Hace casi quince años que Lolo y Sosaku son un dúo artístico pero, sobre todo, son amigos. No hablar un mismo idioma en común fue una bendición, y es que tal como explican, les permitió aprender a comunicarse de otra manera. Ahora, tras más de una década de creación conjunta y muchas anécdotas, han podido moverse a un estudio grande –“es como un barco”, ríe Lolo– para experimentar los límites entre el azar, lo mecánico, la música, el ruido, la originalidad, el equilibrio, la tecnología o la improvisación.
Hace casi quince años que os conocisteis y empezasteis a trabajar juntos, ¿qué creéis que ha hecho que el dúo perdure después de todo este tiempo?
Lolo: Alguna vez hemos hablado de esto y llegamos a la conclusión de que si no hubiéramos hecho algo creativo, seríamos amigos igualmente. Nos llevamos muy bien y nos divertimos mucho.
Sosaku: También nos gustan las mismas cosas.
Lolo: Sí, eso es verdad. Coincidir en los gustos es clave, pero creo que sobre todo es que nos divertimos mucho juntos.
Sosaku: Muchas veces reímos de cosas que nos pasaron muy de losers.
Lolo: (Risas) Sí, como esa vez en Madrid después de tocar en Matadero que perdimos el autobús para volver y decidimos pasar la noche en una casa de cartón que construimos en el parque, y cuando conciliamos el sueño, se encendieron los aspersores. Se destruyó la casa y nos mojamos enteros.
Sosaku: Sí, qué mal.
Aún procediendo cada uno de un lado del mundo y hablando diferentes idiomas, habéis explicado cómo empezar a trabajar juntos surgió de forma natural y paulatina. ¿Diríais que el arte forma parte de un lenguaje universal que ha sido capaz de uniros a pesar de estas barreras iniciales?
Lolo: Cuando nos conocimos, no nos podíamos comunicar con fluidez porque ninguno hablaba bien inglés. Esa barrera se transformó en una ventaja puesto que desarrollamos otro tipo de comunicación. Muchas veces no necesitamos hablar.
Sosaku: A mí no me gusta hablar (risas).
En el pasado definisteis el arte contemporáneo como un “constante devenir”. ¿Asociáis este término a la evolución de vuestro trabajo?
Lolo: Esa frase pertenece a un análisis de lo que creemos que está sucediendo en el arte contemporáneo en el que todo se expande, se acelera y se hace plano.
Sosaku: Sin embargo, nuestro trabajo evoluciona lentamente.
Lolo Y Sosaku Metalmagazine 8.jpg
¿Cuánto evoluciona una obra durante el proceso de realización? ¿Y qué importancia tiene el proceso en la obra en sí?
Lolo: Trabajamos muchas horas en el estudio. Son las propias obras las que nos exigen ser transformadas.
Sosaku: Sí, nos gusta estar en el estudio muchas horas. A veces, la obra nunca encuentra la forma y desaparece.
Lolo: Sobre proyectos futuros, el proceso es diferente porque los gestamos interiormente y se manifiestan poco a poco. Actualmente estamos con proyectos grandes para 2020, entre ellos una obra de teatro en el Teatre Lliure que se estrenará a finales de enero.
Habéis trabajado en diferentes lugares para desarrollar la instalación de vuestras obras. ¿Cuál ha sido vuestra mejor experiencia? ¿Y la más desafiante?
Lolo: El proyecto más desafiante fue Stellar, una instalación de amplias dimensiones que realizamos en Suzhou (China) hace unos años. A nivel trabajo, debido a la complejidad de la obra en sí, necesitábamos traductor y muchísimos planos para hacernos entender con los proveedores, fabricantes y trabajadores. Por otro lado, nuestras condiciones de vida eran muy extremas, por describirlo de alguna manera.
Sosaku: Muy duros, esos meses.
Lolo: ¿Recuerdas la montaña de ranas y el hombre destripándolas con las manos?
Sosaku: Sí, muy fuerte ese lugar.
Lolo: Tú ibas por la calle cubierto con una tela de esas de red para que no te picaran los mosquitos… Si no fuera por Wen Zai, no sé qué hubiéramos hecho.
Sosaku: Volver.
Lolo: Morir. A veces toca sufrir un poco y lo aceptamos con humor… Adoramos China y su gente.
Sosaku: La obra Stellar nos gusta mucho.
Lolo: Es de nuestras preferidas.
¿Cómo afecta el lugar donde trabajáis a vuestro proceso creativo?
Lolo: Estuvimos muchos años trabajando en una pequeña habitación donde vivíamos, comíamos y dormíamos juntos nosotros, obras, maderas y herramientas. Durante esos años desarrollamos el poder de visionar instalaciones de grandes dimensiones, tanto despiertos como en sueños.
Sosaku: Ahora somos muy felices con el estudio grande.
Lolo: Es como un barco.
En vuestra obra más reciente, Painting Machines, utilizáis el movimiento como objeto de cambio. Gracias a varios instrumentos creados por vosotros, se logra la autorrealización de más de dieciséis obras. ¿Hasta qué punto quisisteis controlar los movimientos y las pinceladas de cada instrumento?
Lolo: Hemos querido liberar las máquinas. Es así como pinta una máquina libre.
Sosaku: Hacen lo que quieren, aunque nosotros decidimos colores y composición.
Lolo: Presenciar el proceso es muy bonito. Lo vemos como algo ajeno a nosotros, hay un misterio en las esculturas cuando pintan.
Sosaku: Hay máquinas muy complejas que pintan una línea pequeña.
Lolo: Tenemos mucho que aprender de ellas. Citando a Luis Montero en su libro Dejad que las máquinas vengan a mí, “Los humanos no tienen que decidir si una máquina es humana o no, sino que es la máquina la que debe decidir si somos humanos o no”.
El azar juega un rol importante en vuestras obras. ¿También lo juega en vuestras vidas? ¿O creéis en el destino?
Sosaku: Cada día es nuevo.
Habéis explicado cómo en vuestro trabajo se busca la relación entre un objeto, su entorno y el espectador. ¿Diríais que la relación del espectador con la obra es de igual importancia que la obra en sí?
Lolo: Es el espectador quien completa la obra.
En el pasado os habéis centrado en el mundo de la música y el sonido, en 2006 colaborando con Sunny Graves y Carlos Engel en El Somböro, y en 2015 publicando Super Hard Something (CWS010). ¿Os interesaría volver a producir o ya ha pasado el sonido a formar parte de vuestras obras como un todo? 
Sosaku: Nunca hemos dejado la música. Hemos hecho más de ocho álbumes desde el 2006. El Sombröro fue muy bonito.
Lolo: El Sombröro fue lo mejor, pero creemos que fuimos incomprendidos. ¿Recuerdas ese concierto que hicimos de más de tres horas? Al terminar, no había espectadores. El organizador nos dijo que la gente le pedía que le devolvieran el dinero. Fue nuestro mejor concierto.
Sosaku: Sí. También cuando tocamos en ese festival en la sala pequeña. Había una prueba de sonido en otro escenario y estuvieron intentando saber de dónde venía el ruido, hasta que descubrieron que éramos nosotros.
Lolo: ¡Qué bien nos lo pasamos! Nos encanta tocar con amigos. Recientemente hemos hecho dos conciertos con Tito Díaz y queremos hacer más.
Sosaku: Nuestro próximo álbum será de piano y algo que no sabemos aún, quizás otro piano.
Lolo: Con respecto a la segunda parte de tu pregunta, el sonido nos acompaña en nuestra obra. En un principio, nuestras instalaciones giraban en torno a lo sonoro, donde la búsqueda del sonido genera la forma de las esculturas. Con el transcurso de los años nos hemos dado cuenta de que al buscar la forma aparece el sonido, entonces la escultura se libera y tiene su propia voz. El 19 de diciembre haremos una instalación en el MACBA de Barcelona abriendo un diálogo entre las obras de Takis y las nuestras.
Según el filósofo francés Gilles Lipovetsky, “El mundo del arte se ha convertido en un lugar de especulación”, ¿cuál es vuestra opinión al respecto? ¿Creéis que el interés mercantil prevalece por encima de los demás actualmente?
Lolo: El mundo del arte es muy amplio, entendemos que hay especulación en todo lo referido a lo mercantil, pero esta no prevalece por encima del acto creativo.
Sosaku: Somos muy felices haciendo lo que queremos. Estamos muchas horas trabajando, hay colores y todo se mueve.
Lolo Y Sosaku Metalmagazine 4.jpg
Lolo Y Sosaku Metalmagazine 7.jpg