Lukas Avedaño, Eyibra, Nnux y Oldo Erréve integran Muxx Project, un colectivo multidisciplinar que acaba de presentar en Barcelona la performance Biguidiribela como parte del festival Berdache.
Tras ganar una beca del museo LACMA, las cuatro integrantes de este proyecto empezaron a trabajar en esta obra que combina performance, música y arte digital. Una pieza de sesenta minutos intensos, crudos, honestos. La vulnerabilidad flota en el ambiente, una explosión emocional que despierta los cinco sentidos y acaba filtrándose por los poros de nuestra piel. Con la identidad muxe en el corazón del proyecto –Lukas, la artista principal, lo es–, la obra toma la tierra como elemento simbólico narrativo para convertir su mensaje en algo universal capaz de apelar a cualquiera.

Biguidiribela, a la vez que trata una universalidad más evidente –como que venimos de la tierra y a ella volveremos–, también hace hincapié en narrativas más personales que afectan a la comunidad del colectivo, como las fronteras y las muertes (y asesinatos) que suceden en ellas (sobre todo entre Estados Unidos y México, por proximidad física y sentimental). Esta performance es muy simbólica, está cargada de denuncia social y reivindicación, pero también de escenarios imaginarios futuros que desafían el pensamiento presente hegemónico y el sistema colonial, binario y capitalista.

La obra arranca con Eyibra y Nnux abrazados en posición fetal recubiertos por un material que rompen a los pocos minutos y del que salen buscando oxígeno, como si fueran polluelos que acabaran de eclosionar de un huevo. Nada más poderoso que un nacimiento, o incluso un renacer espiritual. A partir de ahí, tanto elles como Lukas entran y salen de escena combinando danza contemporánea y música en directo encima de un escenario dividido en dos, otra representación simbólica del sistema binario que los colonos cristianos europeos impusieron a las poblaciones indígenas americanas. Sesenta minutos de magia, de denuncia, de lucha, de reflexión, de pasado, presente y futuro, de muerte, de vida.

Tras una actuación sublime y catártica, y sin querer molestarlas mucho, me reúno con las cuatro integrantes de Muxx Project para hablar sobre lo que acabamos de vivir, cómo surgió todo, y hacia dónde se encamina este proyecto tan necesario.
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Hola chicas, un placer hablar con vosotras, y sobre todo después de la performance, que imagino estaréis cansadas. Sonará aburrido pero me gustaría empezar por el origen de Muxx Project, ¿cómo os conocéis y cómo surge este colectivo?
(Todas: ¡la brujita!)
Eyibra: Bueno, como dice Lukas, soy una bruja de Europa del Este a la que le gusta conectar a gente. Conocí a Lukas hace cuatro años cuando llegué a México. Me fascinó su obra y nos hicimos amigas. Luego conocí a Oldo y a Ana [Nnux], todas por separado.
Vi que el museo LACMA de Los Ángeles abría una convocatoria para crear nuevas obras de arte y tecnología, y pensé que sería un sueño trabajar con estas personas y poder producir por fin una obra con Lukas. Aplicamos a la convocatoria y nos concedieron la beca, que ha significado mucho apoyo, y con ese dinero hemos hecho esta pieza. Hay tres performers principales –Lukas, Nnux y yo–, pero el concepto es de todes. Los visuales y la escenografía en 3D son de Oldo, mientras que de la música y diseño sonoro nos ocupamos Nnux y yo. Ha sido un proceso muy orgánico desde el principio.
Hacéis honor a las muxes con vuestro nombre, una identidad de tercer género de los Zapotecos del Istmo de Oaxaca. Digo ‘las’ porque es como lo he escuchado siempre en español, pero no sé si es el artículo correcto…
Lukas: En el contexto local del Istmo de Tehuantepec, entre los Zapotecos no se habla de ‘las’ muxes o ‘los’ muxes; solo se dice muxe.
Vale, me lo apunto.
Lukas: Esto por un lado. Por otro, respecto a los pronombres personales, solo hay uno para él o ella que se usa indistintamente. Y en muchas de las lenguas originarias que se hablan en el contexto de la República Mexicana, así sucede también. El pronombre personal de ‘la’ o ‘él’ es propio de la estructura gramatical del castellano, por eso me gusta aclararlo. Entonces sí, se dice muxe a solas.
Lukas, como muxe, ¿qué cualidades y características de esta comunidad representa vuestro proyecto?
Lukas: ¿Qué hay de nuestra identidad colectiva que se conecta también con la propuesta conceptual y estética de la pieza?
Oldo: Cada une de nosotres es parte de la comunidad queer, yo siento que eso es un elemento muy importante.
Nnux: Pero en específico de las muxes, la presencia de Lukas en sí mismo.
Eyibra: No quiero sonar muy cringe, pero tenemos mucho que aprender de culturas como la Zapoteca. Tratamos a Lukas como la artista principal de esta pieza. Su voz es muy importante para muchas cosas, pero también su identidad es un ejemplo de algo atemporal y que siempre ha existido. Su pura existencia, lucha y lo que representa como persona y como artista es parte de derrumbar el patriarcado, y siento que cada una de nosotras está de acuerdo con esto.
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La obra mezcla performance, arte digital y en 3D, música electrónica y en directo… Todas venís de explorar el arte a través de distintas disciplinas. ¿Cómo funciona vuestra dinámica a la hora de trabajar? ¿Cómo se ha desarrollado esta obra? ¿Muchas reuniones por Zoom y quedadas presenciales, imagino?
Nnux: Un poco de todo, pero principalmente tuvimos residencias [artísticas]. Nosotras tres [Eyibra, Oldo y Nnux] vivimos en la Ciudad de México pero Lukas vive en Oaxaca, y es bastante lejos. Así que buscamos los espacios para tener residencias y hacerlo todo en periodos de una semana; hubo varios de esos, como por ejemplo en Guadalajara, donde pudimos juntarnos y encerrarnos una semana para trabajar en el proyecto. Ahí fuimos discutiendo los conceptos, trazando la narrativa, haciendo bocetos, etc. Después, Eyibra y yo trabajamos la música aparte, hacíamos borradores, luego lo juntábamos todo otra vez… Así era como ir poniendo piezas de un puzzle.
Lukas: Encontrarnos físicamente fue importante y, sobre todo, esas discusiones que se daban sobre cómo abordar la misma temática pero cada quien desde sus propias experiencias y lecturas. Creo que eso fue determinante para la curaduría, para que al final se decidiera qué momentos iban a acontecer en el suceso escénico y cómo íbamos a tejer una suerte de mimbre.
El proyecto surge gracias a haber ganado la beca del LACMA. Me gustaría saber cómo ha evolucionado el proyecto. Esta ha sido la tercera performance de Bigidiribela, y antes me comentabais que habéis hecho algunos ajustes respecto a las dos anteriores. ¿De qué maneras ha cambiado la performance desde ese primer proyecto hasta lo que hemos vivido hoy?
Eyibra: La primera vez que la hicimos fue en febrero de 2022. Fue como un experimento, y luego hemos mostrado varias versiones del desarrollo de esa misma pieza. Como colectivo estamos planeando hacer más obras –de hecho, nos han comisionado otra que vamos a presentar en octubre en Los Ángeles también–.
¡Felicidades!
Eyibra: ¡Gracias!
Nnux: Pero sí hubo una cosa que cambió, que fue un cuestionamiento. Cuando se planteó el proyecto, primero estaba muy centrado en la experiencia muxe, pero Lukas llegó y dijo, no quiero reducirlo solo a eso, quiero expandirlo. Tengo todas estas ideas pero quiero llevarlas más allá. Lo que se quería es hablar de temas más amplios como el origen en la tierra como creación. Creo que eso sí fue una diferencia respecto del concepto inicial.
Lukas: Cuando se hace mención de la palabra ‘muxe’ es una enunciación situada. Es decir, hay un contexto y una temporalidad específicos. Este contexto y esta temporalidad están situados después de 1521. Se dice muxe, y esa construcción simbólica tiene una connotación. Se es mencionado, es reseñado, es entrevistado, es documentado en muchos formatos, desde la prensa hasta los campos académicos, y hasta pareciera muy fácil hacerlo cognoscible. En esa aparente facilidad de hacerlo cognoscible me parece que se empieza a deslavar la esencia de esa existencia. Entonces era un poco tratar de imaginar cómo pudo haber acontecido esa existencia antes de 1521. Por eso hacemos un poco el símil del ser totémico. Antes de que tuviéramos ese contacto peninsular, nuestro sistema de creencias era otro; ahora es sincrético.
Todo esto es una apuesta desde el punto de vista analógico y cómo podría ser cien años después, que ya no nos va a tocar, con estas nuevas propuestas como el transespecismo o el transhumanismo, donde la tecnología empieza a tener incidencia en ciertas corporalidades. El juego es imaginar cómo podría ser en cien años la identidad muxe, y a partir de ahí aparecen la propuesta digital y en 3D y el metaverso.
Hablamos de tres temporalidades: la del hoy, a partir de que se inicia Muxx; la del futuro, a partir de toda la estructura holográfica y propuesta digital. Y otra temporalidad cuando la analógica alude a esas formas de la consciencia donde la naturaleza… parece tautológico decirlo, pero cuando la naturaleza ocupaba un lugar importante en nuestra existencia. Sigue ocupando un lugar importante, toda esta infraestructura que vemos [señala a nuestro alrededor] existe en tanto que la naturaleza fue modificada para eso. Pero a veces se nos olvida.
Me encanta que hagáis referencia a la tecnología y al futuro pero también a la atemporalidad de lo muxe. Ahora que en la cultura occidental está habiendo un gran debate sobre ‘lo trans’, ¿qué crees que puede aportar la historia muxe, que es centenaria y está tan arraigada y tiende más hacia lo espiritual y cultural, en un clima donde el foco se pone en la tecnología y la medicina (que si las hormonas, que si las operaciones de reafirmación, etc.)?
Lukas: Más que aportar, me parece que hay que situar el contexto. Si alguien me preguntara, oye, en la península ibérica, ¿se podría crear un ecosistema nuevo que se abre a los muxerismos? Y uno podría decir que sí, que podríamos compartir mucho en estas discusiones.
Yo me pongo a pensar cuando se replican ciertas expresiones de los muxerismos en otros contextos de México. Cuando se exportan ya no se anuncian como una fiesta LGBTIQ+ o como una fiesta de la diversidad, sino como una celebración muxe. Así, otras identidades que entran en este acrónimo se visten con los mismos elementos con los que se visten las mujeres Zapotecas y se hace una burbuja donde existen los muxerismos. Me parece lindo que suceda así porque se crea un blindaje hacia el ataque hegemónico, patriarcal, capitalista, etc. Pero cuando se terminan esas horas de celebración, se rompe la burbuja y salen otra vez a la realidad. ¿Y cuál es esa realidad?
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Explícanosla, por favor.
Lukas: A mí me parece que se inserta en dos sistemas de tipo de propiedad del territorio: por un lado, esa burbuja que se inaugura en un contexto de propiedad privada. Rentas el salón y compras esas horas de felicidad, de libertad. Pero después sales y ya no existe ese espacio. Pero en las celebraciones de los muxerismos en el contexto del Istmo hay otro tipo de propiedad, que es el regimen comunal. Estas culturas son dueñas de su territorio, y una de las grandes luchas o contradicciones que se están dando es que, por un lado, esas comunidades son dueñas de su territorio, y por el otro lado, la institución del Estado/nación quiere que se conviertan en propiedad privada. Entonces, ¿cuál es la cosa aquí?
Lo que yo entiendo y lo que yo he vivido es que, precisamente, el hecho de que podamos ser dueños de nuestro territorio y disponer qué hacer en él nos da la certeza de qué expresiones culturales queremos seguir reproduciendo. Y una de esas expresiones me parece que tiene que ver con los muxerismos. Si no fuéramos dueños de nuestro territorio, cualquiera podría venir y trastocarnos en nuestra casa. Aquí aplica la analogía de ‘en mi casa nadie puede venir a patearme la puerta.’ O nadie debe venir a patearme la puerta. Si alguien externo viene y violenta una muxe, seguramente su red de protección, su comunidad, sus relaciones, van a salir en su defensa. Pero lo mismo no va a suceder con alguien que vive en un lugar donde el sistema de proletarización de la vida y, por ende, la identidad, queda desprotegida.
Hablando de la proletarización, creo que al menos los proletarios sindicalizados tienen una comunidad que les protege, que es el sindicato. A diferencia de otra gente que anda sobreviviendo como puede. Entonces sí, es complejo, pero estoy tratando de dar pequeños guiños para la comprensión de esta manifestación, de esta expresión, de esta forma de vida.
La tierra es un elemento pilar en la obra: salimos de ella y acabamos en ella. Creo que la performance lo refleja muy bien. Pero me pregunto si la tierra como material, la que usáis en las performances, ¿tiene algún significado especial en sí? Por ejemplo, ¿la traéis de México, la recogéis allí donde hacéis la performance porque queréis que sea local, o…?
Nnux: Creo que sería muy lindo traer tierra de Tehuantepec, pero por cuestiones prácticas… Son cien kilos.
¡Wow! Vaya, o sea que mejor que no (risas). El presupuesto de producción se iría solo en enviar todos esos quilos de tierra.
Nnux: Se busca en cada sitio y se compra. Pero conceptualmente sería muy lindo.
Lukas: Esa pregunta nunca nos la han hecho, y creo que nosotras tampoco lo discutimos, pero me gusta que cada una tenga una concepción de lo que significa la tierra. Precisamente eso va a hablar de otra posibilidad epistemológica de aproximarnos al suceso escénico.
Oldo: Técnicamente, sí, coincido contigo [Nnux], sería lindo que la tierra fuera de otro origen. Pero a nivel discursivo siento que es muy subjetivo porque cada quien puede darle el significado que quiera. Por ejemplo, Lukas está directamente en contacto con la tierra.
Lukas: Mi familia es campesina.
Oldo: No sé, me imagino que Lukas se siente como en casa, básicamente. Independientemente de la procedencia de la tierra que usemos, es más el sentimiento humano de estar en el planeta. Te puedes sentir en casa en cualquier lugar porque, al final, la tierra es tu hogar. Vienes de ella y acabarás en ella. Entonces tú eres parte de eso independientemente de cualquier factor.
Lukas: Me gusta que ambas han enunciado que es ‘técnicamente’ complicado de resolver. Sobre todo me gusta porque en la contemporaneidad parece que todo se puede resolver desde la técnica, todo se reduce a eso. El mismo proceso científico se reduce a la técnica, y de ahí se construye un discurso o una epistemología de la técnica. Y eso me parece okay. Pero si nosotros usamos esa herramienta de la técnica, nos llevan a su campo y a su universo de discusión, y ahí nos ganan.
Entonces hay que escapar de ahí, supongo.
Lukas: El pensamiento hegemónico de la técnica ya ha sistematizado y construido una narrativa que parece imposible de falsear. Pero a mí no me gusta que me lleven a sus universos semióticos y semánticos. Yo pretendo tratar de falsear ese criterio de verdad. ¿Cómo? Me gusta pensar en la distensión de la temporalidad y de la espacialidad. ¿Qué sucede si las distendemos ochocientos años atrás? ¿Si nos vamos ochocientos años atrás en la península ibérica? De entrada, no existía el estado español. Entonces vas viendo cómo se va desdibujando la construcción de la frontera. Y si se desdibuja la construcción de la frontera, se desdibuja la concepción que tenemos con relación al suelo, a la tierra.
Si nos vamos un poquito más atrás, vamos viendo cómo esa expresión de decir, nos encantaría que fuera la tierra de México, o de Oaxaca… Al final, hace mil años no existía México. ¿Qué estamos haciendo entonces? Estamos hackeando ese pensamiento hegemónico que hoy expulsa y deja que se ahoguen y mueran personas en el estrecho de Gibraltar. Sin embargo, me parece que el hecho de tomar la tierra como una epistemología ontológica nos hace imaginar que no nos… ella no se debe a nosotras, sino que nosotras nos debemos a ella. Da lo mismo de dónde sea la tierra.
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Tienes toda la razón.
Lukas: Quiero pensar que reconocer la textura, la forma, la humedad, o incluso el olor nos puede llevar en un momento, en un instante, a reconsiderar y preguntarnos cuántas veces tenemos una relación próxima con la tierra sin que estén de intermediarios el suelo o los zapatos que llevamos. Quisiera pensar que eso puede suceder en la cabeza del espectador. ¿Cuándo fue la última vez que yo tuve contacto con esa textura? Ah, y que no sea en el contexto de la playa. Hay otra construcción semántica; no es tierra, es playa. Creo que eso sería una aportación política incluso.
En algunas ciudades de Europa he visto que la construcción de las calles está hecha de pequeños bloques –a veces de roca, a veces de concreto– que se van acumulando en una suerte de tetris y luego les dejan caer arena para permitir que la lluvia se filtre. Lo he visto generalmente en los centros históricos. Pero una vez sales de ahí, todo vuelve a ser cemento. Y entonces me doy cuenta de que solamente es como corresponder a lo políticamente correcto ante la mirada del que nos visita.
No sé si lo entiendo del todo. ¿Podrías profundizar más en esto?
Lukas: Por ejemplo, hoy nos han traído comida japonesa en unos recipientes 100% reciclados, y he pensado que era lindo. Pero yo trabajé en un restaurante en Los Ángeles, en una zona de playa, y todo era ecológico, reciclado, etc. A mí me encantaba el nivel de sensibilidad de la dueña de querer hacer algo por el planeta. Pero un día descubro que tiene otro establecimiento en el centro donde usaba todo de plástico de un solo uso. Entonces vi cómo ella se adaptaba a su público. Así que cuando me traen algo ecológico digo, ese restaurante se está adaptando a su público (risas).
Eso mismo podría suceder conmigo. Que alguien dijera, ay, sí, el mexicano con su contacto con la tierra. ¿Qué pasaría si yo no tuviera una relación directa con ella? Afortunadamente me siento honesto en tanto que yo sí la tengo; sí cultivamos, sí cosechamos, sí abrimos los surcos, sí dejamos tiempo para que las tierras descansen, etc. Eso hace que me sienta con la confianza de decir que lo mío es honesto, no soy como la señora que se adapta a su público por conveniencia.
Hablando de tu conexión con la tierra y el trabajo en el campo, he visto que tienes una buena preparación física. En una performance tan intensa (tanto a nivel emocional como físico), ¿cómo os preparáis para actuar?
Nnux: Pues Lukas lleva toda la semana despertándose a las seis de la mañana para subir el cerro.
Menudo ánimo, ¿a cuál vas?
Lukas: Donde está la iglesia.
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O sea el Tibidabo. ¡Está muy arriba!
Nnux: ¡Pues todos los días lo hace!
Lukas: Hasta la escalera de la entrada de la iglesia, o monasterio, o lo que sea. 
Te admiro muchísimo, la verdad.
Nnux: Va hasta allí corriendo a las seis de la mañana cada día… (Risas).
Lukas: Porque la exigencia física es demandante. Sí, trabajo en el campo, y también pasé por una formación académica de bailarín de danza contemporánea, pero no hago grandes jetés ni cosas así. Es otro estado.¿Cómo sucedería una danza que desconoce la nomenclatura occidental de lo que se considera danza? Es un poco hurgar en ese estado primigenio, pero exige una condición física. Hoy también fui a correr, y ayer me preguntaban si no necesitaba descansar.
Nnux: Es que nos dormimos tarde, casi a la una de la mañana.
Lukas: Pero tengo que ir porque de la condición que genere ese día depende mi estado físico en la escena. Mi estado físico condiciona mi estado emocional. Si no tengo que preocuparme de cómo respirar, etc. mi cuerpo se libera. Mi conciencia ya no está pendiente de mi cuerpo y puede ocuparse de otra cosa, de otra memoria. Esa otra memoria es a la que intento aproximarme.
Nnux: Es un trance, la parte más intensa es un trance. Y creo que se siente así, esa separación de conciencia.
Ya lo he visto, es incluso catártico. Muchas gracias a todas por haberme acompañado en esta charla tan interesante. ¡Y ahora espero que podáis descansar por fin!
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