Hoy se inaugura en Barcelona la exposición anual del World Press Photo, el prestigioso concurso de fotoperiodismo organizado por la fundación holandesa homónima, que lleva viajando por el mundo desde que comenzó a salir de los Países Bajos en 1972, y que en esta decimonovena edición llegará a casi noventa ciudades en defensa de la libertad de prensa y del poder del periodismo visual como herramienta para el cambio social. Hasta el 17 de diciembre, esta muestra organizada en colaboración con el CCCB por la fundación Photographic Social Vision expone las fotografías ganadoras de esta edición, en las que los fotógrafos han documentado las problemáticas globales más actuales.
El mundo puede ser un lugar terrible. La exposición anual de World Press Photo no puede evitar confirmar esto año tras año. Sin embargo, la ocasión brinda una oportunidad única de aprender y entender a qué nos enfrentamos como sociedad, al mismo tiempo que visibiliza y valora la importante labor del trabajo fotoperiodístico y de la información rigurosamente contrastada por profesionales, en un mundo en el que la manipulación y tergiversación son cada vez más prevalentes.
Los temas que se tratan este año son diferentes y a la vez están muy relacionados. Son las crisis medioambientales, con historias como las de Mohamed Mahdy con Here, The Doors Don’t Know Me, el archivo de los residentes de la comunidad pesquera de Al Max, a la que están desalojando debido a la subida de los niveles del mar (o eso alega el gobierno); la migración, como en Passengers, el trabajo ganador de la categoría europea de formato abierto del español César Dezfuli, que fotografía de forma individual a un grupo de inmigrantes que cruzaron el mediterráneo en 2016 desde Libia hacia Italia y realiza un seguimiento posterior de ellos durante los últimos siete años, analizando sus procesos de integración y cómo las distintas políticas de inmigración de cada país les afecta.
También la desigualdad, como en Woman, Life, Freedom, de autoría anónima, un vídeo basado en fotos que revela una mirada muy personal de los peligros que supone hoy manifestarse en las calles de Irán y los conflictos bélicos que plagan el mundo, como el trabajo de Emilio Morenatti War Wounds, que muestra a las víctimas que han sufrido amputaciones como resultado de la invasión rusa de Ucrania, habiendo vivido el propio fotógrafo una amputación en la guerra de Afganistán.
El concurso, además, subraya la relevancia política de las imágenes, y en esta edición lo confirman desde el gobierno ultraderechista de Hungría, que ha decidido prohibir la entrada de menores de edad a la exposición por la colección Home for the Golden Gays, de la fotógrafa filipina Hannah Reyes Morales, un trabajo que retrata a una comunidad de miembros de mayor edad de la comunidad LGBTQI+, que conviven en una misma casa desde hace décadas y se cuidan mientras envejecen. La censura no es algo nuevo para World Press Photo, que ya ha tenido problemas en el sudeste asiático en países como China o Vietnam, sin embargo, este año el problema viene desde Europa.
El apoyo de la Fundación Banco Sabadell permite llevar el proyecto más allá de la sala de exposición y realizar un programa educativo dedicado a la ciudadanía. Este es uno de los objetivos en los que se pone el foco desde la Fundación Photographic Social Vision, en crear concienciación social y estimular la opinión crítica, especialmente entre los más jóvenes, pero no solamente. Las actividades de este año son propuestas muy interesantes: la conversación ‘Herramientas narrativas y fotográficas para explicar las migraciones ’, con César Dezfuli y Agus Morales, que se celebrará el 18 noviembre en el marco de las XV Jornades de Fotografia del Masnou; la charla ‘Salud mental y cómo la fotografía puede afrontarla’, con Lee-Ann Olwage y Mireia Plans, el 20 de noviembre en la Casa Seat y el debate ‘El fotoperiodismo en conflictos armados. Cuando la información es un arma de guerra’, en el que participarán Enric Martí y Bernat Armangué, miembros del equipo de Fotografía de la agencia Associated Press, ganadora este año de un premio Pulitzer por su cobertura del conflicto ucraniano, junto a Iván M. García, periodista y Responsable de Medios de la ONG Médicos Sin Fronteras.
La exposición ofrece un muy necesario formato extra a los periodistas, quienes a menudo enfrentan restricciones para publicar los medios y requieren la utilización de diversas plataformas para que sus historias lleguen de manera efectiva. Se nota el notable esfuerzo respaldado por un trabajo exhaustivo por parte de la organización, que incluso integra pantallas de vídeo y dispositivos interactivos para una exposición de tan breve duración. Para el público, es un duro e impactante testimonio sobre la capacidad de las imágenes para trasladar mensajes potentes. Invita a comprender, empatizar y no olvidar la realidad que se desenvuelve más allá de una semana de viralidad en Instagram.