No es sorprendente que algunos de los más influyentes creativos del mundo sean del país del sol naciente. Japón ha sido y es, cuna de una riqueza cultural que aúna como pocas tradición y vanguardismo. De ese fructífero caldo de cultivo que es la cultura oriental, nace el talento del genio multidisciplinar Tokujin Yoshioka, estandarte del diseño contemporáneo y considerado como uno de los creativos más importantes de la última década.
Hablar de él es adentrarse en una de las trayectorias profesionales más poliédricas que existen, pues su abanico de acción abarca desde la arquitectura al diseño, pasando por el arte y el interiorismo. Una mente de lo más inquieta, cuyas raíces nos trasladan a otros de los grandes genios japoneses. Su mentor, compañero y amigo Issey Miyake, para el que ha colaborado en infinidad de ocasiones, o el grandioso Shiro Kuramata han formado parte también de ese proceso que forja la identidad de un artista marcando su trayectoria de una manera muy visible. Las líneas futuristas que definen la estética de su obra, se convirtieron entonces en la mejor excusa para hablar a través del espacio y los objetos de aspectos como los materiales, la luz o la poesía. Partiendo de un herencia vinculada a la tradición japonesa, Yoshioka encontró en los comienzos de su carrera un lenguaje plástico que fundía a la perfección su bagaje cultural con el progreso tecnológico. Esa idea sobre el diseño, algo que nos recuerda a la esencia presente en las inolvidables creaciones de Kuramata, supone una incesante búsqueda de nuevo procesos de producción para llegar a piezas más impactantes y sorprendentes. Y es que, al fin y al cabo, esa es una de las grandes bazas de este genio visionario del diseño. El impacto sobre el espectador, la importancia de transmitir un mensaje que cruce las barreras de lo estético, es ahora leit motiv en todos sus proyectos. Un motor que le ha llevado a picotear de variadísimas disciplinas en pro de redefinir las bases del diseño contemporáneo y buscar nuevos retos creativos.
Tras fundar su propio estudio de diseño en el año 2000 el progreso de su carrera ha sido, si más no, meteórico. Catapultado por sus colaboraciones para Miyake a través del diseño de sus más emblemáticas tiendas, la trayectoria de Yoshioka solo podía seguir ese mismo camino. Galardonado en infinidad de ocasiones en ferias y certámenes de todo el mundo (fue nombrado mejor diseñador en el año 2007), sus proyectos han estado siempre vinculados a una más que selecta lista de clientes. Kartell, Moroso, Driade entre otras grandes casas del diseño de mobiliario, han cazado el talento de Yoshioka en piezas de una fuerza incuestionable. Pero obvio, la moda tampoco ha perdido la ocasión. Los inolvidables escaparates en movimiento para Hermès, sus frascos de perfume para Cartier o los muros floreados para las tiendas Camper se han convertido en iconos del fashion bussines y reclamo para grandes firmas que quieren marcar la diferencia en un sector altamente competitivo. A todo ello cabe sumarle su visión creativa, más allá de las fronteras de lo funcional, para llegar a la dimensión del arte y al lenguaje museístico. Con presencia en algunos de los mejores museos del mundo, véase el de Arte Moderno de Nueva York o el Centre Pompidou de Paris, la faceta más artística de este insaciable creativo habla a través de la grandilocuencia de la luz e interactúa con el espectador en obras que nos sumergen en un mundo puramente sensorial.
Con un carácter marcadamente renacentista, y sin miedo a decir que estamos ante uno de los más grandes diseñadores de nuestro siglo, os dejamos con el trabajo de maestro nipón Tokujin Yoshioka.
Primera imágen: WATER BLOCK, 2002