En busca de un cambio hacia un futuro más sostenible para la industria de la moda, la diseñadora Paula Ulargui no se pone límites y crea prendas efímeras, con un ciclo de vida natural, mediante el uso de biomateriales y seres vivos como plantas o microorganismos.
De padres artistas y un historial marcado por la creación artística, Paula Ulargui presenta Siamese Skins, una colección que la puso entre los diseñadores ganadores del Global Talents de Mercedes-Benz Fashion Week Rusia, y que evoca la conexión humana con la naturaleza. Y lo hace con una conmovedora carga poética. Una propuesta ambiciosa que le llevó unos seis meses y que la ha motivado a empezar proyectos similares en el área de la biofabricación.
Eres una diseñadora innovadora y sin temor a nuevos retos; de hecho, encontraste tu vocación cuando eras muy joven, alrededor de los 14 años. ¿Cómo han evolucionado tu perspectiva sobre la moda y el enfoque de tus diseños desde entonces?
Dejando al margen lo que hago hoy en día, la moda siempre ha sido la rama del arte y el diseño que más me ha fascinado. He tenido la suerte de tener padres artistas. Su estudio era mi cuarto de juegos y de niña pasé horas y horas pintando, experimentando y creando. Fue así como empecé a jugar con un maniquí y a cubrirlo de materiales y colores. Crear volúmenes sobre un cuerpo tenía una atracción especial para mí. Años después, durante mi primer año de carrera, fue cuando encontré realmente mi camino: el de formar parte del cambio hacia una industria de la moda más sostenible.
Las prendas de tu colección Siamese Skins están literalmente vivas. Tuviste que convertirte en investigadora botánica al mismo tiempo que conservabas los fines estéticos de la colección. ¿Tenías algún tipo de experiencia previa con la fitología? ¿Cómo profundizaste esta disciplina en el proceso de investigación?
También la relación con la naturaleza ha sido parte importante de mi educación. Asistí en mi secundaria a una escuela Waldorf y estuve dos años en un colegio en Inglaterra (Brockwood Park School). Aprendí en ellos a cuidar y mantener un huerto, horticultura e incluso supervivencia en el bosque. ¡Toda una experiencia! Por eso, cuando empecé el proyecto, retomé estas experiencias y las amplié con este objetivo. Fue todo un reto.
“Dos naturalezas, un cuerpo”; la descripción que acompaña tu colección demuestra tu sensibilidad creativa y el enfoque poético que impulsó este concepto, ¿qué te inspiró a combinar elementos vivos con materiales textiles? ¿De dónde surgió todo?
Sin duda, fueron el concepto y el mensaje que quería transmitir con el proyecto los que me inspiraron a trabajar en esta dirección. Debía centrarme en encontrar un tejido y unas formas donde las semillas pudieran crecer y mostrar toda su belleza. Lo que buscaba era conectaran de nuevo al hombre, de manera directa y tangible, con la naturaleza. Una naturaleza de la cual vivimos tan alejados que desconocemos y negamos sus ritmos y procesos en nosotros mismos.
Hablando más del proyecto, ¿cuánto tiempo tomó llevarlo a cabo? ¿Fue complicado mantener los brotes con vida por mucho tiempo?
En total fueron unos seis meses. Al principio me centré en aprender y entender el ciclo de vida de las plantas y sus necesidades. Hice miles de pruebas con más de veinte tipos de semillas y plantas y en más de diez tipos de fibras naturales y formatos textiles, analizando y estudiando sus necesidades. Esta etapa fue, sin lugar a duda, la más bonita. Me pasaba horas en el estudio observando las plantas crecer.
Más tarde quise profundizar en la parte estética del proyecto, igualmente importante, seleccionando aquellos brotes más atractivos por color o forma, y aprendiendo a mantener con vida estas plantas durante el mayor tiempo posible. Uno de mis deseos y planes de futuro es el de seguir investigando para mejorar la técnica y conseguir alargar la vida de estos trajes lo máximo posible.
Más tarde quise profundizar en la parte estética del proyecto, igualmente importante, seleccionando aquellos brotes más atractivos por color o forma, y aprendiendo a mantener con vida estas plantas durante el mayor tiempo posible. Uno de mis deseos y planes de futuro es el de seguir investigando para mejorar la técnica y conseguir alargar la vida de estos trajes lo máximo posible.
Siamese Skins es una apuesta definitivamente innovadora, al mismo tiempo que defiende los principios de sosteniblidad, ¿qué aprendiste durando el proceso creativo y de experimentación?
Creo que con este proyecto he descubierto el placer de investigar, profundizar, conocer y respetar la naturaleza. Investigando el mundo vegetal, su crecimiento, interacciones entre especies e incluso formas y colores me he dado cuenta de la gran fuente de sabiduría que esta supone y el escaso uso que hacemos de esta información. En este análisis y mirada podríamos encontrar solución a muchos de los problemas a los que nos enfrentamos hoy en día. Si esta conexión es fuente de bienestar y salud para las personas, ¿por qué dejarla al margen de la moda, de los usos y objetos que usamos cotidianamente?
Tu propuesta se sale de la línea de cualquier colección convencional y comercial, ¿quiénes han sido tus referentes? ¿Habías visto algo parecido antes?
Sí, durante el desarrollo de estos trajes empecé a conocer artistas que estaban trabajando en la misma dirección. Esto me animó enormemente, ya que me dio la oportunidad de contactar con ellos y compartir información, incluso una vez terminado el proyecto. Chia vest de Elizabeth Esponnette, On textile farming de The Swedish School of Textiles, o incluso Alexander McQueen, que hace años desfiló un traje lleno de plantas. Todos estos referentes no solo me inspiraron sino que me animaron a aportar mi granito de arena a este nuevo arte. Empecé a entrevistar a micólogos, agricultores, botánicos o incluso ingenieros agrónomos para conseguir buscar la gama de colores tan llamativa que tiñe mis trajes.
Felicidades por haber sido seleccionada como Global Talent por parte de MBFW Russia, ¿cómo crees que influirá este reconocimiento en tu carrera profesional?
¡Muchísimas gracias! La verdad es que fue todo un honor y alegría ser seleccionada. Sin duda, ha supuesto un empuje potente para darme a conocer. Me han publicado en varias revistas y he recibido mensajes de gente de todas partes del mundo dándome la enhorabuena, con lo que he visto cuánta gente hay sensible a este enfoque, algo que me emociona.
Después del reconocmiento, ¿tienes planes relacionados con crear tu propia marca?
No tengo planes concretos. Me gustaría seguir profundizando e investigando. Sostenibilidad e innovación van de la mano, y esta industria está muy necesitada de esto.
Has explicado en otra entrevista que el proceso de ensamblaje de cada prenda no es complicado y que mientras no se usan, pueden seguir funcionando como ecosistema para las plantas, ¿cuál consideras sería la ocasión perfecta para vestir alguna de tus piezas?
Podríamos decir que mis prendas son efímeras, una especie arte/moda que acaba, y esa dimensión perecedera es su mayor valor. Son vida: nacen, crecen y mueren. Aunque los trajes no tienen un tiempo de vida prolongado, sí que aguantan para vestirlos en una ocasión muy especial y después desmontarlos y cuidarlos. Creo que un evento, gala o exposición son las ocasiones más acordes para vestirlos.
Las prendas de tu colección demuestran que se pueden combinar una serie de técnicas y materiales para crear un producto altamente estético, ¿crees que es posible aplicar este tipo de creatividad en colecciones de marcas comerciales?
Creo que hoy en día se están creando materiales realmente innovadores, 100% naturales y estéticos, fácilmente aplicables a la industria textil. Por suerte, ya son muchas las marcas que se están atreviendo a usar biomateriales, pieles vegetales y otras técnicas de producción, pero todavía nos queda un largo camino.
La naturaleza simbiótica que lograste crear con esta colección está perfectamente representada en tu estudio; usar los brotes como segunda piel es la representación literal y metafórica de una reconexión humana con la naturaleza. ¿Piensas que el hiperconsumismo actual y los excesos del capitalismo nos están alejando de lo que es natural y ético?
Sí, así lo creo, y la situación mundial actual con el Covid-19 lo está haciendo claramente visible. Esta pandemia ha dejado ver hasta qué punto somos destructores del planeta y cuánto bienestar emocional y vital nos aporta vivir frente a un árbol o pasear por un jardín. Uno de los términos que inspiró mi proyecto, Antropoceno, habla del impacto global que las actividades humanas han tenido sobre los ecosistemas terrestres. Esto demuestra que esta necesidad de volver a conectar con la naturaleza no es solo una teoría o valor sino una necesidad urgente.
Tu trabajo explora técnicas poco convencionales para crear diseños únicos y sostenibles, ¿qué planes a futuro tienes? ¿Piensas aplicar este concepto o parecidos en otras creaciones, es decir, seguir explorando la simbiosis entre moda y organismos como plantas o incluso hongos?
Sí. De hecho, ya estoy en ello. He aprendido mucho durante el desarrollo de este proyecto y hay mil ideas que se me fueron ocurriendo y que me gustaría seguir explorando. Actualmente estoy trabajando en dos proyectos de investigación y biofabricación: la creación y aplicación de bioplásticos y biomateriales en la alta costura mediante técnicas de diseño digital y, por otro lado, la fusión de salud y moda para crear trajes que nos protejan y cuiden. Estaré entusiasmada de poder enseñar el resultado final pronto.