Victor Von Schwarz ya se ha hecho un nombre en el panorama nacional e internacional con sus diez años recién cumplidos en la industria, vuelve a las pasarelas de 080 Barcelona Fashion con su universo de color y cierta fantasía, pero con un trasfondo tan real como la vida misma, el valor que le damos al término ‘éxito’ y el indudable vínculo estético que hacemos casi por inercia de la apariencia del individuo que goza de este estatus y las diferencias que existen con quien aún está en su búsqueda, retratado como no podía ser de otra forma, a través del sueño americano.
Nombre de confianza de múltiples celebridades tanto nacionales como internacionales, Rosalía siendo un ejemplo bastante contundente de su nivel, existe un gran vínculo entre el diseñador catalán y la cultura popular, el trabajar dentro y para la industria, brinda una perspectiva bastante clara del valor que se le da a ser exitoso de la forma más estereotípica posible. Aunque para algunas pueda resultar objetivo y personal, no cabe duda que todos tenemos en nuestro imaginario a la figura de celebridad de Hollywood como una de las tantas definiciones que se le puede dar a esta palabra, y es quizás esta acepción la más pintoresca de todas, y la que da más cabida a una traducción a prenda y concepto de colección fácilmente reconocible e identificable.
The American Dream se trata de esto, del recorrido temporal que hacen cientos de personas en Estados Unidos para lograr la tan anhelada fama, la fortuna y el éxito. Situada temporalmente en los años 70 y con una estética con tintes cowboy, la colección es casi una línea de tiempo, pero logran distinguirse dos grupos principales, que de cierta manera podrían definirse como la transmisión del campo a la ciudad de las estrellas en potencia, donde los jóvenes dejan sus pueblos natales para trasladarse a las grandes metrópolis, con Hollywood como meta principal, y la consecuente evolución estilística que esto significa.  
Para la etapa más juvenil y novata de los aspirantes a celebridad, Von Schwarz ha decidido optar por materiales y texturas mucho más conectados con la inocencia y libertad de la adolescencia, como la swiss embroidery y algodones ligeros. Varios looks con cuellos babero de proporciones exageradas remiten directamente a lo que podría ser uniformes escolares y los pequeños lazos, además de los tonos de las partes de abajo y en general la paleta cromática, ya sean falda o pantalón soportan esta idea. El tinte rural lo brindan tejidos como el ojalillo en las camisas o los complementos como los sombreros o los pañuelos, que se encuentran tanto anudados en las trabillas de los pantalones, como puestos en el cuello a juego con por ejemplo un jumpsuit palo de rosa.
El denim es uno de los tejidos más recurrentes en la colección y pareciera servir como puente entre ambos mundos, pues así como se encuentra en piezas habituales e informales como los vestidos de corte veraniego o los pantalones, estos son combinados con prendas mucho más glamourosas en tejidos más sofisticados, de transparencias y brillo, la etapa intermedia de la transformación vivida en el armario de quien se abre su camino a la fama. La materialización de ese sueño americano se manifiesta en looks que son casi estereotipos de la imagen que forman nuestras mentes al escuchar “estrella de cine de los 70”. Grandes y pomposos volúmenes en vestidos de tul, brillantes full-looks en lamé, abrigos de plumas al mejor estilo rockstar y románticos vestidos de un rosa vibrante, de esos que solo se pueden encontrar en la gran pantalla.
 
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