Está siendo increíble. Jamás podríamos habernos imaginado que, tras solo cinco años, nos conocería tanta gente en tantos sitios distintos y habríamos hecho tantos libros y proyectos y conocido a tantos ídolos y tanta gente brillante. El hecho de que la gente haya entendido qué es Blackie Books, y que cada vez más lectores confíen en nuestras propuestas y en nuestro extraño criterio, es lo más bonito que nos podría haber pasado. Ni siquiera teníamos muy claro que esto duraría cinco años, aunque Blackie, la perrita que da nombre a la editorial, pretendiera ser inmortal.
Es complicado de explicar. No echaba en falta nada, ni lo hice por "cubrir un nicho de mercado" ni ninguna estrategia preestablecida. Aunque no lo parezca, ha sido todo más intuitivo y natural, una mezcla de suerte, actitud, y mucho trabajo. A nivel de aportación, quiero pensar que hemos sabido explicar lo que hacíamos, y sobre todo por qué lo hacíamos, de un modo diferente, más cercano y entregado. Es como nos sale. Creo que hemos conseguido transmitir nuestro entusiasmo, y eso es algo que no podría formar parte de ninguna estrategia: sale solo. Por último, creo que hemos aportado una capa de humor al mundo editorial, y hemos demostrado que lo divertido no es lo contrario de serio. Es lo contrario de aburrido.
Esa siempre ha sido la pregunta más complicada de responder. Es muy intuitivo, y tiene que ver, en un inicio, por unas ganas enormes de compartir lo que acabamos de leer. Luego hay un momento de proyección, de imaginar ya ese libro hecho realidad, en manos de mucha gente, pensar las reacciones de esos lectores, pensar qué puede aportar en sus vidas como personas, e incluso qué puede aportar a nuestra sociedad. Es un poco pretencioso, pero el momento de proyección siempre es así: crees que podrás cambiar un poco el mundo. Luego viene lo más pragmático, que es valorar si es posible hacer ese libro a nivel económico, de licencias, y esas cosas más mundanas. Es duro cuando, después de haber dibujado toda la vida de un libro, comprobamos que no podremos publicarlo. Durísimo.
El concepto del tiempo es importante. Para nosotros, que un libro esté escrito ahora, hace 10 años o hace 100 no tiene ninguna relevancia. Los libros que publicamos tienen la pretensión de ser inmortales, de ser eternas novedades, pasando de mano en mano, siendo prestados, regalados, descubiertos, re-propuestos, recordados... Eso nos permite salirnos un poco de la rueda editorial (eterna oferta de autores y novelas nuevas, todo el mundo buscando "lo próximo", etc.) y buscar en sitios donde nadie más está buscando. Y tener más tranquilidad para elaborar cada proyecto, para tratar cada libro como se merece, para poder editarlo con cura, re-traducirlo si hay que actualizar el lenguaje, ilustrarlo si hay que darle un aspecto más novedoso o acercarlo a un nuevo público, prologarlo, etc. Para nosotros no tiene sentido hacerlo de otro modo.
No nos enfrentamos a él. Simplemente es algo que no nos atrae, no nos emociona, y que no sabríamos cómo trabajar ni cómo defender. Para nosotros un libro es un descubrimiento, algo que al leerlo debería cambiarte la vida, y que por tanto debería darte ganas de compartirlo. Un libro es un regalo que uno se hace a uno mismo, o a otra persona. Y todo eso tiene que ver, más allá del contenido (que es la primera fase y donde empieza todo: lo primordial y lo más importante), con su presentación como objeto. Los libros son objetos que pueden ser muy bonitos, y llevar muchas, muchísimas historias personales asociadas a ellos, a las manos por las que han pasado, a los recuerdos que asocias a su lectura, etc.
Las camisetas son objetos promocionales, no van mucho más allá. Los productos de tipo práctico como la agenda, el Kakebo o la nueva guía para autónomos que publicamos ahora responden más a una intención de cubrir unas necesidades que tienen que ver con nuestro tiempo: ayudar a ahorrar, por ejemplo (o más bien a llegar a fin de mes), o ayudar a los autónomos a poderse defender... son proyectos que nacen del análisis del día a día, de nuestro entorno, de las necesidades de gente como nosotros.
Bueno, sí. Inevitablemente, Cosas que los nietos deberían saber, de Mark Oliver Everett. El libro que me acabó de convencer para poner en marcha un proyecto tan imprudente como Blackie Books. Es un libro que desprende tantas ganas de vivir, una actitud tan potente, tan original, tan entregada a la vida, que no pude contener las ganas de quererlo compartir con muchísima gente. Años después, es uno de los más vendidos de la editorial, y en cierto modo el más reconocible. Y eso me pone muy contento.
Tengo la suerte de poder hacer las dos cosas. La música te enseña a crear, a inventar, y además te enseña a hacerlo en grupo, a juntarte con otra gente y generar canciones de cero, fruto de inspiraciones, intuiciones, influencias varias. Entregarse a ello. Y eso es algo impagable, y que intento que pase en Blackie Books, no solo en nuestro equipo, sino juntando intuitivamente a autores e ilustradores para los proyectos del Comité Blackie (como el Cuaderno, por ejemplo) y poniéndolos a trabajar juntos... Es muy bonito poder tener ese pequeño poder. Por otro lado, más práctico, Mendetz fue uno de los primeros grupos aquí que nació en la era post-cd: ya sabíamos que nuestra música iba a ser online, ya intuímos que teníamos que regalarla, y fuimos una de las primeras bandas en crear una comunidad online en la que explicar nuestros progresos. En la época era el MySpace, pero eso nos enseñó a no tener miedo de explicar lo que hacíamos, y por qué lo hacíamos, y es algo que de modo natural seguí haciendo con Blackie Books.
De momento me hace mucha ilusión que mi abuelo de 90 años lea libros de Blackie, y que mi hijo de 1 año también esté empezando a hacerlo. Me emociona que podamos llegar a tanta gente, y cada lector es igual ilusionante. Pensándolo en frío: son gente desconocida que se ha acercado a una tienda y se ha gastado su dinero en algo que nació de lo más íntimo y personal, una idea, un sueño... es muy extraño, y cuando voy a una librería y veo de refilón a alguien con un libro de Blackie en la mano, no deja de sorprenderme infinitamente.
La verdad es que estoy encantado con el equipo que tenemos: somos cuatro, pero hay un ambiente de trabajo muy bonito y creativo. Y claro, poder estar tan cerca de algunos ídolos, de gente infinitamente brillante, y ver cómo piensan, formar parte de sus ideas, de sus proyectos, hacerlos realidad... esa parte es impagable.
Siempre fue Roald Dahl, y creo que no lo cambio. De lo que he descubierto últimamente, lo que más me ha descolocado, lo que más genial y único me ha parecido, es Miguel Noguera.
Una en la que estamos trabajando, y que por tanto no puedo contar (risas).
Hay muchos retos. Queremos, por ejemplo, que el dinero que ganamos haciendo libros no solo sirva para hacer más libros, sino que pueda contribuir a proyectos más útiles, y hacer parte o crear una serie de proyectos solidarios o de contribución para causas que lo necesiten. Es algo que hemos querido hacer siempre, y esperamos poder poner en marcha pronto. No estamos aislados del mundo, al contrario, nos preocupamos y esperamos poder ayudar. Es algo muy embrionario, pero esperamos que en 2015 podamos explicarlo bien y ponerlo en funcionamiento.
Que pueda seguir trayéndole libros de Blackie a mi abuelo durante muchos años. Y que a mi hijo le gusten tanto como a mí.

