Desde hace cinco años, el mundo editorial es un poco más divertido. Y es que “divertido no es lo contrario de serio, es lo contrario de aburrido”. Lo dice Jan Martí, fundador de Blackie Books, la editorial creada en 2009 en Barcelona, y llamada así honor a una perrita que quería ser inmortal. De esa pretensión de inmortalidad, del afán de compartir, y de la convicción de que un libro puede cambiarte la vida, han ido saliendo un conjunto de títulos tan dispares como sugerentes. En Blackie Books apuestan por lo singular, por las eternas novedades, por el papel, y por una edición muy cuidada, lo cual convierte al libro en un objeto de deseo y en todo un descubrimiento. Hablamos con Jan sobre lo que han sido estos primeros años de andadura, sobre cómo serán los siguientes, y muchas cosas más.
Blackie Books acaba de cumplir sus primeros cinco años de vida, aunque el proyecto editorial empieza algo antes... Echando la vista atrás, ¿qué sensaciones tienes y que valoración haces de estos primeros años?
Está siendo increíble. Jamás podríamos habernos imaginado que, tras solo cinco años, nos conocería tanta gente en tantos sitios distintos y habríamos hecho tantos libros y proyectos y conocido a tantos ídolos y tanta gente brillante. El hecho de que la gente haya entendido qué es Blackie Books, y que cada vez más lectores confíen en nuestras propuestas y en nuestro extraño criterio, es lo más bonito que nos podría haber pasado. Ni siquiera teníamos muy claro que esto duraría cinco años, aunque Blackie, la perrita que da nombre a la editorial, pretendiera ser inmortal.
¿Qué echabas en falta en el mundo editorial a la hora de crear Blackie Books? ¿Qué crees que habéis aportado desde Blackie en este tiempo?
Es complicado de explicar. No echaba en falta nada, ni lo hice por "cubrir un nicho de mercado" ni ninguna estrategia preestablecida. Aunque no lo parezca, ha sido todo más intuitivo y natural, una mezcla de suerte, actitud, y mucho trabajo. A nivel de aportación, quiero pensar que hemos sabido explicar lo que hacíamos, y sobre todo por qué lo hacíamos, de un modo diferente, más cercano y entregado. Es como nos sale. Creo que hemos conseguido transmitir nuestro entusiasmo, y eso es algo que no podría formar parte de ninguna estrategia: sale solo. Por último, creo que hemos aportado una capa de humor al mundo editorial, y hemos demostrado que lo divertido no es lo contrario de serio. Es lo contrario de aburrido.
A la hora de editar, ¿qué es lo que hace que os decantéis por un libro y no por otro?
Esa siempre ha sido la pregunta más complicada de responder. Es muy intuitivo, y tiene que ver, en un inicio, por unas ganas enormes de compartir lo que acabamos de leer. Luego hay un momento de proyección, de imaginar ya ese libro hecho realidad, en manos de mucha gente, pensar las reacciones de esos lectores, pensar qué puede aportar en sus vidas como personas, e incluso qué puede aportar a nuestra sociedad. Es un poco pretencioso, pero el momento de proyección siempre es así: crees que podrás cambiar un poco el mundo. Luego viene lo más pragmático, que es valorar si es posible hacer ese libro a nivel económico, de licencias, y esas cosas más mundanas. Es duro cuando, después de haber dibujado toda la vida de un libro, comprobamos que no podremos publicarlo. Durísimo.
Manifestáis no tener mucho interés por las novedades, y que el concepto de lo nuevo para vosotros tiene que ver más con lo que se acaba de descubrir, o con la mirada o relectura que se le da a algo que ya existía. ¿Crees que esta apuesta por la selección de lo especial, más que por lo nuevo, es lo que ha podido ayudaros a ser diferentes a otras editoriales? ¿Buscáis hacer un producto atemporal, o incluso inmortal?
El concepto del tiempo es importante. Para nosotros, que un libro esté escrito ahora, hace 10 años o hace 100 no tiene ninguna relevancia. Los libros que publicamos tienen la pretensión de ser inmortales, de ser eternas novedades, pasando de mano en mano, siendo prestados, regalados, descubiertos, re-propuestos, recordados... Eso nos permite salirnos un poco de la rueda editorial (eterna oferta de autores y novelas nuevas, todo el mundo buscando "lo próximo", etc.) y buscar en sitios donde nadie más está buscando. Y tener más tranquilidad para elaborar cada proyecto, para tratar cada libro como se merece, para poder editarlo con cura, re-traducirlo si hay que actualizar el lenguaje, ilustrarlo si hay que darle un aspecto más novedoso o acercarlo a un nuevo público, prologarlo, etc. Para nosotros no tiene sentido hacerlo de otro modo.
Siempre habéis dado gran importancia al cuidado de la edición, al diseño, a la búsqueda de ilustradores... ¿Os gustaría hacer desde la editorial una defensa del libro como objeto? ¿Cómo os enfrentáis al libro digital?
No nos enfrentamos a él. Simplemente es algo que no nos atrae, no nos emociona, y que no sabríamos cómo trabajar ni cómo defender. Para nosotros un libro es un descubrimiento, algo que al leerlo debería cambiarte la vida, y que por tanto debería darte ganas de compartirlo. Un libro es un regalo que uno se hace a uno mismo, o a otra persona. Y todo eso tiene que ver, más allá del contenido (que es la primera fase y donde empieza todo: lo primordial y lo más importante), con su presentación como objeto. Los libros son objetos que pueden ser muy bonitos, y llevar muchas, muchísimas historias personales asociadas a ellos, a las manos por las que han pasado, a los recuerdos que asocias a su lectura, etc.
Al margen de la literatura, habéis publicado una serie de productos como los Kakebo, o las agendas, además de las camisetas que vendéis a través de la web. La idea de lanzar estos productos, ¿ha ido surgiendo sobre la marcha, o es algo que tenías en mente desde un principio? ¿Os gustaría abrir la línea editorial a otros productos también?
Las camisetas son objetos promocionales, no van mucho más allá. Los productos de tipo práctico como la agenda, el Kakebo o la nueva guía para autónomos que publicamos ahora responden más a una intención de cubrir unas necesidades que tienen que ver con nuestro tiempo: ayudar a ahorrar, por ejemplo (o más bien a llegar a fin de mes), o ayudar a los autónomos a poderse defender... son proyectos que nacen del análisis del día a día, de nuestro entorno, de las necesidades de gente como nosotros.
De entre todos las publicaciones que habéis sacado hasta ahora, hay alguna a la cual tengas especial cariño?
Bueno, sí. Inevitablemente, Cosas que los nietos deberían saber, de Mark Oliver Everett. El libro que me acabó de convencer para poner en marcha un proyecto tan imprudente como Blackie Books. Es un libro que desprende tantas ganas de vivir, una actitud tan potente, tan original, tan entregada a la vida, que no pude contener las ganas de quererlo compartir con muchísima gente. Años después, es uno de los más vendidos de la editorial, y en cierto modo el más reconocible. Y eso me pone muy contento.
De manera paralela a tu trabajo en Blackie, la música tiene un papel muy importante en tu vida, como integrante del grupo Mendetz. ¿De qué manera crees que tu labor como músico ha influido en tu labor como editor (si es que es así)?
Tengo la suerte de poder hacer las dos cosas. La música te enseña a crear, a inventar, y además te enseña a hacerlo en grupo, a juntarte con otra gente y generar canciones de cero, fruto de inspiraciones, intuiciones, influencias varias. Entregarse a ello. Y eso es algo impagable, y que intento que pase en Blackie Books, no solo en nuestro equipo, sino juntando intuitivamente a autores e ilustradores para los proyectos del Comité Blackie (como el Cuaderno, por ejemplo) y poniéndolos a trabajar juntos... Es muy bonito poder tener ese pequeño poder. Por otro lado, más práctico, Mendetz fue uno de los primeros grupos aquí que nació en la era post-cd: ya sabíamos que nuestra música iba a ser online, ya intuímos que teníamos que regalarla, y fuimos una de las primeras bandas en crear una comunidad online en la que explicar nuestros progresos. En la época era el MySpace, pero eso nos enseñó a no tener miedo de explicar lo que hacíamos, y por qué lo hacíamos, y es algo que de modo natural seguí haciendo con Blackie Books.
¿A quién te gustaría encontrar con un libro de Blackie Books entre las manos?
De momento me hace mucha ilusión que mi abuelo de 90 años lea libros de Blackie, y que mi hijo de 1 año también esté empezando a hacerlo. Me emociona que podamos llegar a tanta gente, y cada lector es igual ilusionante. Pensándolo en frío: son gente desconocida que se ha acercado a una tienda y se ha gastado su dinero en algo que nació de lo más íntimo y personal, una idea, un sueño... es muy extraño, y cuando voy a una librería y veo de refilón a alguien con un libro de Blackie en la mano, no deja de sorprenderme infinitamente.
¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
La verdad es que estoy encantado con el equipo que tenemos: somos cuatro, pero hay un ambiente de trabajo muy bonito y creativo. Y claro, poder estar tan cerca de algunos ídolos, de gente infinitamente brillante, y ver cómo piensan, formar parte de sus ideas, de sus proyectos, hacerlos realidad... esa parte es impagable.
¿Cuál es tu escritor o libro favorito de siempre? ¿Y alguno que hayas descubierto últimamente?
Siempre fue Roald Dahl, y creo que no lo cambio. De lo que he descubierto últimamente, lo que más me ha descolocado, lo que más genial y único me ha parecido, es Miguel Noguera.
¿Cuál sería tu publicación ideal o soñada?
Una en la que estamos trabajando, y que por tanto no puedo contar (risas).
¿Cómo ves a Blackie Books dentro de otros cinco años? ¿Algún reto o plan que nos puedas contar?
Hay muchos retos. Queremos, por ejemplo, que el dinero que ganamos haciendo libros no solo sirva para hacer más libros, sino que pueda contribuir a proyectos más útiles, y hacer parte o crear una serie de proyectos solidarios o de contribución para causas que lo necesiten. Es algo que hemos querido hacer siempre, y esperamos poder poner en marcha pronto. No estamos aislados del mundo, al contrario, nos preocupamos y esperamos poder ayudar. Es algo muy embrionario, pero esperamos que en 2015 podamos explicarlo bien y ponerlo en funcionamiento.
¿Un deseo para el futuro?
Que pueda seguir trayéndole libros de Blackie a mi abuelo durante muchos años. Y que a mi hijo le gusten tanto como a mí.
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