Mit Borrás es un creativo comprometido con su trabajo, con un arte futurista, y, en definitiva, con la cultura. Divide su tiempo entre Madrid y Berlín, pero emplea el máximo de horas en la creación. Metacrilato, silicona, bolas de yoga, sonidos electrónicos, pantallas: nada se le resiste a este multidisciplinar artista, que confía en “construir un discurso cultural mejor, avanzado y crítico”. Hablamos con él para ver cómo pretende conseguirlo.
De entrada, ¿quién es Mit Borrás?
Esto es asunto de otros decirlo. Me gustaría ser un producto 100% sintético como toda mi obra: convertirme en ergonomía pura, goma, moldes de silicona, lycra microperforada, petada, doblada, estirada, aerogel, espuma de titanio, una bola de yoga resbalándose en aceite esencial, grafeno, una prótesis 3D, una pierna biónica metida en grasa blanca, el sudor de una sesión de bikram yoga, el humo de menta de un cigarrillo eléctrico, humo eléctrico con olor fuerte a campo. Vapor cyborg. Quiero ser el drone de Venus Vapor, una máquina ideal –según el concepto de la mecánica– desplazándome sin rozamiento ni fricción, energía total, rendimiento máximo y no producir absolutamente nada.
New media, instalación, arte conceptual. ¿Con qué te sientes más cómodo? ¿Qué modus operandi tienes para cada una de ellas?
Me siento cómodo con el concepto, ese es mi terreno sin duda; la Idea, la tesis de mi trabajo. Ese es mi sitio. Desde ese núcleo cálido trabajo en la formalización, busco un canal para ese concepto, que sea pulido como un tubo de metacrilato, flexible y eficiente. En cierto modo, mi interés se centra en elaborar una tesis, así que los medios que uso –media art, instalación–, los materiales y los procesos de trabajo solo están al servició de este fin. Si no funciona, si no es armónico, lo desecho.
El modus operandi es el mismo siempre: en el estudio me empapo bien de diseño industrial, de producto, de moda, de ciencia, investigo sobre materiales, nuevas tendencias sociales, tendencias estéticas, imágenes, formas de comunicación bizarras, inflexiones, singularidades tecnológicas y de todo tipo, vaya. Recopilo objetos y material digital, imágenes de drones, inmovilizadores, accesorios, máquinas deportivas, productos wellness.
Lo último que he archivado son catálogos loquísimos de mesas electro-hidráulicas y proyectos arquitectónicos futuristas en Dubai. Así voy construyendo el perfume de la obra. Es arqueología antropológica sencilla. Después juego con esos elementos para crear singularidades, los retuerzo, los combino y los desactivo.
El video arte me encanta porque es un medio sensual y estético y puedes dar con resultados marcianos, es libre y comparte códigos con el lenguaje audiovisual de masas, así que estratégicamente es muy operativo. Lo combino con la instalación porque me da mucho placer hacerlo. No quiero solo andar en el mundo digital, también me va moldear material, transmitir la cualidades táctiles, la jugosidad y la ergonomía de este progreso tecnológico idealizado.
Uno de los gérmenes de mi obra es la dicotomía naturaleza-artificialidad que resulta de esa combinación. Hago extrañamientos con objetos de ciertos campos estéticos, como la biología o el tecno que me seducen, son significativos y los combino para construir con el conjunto un lenguaje y un espacio paradójico, sexy. Trabajo con la idea de construir una Cueva Blanda, que es un poco la cueva moderna, llena de elementos suaves, amables, un espacio acogedor y un poco quirúrgico. Por eso trabajo el site-specific. Me lo paso realmente muy bien con la instalación.
El modus operandi es el mismo siempre: en el estudio me empapo bien de diseño industrial, de producto, de moda, de ciencia, investigo sobre materiales, nuevas tendencias sociales, tendencias estéticas, imágenes, formas de comunicación bizarras, inflexiones, singularidades tecnológicas y de todo tipo, vaya. Recopilo objetos y material digital, imágenes de drones, inmovilizadores, accesorios, máquinas deportivas, productos wellness.
Lo último que he archivado son catálogos loquísimos de mesas electro-hidráulicas y proyectos arquitectónicos futuristas en Dubai. Así voy construyendo el perfume de la obra. Es arqueología antropológica sencilla. Después juego con esos elementos para crear singularidades, los retuerzo, los combino y los desactivo.
El video arte me encanta porque es un medio sensual y estético y puedes dar con resultados marcianos, es libre y comparte códigos con el lenguaje audiovisual de masas, así que estratégicamente es muy operativo. Lo combino con la instalación porque me da mucho placer hacerlo. No quiero solo andar en el mundo digital, también me va moldear material, transmitir la cualidades táctiles, la jugosidad y la ergonomía de este progreso tecnológico idealizado.
Uno de los gérmenes de mi obra es la dicotomía naturaleza-artificialidad que resulta de esa combinación. Hago extrañamientos con objetos de ciertos campos estéticos, como la biología o el tecno que me seducen, son significativos y los combino para construir con el conjunto un lenguaje y un espacio paradójico, sexy. Trabajo con la idea de construir una Cueva Blanda, que es un poco la cueva moderna, llena de elementos suaves, amables, un espacio acogedor y un poco quirúrgico. Por eso trabajo el site-specific. Me lo paso realmente muy bien con la instalación.
De hecho, también te adentras en el visual art y los AV shows, con videos monocromáticos donde la experiencia se basa puramente en lo sensorial: input visual claro y un sonido muy determinado. Háblame de la selección de ambas cosas. ¿Influye más la música o la imagen en tus proyectos audiovisuales?
La música me influye mucho. Ahora escucho música un poco galáctica, electrónica y oscura, ambient, krautrock, John Carpenter, Soviet Gym, Brian Eno y Caroline K, pero es más bien el sonido lo que me interesa. Me gustan los sonidos mecánicos, los láseres, esas bibliotecas de audio maravillosas llenas de bases sencillas y de ruido blanco, sonidos repetitivos tántricos.
En mis videos monocromáticos la imagen no tiene ningún interés. Me gusta no dar esa satisfacción visual, la evasión tiene que ser intelectual. Para esas obras me inspiré en los mecanismos que la sociedad usa para evadirse. Este es un tema importante en mi trabajo: el sistema está muy interesado en que la sociedad moderna, primermundista claro, se divierta y además lo haga con la clase de ocio y consumo que corresponde, siempre vehiculado a través de la influencia y el control de las tendencias.
En mis videos monocromáticos me inspiro en la cromoterapia y en la cultura de club. Dentro del campo del ocio y sus tipos de estímulo visual lumínico, me interesan ambos polos: el campo estético del tecno, que implica una concepción de la evasión lisérgica y dura, y el de la suavidad y candidez del wellness de una sesión de yoga. En este momento estoy preparando una serie nueva de videos sobre cromoterapia. Estoy preparando más obras en ésta línea.
En mis videos monocromáticos la imagen no tiene ningún interés. Me gusta no dar esa satisfacción visual, la evasión tiene que ser intelectual. Para esas obras me inspiré en los mecanismos que la sociedad usa para evadirse. Este es un tema importante en mi trabajo: el sistema está muy interesado en que la sociedad moderna, primermundista claro, se divierta y además lo haga con la clase de ocio y consumo que corresponde, siempre vehiculado a través de la influencia y el control de las tendencias.
En mis videos monocromáticos me inspiro en la cromoterapia y en la cultura de club. Dentro del campo del ocio y sus tipos de estímulo visual lumínico, me interesan ambos polos: el campo estético del tecno, que implica una concepción de la evasión lisérgica y dura, y el de la suavidad y candidez del wellness de una sesión de yoga. En este momento estoy preparando una serie nueva de videos sobre cromoterapia. Estoy preparando más obras en ésta línea.
Sobre el empleo de los materiales, ¿en qué te basas para hacer las instalaciones? ¿Cómo y quién manipula los elementos que colocas?
Me baso en los displays del mundo que me rodea. El modo en que se distribuyen en el espacio los dispositivos en una clínica estética, en un gimnasio, un laboratorio, tiendas, cadenas de montaje, en un espacio de trabajo o en un centro de relajación. Este es nuestro folclore, nuestro zeitgeist. Me interesa llevar a mi terreno el modo en que se cuelgan los diseños y se dispone el mobiliario en mi dentista y en tu sesión de crossfit porque hay algo muy fascinante operando ahí, hay un metalenguaje que es el lenguaje corporal de los objetos que nos describe como sociedad: sierva, blanda y adaptada. Hay unas estrategias de mercado muy interesantes. No me interesa imitarlos en absoluto, nada, cero, sino conocerlos bien, emular algunos matices, provocar una clase de eco formal y estimular en el espectador la decodificación.
En 2010 te trasladaste a Berlín, donde vives y trabajas cuando no estás en Madrid. ¿Qué matices ves en la escena berlinesa y la española? ¿Te mueves de forma diferente en cada sitio?
Me muevo mucho por igual porque soy inquieto. Hago lo mismo en los dos sitios: trabajar y leer, ver exposiciones, comprar material, archivar, ver gente. Ver mucho. ¿La escena? Berlín y Madrid no tienen nada que ver. Berlín tiene una escena en forma, grande, salvaje, mejor, mucho más valiente y más innovadora. Hay gente haciendo cosas de puta madre. También hay cosas malas en algunas exposiciones pero eso es un síntoma sano de libertad y huele a ingenio y originalidad en la calle. Tiene otras pegas, pero la calidad es transversal, está en las galerías top: Kraupa-Tuskany Zeidler, Peres Projects o en König Galerie, en ABC, en los project spaces, en los sótanos y en sus garitos. Conozco bien su escena, donde menos está es en las instituciones.
Madrid debería mirarse menos el ombligo, menos corsé y más abrirse. Algunos actores de la escena cultural en Madrid hacen cosas buenas, hay brillos pero pocos. Falta más gasolina joven, buena formación, innovación y miras internacionales.
Madrid debería mirarse menos el ombligo, menos corsé y más abrirse. Algunos actores de la escena cultural en Madrid hacen cosas buenas, hay brillos pero pocos. Falta más gasolina joven, buena formación, innovación y miras internacionales.
Actúas como curador y productor de exposiciones, festivales y galerías. ¿En qué estás metido ahora mismo? ¿Tienes algo interesante a la vista que te llame la atención?
Mi trabajo como artista me va muy bien y no me permite tiempo ya casi para hacer nada más. Este 2018 tengo bastantes exposiciones propias programadas y trabajo en el estudio. Estoy preparando una exposición en la Galerie Joseph en París y una conferencia comisariada por Talia Elbaz; Missing Links en la galería Daly Lazy en Atenas; con Frontviews Gallery en Berlín; Love Drone en Dimora Artica en Milán, comisariada por Andrea Lacarpia; The Advantage en mi galería Exgirlfriend Gallery en Berlín, y también estoy trabajando en un proyecto para Positions Berlin Art Fair. Además, hay una propuesta que está work in progress para Colombia.
En cuanto a la gestión, hago cosas escogidas si me motiva. Puedo decirte que voy a comisariar una exposición estupenda de Karlos Gil que estamos preparando en Frontviews Gallery en Berlín, espacio dirigido por un colectivo de comisarios y artistas internacionales del que soy miembro.
En cuanto a la gestión, hago cosas escogidas si me motiva. Puedo decirte que voy a comisariar una exposición estupenda de Karlos Gil que estamos preparando en Frontviews Gallery en Berlín, espacio dirigido por un colectivo de comisarios y artistas internacionales del que soy miembro.
Para acabar, ¿cómo y dónde te ves en un futuro próximo? ¿Seguirás intercalando la dimensión artística con la de gestión cultural o te decantarás por una en concreto? ¿O por una tercera?
Me veo rodando en Dubai en un futuro. Estoy preparando un largometraje, un art film futurista para 2019 sobre la singularidad tecnológica con drones y más sorpresas. La búsqueda de localizaciones, el equipo y las obras nuevas me tiene ya ocupado para mucho tiempo. La dimensión de gestión cultural de la que hablas es una extensión de mi obra y la enriquece mucho así que seguiré, la dejo crecer y mutar porque sé que viene con soluciones nuevas que aplico. Me veo contribuyendo a construir un discurso cultural mejor, avanzado y crítico.