Con la estética de la luz como guía cromática de sus piezas y el cottagecore como pilar fundamental de su trabajo, Rosa Aguilar nos presenta un increíble recorrido por los procesos naturales del suelo a través de obras repletas de sentimiento y sutileza. La artista nos habla de la vuelta a lo rural, la recogida de frutos y la artesanía, y lo materializa en forma de cuadros y esculturas de cerámica, que aportan tridimensionalidad a su cuerpo de trabajo. Una oda a la naturaleza y al principio, a las semillas esparcidas por el suelo al gusto del viento y del propio ser de las mismas.
Me gustaría empezar por lo primero, ¿quién es Rosa Aguilar como artista? ¿Y como persona? ¿Hay diferencias entre ambas?
Cuando alguien me conoce siempre me comenta lo mismo, que soy mi obra. La verdad es que considero que no difieren entre ellas. Mis intereses personales se ven reflejados de igual manera en mi obra. Al final represento las cosas que me despiertan curiosidad, y mis proyectos siempre tienen un componente autobiográfico, autorretratándome en algunas ocasiones.
Para cada persona pueden series varias fuentes distintas pero, ¿qué te inspira a crear?
Lo que me inspira a crear es mi diálogo con el mundo que me rodea. Siempre que descubro algo nuevo me pregunto, ¿cómo nadie me había hablado de esto? Y ahí empiezo a buscar la manera de representarlo. Mis fuentes de inspiración incluyen los tratados de botánica, las iluminaciones medievales, los elementos antropomorfos, la pareidolia, lo arquetípico, libros de divulgación científica, paseos por el campo, conversaciones y cuentos clásicos.
En los tratados de botánica encuentro información sobre la riqueza y complejidad de la flora, y las iluminaciones medievales me interesan sobre todo por los detalles y el simbolismo. Estos elementos están muy relacionados también con lo antropomorfo y arquetípico, al igual que los cuentos clásicos, que me llevan a representar conceptos universales.
Últimamente incluyo siempre instalaciones cerámicas en todos los proyectos, me encanta dotar de tridimensionalidad los conceptos con los que trabajo, dándoles una escala mayor. Además, trabajar con el barro me parece el medio perfecto porque, al final, es un material que al convertirlo en cerámica se transforma en un material noble, duradero y universal, del cual hay restos antiquísimos.
En los tratados de botánica encuentro información sobre la riqueza y complejidad de la flora, y las iluminaciones medievales me interesan sobre todo por los detalles y el simbolismo. Estos elementos están muy relacionados también con lo antropomorfo y arquetípico, al igual que los cuentos clásicos, que me llevan a representar conceptos universales.
Últimamente incluyo siempre instalaciones cerámicas en todos los proyectos, me encanta dotar de tridimensionalidad los conceptos con los que trabajo, dándoles una escala mayor. Además, trabajar con el barro me parece el medio perfecto porque, al final, es un material que al convertirlo en cerámica se transforma en un material noble, duradero y universal, del cual hay restos antiquísimos.
¿Cuál es tu escenario perfecto para trabajar y crear?
Mi escenario perfecto para empaparme de ideas es en la comarca del Bierzo, León. Paso los veranos aquí rodeada de castaños y chapurreando en el río con mis hermanos. Estos últimos meses he estado trabajando en Madrid, pero acabo de mudarme a Granada. Para trabajar necesito un sitio tranquilo, y creo que es el sitio perfecto para mí.
Cuando somos niños, todos fantaseamos con la respuesta a la pregunta de qué queremos ser de mayores, ¿la palabra artista ya se encontraba dentro de tus respuestas?
Nunca me lo planteé como tal. Yo tenía un referente clarísimo, que era Mercedes Carbonell, mi profesora desde los cinco años hasta los dieciséis. Nos enseñaba a pintar copiando a Cézanne, Magritte, Zurbarán, Monet, Vermeer, Van Os, etc. Al final me decidí a estudiarlo sin saber muy bien dónde me metía.
Durante los años de carrera tuve la suerte de asistir a los cursos de paisaje de Priego de Córdoba, donde tuve un acercamiento más personal con el paisaje y la pintura del natural. Al graduarme obtuve la beca de residencia para jóvenes creadores de la Fundación Antonio Gala, que fue decisiva para decidirme a seguir produciendo.
Durante los años de carrera tuve la suerte de asistir a los cursos de paisaje de Priego de Córdoba, donde tuve un acercamiento más personal con el paisaje y la pintura del natural. Al graduarme obtuve la beca de residencia para jóvenes creadores de la Fundación Antonio Gala, que fue decisiva para decidirme a seguir produciendo.
¿Existe un común denominador presente en todo tu trabajo?
Diría que la curiosidad. Mi madre es bibliotecaria y siempre me ha inculcado el interés por la investigación.
Pocas veces gozamos de una libertad totalmente plena. Como artista, ¿te sientes completamente libre en cuanto a lo que quieres expresar con tus obras?
Sí, al final uno trabaja sobre los temas que le interesan. Quizás sí que veo limitaciones a nivel técnico, me encantaría trabajar con otros materiales y técnicas que no conozco y que requieren más tiempo.
Tu último proyecto se titula Barocoria. ¿Por qué un término de la rama de la biología para tu nuevo proyecto? ¿Qué te une a ello?
Siempre me ha interesado, y desde hace un par de años me he aficionado a leer libros de divulgación científica. Cada vez que descubro un término nuevo me informo todo lo que puedo, me interesa muchísimo y me parece fascinante todo lo que podemos aprender de cómo funcionan los ecosistemas. Acabo de realizar un curso sobre arte, ciencia y botánica en la Facultad de Ciencias Biológicas y Ambientales de la Universidad de León, y mi idea es seguir formándome para poder ser más crítica en cuanto a este tema.
Los colores pasteles, claros y acuosos se han convertido en un elemento imprescindible en tu obra y estilo. ¿Por qué?
Parte en cierta manera de la idea de la belleza como esplendor, donde el sol funciona como metáfora de la belleza ideal y creador de las formas. En filosofía esto se conoce como la estética de la luz y acuña el término lumen, el aire lleno de luz.
Si no me equivoco, uno de los fundamentos básicos de Barocoria es el cottagecore, ¿por qué te sientes atraída por este esteticismo?
La estética mezcla lo rural con lo frívolo y eso me hace gracia, pero a su vez pone en valor temas que me interesan como la vuelta a lo rural, a la recogida de frutos, a hacer las cosas artesanalmente, etc. y todos estos procesos son los que nos hacen estar conectados con lo que consumimos, de lo que apenas formamos parte.
Como artista, ¿echas algo en falta en el mundo de las artes plásticas?
Veo necesario que se creen sinergias con otras disciplinas: ciencia, literatura, educación, matemáticas, filosofía, antropología, etc. También deberíamos estar más conectados con la artesanía para ir incluyendo esos conocimientos y ponerlos en valor.