Proyectos más personales, individuales y manejables como pueden ser los muebles o las pequeñas esculturas han hecho de Pía Mendaro una firma de diseño y arquitectura con cada vez más reconocimiento. La artista también es socia de Mendaro Arquitectos y el estudio Endémico, y afirma que trabajar en equipo ayuda a que aparezcan ideas nuevas sobre la mesa.
La multifuncionalidad es una de las virtudes de la diseñadora, ya que entre sus obsesiones están los objetos que se pueden usar para más de un servicio y que transmiten emoción e ilusión. Ya sea dibujando a mano con lápices, acuarelas y ceras o en formato digital y con un iPad, la artista consigue dar vida a su creativo imaginario.

Y a pesar de que los arquitectos tienen fama de ser ordenados y de dedicar largos años de trabajo en un mismo proyecto, Mendaro hace algunas excepciones. Un ejemplo es La Nave del Topo o, tal y como ella lo describe, “un cuadrado donde jugar”. Una casa-estudio donde la arquitecta se dejó llevar por la despreocupación y la libertad en el diseño. Además, nos adelanta que tiene entre manos el diseño de juegos y objetos infantiles. ¿Con qué más nos sorprenderá en el futuro?
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¿Quién es Pía Mendaro y cómo descubre este interés por la arquitectura?
Pía Mendaro es la firma que llevan mis proyectos más personales, ya sean muebles, pequeñas obras o investigaciones. Salió así sin querer; Pía Mendaro soy yo, nunca me planteé convertirme en una marca. También trabajo con Ignacio Mendaro en Mendaro Arquitectos y con Jorge Marañón y Jaime Guitard en Endémico. Con ellos me embarco en el diseño de proyectos de mayor escala.
Bien con Mendaro Arquitectos o por libre has realizado varios proyectos: desde la transformación integral de un apartamento-oficina a vivienda, pasando por una reforma de una vivienda en hilera, hasta una pequeña galería en el centro de Madrid. ¿Cómo combinas la creación individual y el trabajo en equipo en tu estudio?
Lo que hago por libre es la reforma integral del apartamento como he hecho en La Vivienda en Hilera, La Nave del Topo con Mendaro Arquitectos sobre todo he hecho concurso.
¿Cómo combinas la creación individual y el trabajo en equipo en tu estudio?
Creo que lo combino de forma orgánica, aunque desde fuera puede parecer un caos. Estoy haciendo un doctorado y mi tiempo es muy limitado. Cuando entran proyectos pequeños o más personales que veo que puedo manejar sin agobios, los hago sola, y los de mayor escala en equipo. La dinámica es muy diferente; trabajando sola casi no dudo, y al trabajar en grupo las ideas se enriquecen y aparecen cosas nuevas sobre la mesa.
¿Quiénes dirías que han sido los arquitectos o artistas que más influencia han ejercido sobre tu trayectoria?
Diría que los que más me han influenciado son aquellos con los que he convivido de cerca. Sin duda, mi padre, Ignacio Mendaro, que se pone en la piel de todo al diseñar: y si fuese un niño, ¿cómo vería esto? Y si fuese agua, ¿cómo entraría? Y así aprendes a ver otras perspectivas, y la arquitectura se torna empática, y eso me encanta.
Y de mi amiga Clara Cebrián, la despreocupación y la libertad en el diseño, no todo tiene que estar fijado por normas y bisectrices. Después, por supuesto, soy fan de muchos grandes: Glenn Murcutt, Lina Bo Bardi, Jean Prouvé…
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Tengo entendido que combinas la arquitectura y el diseño de mobiliario con los estudios de botánica y jardinería, ¿cuál es el vínculo entre los muebles y la botánica? ¿Por qué este interés por las plantas? Me imagino tu casa llena de plantas como si de una selva se tratase.
Los muebles son ágiles, el tiempo de diseño y construcción suele ser rápido, mientras que en la arquitectura desde el inicio hasta el final pueden pasar años. Me encanta terminar cosas, y cuando hace tiempo que no veo resultados en algo, pensar en un objeto y desarrollarlo es muy satisfactorio. Lo de la botánica tiene que ver porque me encantaría incluir plantas en los muebles, pero es algo que todavía no he conseguido. Las plantas también llevan su tiempo, ¡son muy delicadas!
Uno de tus proyectos que ha tenido más revuelo ha sido la casa-estudio La Nave del Topo, inspirada en la casa de Ron Weasley de la saga Harry Potter, que diseñaste para la artista y amiga, Clara Cebrián. ¿Cómo es el proceso creativo de convertir una nave industrial, que tiene sus limitaciones, en un hogar abierto a los cambios que puedan surgir? ¿Cómo decides distribuir el espacio y dónde colocar cada estancia para que sea acogedor y flexible?
Clara y yo somos amigas desde muy pequeñas, en realidad se trata más de una referencia interna que de algo característico de la nave. El proceso creativo es el mismo que en cualquier proyecto de la escala que sea, en este caso, tras demoler lo poco que había dentro, quedó un espacio de 10x10m. La distribución de todo (y la manera de hacerlo) fue pensada para que siempre se entendiera el espacio como lo que era: un cuadrado donde jugar.
Contábamos solo con tres elementos: la cocina de Amarillocromo que había comprado Clara por Wallapop, la bajante del baño que era inamovible, y el dormitorio de Clara. Escondimos el baño tras un muro que no llega a tocar el techo (hace que el espacio se siga entendiendo como un cuadrado y que dé la sensación casi como de mueble) para darle privacidad, y la cocina quedó en el centro, libre, como en una pista de baile. El dormitorio se colocó al fondo, abriendo una ventana como ‘fondo de escena’ iluminado.
¿Y por qué se llama La Nave del Topo?
'Topo' es el mote familiar de Clara Cebrián. Durante todo el proceso para mí el proyecto se llamó así, La Nave del Topo o La Nave del Topillo, y no le di más vueltas.
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Me parece una gran idea la ubicación del dormitorio suspendido. Es una forma de aprovechar más el espacio, salir en el exterior, ofrecer otra perspectiva visual e, incluso, de desconectar de la zona de trabajo. ¿Buscabais una forma de sanar la mente, como una zona de confort, un sitio al que ir a meditar y con el que estés más en contacto contigo misma?
Diría que ahora es todas esas cosas. Pero lo que buscábamos al principio era más bien jugar. Nos parecía muy divertido y agradable poder casi trepar a la plataforma que hace de dormitorio, como subirse a un árbol. Más que el altillo, diría que abrir la ventana fue el desahogo que necesitaba la nave. Eso fue buscado y es lo que hace que ese espacio en las alturas funcione de forma independiente.
¿Cuánto tiempo se tarda en diseñar una obra arquitectónica de este calibre?
Poco, pero porque todos los implicados estábamos en sintonía. Diría que un par de meses, pero no puedo ser exacta. Ha sido una obra con un alto nivel de improvisación. El trabajo con el cliente (Clara) facilitó mucho el proyecto, al conocernos desde hace tanto no hubo que hacer presentaciones oficiales del proceso de diseño, ni powerpoints ni renders… Todos aportamos en el proceso.
No solo destacas por tus proyectos en el mundo de la arquitectura, sino que también has hecho dibujos tanto a mano, utilizando ceras y acuarelas, como en formato digital con la ayuda de un iPad. Está claro que el dibujo también forma parte de tu trabajo, pero, en tu caso, ¿es más un hobby o una necesidad?
¡Es mi herramienta favorita! El dibujo me permite pensar; me encantaría que fuese un hobby, pero desde que terminé la carrera no soy capaz de dibujar por dibujar. Dibujo porque estoy contando algo o pensando en algo que hacer y la cabeza se me ordena con el lápiz.
También has hecho fotografías analógicas de paisajes noruegos, muebles a medida con triple funcionalidad como una mesilla auxiliar que, a la vez, es una silla y un revistero o lámparas de acero increíbles como La Carnívora, inspirada en las plantas carnívoras. ¿En qué más te sueles inspirar en tus proyectos?
Esta pregunta es siempre la que más me cuesta… Creo que todos los proyectos tienen como impulso de fondo las propias obsesiones de cada cual. Entre mis obsesiones están los usos múltiples y las bisagras que permiten dar sorpresas como las navajas suizas, por ejemplo. Trato de buscar que las cosas sean funcionales, pero emocionen, que hagan ilusión (tocarlas o experimentarlas).
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¿Cuándo tienes algún encargo, el cliente tiene la idea clara de lo que quiere o se deja asesorar por ti y tu creatividad?
Hay de todo, pero casi siempre tienen algo en la cabeza. Hay clientes que tienen muy claro lo que quieren hacer, pero no saben exactamente cómo llevarlo a cabo, y otros que solo tienen como un trocito de una imagen, o un ambiente que les gustaría.
Dirigiste un espacio dedicado al diseño y a la producción de objetos útiles y con el que te movías por talleres y residencias de artistas entre 2017 y 2019. Háblanos del proyecto Barbecho.
Barbecho es un espacio que diseñé y que se construyó reformando una pequeña vivienda en hilera en Madrid. El barbecho tiene que ver con la rotación de los cultivos, para que la tierra no se desgaste de nutrientes. Le puse ese nombre porque me dediqué durante algo más de un año a organizar talleres y residencias de artistas y era un espacio que rotaban cada mes. Proponía un tema (hicimos sillas, lámparas, comederos para pájaros etc.) e invitaba a artesanos, y ahí mismo construíamos cada cual su objeto. En el caso de las residencias, invitaba a artistas que no fuesen de Madrid a hacer un proyecto que tuviese que ver en algo con el espacio en el que trabajaban y vivían.
Para acabar, ¿cómo ves el futuro en este sector? ¿Qué proyectos tienes en mente?
Veo el futuro bien. Siendo positivos, hay muchas cosas que repensar ahora que la vida es tan rara con el Covid. Ahora mismo, aparte del doctorado, mis proyectos favoritos más personales son: la reforma de una ruina en Salamanca con mi socio (y marido) Jaime Guitard, y el diseño de juegos y objetos infantiles para nuestro hijo que nacerá en un mes.
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