Las sesiones de RRUCCULLA suelen empezar con una voz distorsionada que se asemeja a la de un alienígena –aunque no sepamos cómo suena realmente– y empieza la inmersión a uno de sus viajes electrónicos experimentales. Su música bebe del jazz y del drum & bass, entre otros géneros, aunque etiquetarla sería misión imposible. No creo que ella quiera hacerlo tampoco. Sus temas y títulos surgen de momentos absurdos, de situaciones cotidianas o de ideas que le aparecen en la mente. No sabe si llamarlo sinestesia o hipersensibilidad, pero dice que ella pinta sonidos. El arte visual es, sin duda, una fuente de inspiración a la hora de producir: las texturas, el color, la pintura. Y además, hace artworks para sus álbumes, por ejemplo.
Su horizonte máximo sería crear un tema en el que todo estuviera atado al nivel del cuadro Courbe Dominante, de Kandinsky. Los horizontes sencillos, definitivamente, no son lo suyo. Y en su último álbum, Shush, se adentra en un océano (literal) de sensaciones. Hoy nos cuenta un poco sobre todo esto, aunque si queréis entenderlo bien, lo mejor es que acudáis a alguno de los festivales donde actuará. De momento, ya ha pasado por el BBK, el Primavera Sound (donde repetirá en 2019), o el Low Festival. ¿Qué será lo próximo?
Antes que nada, ¿quién es Izaskun y quién es RRUCCULLA? ¿En qué se parecen y en qué se diferencian?
Aquí al habla RRUCCULLA, hago música e imágenes con un ordenador.
Has estado en festivales españoles muy importantes como el BBK, el Primavera Sound, el Low Festival, etc., pero todavía eres bastante desconocida para el ‘gran público’. Supongo que forma parte de esa magia que envuelve a tu género, bastante underground y experimental. ¿Pretendes darte a conocer en el mainstream, o estás bien como estás?
Bueno, he tocado en festivales que considero mainstream, así que también me conoce parte de ese público. Mientras no altere mucho la música que hago y que quiero hacer, que me escuche quien quiera. Solo espero que esta música no se quede atrapada en este país.
A pesar de que has ‘explotado’ en los últimos dos años, tu pasión por la música viene de mucho antes: empezaste tocando la batería, y luego, con el portátil, empezaste a crear canciones y temas electrónicos. Tan solo tenías diecisiete años por aquel entonces. ¿Cómo ha evolucionado esa adolescente de hace cinco o seis años hasta ahora? ¿Sigues aprendiendo por ti misma?
Sí. Antes me daba todo igual, solo quería hacer música y experimentar con la batería. Ahora igual me lo pienso más antes de sacar ciertas cosas. Pero sí, sigo aprendiendo por mi cuenta cada día.
Respecto a la composición, dices que no tienes idea de armonía o notas, pero que quieres aprender. ¿Crees que es realmente necesario para crear música electrónica?
No creo que sea necesario, solo hay que saber hacer uso de tu cabeza para manejar una DAW (Digital Audio Workstation) y dejarse llevar.
He leído mucho sobre ti y hablas de pintar sonidos, e incluso relacionas el color, el sabor, y la textura con el sonido. O sea que podríamos hablar de sinestesia. Otro ejemplo claro son los títulos de tus canciones: Balada cítrica o Cicatriz de chocolate. Cuéntanos un poco más sobre esta interrelación de sentidos y sensaciones en tu música.
No sé si es sinestesia. Creo que es más un tipo de hipersensibilidad que tengo y cómo me afecta con las formas, colores, luces, sabores, etc. Los títulos son un resumen de las emociones que me producen o cosas absurdas que se me ocurren. Balada cítrica la titulé después de probarla en conciertos y ver que la gente ponía caras como si estuviera chupando limones cuando la escuchaba. Mientras componía Cicatriz de chocolate, hice un descanso y me puse a cocinar unos crepes con nutella. Cuando volví para seguir con la canción, vi que tenía una cicatriz en la mano. Pensé que me había hecho una herida sin darme cuenta, pero en realidad era chocolate.
La gente puede tomarlo como le apetezca. Los títulos de estas canciones pueden servir para formar una imagen, también pueden ser los nombres de los peces que habitan en Shush o simplemente cosas absurdas que me afectaron al engancharme viendo Chef’s Table. Se puede elegir.
Esta sinestesia o hipersensibilidad de la que hablas, también la quieres trasladar al espectador, ¿no? En la canción Icy Blue Coral, de tu último álbum, nos invitas a sumergirnos en el océano.
Sí. Esa canción es como adentrarse en un acuario. Es evidente, ¿no? Se percibe el efecto de las olas y cómo te envuelven los sonidos en un audio 360º 3D HD.
Cuéntanos un poco más sobre tu último álbum, Shush. Se habla de un océano de colores, texturas, y en realidad, también de un océano literal.
Shush es un acuario con muchos peces multicolores nadando entre ambientes diferentes. Realmente, nadie sabe lo que pasa en ese acuario, solo te puedes enterar escuchando las canciones. Nada es lo que parece desde fuera, hay que prestar un poco de atención…
Shush es el único álbum que has sacado este año, pero en 2017 publicaste cuatro: Yesterday is Tomorrow’s Wtv, Tactile Emotion, Early Sound Sketches, e Istripuak. Es, como mínimo, alucinante. ¿De dónde salió toda esa producción?
En realidad, cada vez que empiezo un álbum, hago otros tantos a la vez. Así que todos esos iban más o menos juntos. Pero son del año 2015, menos Istripuak. No hagáis caso a Spotify porque las fechas están mal puestas ahí. Lo que está en Bandcamp es lo correcto. Conociendo ya mis límites y lo que me puedo permitir, ahora el ritmo ha bajado un poco. Aún así, siempre trabajo en cosas. Todavía quiero convertir en realidad muchas ideas que tengo en mente.
En otra entrevista dijiste que escuchar lo mismo durante cinco horas seguidas te aburre. Tus DJ sets o lives todavía no son tan largos, pero imagino que igualmente buscas hacer algo que cambie constantemente. ¿Qué abanico de sensaciones puede provocar una sesión de RRUCCULLA?
No suelo hacer DJ sets, pero en los live me gusta guiar a la gente por todo tipo de emociones, que sea algo excitante por una hora más o menos.
De tu música se ha dicho que es electrónica experimental, y que bebe del jazz (la han llamado jazztrónica también) o del drum & bass. Incluso he leído que es marciana y alienígena –y no les falta razón a veces. Pero, ¿cómo la definirías tú?
La etiqueta ‘jazztrónica’ me suena horrible. Solo hago música siendo música, hecha para la gente que no tiene miedo a la música.
Se podría decir que tu objetivo musical sería recrear el cuadro Courbe Dominante, de Kandinsky, en un tema o álbum. Todo perfectamente atado, enlazado. ¿Cómo imaginas alcanzar ese horizonte? ¿Llegar ahí supone avanzar en la técnica?
Sí, me he esforzado en aprender a dominar la DAW al máximo para conseguir técnicas o trucos con los que poder traducir las ideas que tenía en mente. También quise llegar a plasmar todo detalle con la riqueza musical, el vocabulario, utilizando todos los recursos en general.
Aunque tu género por excelencia sea la electrónica experimental, no te cierras a ningún género. Veo que hasta has hecho remix del tema Fiebre, de Bad Gyal. ¿Cuál es tu relación con los otros géneros musicales?
Escucho mucha música. Normalmente me baso en las emociones que me apetece sentir, exagerar o contrarrestar en cada momento para seleccionarla. No pierdo el tiempo catalogando géneros musicales, perdí el hilo, es una locura.
También le das mucha importancia al aspecto visual: las covers de los álbumes, los visuales de los vídeos, etc. ¿Qué relación guardan tus temas con la imagen/identidad visual que estás creando?
Las portadas son fotografías tomadas al interior de mi cabeza cuando escucho esos tracks/álbumes. Son exageraciones de esa imagen que tengo en mente.
¿Crees que en la era en la que vivimos (la de la imagen), un músico o DJ llegará a menos gente si no trabaja su identidad visual?
Lo que mola de esto es cuando la imagen es una extensión de la música. No tener imagen, al final, también es otra identidad más.
¿Cuáles son tus planes de futuro? ¿Más álbumes, conciertos, festivales…?
Me gustaría intentar recuperar mi bronceado natural antes de meterme a hacer otro álbum y quedarme más pálida todavía. También quiero hacer una gira de estadios antes de eso.
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