tarde con El Guincho, ambos inspirados, divertidos y con ganas de fiesta. Duró el baile hasta que se acabó la bebida, que es lo que acostumbra a pasar en estos casos, pero hasta entonces el trasiego de copas y degustaciones varias cortesía de Xemei mantuvo a los asistentes ocupados subiendo y bajando escaleras de piso en piso. Se vieron muchas caras conocidas por allí, una de ellas la de Lázaro Rosa-Violán cuyo estudio se ha encargado de la remodelación del edificio bajo la dirección del arquitecto Jordi Tió; también vimos a Toni Segarra, María Bernard, Miranda Makaroff, Moisés Nieto, Lulu Figueroa Domenecq y un largo, largo etcétera.
Una de las preguntas que más se escucharon a lo largo de la noche en diferentes corrillos hacía referencia a la inversión de la firma, obviamente no solo en el evento sino en tan magnífico edificio y en la más que acertada remodelación. La respuesta: cinco millones de euros. Que es una pasta, oye. Pero que si nos ponemos numéricos, la empresa que tan bien ha sabido pilotar su fundador y CEO David Pellicer en estos 17 años, no se anda con chiquitas: más de 60 millones facturados el año pasado y ventas en más de 40 países. Por cierto solo el 10% de esa venta se hace en España. Nos ahorraremos los comentarios. Y posiblemente muchas de ellas sean a los guiris que pasan por aquí, más ahora con la tienda. Por fin van a tener algo bonito que llevarse a sus casas marca Barcelona, más allá de las tiendas de souvernirs que invaden el barrio.
¿Y qué pasa con las gafas? ¿No vamos a contar nada sobre la nueva colección de Etnia Barcelona? Eso vamos a dejarlo para otro día. De momento pasemos a las fotos. Así fue la inauguración, risas, música, amigos y fiesta frente a Santa María del Mar.