Gastón Lisak encuentra en los objetos un revulsivo para destruir su utilidad y significado originales con el fin de crear un nuevo diálogo con el espectador. El objet trouvé trata precisamente del arte encontrado en esas cosas cotidianas, aparentemente poco o nada trascendentales, a las que asignamos un nuevo valor.
Su carrera artística empieza en Fabrica, el research centre de Benetton, donde tuvo la oportunidad de aprender durante dos años de personas a la que admira, como Erik Kessels o Forma Fantasma. Es allí donde nos cuenta cómo su cabeza hizo clic, tanto profesional como personalmente. “Pensaba, yo de mayor quiero ser como Kessels. Todos tenemos ídolos, ¿qué puedo decir?”.
Además de ser artista, activista, pensador o profesor, en su carta de presentación se menciona la palabra ‘artivist’, donde comulgan dos conceptos muy interesantes a la hora de mover conciencias y mostrar diferentes puntos de vista que hace que empecemos esta entrevista preguntándole si el Arte como reivindicación aún funciona. “Sin duda alguna. El arte despierta y activa, acoge y rechaza, y no debe dejar indiferente a aquel que mira. Se pueden contar muchas cosas a través del arte en un momento donde la infoxicación y la pérdida de atención son el pan de cada día. Además, si no confiamos en el arte y en su efecto movilizador, ¿qué nos queda?”
Gastón Lisak actualmente vive en Barcelona, donde además de desarrollar su carrera artística imparte clases en Elisava - Escuela Universitaria de Diseño e Ingeniería. Como docente destaca la importancia de la educación de la mirada para generar cambios de conciencia a largo plazo a través del hacer. De ahí su máxima: Acción = Educación. “Por encima de todo me gustaría compartir con los alumnos mis ganas de hacer. La importancia de crear antes de generar un discurso. El cambio de pensar solo con la cabeza a pensar también con las manos”, dice. “Pero eso es solo mi intención, deberías preguntarle a mis alumnos de todos estos años si realmente lo estoy consiguiendo. Al final supongo que, como a todos los que nos relacionamos con la enseñanza, lo que nos llena no es tanto influir en otra gente con una lección concreta sino tener la sensación de que les ayudas a encontrar su camino de alguna manera, como otros hicieron antes conmigo.”
Gastón también forma parte del colectivo artístico Random Happiness, una plataforma que trabaja con distintas instituciones realizando tareas de asesoramiento, desde conceptualizar y planificar una exposición a ayudar a que los estudiantes encuentren inspiración así como motivación de equipos y workshops con varias universidades, entre otras. “El arte y la educación son claves para potenciar y generar pensamiento”, reitera.
Random Happiness es, además, un movimiento que considera la felicidad como una herramienta revolucionaria. “La felicidad es una actitud y una forma de afrontar la vida. Eso es al menos lo que creemos en el colectivo. No lo vemos como un final ni como una meta a conseguir sino como una herramienta con la que construir y proyectar mejores futuros (con ‘s’) probables.”
Incluso a golpe de teléfono Gastón acorta las distancias y nos cuenta cómo ha pasado estos últimos meses tan convulsos. “He seguido haciendo cosas. La gente que tiene flexibilidad como yo ha podido hacerlo, aunque muchos no cuentan con plataformas digitales o no tienen acceso a ellas, así que soy un privilegiado”, empieza. “La cuarentena ha sido un experimento social para todos. Ha sido extraño tener solo las relaciones sociales que deseamos, cuando las deseamos, con quien deseamos y solo a través de una pantalla. Ha cambiado nuestra percepción sobre muchas cosas que dábamos por sentado. Ese contexto es perfecto para el arte y la creatividad, como hemos visto, pero también para replantearnos el concepto de felicidad que tenemos de manera personal.”
Y aún dentro de este contexto socio-político y en fase de resaca post-George Floyd, le preguntamos si lo de la estatua de Colston podría tener algo de performance artística o tratarse de una especie de objet trouvé –por eso de destruir significados y crear ciertas molestias. “Desde luego, en la destrucción de un significado hay un nuevo discurso, una pérdida de identidad justificada”.
Su línea de trabajo de los últimos años ha versado sobre distintas series como Normalization y Sacred Plastics, en la que vuelve a explorar un material recurrente en su obra: el plástico. Un material altamente contaminante y asfixiante en todas sus variaciones: desde los vinilos y las bolsas que envuelven figuras religiosas de cerámica a vinilos de coche que ópticamente aparecen embellecidos bajo un efecto tornasolado.
¿Todo es discurso o también hay una parte estética?, nos preguntamos al contemplar piezas como Blue Lotus, una pequeña escultura antigua de cerámica que envuelve con una pátina de plástico con un efecto fundido a azul que impregna toda la pieza. Los materiales que utiliza son asequibles y cercanos, como plásticos encontrados, vinilos o retales y piezas de la automoción que trabaja con una pistola de calor para que se amolde a la pieza.
Después de contemplar su obra, es difícil no detenerse y pensar en cómo nos contamina el entorno, pero no solo a nivel de materia, sino también de pensamientos o creencias. “El entorno nos contamina, pero nosotros lo contaminamos más, ¿no crees?”, reflexiona. “No es una relación equitativa. Descuentos en tu email, swipe up de 24h, y el ‘new new new’ que hacen que nos llenemos de aparatos absurdos y sintamos que estamos desfasados cada dos por tres. Viajes low cost y la foto que tomaremos de algo que ya conocíamos antes porque Mr. Google nos lo había enseñado una y otra vez”.
Sacred Plastics nace de la apropiación de objetos encontrados en mercados de segunda mano como es el caso de Los Encantes. Piezas hechas a mano que tienen más de cien años y que fueron creadas para ser veneradas o expuestas por sus anteriores dueños. La serie está compuesta por figuras humanas, desde dioses asiáticos a figuras mitológicas, que humanizan y empatizan con la persona que lo ve.
Esta serie supone una profunda exploración y crítica a la forma en que interactuamos con la materia, la identidad y la religión hoy en día. Las fotografías tomadas en Los Encantes fueron realizadas por Ernesto Sampons. “Ernesto es un profesional al que admiro. Un día me acompañó en una de mis salidas rutinarias al mercado de Los Encantes y me sacó estas instantáneas”, explica. “Por si no habéis ido, es uno de los mercados mas antiguos de Europa. Una especie de museo al aire libre que cambia las exposiciones cada día que abre sus puertas. Y al final, mi práctica, como dices, se basa en el objet trouvé. Son muchas las horas que me paso conociendo, reconociendo y dialogando con los objetos.”
¿Por qué unos objetos y no otros? “Son objetos que sí tienen valor artístico de por sí, aunque hayan acabado huérfanos de alguna manera. Yo les otorgo esta nueva identidad y los animo para que vuelvan a ese espacio de culto y admiración. En esta serie en particular, la asfixia llega a ser un elemento muy importante para empatizar y entender el problema del plástico al que estamos expuestos.”
En Normalization, otra de sus series, Gastón le da un nuevo tratamiento a un material más complejo: la lana o fibras naturales con que se tejen las alfombras, interviniéndolas con una mancha de pintura blanca y una brocha (el símbolo del copy-paste), representando así la pérdida de identidad y de los valores. “La alfombra como metáfora de muchas cosas que se pierden y a las que damos poco valor. La pintura blanca nos lleva a los espacios nuevos y a esos edificios que parecen uniformes: ya no sabemos de dónde son. Al destruir algo valioso la gente se siente molesta, sin embargo no sufren por alguien que se está muriendo”.
También presenta otro tipo de piezas cargadas de significado como unas cruces de madera grabadas con nombres de marcas del sector textil, audiovisual o automovilístico –de nuevo, una crítica al consumo– o un iPad que incorpora la figura de Jesucristo interpretándose como la tecnología está por encima de la religión o que la tecnología es la nueva religión. “La gente se pasa los domingos en Apple Store, no en misa”. Algunas de estas piezas están a la venta en Saatchi y también se pueden adquirir a través de su cuenta de Instagram @GastonLisak.
Al repasar estas críticas que realiza sobre el consumismo o las nuevas religiones, nos preguntamos qué emociones quiere despertar en los observadores. “Quiero molestar o tocarles: hoy dan tanta información que estamos infoxicados. Cuando llegas a comunicar con estas piezas empiezas la conversación y generas un diálogo que amas u odias”.
Nos despedimos de Gastón interesándonos por sus nuevos proyectos deseando que todo salga adelante. “Ahora estoy preparando una exposición con la pieza de Normalization y sigo explorando nuevas obras que saldrán en los próximos meses, con ganas de que vean la luz. Mi objetivo es seguir aprendiendo y explorando nuevas narrativas que contextualicen el momento en el que estamos viviendo.”