Con residencia en el centro de producción Hangar, en Barcelona, Víctor Jaenada es uno de los artistas multidisciplinares más potentes y con más bagaje de la escena española. El motor de la obra del meta-pintor barcelonés es la reafirmación vital, y su objetivo es narrar una visión crítica y fiel de la sociedad contemporánea haciendo uso de todos los medios que tiene a su alcance: pinturas, murales, vídeos, performances e instalaciones que, de forma aparentemente heterogénea, constituyen un mismo concepto. El pasado viernes tuvimos el placer de conocerlo y conversar un rato con él sobre arte, ansiedad, pajas y Facebook.
Nos encontramos en tu última exposición Hacer cosas en la Galería Balaguer (Barcelona), espacio en el cual también tienes tu taller. La foto de la hoja de sala no corresponde mucho con el estado actual de la exposición…
Es una exposición que está viva, hoy por ejemplo he cambiado dos cosas. La foto de la hoja de sala es del proceso, ahora la estructura está estable; lo que cambio a veces son detalles que no estoy muy convencido o que se mueren y nacen otros. Es una metodología que llevo haciendo desde hace ya tres o cuatro años, yo me dejo llevar durante los dos meses de trabajo aquí, en este caso agosto y septiembre, y nace esto. También es una exposición en la que las cosas encuentran su lugar y su espacio ellas solas, por eso es importante tener tiempo y sumergirte de pleno en el proceso de creación. De hecho cuando hago este tipo de exposiciones todo son riesgos porque empiezo desde cero, pero fracasar también está dentro de lo previsto y de lo artístico.
Has creado un universo que confronta escenas y metáforas visuales aparentemente inconexas. ¿Cómo articulas los elementos que conforman tus exposiciones?
Todo esto es un proceso orgánico que está compuesto por mini-obras, pero en realidad lo que forman es una obra total. Cuando pasas por aquí es como entrar dentro de una pintura, te imaginas que todo es como un cuadro o un libro de poemas que está formado por pequeños relatos. Muchas de las piezas se relacionan entre sí de forma más o menos evidente, pero todo lo que está es porque tiene que estar. En Hacer cosas el denominador común es el conflicto artista versus padre, el cambio de vida o la resolución de ese conflicto. Las únicas tres premisas que tenía previsualizadas eran estas: el ancla, el pescador y la lavadora. Eran como tres columnas que decidí al principio, y después todo fue cogiendo forma. Por ejemplo, hay una parte que refleja mi faceta más supersticiosa en la que está mi psicóloga, mi fisioterapéuta, mi médico y el de la ferretería, que lo he puesto así como de coña. También hay un link con la escultura de Pajas, Deporte, Agua y Nueces, que son como los remedios para la ansiedad, de ahí el rojo: el rojo de los miedos, las dudas; la superstición tipo El caballo: Mi animal favorito, mi número de la suerte, mi color favorito. Todo eso está en la misma parte, todo se conecta, simula mi círculo de protección o algo así.
¿Y por qué una lavadora o un cortauñas? Algunas de las piezas expuestas incorporan objetos que podríamos encontrar en cualquier contenedor de basura, ¿son objetos que has buscado o que por casualidad han aparecido en tu camino?
Todo tiene su sentido y como te decía, la exposición se hace sola prácticamente. Me paseo por aquí y digo, aquí la exposición me pide una olla express. Y yo tengo una olla express en casa y la cojo. O a lo mejor lo que necesita es un paquete de sal, pues voy y lo compro. Así es, pero un rollo arte povera de buscar en la basura, no. Antes sí que lo hacía más, pero ahora trabajo con objetos que tengo interiorizados. Por ejemplo la colección de llaveros es de mi abuelo, y la colección de imanes de mi madre. Todo eso son cosas que tengo almacenadas en la memoria y que también me sirven para llegar al espectador a través de mi arte, porque forman parte de la memoria colectiva.
Actualmente cualquiera es capaz de colocar una serie de objetos en un espacio y llamarlo exposición. ¿Dónde está el límite que declara qué es arte y que no?
Muy buena pregunta, pero a ver quién es el guapo que la contesta (Risas). Esta exposición se titula Hacer cosas por eso, porque yo no sabía lo que iba a ser arte y lo que no iba a ser arte; y al final todo es arte yo creo. Hay un vídeo en el que los colegas de mi barrio dicen, tío, pones aquí las cuatro latas, una 'rachola' y un no sé qué y eso es arte. Y yo no me lo creo. Pero a otro le puede parecer una maravilla. Entonces, ¿dónde está el límite? Pues igual está en cada uno, yo sé lo que hago, por qué lo hago y cómo lo hago, y mi trabajo acaba ahí. Igual es una cuestión tan complicada porque hay muchas variantes, porque igual de aquí a cinco años nada de esto tiene sentido, y de aquí a treinta lo vuelve a recuperar y con más fuerza.
¿Qué crees que fascina y detesta al espectador de tu obra?
No sé, yo creo que es muy cruda, y a veces muy hermética. Es muy inaccesible, los que entran son fans ya de por vida, pero son pocos los que entran. Pero yo soy normal, es decir, yo vengo de un barrio normal. A veces sí que pienso, pero por qué es tan difícil acceder a mi mundo. Aunque en realidad trato de ponerlo lo más fácil que puedo; pero no sé, tampoco hago esfuerzos por agradar. Por ejemplo, en esta exposición, está muy claro que cuando llegas al final, de repente todo tiene un sentido, conectas la última pieza con la primera y ¡pum! se te revela todo como una obra total, que es lo que a mi me interesa. Y, claro, eso pasa poco pero cuando pasa, la peña hace arte. Y lo que guste más o guste menos, a mí me da igual.
Retomando el concepto del cual nace esta última exposición, ¿a qué te refieres con el 'artista versus padre' del que nos hablas?
Los artistas somos un colectivo que no tenemos mucha tendencia a la paternidad, o tenemos ese miedo a que te corten las alas, a dejar de hacer lo que te dé la gana. Es un conflicto que he vivido, y al final ha salido esto. Una exposición que narra el proceso de asumir el nuevo rol de padre, con ganas, y darte cuenta de que en realidad los hijos no te cortan las alas, te las dan.
Hay muchos detalles, por ejemplo las toallas en las que nacieron mis hijas, que cuelgan de dos cadenas, lo del ancla también es símbolo de salvación y a su vez, cosas que arrastras; tienen muchas lecturas. Al final el resumen de la obra es esto: antes hacía arte para vivir más, que representa la faceta del artista joven y ambicioso. Y ahora hago arte para vivir mejor, que refleja la madurez que ha supuesto la paternidad para mi carrera. Es como un cambio de pantalla, un subir de nivel en el videojuego de la vida.
Hay muchos detalles, por ejemplo las toallas en las que nacieron mis hijas, que cuelgan de dos cadenas, lo del ancla también es símbolo de salvación y a su vez, cosas que arrastras; tienen muchas lecturas. Al final el resumen de la obra es esto: antes hacía arte para vivir más, que representa la faceta del artista joven y ambicioso. Y ahora hago arte para vivir mejor, que refleja la madurez que ha supuesto la paternidad para mi carrera. Es como un cambio de pantalla, un subir de nivel en el videojuego de la vida.
Como dices tu trabajo es muy biográfico, trabajas con elementos de tu vida íntima y los expones en una plataforma abierta a todo el mundo. Tus exposiciones se podrían entender como una pequeña ventana a tu vida privada al más puro estilo voyeur, ¿no?
Sí, siempre hablo de mí en el arte y en esta exposición más. Antes lo hacía pero a lo mejor me escondía en metáforas, en bromas o en poesías, ahora he sido mucho más directo. Tuve muchas dudas sobre todo en la parte del shock, donde hablo de los problemas de ansiedad y el conflicto de asumir el nuevo rol. Me decía a mí mismo, ¿tengo que enseñar tanto? ¿Tengo que desnudarme tanto? Pero al final vi que tanto por mí como por los demás estaba bien, esta exposición es mucho más personal. Ahora me ha pegado muy duro la paternidad, pero antes por ejemplo trabajaba bajo temáticas más sociales. Soy como una esponja que produce en función de lo que hay a mi alrededor, pero siempre dentro de lo mismo. De hecho creo que los artistas todos somos un poco así; es el cómo lo explicas lo que cambia un poco.
¿Y por qué a través del arte?
Eso es muy complicado, no sé, desde siempre y porque sí. No tengo respuesta a eso. Normalmente hablo de cosas que me pasan; primero lo vivo, lo proceso en el interior, y después lo saco. Es cuestión de que no me quiero morir, de que quiero trascender a la vida. Quiero que las cosas duren más que yo, me sabe mal morirme tan pronto, aunque sea con cien años, y eso es lo que me hace hacer arte.
¿Entonces podemos hablar del arte como una necesidad vital?
El arte para mí es algo fuerte, tengo que hacer arte, no sé si es porque lo necesito o por qué. También hay muchos miedos de los que hablo aquí en estos papeles (señalando una de las piezas sobre la ansiedad), ¿Si dejo de estar mal dejaré de hacer arte? O por ejemplo, cuando fumaba porros era, ¿si dejo de fumar porros cambiaré? Y después dejas de fumar porros y pintas mejor que antes (Risas). Es cierto que no es muy común en el arte esto de desnudarse tanto. Un chico que vino aquí me comentó algo así como que en esta exposición el artista está delante de la obra. Normalmente te ponen la obra y después está el artista, me dijo. Y eso me gustó. El arte si no lo vivo así, directo, se contamina, se enreda. Lo veo, lo hago y ahí se queda.
Teniendo en cuenta tu residencia en Hangar (2013) y la experimentación que muestra tu trayectoria, ¿cómo crees que ha evolucionado tu trabajo como investigador plástico en relación a los avances tecnológicos?
Me gusta mucho la tecnología, he estado muy enganchado a podcasts de geeks, pero no la uso mucho, soy muy tradicional. Hago videos con el móvil y eso (risas), pero soy muy formal en el sentido de que vengo de la pintura. Lo primero que hice en el arte fue pintar, y aún me considero pintor aunque mi formato se haya ido expandiendo y en vez de trabajar sobre un lienzo use todo el espacio expositivo.
¿Te niegas a sucumbir a las herramientas digitales?
Hago posts en Facebook que considero que son arte. Como lenguaje todos me interesan igual: el dibujo, la pintura, la escultura, Facebook… Antes cuando era estudiante, estaba todo el día con la tela pintando, pero ahora paso mucho tiempo en el ordenador ordenando contenido, aunque la tecnología como herramienta la veo muy poco manejable, domino más la pintura o algo así. Aún así, los jóvenes pillan esta exposición bastante bien por el tema de Internet, la multipantalla y la saturación de información.
¿Y entonces qué le hace a un post ser arte y no uno más?
Una mezcla de intención, el momento y la forma. Igual que en pintura, ¿Por qué una pintura puede ser arte? Pues habrá el 99.9% que no lo sean, pero hay un pequeño porcentaje cuyo contexto, experiencia del individuo e intención del artista cuadran.
¿Tienes nuevos proyectos en mente?
Exposiciones no. Estoy trabajando en Creadors en Residència, que es un programa del ICUB (Instituto de Cultura de Barcelona) con el MNAC (Museo Nacional de Arte de Cataluña), que consiste en un curso destinado a crear una obra junto a los alumnos de un colegio. Eso y descansar de esta última exposición, porque estas muestras son muy intensas y desgastan un poco. Seguramente hagamos un evento con un concierto de flamenco o algo así, a lo mejor abriré la puerta y pondré luces de coche y el concierto de flamenco aquí, pero ya veremos, no sé porque voy muy liado ahora.
Y para concluir... Tres palabras para definir el panorama artístico barcelonés actual. A nivel jóvenes creativos ¿cómo lo ves, qué crees que será lo próximo?
Barcelona tiene artistas buenísimos, jóvenes, de mi generación y un poco más mayores. Yo creo que aquí hay una fuente de creatividad brutal, pero lo que rodea al arte lo veo mal, algunas galerías tratan mal a los artistas, y nadie compra un puto cuadro. La ciudad está jodida, como siempre, es “la eterna promesa”. Si tuviese que escoger tres palabras, diría: artistas genial. Ya son dos ¿no? (Risas). Instituciones mierda, que son cuatro.
Bueno aceptamos las cuatro, me parecen bien.
Bueno, pon artistas bien, instituciones mal. Que ahora soy padre.