Vivimos en una era de continua inmediatez, de consumo masivo y de éxitos que duran minutos. Manifestamos la importancia de la sostenibilidad, la artesanía y la ética de consumo, pero paradójicamente nos tiramos de los pelos cuando nos hacen esperar más de lo debido para conseguir algo que ansiamos. Por eso es necesario reconocer el trabajo bien hecho, con cariño y responsabilidad; aquellos proyectos que han ido creciendo de forma lógica y coherente con los valores que defienden, y un perfecto ejemplo de ello es Teresa Helbig.
La firma, que este año cumple 25 años, se postula como una de las favoritas de cantantes y actrices internacionales, que escogen las piezas de la diseñadora catalana para lucirlas en la alfombra roja y múltiples eventos. Y es que es muy difícil resistirse a los vestidos joya que Teresa Helbig y su equipo confeccionan con tanta singularidad y carácter. Por si su recorrido no fuera poco, han aprovechado el confinamiento para llevar a cabo un sueño que les rondaba por la cabeza hace tiempo, Petite Helbig Studio, una rama de Teresa Helbig para vestir a “las futuras líderes del mundo y estar ahí para acompañarlas y celebrarlas”, afirmaba Teresa. Sin abandonar su esencia han querido confeccionar piezas joya para las más pequeñas, trajes maravillosos y con mucha personalidad que acompañaran a estas futuras líderes en sus primeros éxitos. Pero ¿quién mejor que la propia Teresa Helbig para que nos dé todos los detalles de este nuevo proyecto? Conversamos con ella sobre Petite Helbig, el 25 aniversario de la firma y todo lo que está por venir.
Primero de todo, me gustaría felicitarte por estos 25 años. Después de tanto tiempo ¿cómo definirías Teresa Helbig?
¡Muchas gracias! Somos una empresa entusiasta y curiosa; damos muchísimo valor a la artesanía y a las cosas bien hechas que hacen posible la perdurabilidad de nuestros vestidos. Y que nuestros diseños, a los que llamamos prendas joya, pasen de generación en generación nos hace mucha ilusión.
Cuéntanos lo que te impulsó a entrar en el mundo de la moda.
Mi madre era modista, por lo que crecí entre telas y supongo que esto ya hizo mella en mí. Empecé en el mundo de la moda a través del escaparatismo, eran los ochenta y todo era muy teatral. No se trataba solo de colocar las prendas sino que debíamos contar una historia y mostrar una relación con el espacio. Fue una época apasionante. Un día, uno de nuestros clientes nos invitó a su boda y fui con un vestido hecho por mi madre y por mí.
¡Ah sí! el famoso vestido de plumas.
Así es (risas) y cuando llegué a la boda fue tal el éxito que la novia, pobre, se quedó… y entonces me dijeron, “oye ¿por qué no haces una colección?” Y mi reacción fue, ¿por qué no? Y esa curiosidad, esas ganas, ese entusiasmo, nos llevó a la primera colección hace 25 años.
Si pudieras quedarte con un momento, un logro, de tu carrera, ¿cuál sería?
Te diría que todos son la hostia, porque nunca pensamos que Teresa Helbig llegaría hasta aquí. Así que cualquier historia que nos haya podido pasar ha sido una aventura increíble. Aun así, nosotros hemos tenido un crecimiento lento, siempre preparándonos bien antes de dar cualquier paso, por lo que pudiera pasar.
Una de estas aventuras fue confeccionar los trajes de Iberia ¿no? Además siendo la primera mujer que los diseñaba en la historia de la compañía. ¿Cómo viviste este momento?
Con un orgullo brutal, desde luego. Aunque lo de la primera mujer me mola y me cabrea al mismo tiempo. Ganamos ese concurso porque trabajamos un montón y aprendimos muchísimo, porque era la primera vez que hacíamos uniformes que fueran tan todoterreno. Hemos puesto nuestro punto de sastrería y cuidado para hacer esas cantidades. Creo que 6500 personas al día llevaran esos trabajes. Queríamos que fuera algo extraordinario pero cómodo y así ha resultado.
Algo que me ha llamado la atención es que es la primera vez que los uniformes de Iberia incluyen calzado plano para las mujeres…
Claro, lo hicimos pensando en la mujer, en las horas que tiene que estar en un vuelo y la comodidad que eso requiere. Diseñamos unas deportivas que se adaptaran a la elegancia del traje pero que fueran cómodas para trabajar tantas horas de pie. El sistema que hicimos con las faldas pasó por un proceso similar. Cuando estás tantas horas trabajando, de pie, volando, el cuerpo cambia y normalmente se hincha, por eso creamos un sistema en el que las faldas se pudieran ensanchar hasta una talla.
Otro de tus proyectos es Petite Helbig, ¿cómo surgió esta idea?
Es algo que nos rondaba la cabeza hace ya tiempo, nos hacía muchísima ilusión crear este proyecto, y ¿qué momento mejor que durante este parón obligado que fue el confinamiento? Nos pusimos a ello y ha servido para mantenernos con ilusión y con ganas en un momento tan triste y de tanta incertidumbre. No ha sido nada fácil, todos trabajábamos desde casa, nos pasábamos el día con videoconferencias, yo subía y bajaba al taller para buscar telas –porque vivo en el piso de arriba– y hacer los diseños… No fue fácil pero valió muchísimo la pena porque ahora estamos encantadas. Además he tenido una fuente de inspiración brutal que es mi hija de 7 años, mi minimusa.
¿En qué os inspirasteis para crear la colección?
Partimos de un relato que nos hacía especial ilusión en el que nos imaginamos que estábamos con la gran familia Kennedy alrededor de los años 60. Fantaseamos sobre cómo serian aquellos niños, cómo sería su educación, cómo se nutrían del arte con unos padres tan cool y estupendos. Nos centramos en este contexto y en qué prendas llevarían las futuras líderes del mundo, y estar ahí para acompañarlas y celebrarlas.
¿Tienes alguna pieza favorita?
Mmm… todas son muy especiales, quizás el traje Bowie, porque es más atrevido y loco; aunque todas son pequeñas joyas muy curadas.
Supongo que fue muy difícil confeccionar los diseños durante la crisis sanitaria, ¿no?
Fue una aventura, sí. Usamos lo que teníamos en casa, tules de algodón, lentejuelas, prints de flores, lo que encontramos. ¡Y encima todo en remoto! Pero ha resultado algo muy especial y bonito.
Hablando de nuevas generaciones, ¿cómo auguras el futuro de la moda?
¡Lleno de cambios! Ya está cambiando y va a cambiar muchísimo más. Todos tenemos que ser conscientes de nuestra realidad, de nuestras empresas, y ser consecuentes con nuestro trabajo. Por ejemplo, no todo el mundo puede hacer siete mil colecciones por temporada y es que tampoco necesitamos tanta ropa. Tenemos que volver a consumir ropa que nos emocione y nos perdure y dejar de lado este consumo masivo que no nos hace ningún bien. Pero estoy convencida de que las nuevas generaciones vienen pisando fuerte y restablecerán las normas de la industria.
Justamente te iba a preguntar por la atemporalidad de vuestras piezas, que es uno de los valores que defendéis en Teresa Helbig. ¿Crees que son necesarios cambios en la industria?
Son muy necesarios. Para nosotros es lo normal, lo de la atemporalidad. Siempre apostamos por una producción local, con cuidado, artesana, por no vender cantidades, que las piezas tengan singularidad. Si una camiseta cuesta 3€, alguien tiene que estar muy jodido para que se haya podido hacer.
¿Te gustaría hacer una colaboración?
¡Claro! Admiro a muchos diseñadores y siempre estamos atentas a cualquier oportunidad que se presenta. Tendría que ser nuestro rollo, que proyectase los valores que a nosotros nos gustan y defendemos. ¡Mira, con alguna de nuestras celebrities sería la bomba! Una colección capsula con alguna integrante de nuestra Helbig gang, seria chulísimo.
¿Cómo te imaginas el futuro de Teresa Helbig?
Llámame romántica pero visualizo que la firma perdure en el tiempo, que las riendas sean cogidas por la nueva generación de Teresa Helbig. Me imagino creciendo pero a un ritmo sostenible y natural. Más proyectos en Los Ángeles, en Estados Unidos, llevar a Petite Helbig a nivel internacional, crecer, aprender y disfrutar de lo que hacemos.
Para terminar, ¿algún proyecto nuevo que nos quieras adelantar?
¿Más? (risas). ¡Ah, bueno, sí! Abrimos showroom en Madrid. Hace tiempo que trabajamos en esta ciudad pero para facilitar a las clientas hemos decidido abrir un showroom y tener otro punto de encuentro. Y en septiembre volveremos a desfilar a lo bestia, con la esperanza que se pueda hacer un gran desfile. ¡Hemos tenido tanto tiempo para trabajar que hemos sacado mucho provecho!