Desde que abrió sus puertas en diciembre del 2010, La Fresh Gallery no ha parado de acoger a artistas emergentes, con una proyección tanto oficial como underground. Un espacio en pleno barrio de Salamanca fue el sitio que escogió Topacio Fresh para establecerse y crecer como galerista. Ella no es solo esa rubia argentina que cantó y bailó junto a Alaska; ahora es también una mujer con objetivos muy claros y una agitadora que quiere acabar con algunos vicios del arte contemporáneo. Su galería es un punto de encuentro de la escena artística madrileña y un lugar donde todo el mundo es bienvenido.
¿Quién es Topacio Fresh? ¿Cómo te definirías?
Topacio Fresh es una mujer que se construyó a sí misma. De adolescente tenía muchas inquietudes e incertidumbres. Las ganas de salir del sitio donde nací me dieron fuerza para llegar hasta aquí y conseguir una vida completamente distinta de la que me esperaba. Por eso digo que es una construcción, porque si no hubiera puesto esfuerzos de mi parte, nada sería como es ahora.
La Fresh Gallery, que lleva ya seis años funcionando, es un proyecto que al principio debería de parecerte ambicioso y algo complicado. ¿Cómo ocurrió y de qué manera ha conseguido tener la repercusión que ha tenido hasta ahora?
La idea la sembró en mí una persona muy importante en mi vida, Rafael Doctor, que en aquel momento era el director del Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC). Él me dio la oportunidad de participar en una beca en el MUSAC y luego estuve también en una galería. Allí aprendí todo lo que necesitaba saber para gestionar una galería propia y así, junto con mi marido, decidimos tirar adelante el proyecto. Rafael me guió en los primeros pasos de mi carrera como galerista y me dio el coraje que necesitaba. La repercusión fue algo que vino poco a poco, pero es cierto que hubo un interés mediático. Supongo que fue porque yo venía de otro mundo y había ojos puestos en mí que esperaban ver cómo me iría. Creo que supe aprovechar esa atención y, aunque iba a ser también muy crítica conmigo, la convertí en poder de convocatoria.
¿Alguna vez te habías imaginado dirigiendo una galería?
No, la verdad es que no, para nada. Si hace años me dices que acabaría con un traje y un trabajo constante y formal en un escritorio, no te habría creído. Yo me imaginaba bailando o haciendo de animadora en cualquier lado, aunque eso de todos modos ya lo he hecho. Esta parte de mi vida, la de galerista, me hace sentir bien: estoy cómoda, tranquila, con una vida sólida y madura. A pesar de no haberlo imaginado, no cambiaría lo que tengo por nada. A veces llegamos a una edad en que ya no tiene mucho sentido la dispersión y el despiporre constantes. Me sirvió para centrar la cabeza.
¿Qué es lo que más te gusta de ser galerista de arte?
Lo que más me gusta es participar del proceso creativo desde el minuto cero. Desde el momento en que el artista me cuenta que ha tenido una idea, o un sueño: ahí es donde empieza el proyecto. Luego vemos qué se necesita para llevarlo a cabo y yo acompaño y trabajo codo con codo con ellos hasta que la obra está finalizada y expuesta. Me gusta involucrarme de esta forma tan intensa y creo que es muy importante que sea así, porque entonces se crea una sinergia muy bonita entre artista y galerista. Esta es la parte más satisfactoria de mi trabajo.
La Fresh Gallery se caracteriza por trabajar con artistas jóvenes. ¿Qué es lo que ves en ellos? ¿Por qué decidiste especializar tu galería hacia este terreno?
Algunos sí que son jóvenes, pero hay de todo. Lo que cuenta es su expresión fresca y juvenil, más que su edad. Suelo trabajar con artistas que nunca antes han expuesto, así que tal vez, más que jóvenes, se podría decir que son artistas noveles. Por ejemplo, Fabio Macnamara: la primera vez que expuso individualmente en un circuito de arte contemporáneo fue aquí, en La Fresh Gallery.
“Los que han expuesto en mi galería son los mismos que vienen a mi casa a cenar. Son como familia para mí.”
Es muy arriesgado trabajar con artistas que nunca antes han sido expuestos. ¿Te consideras una persona arriesgada?
Sí, es arriesgado. El arte se mueve mucho por nombres propios ya conocidos y con reputación. Yo aposté precisamente por todo lo contrario, por gente que recién empezaba. Eso fue porque yo también estaba empezando y fue una forma de ir a la par, de crecer como galería a la vez que mis artistas crecían también. La idea era dar los primeros pasos todos juntos. Algunos han crecido más, otros menos, algunos hemos tomado caminos distintos.
Cuando dices que La Fresh Gallery es una galería sin prejuicios, ¿te refieres a que no está envuelta de ese elitismo relacionado a veces con el arte contemporáneo?
Al principio yo trabajaba en una galería donde nada más pasar por la puerta ya me ponía nerviosa. En general, creo que las galerías de arte contemporáneo o conceptual tienden a ser lugares fríos, incluso un poco hostiles, desde mi punto de vista. Si no sabes lo que vas a ver, no te atreves a preguntar por miedo a quedar como una ignorante. Yo quería que mi galería no tuviera ningún tipo de prejuicio en este sentido. Puede venir tanto un experto como un niño, todos son bienvenidos y me gusta que se sientan libres de preguntar si hay algo que no entienden.
Además de los artistas emergentes a los que has comisariado, también has trabajado con personajes muy conocidos dentro de la sociedad española. ¿Concibes tu galería como punto de encuentro de este colectivo?
Sí, como un punto de encuentro y una proyección de mí misma. Animé a amigos míos a participar de este proyecto, que era ambicioso pero al mismo tiempo humilde y con mucho corazón. Los que han expuesto en mi galería son los mismos que vienen a mi casa a cenar. Son como familia para mí. Yo lo veo como que al principio fue un intercambio de influencias: ellos tenían la oportunidad de exponer su obra y mi galería tenía afluencia de gente gracias a sus nombres. Siempre ocurren cosas muy interesantes en las inauguraciones: vienen músicos, cantantes, poetas, escritores, fotógrafos. Es una mezcla muy bonita.
¿Cómo ves el panorama artístico actual en España? Tanto a nivel creativo como a nivel de distribución y visibilidad internacional.
¡Es terrible! Se le tiene que dar la vuelta a muchísimas cosas: España tiene que dar oportunidades a los jóvenes, más ayudas y becas, hay que bajar el IVA, la gente tiene que aprender a comprar arte, mover más colecciones. Hay mucho trabajo por hacer. Pero al mismo tiempo, con todo esto, que al fin y al cabo tiene que ver con una crisis económica, el artista se ve en una situación en la que saca lo mejor de sí. Cuando uno tiene a los artistas en una zona de confort, se acomodan.
Háblanos de tu vertiente más mediática. ¿Qué es lo que te gusta de la televisión? ¿Se puede relacionar de algún modo con tu faceta más seria? Es decir, ¿lo haces pensando en tu galería o es solo por diversión?
Lo que me gusta de la televisión es que puedo entrar y salir, es decir, aparecer con mi show y luego irme para casa y seguir con mi vida y mi trabajo. Me gusta participar en el entretenimiento con ironía, pero no me gusta cuando la situación se tuerce, como pasa a veces en algunos programas. Cuando el ambiente se tensa y hay malas palabras me entra mal rollo. Lo veo como si fuera una comedia y cuando se transforma en un drama no me gusta. No quiero meterme en la vida privada de los demás. De la misma forma que no me gusta que se metan en la mía: no me iría a ninguna isla, no me iría a Gran Hermano. Me han ofrecido de todo, pero a esas cosas siempre les digo que no. Antes hablábamos de la construcción de una misma y no me iré a uno de esos lugares a deconstruirme (risas). En cuanto a la relación de este universo con la galería, muchas veces intento que todo termine focalizado en ella, porque cuando se apagan las cámaras lo que me va a quedar a mí es mi trabajo. Así que, sí, siempre intento utilizar esos momentos de visibilidad en televisión para dar a conocer La Fresh Gallery. Todo lo que pasa en estos programas es ficción, e intento incluir un trozo de mi realidad para que me sirva de algo.
¿Qué otras facetas tiene Topacio Fresh?
Ya ninguna (risas). Comparado con la imagen que se puede tener de mí cuando estaba de bailarina y corista con Fangoria, la verdad es que ahora mismo mi otra faceta es muy aburrida: acabo de plantar un huerto, tengo muchos perros, salgo poco, me gusta cenar bien… Tengo una vida de casada desde hace diez años, en definitiva. Me he aburguesado un poco (risas). Pero también tengo que decirte que nunca he sido tan feliz como ahora.