Mau Morgó empezó con el diseño gráfico, pero para desvincularse de esa práctica escenificó su muerte durante el festival OFFF Barcelona en 2015. Ahora es mucho más polivalente y camaleónico, y tanto idea instalaciones audiovisuales que reflexionan sobre el futuro de la humanidad, la naturaleza, y lo artificial –como la que acaba de hacer para la edición de Absolut Manifesto más reciente en Madrid–, como co-dirige el último videoclip de Rosalía, o incluso hace esculturas gigantes para anuncios.
Si tomamos como referente The Constant Gardener, su instalación en el Pabellón Satélite de la Casa de Campo en Madrid donde Absolut Manifesto tuvo lugar el primer fin de semana de febrero, veremos que su visión del futuro no precisamente optimista –“un mundo ideal sería un mundo en el que no existiésemos”, afirma en esta entrevista. Pero su trabajo sí que nos confiere esperanza a nosotros, que creemos en el poder de la creatividad y del talento joven para darle la vuelta a la tortilla y empezar a construir un mundo más justo, equitativo, sano, y habitable para todos. Y si no lo creéis, escuchad lo que Mau tiene que decir sobre su trabajo, el futuro, y la belleza.
¿Cómo te presentarías para aquellos que aún no te conocen? ¿Cuál es la etiqueta que más se ajusta a lo que haces, si es que existe?
Soy Mau Morgó, un hombre caucásico nacido en Barcelona en 1988 que se considera artista y director creativo, y consciente de todos los privilegios que esas etiquetas significan. Formo parte de esos privilegiados que tuvimos la suerte de tener claro lo que queríamos hacer y poder escoger qué estudiar, tener acceso a internet, y de no tener que preocuparme por satisfacer mis necesidades básicas y, por lo tanto, tomar riesgos. Ahora mismo tengo la suerte de poder dedicarle tiempo a escribir sobre mí mismo en un medio online, y espero que la persona que esté leyendo esto sea consciente de lo que significa estar leyendo esto.
Después de graduarte, empezaste tu carrera profesional como diseñador gráfico en un estudio. Pero poco a poco has ido evolucionando, y ahora haces cosas que van mucho más allá. Innovación, desarrollo, tecnología. Cuéntanos un poco sobre esa evolución, cómo y por qué se ha producido.
Si lo tuyo son retratos de perros, haz retratos de perros. Pero claro, tal vez todo lo que has aprendido haciendo retratos de perros te sirve para hacer retratos de gatos, y luego todo lo de los gatos para personas, y sin querer te encuentras construyendo y conduciendo una escultura a escala de tu cabeza por la ciudad. Esa ha sido mi filosofía creativa, evolucionar constantemente, no quedarme estancado, y sobre todo, aplicar todo lo que aprendo en cada proyecto al siguiente. Al final acabas con una bola de nieve enorme de conocimiento creativo.
Estudié Diseño Gráfico y aprendí 3D para crear una tipografía para la revista Yorokobu (no me hicieron ni caso). Luego aprendí a crear humanos en 3D, hice unos cuantos videoclips (como este), y me puse a diseñar espacios virtuales donde esos ‘humanos’ vivían. Gracias a un amigo descubrí que hay marcas que necesitan crear eventos y experiencias únicas para que la gente viva algo especial y lo recuerden. Tras mucha pelea, unos cuantos eventos en Estados Unidos, y una exposición en el Palais de Tokyo de París en la que obligaba a la gente a meditar a través de la realidad virtual, conseguí que uno de esos espacios se convirtiera en realidad –Bombay Sapphire, The Art Room.
Estudié Diseño Gráfico y aprendí 3D para crear una tipografía para la revista Yorokobu (no me hicieron ni caso). Luego aprendí a crear humanos en 3D, hice unos cuantos videoclips (como este), y me puse a diseñar espacios virtuales donde esos ‘humanos’ vivían. Gracias a un amigo descubrí que hay marcas que necesitan crear eventos y experiencias únicas para que la gente viva algo especial y lo recuerden. Tras mucha pelea, unos cuantos eventos en Estados Unidos, y una exposición en el Palais de Tokyo de París en la que obligaba a la gente a meditar a través de la realidad virtual, conseguí que uno de esos espacios se convirtiera en realidad –Bombay Sapphire, The Art Room.
¿Cómo fue esa experiencia y cómo marcó tus siguientes proyectos?
Ahí apliqué todo lo que sabía de 3D, diseño de espacios, diseño gráfico y de que la gente se lo pase bien. Ahí aprendí un rato sobre iluminación interactiva, y luego hice un coche lleno de LEDs para Lexus. Luego construí dos coches –una escultura en movimiento para Seat, y un refugio para protegerte de tu móvil, construido con tecnología reciclada, para la Barcelona Design Week. Y aquí estoy ahora. Acabo de co-dirigir con Diana Kunst el último videoclip de Rosalía, y presentado una instalación en Madrid para Absolut.
Parece que sabes hacer de todo. ¿Hay algo negativo en todo esto?
La parte negativa de ser tan camaleónico es que muchas veces no te ven. A veces ven mi trabajo y no me reconocen, o tras investigar no saben bien bien a qué me dedico. O más importante, en qué les puedo ayudar –supongo que necesitan poder etiquetarme para poder contratarme. Mira, ahora mismo abres mi Instagram @maumorgo y juzga por ti mismo. Siempre parto de una idea o un concepto potentes, y luego lo aplico a cualquier medio, me da igual que sea una instalación, un video, o un libro. Si el concepto es potente, ¿que más da?
Trabajas mucho en video. ¿Qué crees que ofrece este soporte que no ofrecen otros?
Trato de trabajar más con experiencias/conceptos que con video. Al fin y al cabo, el video es un medio sucedáneo que te permite comunicar con imágenes y sonidos, pero odio no ver la reacción de la gente al ver mi trabajo. Por eso empecé a diseñar espacios y experiencias, para que la gente viva algo y poder ver sus expresiones.
He oído que fusionas los beats de la música electrónica con los del diseño gráfico. ¿Cómo experimentas con eso y consigues relacionarlo? ¿De qué manera los unes?
Ya no me dedico al diseño gráfico, eso lo dije en una entrevista de 2013, ha llovido mucho. Si tu pregunta va más en la manera de traducir música en imágenes, cada uno tiene su manera y no creo que haya una más correcta que la otra. Todos tenemos un universo visual diferente, el cual se ha generado a partir del conocimiento adquirido durante nuestra vida y nos remitiremos a este para traducir visualmente una canción.
Obviamente siempre tiene que existir una intención. Cuando el músico compuso la canción, él/ella quiso expresar algo, así que hay una intención; primero has de entenderla y luego reinterpretarla según tu universo visual. Creo que la manera de escuchar la música para después traducirla en imágenes es escucharla siendo consciente de que vas a reinterpretarla, si no simplemente la estás disfrutando.
Obviamente siempre tiene que existir una intención. Cuando el músico compuso la canción, él/ella quiso expresar algo, así que hay una intención; primero has de entenderla y luego reinterpretarla según tu universo visual. Creo que la manera de escuchar la música para después traducirla en imágenes es escucharla siendo consciente de que vas a reinterpretarla, si no simplemente la estás disfrutando.
No parece algo fácil…
No negaré que este ejercicio requiere práctica, pero todo el mundo lo hace constantemente: cuando invitas a alguien a casa para cenar, ¿pones música? ¿Cuál es? ¿Por qué estás poniendo esa y no otra? ¿Y si lo que quieres es seducir a esa persona? Si eres capaz de poner música a esos momentos, ¿por qué no vas a poder hacer el proceso inverso y crear momentos para esa música? Quiero añadir un comentario: amarillo chillón.
“En un futuro cercano tal vez solo consideraremos bello lo artificial.”
Más allá del trabajo anterior en el que la unías al diseño gráfico, ¿qué te atrae de la música electrónica?
Me atrae la música honesta. Me incomoda la gente que se esfuerza demasiado en crear una ilusión.
De hecho, el festival Absolut Manifesto del pasado fin de semana en Madrid iba por ahí: música electrónica (sobre todo la primera noche), arte y creatividad. Y además, los valores que se promueven: amor libre, igualdad, ecología y sostenibilidad. Vamos, su lema ‘We are a new world’. ¿Cómo sería para ti un mundo ideal, y cómo crees que el arte o la creatividad pueden ayudar a conseguirlo en los años que vendrán?
Un mundo ideal sería un mundo en el que no existiésemos. Como sociedad y especie estamos fracasando continua y estrepitosamente. Quiero decir, mira a tu alrededor y mira a quien idolatramos. Como creadores y comunicadores lo único que podemos hacer es ser conscientes del poder que tenemos y tratar de crear consciencia. A veces se puede y otras no, pero toda oportunidad es buena para ayudar a la gente a despertar y volver a sentir –te juro que a veces pienso que se ha olvidado.
Tu instalación para Absolut Manifesto, titulada The Constant Gardener, reflexiona en torno al conflicto hombre/naturaleza. Hasta ahora, a lo largo de la historia del arte, se planteaba cómo el hombre sufría ante el poder arrollador e incontrolable de la naturaleza (desde Robinson Crusoe hasta Into the Wild). Pero ahora, parece que somos los humanos quienes tenemos la (falsa) capacidad de ganarla, e incluso crearla. ¿Cómo planteas este cambio en el discurso tradicional?
Antes la gente creía en dioses y ahora se cree que son dioses, aunque no somos conscientes de la responsabilidad que eso conlleva.
En los vídeos de la instalación, un brazo robótico va creando plantas, arbustos y árboles de todo tipo, mientras van apareciendo frases como “Nature is mine”, “Nature is my thing”, y “I create nature”. Y, aunque la naturaleza no pertenece al hombre, está aceptado que vivimos en el Antropoceno, un momento geológico en el que la acción del hombre ha tenido un impacto tan bestia que hemos modificado el planeta, su clima, su biodiversidad, su geología, etc. ¿Crees que irá a peor a medida que la innovación y las nuevas tecnologías nos permitan modificarlo más a nuestro antojo? ¿O crees que todavía hay esperanza?
Lo hemos demostrado como especie: vamos a consumir el planeta cueste lo que cueste. Ocurrirán terremotos y huracanes pero seguiremos existiendo y consumiendo. Como individuos no podemos hacer nada contra la naturaleza, pero como especie… Mi única esperanza para salvar el planeta es que esta adicción que tenemos a la virtualidad se acabe traduciendo en un desapego total de nuestro cuerpo y gran parte de la población mundial (la más desarrollada) acabe viviendo en un entorno completamente virtual y así no consumir recursos naturales; la gente preferirá vivir ‘conectada’. Si ahora vas por la calle y está todo el mundo enganchado a la pantalla, llegan a casa y siguen ahí, somos más sedentarios que nunca, el cuerpo parece que ya no tiene mucho sentido –tal vez eso salve el planeta.
Otra de las frases afirmaba que “Beauty is now an artifical concept”. Pero para ti, ¿qué es la belleza, o qué debe tener algo o alguien para ser bello?
En términos generales, creo que el concepto de belleza es cada vez más abstracto y estamos acostumbrándonos a otros cánones. Pero para The Constant Gardener colaboré en los textos con Vincenzo Angileri y llegamos a la conclusión de que en un futuro cercano tal vez solo consideraremos bello lo artificial. En realidad, ya está empezando a ocurrir –con la cirugía plástica, el maquillaje o con la comida. Este sentimiento se irá exagerando.
Sin abandonar el vídeo, pero ahora en formato de videoclip. Has co-dirigido el último de Rosalía, De aquí no sales, junto a Diana Kunst. ¿Cómo ha sido la experiencia?
Preciosa y a la vez muy reveladora: aprendes muchísimo de ti mismo y del otro, descubres comportamientos tuyos y aprendes y trabajas muchísimo sobre el ego. Recomendaría a todo el mundo colaborar/trabajar/aprender más con sus parejas.
¿En qué te inspiras para decidir los puntos de partida a la hora de explorar?
Me inspiro en el futuro, principalmente en el comportamiento y la condición humanas.
¿Cuáles son tus proyectos de futuro? ¿En qué estás metido ahora mismo?
Ahora mismo estoy muy concentrado en desarrollar más mi carrera en nuevos ámbitos, seguir experimentando y aprendiendo de la gente que me rodea, y abrir fronteras a nuevos países.