Llega el otoño, y es el momento ideal para conocer la historia de Babaà, una marca de ropa familiar hecha con lana y algodón locales y de alta calidad. Su fundadora, Marta Bahillo, estudió Diseño de Moda y Textil en Irlanda, y su pasión por el diseño de punto la llevó a iniciar su propio proyecto en Madrid. Una familia de artesanos elabora las piezas en una de las mejores fábricas de punto de Europa, en Cataluña, donde Marta viaja a menudo con su marido y sus hijos. Hablamos con ella del proceso de elaboración y de la importancia de los materiales utilizados.
¿Cómo surgió el concepto de Babaà y quién está detrás del proyecto?
Babaà surge de un cúmulo de muchas cosas: de cantarle nanas a mi primera hija (baa baa, black sheep), de mi pasión por el diseño textil y en especial por el punto, con el que llevaba años trabajando, y de las ganas que en ese momento de mi vida tenía de empezar un proyecto propio. Comencé yo sola, pero en cuanto pude convencí a mi marido para que trabajase conmigo; así es más fácil organizar trabajo y familia.
El producto final se basa fundamentalmente en la relación que mantenéis con la fábrica que elabora las prendas. ¿Cómo es trabajar con ellos?
Es un lujo. En realidad tenemos un taller muy pequeño en el centro de Barcelona con el que comenzamos y seguimos trabajando, pero desde el principio supe que para crecer tendríamos que trabajar con una fábrica más grande. Y tenía claro cuál era, pero fue difícil entrar. Tenía que ser una fábrica que mantuviese la calidad de un producto hecho con mucho cuidado y con hilados muy especiales, que no siempre son fáciles de trabajar. Ahora viajamos a la fábrica cada dos meses, y para mí es la mejor parte del proceso. Allí se empieza a las 5:30 de la mañana y no se sabe cuándo se acaba, pero es una parte del trabajo preciosa y nuestra relación es muy especial. A veces llevamos a nuestros niños, y allí juegan y se lo pasan genial con sus hijas. Nos dejan una casita donde alojarnos y para ellos son como unas vacaciones. Es fantástico poder tener esta relación tan cercana.
¿Cómo es el cliente Babaà?
Sobre todo, muy fiel. La mayoría de nuestros clientes repiten y visitan a menudo nuestra web, esto me parece fascinante. Tenemos clientes en todas partes del mundo, la gente llega a nosotros por muchas razones, pero yo diría que en general a nuestros clientes no solo les gusta lo que hacemos, sino también cómo lo hacemos.
Antes de fundar Babaà habías estudiado Diseño de Moda en Dublín y trabajado en Argentina, ¿qué influencia ha tenido tu experiencia personal en la marca?
Estudié Diseño de Moda y Textil. En seguida supe que el textil era lo mío, y de ahí derivé al diseño de punto. En Argentina tuve la oportunidad de trabajar en una empresa grande donde llevaba todo el departamento de punto. Fue estupendo, aprendí muchísimo. Trabajábamos con los mejores proveedores de punto en Uruguay, hacían cosas maravillosas. Además, tuve la suerte de tener la mejor jefa que una puede tener; me dejaba experimentar y se quedaba hasta las tantas conmigo solucionando problemas de producción. El punto no es fácil, pero es fantástico. No pude dejarlo a mi vuelta a España.
Todos los materiales que utilizáis son naturales y provienen de España o Italia, ¿cómo es el proceso de selección?
El proceso de selección fue difícil al principio. Pensé que quería seguir trabajando con los hilados de Uruguay, pero en seguida supe que sería increíble poder recuperar lo poco que queda localmente. No fue fácil, pero ahora ya tenemos artesanos con los que trabajamos para obtener lana y algodón locales. Para mí esto es muy importante. Yo sé cómo se tratan a las ovejas aquí, incluso hemos paseado con ellas celebrando la trashumancia y participamos en el esquilado con algunos pastores con grandes rebaños. A gran escala, la lana se trabaja de otra manera; las ovejas pueden sufrir mucho, y no hay necesidad. Lo mismo ocurre con el algodón local, en España y Grecia se produce casi el 100 % del algodón de la UE. Se está pidiendo a Bruselas tener un sello de calidad específico, ya que nuestro algodón es sostenible y de una calidad increíble, pero resulta imposible competir con China y Brasil, donde los precios son más baratos porque las prácticas no son sostenibles (demos gracias a las regulaciones de la UE) y, por supuesto, aquí no usamos mano de obra infantil. Cuando compramos una camiseta de algodón a 4 euros todos sabemos cómo está hecha y a cuánto se ha pagado ese algodón. Nosotros seleccionamos nuestros hilados sabiendo cómo se producen desde el minuto cero. Este verano estuvimos en la mayor feria de hilo, Pitti Filatti en Florencia, y vimos que cada vez hay más hilados orgánicos, sostenibles y totalmente naturales, pero todavía son una minoría en el mercado, así que la selección sigue siendo complicada.
Estáis preparando prendas con lana de oveja merina, ¿por qué es tan difícil conseguir este material?
El merino está por todo el mundo, es muy fácil de conseguir, es un éxito de ventas y se produce sobre todo en Australia y Nueva Zelanda. Nosotros queremos recuperar el merino local, eso es lo difícil. En la época de Los Reyes Católicos, ¡las ovejas merino eran nuestra mejor moneda! Todavía queda un merino maravilloso en España, sobre todo por la zona de Cáceres, pero la lana va a subasta y al final suele irse toda a China. Ahora tenemos nuestros contactos con los ganaderos y están dispuestos a vendernos ese merino aunque no lleguemos, evidentemente, a las cantidades de China. Hay que planificar con mucho tiempo y es una inversión muy grande, pero todo llegará.
Háblanos un poco de la nueva colección de invierno, ¿cómo ha sido diseñarla?
Es una colección en la que precisamente damos mucha importancia a los materiales después de pasar tanto tiempo con nuestras ovejas durante el invierno pasado. Hemos usado mucha lana en colores naturales para todos nuestros clásicos, y a finales de octubre lanzamos el primer modelo para hombre; me apetecía muchísimo tener a toda la familia Babaà. Lana local, alpaca y cachemir; la verdad es que diseñar invierno es una maravilla.