Elena y Selina Feduchi son a su vez aprendices y artistas de oficios que pasan desapercibidos en la era de la inmediatez. A través de sus piezas únicas, le dan una segunda vida y una reinterpretación a materiales tan duros como el cemento, los hilos de redes o el ladrillo, convirtiéndolos en objetos bellos y frágiles. Primero hermanas, después las mentes creativas detrás de Todo To Do, quienes nos abren la puerta a su mundo, donde aún está todo por construir.
Elena, Selina, antes que nada, empecemos por el principio. Sois hermanas, así que ya sabemos de qué os conocéis, pero, ¿cómo surgió Todo To Do? ¿De dónde vino el nombre?
Surgió a raíz de la exposición Mujer, objeto, a la cual nos invitaron a participar. Fue la primera vez que colaboramos en un proyecto juntas, y a raíz de ahí formamos nuestra propia iniciativa. Por otro lado, Todo To Do refleja nuestra forma de pensar y en lo que creemos, que es ‘todo está hecho, pero al mismo tiempo está todo por hacer’.
Sois hermanas, amigas y ahora también compartís proyecto profesional. ¿Cuál es vuestra forma de trabajar? ¿Qué papel desempeñáis cada una dentro del proyecto?
Trabajamos principalmente a través de la observación de cosas que nos interesan. Más que centrarnos en su diseño nos interesa la cotidianeidad de los objetos y de la gente que nos rodea. Por ejemplo, las dos series que hemos hecho –tituladas Obreras y Rederas– están basadas en los objetos que se utilizan a diario en ambos trabajos. Nos gusta observar cómo trabajan las personas que desempeñan estos oficios (el de obreras y el de rederas) y entender las técnicas que utilizan para, a partir de eso, crear nuestros propios objetos, descontextualizándolos de su entorno original y dándoles otro sentido, como los portamóviles o los floreros. Dentro de Todo To Do trabajamos bastante en sincronía y con la fluidez del momento. Teniendo en cuenta que somos hermanas y que nos conocemos desde que hemos nacido, la coordinación a la hora de crear es bastante natural.
Me gustaría saber más sobre cómo llegáis a estas ideas. ¿De dónde nacen vuestras colecciones? ¿Cuál es el proceso creativo que seguís a la hora de crear vuestros accesorios?
Nuestro proceso creativo es bastante intuitivo, se basa mucho en conocer a las personas y aprender su forma de trabajar. En definitiva, realizar un trabajo de campo y darle una vuelta de tuerca. Por ejemplo, el proyecto Rederas nació porque tenemos familia gallega y todos los veranos vamos a un pueblo de Lugo. Allí tienen una nave enorme y nos parecieron increíbles las redes kilométricas que se almacenan allí y cómo las rederas van cada día a coserlas.
Nos pusimos en contacto con ellas y los pescadores, analizamos sus utensilios de pesca, y a partir de ahí pensamos en nuevas utilidades para esos objetos. Sin ir más lejos, el portamóviles se usa originalmente como una bolsa para guardar el cebo vivo, un producto que lo podrías encontrar directamente en la playa, arrastrado por la marea. Lo que nos interesa es salir de esa primera utilidad, convertir un objeto puramente útil en algo puramente estético.
Nos pusimos en contacto con ellas y los pescadores, analizamos sus utensilios de pesca, y a partir de ahí pensamos en nuevas utilidades para esos objetos. Sin ir más lejos, el portamóviles se usa originalmente como una bolsa para guardar el cebo vivo, un producto que lo podrías encontrar directamente en la playa, arrastrado por la marea. Lo que nos interesa es salir de esa primera utilidad, convertir un objeto puramente útil en algo puramente estético.
Vuestros objetos están hechos a mano y de forma intuitiva. ¿Hasta qué punto puede influir, por ejemplo, vuestro estado de ánimo en el resultado del producto final?
Al tratarse de algo muy intuitivo, tiene mucho que ver con cómo somos nosotras y las cosas que nos gustan. Claramente, cuando estamos más inspiradas en la producción se ve reflejado, pero por lo general nuestras piezas surgen mientras las hacemos.
En vuestras piezas se mezcla lo industrial con lo orgánico de una forma muy fluida y natural, ¿hay algún statement detrás de esta presentación?
Totalmente. Le damos un sentido muy estético a algo muy inerte e industrial, como por ejemplo convertir materiales de obra en un jarrón. Al mismo tiempo, queremos jugar de la metáfora de cómo la naturaleza gana a lo humano, cómo es posible encontrar, por ejemplo, flores creciendo en el asfalto. En la exposición Mujer, florero, en la que empleamos estas piezas, también quisimos poner de manifiesto cómo un contexto tan masculino como es el de las obras se puede encontrar y conversar con un mundo asociado generalmente a lo femenino, como es el de las flores. De esta forma anulamos este encasillamiento entre lo femenino y lo masculino.
En la exposición colectiva Mujer, objeto, presentasteis el primer capítulo de este proyecto a través de Rederas. Más tarde vino Obreras. ¿De qué forma diríais que se conecta vuestro trabajo con la feminidad?
Tiene mucho que ver con nuestra condición de mujeres y de hermanas. Nos cuidamos, nos entendemos, y de ahí también nace nuestro producto, que pertenece a las dos de la misma forma. Al mismo tiempo, queríamos poner sobre la mesa el papel de la mujer como rederas y como obreras, dos profesiones que tienden a invisibilizarse.
Cuando se habla de Todo To Do, sin duda también hablamos de sostenibilidad y reutilización de materiales, ya que defendéis la idea de que nada permanece y todo se puede transformar al adaptarse a otra cotidianidad. ¿Hasta qué punto creéis que estamos concienciados como sociedad del cambio que se avecina?
El hecho de reutilizar materiales y unir algunos nuevos con otros desechados como los escombros es algo muy importante para nosotras. Creemos que este proyecto a día de hoy no tendría sentido sin esta perspectiva de reciclaje, ya que está en el alma de cada pieza.
Trabajáis en un espacio de coworking en Madrid, una ciudad muy rica en el plano cultural, que cuenta además con un buen número de jóvenes talentos que desarrollan su actividad artística desde aquí. ¿Cómo creéis que afecta a Todo To Do este contexto en el que se desarrolla?
Nuestros compañeros nos inspiran y nos dan mucho feedback. Pero al mismo tiempo, estar aquí nos está dando un poco de perspectiva en cuanto a darnos cuenta de que cada proyecto es diferente y necesita unos canales de comunicación y unos tiempos diferentes. Al principio sentíamos la presión de subir contenido a todas horas a Instagram, pero con el tiempo nos hemos dado cuenta de que nuestros proyectos necesitan otro método.