La ganadora del Gaudí al Mejor Documental en 2016 por Game Over, Alba Sotorra, vuelve a la gran pantalla. Y lo hace adentrándose en pleno conflicto sirio para acompañar a la comandante Arian y a un grupo de mujeres kurdas. En su última obra, titulada como la protagonista, Comandante Arian, y que se estrenará en España el 9 de noviembre, muestra la misión de la las YPJ (las Unidades de Defensa de las Mujeres), un cuerpo militar formado exclusivamente por mujeres con el objetivo de liberar a la población que vive bajo la amenaza del Dáesh y de transformar la sociedad patriarcal en la que viven. Una historia reivindicativa donde están presentes el feminismo, la libertad, la guerra, y sus consecuencias. En palabras de la propia Arian, “Si no lucháis por conseguir vuestros objetivos, viviréis como esclavas. Y siempre digo una cosa: como mujeres no nos queda elección”.
En tu último documental, Game Over, ya tratabas el tema de la guerra. Pero no es el centro de la historia, ya que el protagonista la abandona y vuelve para enfrentarse a otra más personal: el divorcio de sus padres. ¿Te quedaste con el gusanillo de tratar más en profundidad los conflictos bélicos? ¿Qué te impulsó en un primer momento a explorar la realidad en Siria?
La primera vez que me vi en el frente de guerra, vestida con un uniforme (porque cuando llegué allí me dieron uno por seguridad), sentí que me había poseído el espíritu de Djalal, el protagonista de mi anterior película. Imaginé que probablemente a él le hubiera gustado mucho poder estar. Cuando haces una película hay muchas cosas que quedan dentro y te influencian, ya que es un proceso muy largo y lo vives muy intensamente, en primera persona. La convivencia con Djalal y el contacto con Afganistán a través de su relato y sus imágenes seguramente dejaron un poso en mí.
En todo caso, este no fue el motor que me llevó allí. Lo que me hizo viajar a Siria fue, por un lado, sentir que como documentalista, mujer y feminista tenía la obligación de documentar algo que estaba sucediendo allí y que es único y alucinante. Que un grupo de mujeres se arme para defenderse de esos monstruos en lugar de convertirse en sus víctimas, y no solo eso, sino que además consiga plantarles cara y echarlos de su territorio es algo que me pareció que se tenía que documentar. Y por otro lado, también había una motivación personal y es que quería verlo en primera persona.
Llegas a Kobane (Siria) por primera vez en 2015 en pleno conflicto bélico. ¿Cómo vives ese primer momento?
Crucé Siria por la noche, por lo que no tenía ni idea de dónde estaba. Llegué a una casa destartalada, ni siquiera había electricidad. Cuando amaneció, escuché los aviones de guerra y vi la destrucción a mi alrededor. Fue una sensación muy fuerte. La primera vez que te encuentras en un lugar así piensas en cómo somos capaces los humanos de generar este nivel de destrucción.
¿Cómo te empiezas a interesar por las mujeres kurdas del norte de Siria? ¿Qué es lo que te lleva a ellas y por qué decides mostrar la situación que viven?
Mi primer contacto con el movimiento de mujeres kurdas fue con mi primer documental, en 2005, con el que viajé desde Barcelona hasta Pakistán por tierra –gran parte del trayecto lo hice en autoestop. En ese documental estuve retratando diferentes mujeres combativas, mujeres que a través de su lucha personal se enfrentaban a esas sociedades tan patriarcales en las que vivían. Una de ellas era una mujer kurda de Turquía, y quedé alucinada tras conocerlas a ella, sus experiencias personales, y las de otras mujeres que ella me presentó.
En esa época, el movimiento kurdo de resistencia que está luchando todavía hoy en Turquía había pasado de ser un grupo de resistencia armado marxista-leninista de izquierdas a ser un grupo de resistencia armado eco-feminista, algo nuevo y que sigue siendo muy peculiar. Toda esta reivindicación nace porque las mujeres que luchan se dan cuenta de que dentro de sus grupos (de izquierdas) se siguen reproduciendo pautas machistas.
Alba Sotorra Metalmagazine 2.jpg
Entonces, ¿qué hacen?
Finalmente consiguen transformar esos grupos, y para ello se inspiran en Abdullah Öcalan, un líder kurdo que actualmente se encuentra encarcelado en Turquía. Él empieza a hablar de la necesidad de poner a la mujer en el centro de la reivindicación y de la idea de que una sociedad no podrá ser nunca libre mientras una mitad se encuentre esclavizada. Así es como nace esta idea de que son ellas, las mujeres, las que tienen que liderar el cambio social, esa transformación tan radical.
Con la guerra de Siria, lo que sucede es que se crea un territorio con un vacío en el poder, queda desprotegido, y por lo tanto es muy vulnerable al ataque de Estado Islámico. A partir de esta resistencia contra el Estado Islámico, que primero es cuestión de vida o muerte, surge la voluntad de transformar las ideas políticas que llevaban tiempo gestándose, aquellas que ya habían surgido en los 90 en otras partes del territorio kurdo.
Entonces, lo que vemos es un retrato de cómo están las cosas ahora mismo.
En este territorio ha habido una revolución feminista única en la historia y se ha conseguido una paridad absoluta a nivel político. Por ejemplo, han duplicado todos los cargos: hay un presidente y también una presidenta, y en cada pueblo y ciudad hay un alcalde y una alcaldesa. Así, el método de la toma de decisiones entre dos es mucho más democrático. Un hombre y una mujer tienen que ponerse de acuerdo para decidir las cosas. Es muy fácil, ¿por qué no lo hacemos en todos lados? También se han llevado a cabo proyectos sociales que tienen que ver con la mujer. Por ejemplo, se ha construido un pueblo ecológico solo para mujeres. Es súper bonito lo que está pasando, yo invito a la gente a ir (risas).
He leído que explicaste el proyecto de hacer una película a la comandante Ranguin, que entonces era la responsable de comunicaciones de las YPJ (Yekîneyên Parastina Jin, que se traduce como Unidades de Defensa de las Mujeres). Ella te presentó a la comandante Arian y organizó un viaje para que conocieras los distintos campamentos militares en el frente y pasar tiempo con los grupos de mujeres de las YPJ. ¿Por qué decidiste centrarte en el personaje de Arian para la película?
De la guerra de Siria nos ha llegado mucho material periodístico factual pero yo tenía ganas de contar una historia que tuviera que ver con la experiencia, una película que fuera distinta a todo lo que nos llega a través de los medios. En un principio no sabía si se trataría de una historia individual o de dos personas, pero sí algo que permitiera entender al menos a una de ellas en profundidad. Creo que si te centras solo en una persona puedes llegar a entenderla de una forma muy profunda y puedes conectar emocionalmente con ella y con su lucha, así que decidí tener una protagonista.
Hay que tener en cuenta que con los documentales hay una gran parte intuitiva porque la persona con la que estás filmando tiene que confiar mucho en ti, abrirse, y ser capaz de desnudarse emocionalmente delante de ti y de la cámara. Y con Arian fue algo realmente mágico. Ella puso su vida en mis manos y yo la mía en las suyas –me fui al frente con ella. Me sentía súper segura a su lado, nos dimos confianza mutua.
“Si te centras solo en una persona puedes llegar a entenderla de una forma muy profunda y puedes conectar emocionalmente con ella y con su lucha, así que decidí tener una protagonista.”
Dejas de grabar cuando acaba la misión de Tel Abyad, pero después vuelves allí cuando la comandante Arian resulta herida. ¿Influenció esto en la idea original de la película?
Sí, totalmente. Cuando imaginé esta historia, al principio pensaba que iba a ser un proyecto más corto. Quería grabar una misión, la de romper el asedio de Kobane. Pero después, cuando estaba editando, hirieron a Arian y fui a verla porque me dijeron que estaba muy mal y quería estar con ella. En un principio no pensaba incluir esto en la película, pero después de pasar unas semanas con ella decidimos empezar a grabar. Me pareció que poder contarlo todo pero desde su perspectiva en el presente era mucho más interesante porque daba una profundidad distinta a la historia. De este modo, la película se convertía en más honesta con lo que es la guerra y sus consecuencias.
Tienes una relación muy especial con Arian, supongo que esos momentos durante la recuperación fueron difíciles tanto a nivel personal como de rodaje.
Sí, cuando Arian estaba herida fue duro. Para ella fue durísimo, claro, pero para mí también porque me sentía muy impotente. Por las noches, Arian lloraba porque la bala que le entró por detrás le había tocado un nervio en la columna vertebral y esto le daba electricidad en gran parte de la pierna. No podía dormir y no teníamos casi nada para darle.
Verla sufrir y darme cuenta de lo injusto que es que ella y muchas otras mujeres sufran físicamente, pierdan la vida, y tengan que pagar tan caro en su carne una lucha que me parece tan digna me tocó mucho; me costó lidiar con esa situación. Pero al final, ella misma me dio una lección de valentía y de resistencia. Vamos, ¡no me voy a rendir yo si no se rinde ella!
¿Cómo se establecen el feminismo y el empoderamiento de la mujer a través de la lucha armada en el seno de una sociedad tan patriarcal?
Creo que es justamente en el seno de una sociedad patriarcal donde tiene más sentido. Los lugares en los que hay más opresión es donde se gestan las resistencias más firmes porque, en realidad, ¿qué pierden? Allí eres capaz de luchar porque es el ‘todo o nada’. En los lugares donde la situación es más acomodada es más difícil reivindicar algo.
Alba Sotorra Metalmagazine 8.jpg
Después de haber convivido y acompañado a las YPJ en su lucha, ¿qué has aprendido de ellas?
¡Muchas cosas! Siempre he admirado mucho a estas mujeres por su capacidad de sacrificarlo todo por algo que ellas, a lo mejor, no van a poder vivir en primera persona. Se sacrifican para las siguientes generaciones, como hicieron nuestras madres. Ha habido mujeres detrás de nosotras que han sacrificado mucho para cambiar las cosas y creo que aquí hemos perdido un poco esta capacidad. Se trata de entender que, al final, para cambiar las cosas hay que dar algo a cambio.
Has creado lazos con mujeres que defienden un tipo de feminismo diferente al que estamos acostumbrados en Europa. Por ejemplo, les cuesta entender conceptos como el de la libertad sexual o la homosexualidad. Que esto ocurra genera incomprensión por parte de los europeos y hace que se critique a las guerrilleras. Háblame un poco sobre las nuevas concepciones de feminismo que has aprendido al estar allí.
Este es un tema sobre el que ha habido mucha incomprensión por parte de nuestros feminismos. A nivel filosófico, la lucha que defienden estas mujeres no está para nada en contra de la libertad sexual. Lo que sí dicen es que tenemos que entender que, para ellas, es más importante empezar por el empoderamiento (porque una mujer empoderada ya es libre en todos los demás aspectos). Entonces, si liberas sexualmente a una mujer sin antes empoderarla, en realidad la estás esclavizando a esa sexualidad.
Ellas cuestionan que aquí el hombre tiene un poder y la mujer no, y ellas sufren las consecuencias de un abuso de poder que, en gran parte, es sexual. Así que primero quieren solucionar el tema de la desigualdad y, a partir de allí, que la mujer haga lo que decida y quiera. Pero es complicado, sí, y además, las relaciones íntimas no están aceptadas dentro de la lucha –aunque cuando te das en cuerpo y alma a la lucha, no estás por tu deseo físico. Además, aquí venimos de otro contexto, allí cuesta de entender en un primer momento.
Habiendo estado en el frente luchando contra Estado Islámico y el patriarcado, ¿qué nos puedes decir sobre las emociones que experimentaste en esos momentos de pura adrenalina?
El frente no es adrenalina; el frente es mucha espera, una espera tensa. La mayoría del tiempo no pasa nada y es entonces cuando surgen todas estas discusiones feministas, momentos en los que se habla de las emociones, de cómo nos organizamos, etc. Pero cuando hay un enfrentamiento pasas mucho miedo, y este miedo no te puede bloquear. En una situación así, lo que haces es concentrarte en lo que tienes que hacer. Cuando pasaba algo, yo tenía que grabar, así que estaba más pendiente de tomar imágenes que de pensar.
"Creo que es muy importante tener un sentido vital que tenga que ver con algo que está más allá de ti mismo.”
¿Qué hay sobre el miedo?
En la lucha contra Estado Islámico, el ataque venía por tierra. Nos estaban atacando con un tipo de armamento como el que teníamos nosotras, así que la lucha no era desigual y no nos sentíamos tan acorraladas. Pero hubo una temporada en la que el ejercito turco entró en suelo sirio y bombardeó un par de bases de las YPJ y también de las unidades de defensa del pueblo. A partir de ahí siempre recibíamos alertas y teníamos que salir y dormir fuera de las bases.
Eso sí que daba miedo porque es un tipo de peligro del que no puedes defenderte; no sabes cuándo va a caer una bomba, ni si te va a caer a ti o le va a caer al de allí. A mí me daba mucha rabia que un país que, en teoría, es miembro de la coalición y apoya la lucha contra Estado Islámico, bombardeara a las que están luchando contra el enemigo común. Pero para Turquía, el enemigo era la fuerza que las YPJ estaban tomando en el norte de Siria. Ellos las ven como enemigos, así que preferían atacarlas a ellas que al Dáesh.
He leído algo que me ha parecido un poco chocante, y es que cuando estabas allí, muchas veces no entendías hacia dónde ibais porque no hablaban el idioma, por la tensión del momento, etc. Y de hecho, hubo un momento en el que os dirigíais hacia una casa llena de terroristas de ISIS de la que unos guerrilleros varones huyen (y os advierten a vosotras de no ir). Cuéntame un poco cómo era el comunicarse, el estar en un sitio tan peligroso y no entender todo lo que se dice, etc.
Yo seguía a Arian: si ella iba para allá, yo, detrás de ella. Existía una comunicación clara entre ambas. En un contexto así, además, sabes lo que tienes que hacer (que es estar agachado y, más importante aún, saber de dónde vienen los tiros y protegerte de esa línea). Pasé más de tres años yendo y viniendo, y en algunos momentos había alguien que hablaba inglés, pero en otros, nadie que supiera ni una palabra.
El momento en el que pasé más miedo por la falta de comprensión por lo que estaba pasando fue cuando bombardearon los turcos. Yo tenía miedo y gritaba, ‘¿pero están viniendo?’ Y solo me decían que no hiciera ruido, que me mantuviera en silencio, tumbada y que me pusiera algo en la boca. Pasaba miedo porque no me contaban qué estaba pasando, aunque nadie sabía exactamente lo que sucedía. Pero esto son momentos aislados, la mayor parte del tiempo estás viviendo otra situación que no pasas con angustia, tiene que ver con otras cosas.
Las YPJ reivindican sus derechos a través de la lucha, y tú con tu cámara haces lo mismo al transmitir su mensaje, historia, y objetivos. ¿Ha cambiado algo en ti después de este rodaje?
¡Sí! A nivel personal creo que me miro la vida de una manera muy distinta; ahora mis problemas cotidianos me parecen pequeños y nunca me quitan el sueño. He comprendido que hay cosas que puedes entender a nivel teórico, como por ejemplo la injusticia, pero cuando la vives en primera persona te genera una tristeza muy profunda (porque mujeres a las que quieres con el alma mueren por defender algo que a ti te parece muy justo).
Ver que la vida sigue a pesar de todo hace que te preguntes cuál es el sentido de tu existencia. Y más en estos contextos tan duros, en los que ves que la gente no se rinde y vive la vida de una forma mucho más intensa y feliz (en muchos casos) que otros que conozco de aquí, que están apagados y deprimidos. Creo que es muy importante tener un sentido vital que tenga que ver con algo que está más allá de ti mismo. Esto me lo guardo, está conmigo.
¿Tienes pensado volver a Kobane? ¿O estás pensando en otro documental en alguna otra zona en conflicto bélico?
A Kobane vuelvo dentro de muy poco porque estamos intentado que Arian venga. También vamos a pasar el documental en un festival, el International Kobane Film Festival, que se acaba de montar y que está muy bien. Siento un enganche emocional muy fuerte con ese territorio y tengo muchas amigas allí. Siempre que pueda, siempre que tenga una excusa, voy a volver: por la película, por el festival, para ver a Arian y para ver a otras amigas.
Alba Sotorra Metalmagazine 3.jpg
Alba Sotorra Metalmagazine 4.jpg
Alba Sotorra Metalmagazine 6.jpg
Alba Sotorra Metalmagazine 7.jpg
Alba Sotorra Metalmagazine 9.jpg
Alba Sotorra Metalmagazine 12.jpg
Alba Sotorra Metalmagazine 11.jpg
Alba Sotorra Metalmagazine 10.jpg
Alba Sotorra Metalmagazine 15.jpg
Alba Sotorra Metalmagazine 14.jpg
Alba Sotorra Metalmagazine 17.jpg
Alba Sotorra Metalmagazine 18.jpg
Alba Sotorra Metalmagazine 20.jpg
Alba Sotorra Metalmagazine 21.jpg
Alba Sotorra Metalmagazine 23.jpg
Alba Sotorra Metalmagazine 24.jpg
Alba Sotorra Metalmagazine 25.jpg
Alba Sotorra Metalmagazine 27.jpg
Alba Sotorra Metalmagazine 22.jpg
Alba Sotorra Metalmagazine 5.jpg