Hay algunas apuestas seguras en la próxima entrega de los Oscars, Avatar: The Way of Water en la categoría de efectos especiales, Angela Bassett a la mejor actriz de reparto, y Cate Blanchett como mejor actriz por dar vida a Lydia Tár en la nueva película de Todd Field. Para su interpretar su papel, la actriz aprendió a tocar el piano, hablar alemán y a dirigir una orquesta, que no es lo mismo que aprender a pilotar un caza, pero casi. El resultado, una actuación superlativa que con toda seguridad le valdrá su tercer estatuilla.
Todd Field, al que muchos podréis poner cara por su papel como pianista en Eyes Wide Shut, dirige su tercera película tras En la habitación (2001) y Juegos secretos (2006). Tár es un film hipnótico que crea una más que palpable incomodidad en el espectador a medida que avanza la historia y vamos conociendo más acerca de Lydia Tár. Esa mujer con una carrera brillante y un EGOT a su espalda, primer directora de la Filarmónica de Berlín, elegante, impecablemente vestida, resulta que es bastante más que todo eso. O bastante menos.
Tár habla sobre el abuso de poder en la era #Metoo y cuestiona si debemos o no valorar con los estándares actuales de conducta a artistas de otra época, como en un más que interesante speech en el que Lydia se pregunta si se tendría que cancelar a Bach y Beethoven y solo escuchar e interpretar a autores con los que coincidamos ideológica y éticamente. Pero a su vez también pone el dedo en otra llaga mucho más lacerante al evidenciar cómo muchas veces pasamos por alto los abusos de la gente que ostenta cierto estatus o consideramos especial y brillante. Todd Field nos empuja lenta y sutilmente, sin que apenas nos vayamos dando cuenta, hasta colocarnos de frente ante la miseria moral de un personaje que creíamos distinto y que Cate Blanchett borda de forma magistral. Y es que la fortaleza de este film, más allá de su protagonista, eso desde luego, radica en la forma en la que su director nos va desvelando la información.
Tár es una película tan elegante, onírica y llena de sutilezas como cruda, rabiosa y aterradora. Y es la forma precisa y armónica en la que va cambiando de marchas e incluso de género lo que cautiva. El filme no juzga (aunque deja alguna que otra pullita aquí y allá, como la mención a la suite Plácido Domingo), sino que presenta diferentes situaciones dejando que el espectador se apañe en todos esos momentos de difícil digestión. Por cierto, si os preguntáis si Lydia Tár existe o existió o si el personaje está inspirado en una persona real, ya os digo que no. No es real. Pero uno de los grandes logros de la película es que consigue que salgas del cine corriendo a Google para saber si Lydia hizo lo que el film nos enseña que hizo.
Cate Blanchett nos regala una actuación de esas que marcan época y que seguramente le valdrá su tercer Oscar (aunque a algunos nos haría especial ilusión que fuera para Michelle Yeoh) y bien merecido será. A Todd Field, Tár le ha valido dos nominaciones, a mejor dirección y mejor guión original. Según las quinielas lo tiene difícil pero desde luego sería un justo ganador.
Tár se estrena hoy en en las salas españolas. Por cierto, ya va siendo hora de que una mujer dirija la Filarmónica de Berlín.
Tár habla sobre el abuso de poder en la era #Metoo y cuestiona si debemos o no valorar con los estándares actuales de conducta a artistas de otra época, como en un más que interesante speech en el que Lydia se pregunta si se tendría que cancelar a Bach y Beethoven y solo escuchar e interpretar a autores con los que coincidamos ideológica y éticamente. Pero a su vez también pone el dedo en otra llaga mucho más lacerante al evidenciar cómo muchas veces pasamos por alto los abusos de la gente que ostenta cierto estatus o consideramos especial y brillante. Todd Field nos empuja lenta y sutilmente, sin que apenas nos vayamos dando cuenta, hasta colocarnos de frente ante la miseria moral de un personaje que creíamos distinto y que Cate Blanchett borda de forma magistral. Y es que la fortaleza de este film, más allá de su protagonista, eso desde luego, radica en la forma en la que su director nos va desvelando la información.
Tár es una película tan elegante, onírica y llena de sutilezas como cruda, rabiosa y aterradora. Y es la forma precisa y armónica en la que va cambiando de marchas e incluso de género lo que cautiva. El filme no juzga (aunque deja alguna que otra pullita aquí y allá, como la mención a la suite Plácido Domingo), sino que presenta diferentes situaciones dejando que el espectador se apañe en todos esos momentos de difícil digestión. Por cierto, si os preguntáis si Lydia Tár existe o existió o si el personaje está inspirado en una persona real, ya os digo que no. No es real. Pero uno de los grandes logros de la película es que consigue que salgas del cine corriendo a Google para saber si Lydia hizo lo que el film nos enseña que hizo.
Cate Blanchett nos regala una actuación de esas que marcan época y que seguramente le valdrá su tercer Oscar (aunque a algunos nos haría especial ilusión que fuera para Michelle Yeoh) y bien merecido será. A Todd Field, Tár le ha valido dos nominaciones, a mejor dirección y mejor guión original. Según las quinielas lo tiene difícil pero desde luego sería un justo ganador.
Tár se estrena hoy en en las salas españolas. Por cierto, ya va siendo hora de que una mujer dirija la Filarmónica de Berlín.