Okuda San Miguel ha logrado dejar huella en forma de arte a lo largo de innumerables países y de dar vida a lugares que estaban olvidados. ¿Te acuerdas de la Iglesia Skate en Asturias, una de sus intervenciones más memorables? Pues a eso nos referimos. En esta ocasión, sin embargo, hablamos con él sobre su primera exposición en suelo norteamericano. La galería Corey Helford, en Los Ángeles, presenta su obra –reflejo del mundo de hoy– junto a imágenes de la cultura clásica con su característica reinterpretación contemporánea bañada de surrealismo pop. Si tienes la suerte de estar en la ciudad californiana, no dudes en visitar Mayan Renaissance antes de su clausura este próximo sábado.
A principios de mes inauguraste la exposición Mayan Renaissance en Los Ángeles. ¿Puedes comentar en qué consiste? ¿En torno a qué gira la inspiración central?
Mayan Renaissance es una serie de pinturas, esculturas y tapices inspiradas en la mitología griega, en el Renacimiento, en los refugiados y en iconos de la cultura americana y de la actualidad musical. Esta referencia visual ya ha estado presente en mis últimas tres o cuatro exposiciones individuales; son imágenes que voy tomando en viajes o que selecciono de internet para luego traducirlas a mi mundo personal. En este caso, además, he sumado una ornamentación y estampación ancestral indígena, dotando a estos personajes y elementos de una evidente multiculturalidad. Normalmente no me interesan mucho la realidad política ni social, ya que no veo las noticias (ni apenas la televisión). Sin embargo, en este caso la propia realidad me ha obligado a integrar estos elementos de actualidad, sobre todo el problema de las fronteras y de la desigualdad social, los refugiados, y el cambio de gobierno en Estados Unidos.
¿Qué encontraremos en tu nueva exposición?
La serie es un conjunto de 20 piezas nuevas: un tapiz, tres esculturas y 16 pinturas, las cuales representan una visión muy personal y metafórica de los refugiados, de algunos artistas musicales que me gustan como Die Antwoord o Rihanna, y de iconos americanos como la Estatua de la Libertad, Trump o Mickey Mouse. El resto son interpretaciones muy personales de escenas y personajes clásicos, como Perseo con la cabeza de Medusa o la Venus. Y todo esto, integrado en parajes multicolores de atardeceres y amaneceres fluorescentes que interactúan con toda mi iconografía animal y geométrica.
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Tus obras se pueden incluir dentro de la categoría del street art. ¿Cómo te las ingenias para trasladarlas a una exposición?
Creo que son planteamientos distintos. Cuando imagino composiciones para un mural, por ejemplo, estas son más directas e impactantes y juegan directamente con las escalas y con la propia arquitectura, mientras que mis obras de estudio son más profundas, detalladas, y te invitan a reflexionar sobre conceptos y contradicciones como el sentido de la vida, la naturaleza, el capitalismo o la libertad.
Tu carrera está repleta de exposiciones, sin embargo, tu arte siempre ha estado más presente en la calle. ¿Qué se siente al saber que va a estar expuesta en una galería y que la gente puede encontrarla toda comprimida en un lugar?
Es interesante plantearme trabajos para llenar un espacio interior porque, en cierto modo, me motiva enfrentarme a lo contrario que hago en la calle, donde el planteamiento es intervenir toda la arquitectura exterior.
¿Por qué escogiste Los Ángeles como localización para la exposición?
Según las propuestas que me llegan de galerías de varias partes del mundo decido junto a mi equipo de Ink and Movement. Me apetecía mucho hacer una expo potente y grande en Estados Unidos; era ya el momento, y creo que Los Ángeles era el lugar mas apropiado.
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Has recorrido todo el planeta, por así decirlo, y esto ha quedado reflejado en las obras que has dejado en los lugares que visitas. ¿Qué sientes al saber que tu trabajo se puede encontrar repartido en diferentes países?
Justamente eso es lo más especial del street art y de trabajar en el espacio público; en cierto modo es como dejar parte de mí y de mi corazón en todos los lugares a los que voy, como una ofrenda de positivismo y energía para todas las culturas y razas. La idea es transformar el cemento gris y lo crudo del capitalismo en imágenes multicolores que consigan cambiar de verdad los espacios y entornos más desfavorecidos.
¿Dónde encuentras tu mayor fuente de inspiración y cómo fluye la magia a la hora de expresarla?
En todo lo que me rodea cada día, en la música, en la calle, en la comida, en el cine, en la moda, en la noche, en el día, en el mar; pero sobre todo en los viajes y en la retroalimentación cultural. Por eso mi trabajo tiene mucha relación con culturas ancestrales de América o África, la iconografía religiosa Hindú y la contemporaneidad nipona.
¿Qué aspectos de tu trabajo siguen presentes hoy en día desde tus inicios?
El positivismo, el color, la energía, la ambición, el aprendizaje y el crecimiento constante.
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¿Cómo se financian tus grandes obras?
Normalmente cada proyecto viene marcado y propuesto por su organización, institución, gobierno o marca comercial concreta.
Lo que hiciste con la iglesia de Santa Bárbara es clave en tu carrera. El día de la presentación hubo una emotiva anécdota: dos hombres mayores no encajaban con el resto de la multitud, y habían sido monaguillos de la iglesia durante la Guerra Civil. Agradecieron mucho tu trabajo debido a que el sitio había caído en el olvido, y tú le volviste a dar vida y un nuevo significado. ¿Qué te produjo este hecho emocionalmente?
Ese tipo de cosas son lo más mágico del arte, de crear y, sobre todo, de transformar los espacios olvidados o sin vida.
¿Tienes algún nuevo proyecto que nos quieras destacar?
Tengo muchos proyectos que voy mostrando en mi Instagram @okudart cada día. Entre los que están: muchos murales, esculturas de gran formato para el espacio público y expos colectivas en varios países de Europa, América y Asia. También mi primera expo en un museo (el CEART de Fuenlabrada, a partir del 25 mayo), sacar mis propias gafas de sol con la marca Flamingo, mi línea de joyas con una importante marca del sector, y destacaría que justo esta semana que viene inauguro mi tercera iglesia, esta vez en Denver (Colorado), donde intervine también en toda la parte interior (como la anteriormente citada de Llanera).
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