Nos inculcan la idea del príncipe azul desde niñas, y cuando nos damos cuenta de que este príncipe es más cercano al sapo que al galán, nuestro imaginario romántico se viene abajo. Yo conocí antes la decepción amorosa que el amor, y quizás por ello siempre he estado en contra de Disney. Hasta hace bien poco, además, sus películas ofrecían una visión de la mujer dependiente, cuya felicidad dependía siempre de un hombre. Para luchar contra este concepto de amor basta con que te rompan el corazón una vez. Tenemos que construir una visión del amor realista, en la que hay rupturas, llantos, orgasmos, decepciones, ilusión. El amor es un crisol de emociones, y no siempre buenas. El amor también duele.