Cuando pases por la calle Blanca de Navarra en Madrid, párate en el número 8. A lo mejor lo harías de forma natural al ver una vagina gigante, pero por si a caso se te pasa por alto, te lo decimos. Cuando te adentres en el órgano de la creación por excelencia, estarás también en Pamplemousse, la exposición individual de Miranda Makaroff que acoge Mirat Projects hasta el 7 de noviembre.
“La vagina me parece un órgano de una belleza divina y unas formas armoniosas. Para mí significa muchas cosas a la vez: feminidad, libertad, placer. De una vagina naces, es símbolo de vida y amor. Una vagina es creación en estado puro”, nos cuenta la artista e influencer. Y lleva toda la razón. Sin embargo, no todos lo ven igual. Según nos comenta, una vecina de la galería pasó durante el montaje y les dijo que eso era un horror. ¿Pero cómo puede una señora adulta pensar que una vagina es fea? Miranda, más que achantarse o dejarse dominar por la auto-censura, pensó que así todo encajaba. “Siguen habiendo muchos tabús alrededor de temas como la desnudez, el sexo y el placer íntimo. Por eso la uso, para mostrarle al mundo que todo puede ser bello.”

La verdad sea dicha, la apuesta es arriesgada. Si algunos todavía ven las galerías como esos espacios sagrados de paredes blancas, silencio monástico, y obras inaccesibles, pronto se darán cuenta que algo está cambiando. “Mi galerista me empujó a que desarrollara una idea más elaborada que colgar solamente unos cuadros en la pared. Me dijo que sería interesante que plasmara mi mundo en esta primera exposición, que recreara un lugar donde me gustaría estar. Y que cuando entraras fuera una experiencia sensorial y visual que te transportara a otro lugar.” Dicho y hecho.

A pesar de que sí conserva un aspecto sacro (el de quitarse los zapatos para entrar), el resto es puro pecado: mucha desnudez (muy natural y poco sexualizada, hay que decirlo), escenas de sexo lésbico, e incluso alguna orgía. O el propio título, Pamplemousse, una palabra que aunque signifique ‘pomelo’ en francés, tiene un significado más simbólico –empezando porque su pareja, Pascal, la llama así algunas veces. “Juntos [con Pascal] veíamos Instagrams como el de Stephanie Sarley, que hace videos de arte sexual con frutas, o la cuenta de @look_at_this_pussy, que encuentra formas de vaginas en cualquier lugar o cosa. Cuando cortas un pomelo por la mitad tiene forma de vagina”, nos dice.

Sea como sea, nadie sale igual a como ha entrado en esa vagina. Miranda, con tan solo poder hacerla y presentarla, ya es feliz. “Mi galerista ha creído en mí y ha invertido en hacer algo realmente elaborado y poético. Gracias a él he podido llevar a cabo algo que hacía mucho tiempo que me apetecía hacer. Es muy bonito cuando uno puede llevar a cabo su pasión, la vida cobra sentido.” Y es que la creación, en todas sus acepciones, es algo que nos mueve. Según la propia artista, “crear es una de las cosas que más llena a los seres humanos. Eso y el amor.”
La exposición Pamplemousse, de Miranda Makaroff, se puede visitar hasta el 7 de noviembre en Mirat Projects, calle Blanca de Navarra 8, Madrid.
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