Lo que me gusta de la televisión es que puedo entrar y salir, es decir, aparecer con mi show y luego irme para casa y seguir con mi vida y mi trabajo. Me gusta participar en el entretenimiento con ironía, pero no me gusta cuando la situación se tuerce, como pasa a veces en algunos programas. Cuando el ambiente se tensa y hay malas palabras me entra mal rollo. Lo veo como si fuera una comedia y cuando se transforma en un drama no me gusta. No quiero meterme en la vida privada de los demás. De la misma forma que no me gusta que se metan en la mía: no me iría a ninguna isla, no me iría a Gran Hermano. Me han ofrecido de todo, pero a esas cosas siempre les digo que no. Antes hablábamos de la construcción de una misma y no me iré a uno de esos lugares a deconstruirme (risas). En cuanto a la relación de este universo con la galería, muchas veces intento que todo termine focalizado en ella, porque cuando se apagan las cámaras lo que me va a quedar a mí es mi trabajo. Así que, sí, siempre intento utilizar esos momentos de visibilidad en televisión para dar a conocer La Fresh Gallery. Todo lo que pasa en estos programas es ficción, e intento incluir un trozo de mi realidad para que me sirva de algo.