Stefano Colli no diseña objetos ni espacios; construye historias que trascienden formas y materiales. Reconocido con el premio FAD de la Opinión en 2002 y autor del libro Espacio-Identidad-Empresa (2003), Colli combina rigor y emoción en su arquitectura e interiorismo corporativo. Desde su formación en el Milán postmoderno hasta su refugio creativo en Barcelona, nos invita a repensar el acto de crear. En esta entrevista exploramos cómo, en sus manos, el diseño se transforma en un diálogo constante entre razón y emoción, entre lo cotidiano y lo extraordinario.
Hola, Stefano es un placer hablar contigo. Para conocerte mejor, he pensado unas mini preguntas a forma de quiz. Para empezar, tres piezas de diseño que te apasionen.
La gran mesa de comedor de Donald Judd, por la ambigua ironía que se genera entre patas y sillas.
L’aplique Fresnel de Joe Colombo, por su gran esencialidad formal y su gran expresividad. Una pieza magistral.
La silla Plia de Giancarlo Piretti por introducir la transparencia y ser muy innovadora.
Ahora estas tres.¡Dentro de un rato serían otras tres!
Dos artistas que te inspiren.
Me gusta mucho la obra de Chris Burden por su capacidad de llevarlo todo al límite, y también valoro la de Maurizio Cattelan, capaz de dar sentido hasta a la banalidad.
Un espacio que te represente:
La tienda para Gimaguas de Guillermo Santomá con Test. Otro nivel; otra dimensión.
Estudiaste en Milán en una época en que el postmodernismo estaba en pleno apogeo, y tuviste profesores icónicos como Bruno Munari y Enzo Mari. Si miras hacia atrás, ¿hay alguna idea de esa época que te siga marcando?
La inquietud y la curiosidad, siempre explorando lo que hay detrás de las cosas. Porque siempre hay algo más esperando.
¿Qué fue lo que te trajo a Barcelona? ¿Qué fue eso que te hizo decir, este es mi lugar?
Mi mujer, el diseño de los años ochenta en Catalunya, las Olimpiadas del ’92 y el mar. Nada más llegar a Barcelona me apunté a un curso de vela en el puerto.
Sabemos que no eres fan del diseño de autor, pero… ¿qué crees que tus proyectos dicen sobre quién eres?
El diseño puede ser muy generoso con sus usuarios, sin ser egoísta. No debe imponer, sino proponer. Debe ser capaz de escuchar al cliente, al lugar, a su luz, a sus olores y sabores. Antes de hablar, hay que escuchar mucho a todos.
¿Cómo crees que tu infancia en Italia te influenció a la hora de entender los espacios y el mundo?
Vengo de un lugar magnífico, donde el campo es muy bonito. Llegar a considerar especial algo muy normal me interesa y me preocupa a la hora de proyectar. El valor de las cosas normales es, sin duda, algo excepcional para mí.
Dices que la curiosidad es clave en tu proceso creativo. ¿Qué ha sido lo último que te ha despertado curiosidad?
La obra de Virgil Abloh, por su capacidad de ser tan ecléctico. Aunque su carrera fue corta, dejó una huella importante en campos muy distintos entre sí. Al final, arquitectura, diseño de producto, gráfica, moda, dirección de arte o música son diferentes ramas de un mismo árbol. Más recientemente, el músico Rusowsky y el colectivo madrileño Rusia IDK me han cautivado por su sonido tan innovador. Han sido mis hijxs, lxs más pequeñxs, quienes me lo han compartido.
Razón y emoción. ¿Cómo logras que se complementen en tus proyectos?
Siempre hay parte de los dos. Se trata de buscar ese equilibrio inestable entre razón y emoción; hoy todo tiene que funcionar como un reloj, con gran eficiencia, pero al mismo tiempo debe haber algo que lo haga atractivo, bello y memorable. Antes nos preocupaba solo la forma y la función.
¿Dónde encuentras la inspiración para crear algo nuevo? ¿Tienes algún ritual o costumbre que te ayude a inspirarte en cada proyecto?
No creo en la inspiración que llega de repente con ‘música, infusión y lápices de colores’. El momento ‘creativo’ de un proyecto ya lo llevamos dentro, aunque no siempre lo sabemos. Solo hace falta sacarlo, darle forma y verlo claro. La otra parte del proyecto ocupa el noventa por ciento del proceso: el rigor, la precisión y la perseverancia en el desarrollo de una idea son lo realmente difícil y lo menos agradecido. En realidad, creo que muy poco tiempo de todo el camino se dedica a la ‘creatividad’, a la famosa inspiración.
“El diseño puede ser muy generoso con sus usuarios, sin ser egoísta. No debe imponer, sino proponer.”
Hablando de inspiración, cuando ves una peli supongo que te fijas en el diseño y la arquitectura. ¿Recuerdas alguna que te haya impresionado mucho?
Siempre me fijo en los espacios y su diseño. Deformación profesional. Recientemente, una película que me ha llamado la atención es Children of Men, del director mexicano Alfonso Cuarón. En ella se crea una estética muy concreta y cuidadosamente estudiada. En general, la ciencia ficción siempre me ha interesado mucho, especialmente por los espacios que propone.
Estamos viviendo unos desastres naturales espantosos. ¿Cómo afrontas la crisis climática en tus proyectos?
Creo que, además de utilizar materiales más ecológicos o evitar aquellos que son nocivos para el medio ambiente o la salud, podemos contribuir a la sostenibilidad de nuestro planeta creando espacios más duraderos. Menos enfocados en la moda o las tendencias, y más en lo sincero. Nuestro trabajo suele ser efímero, desechado rápidamente por algo nuevo. Yo prefiero diseñar espacios que sean verdaderos y que perduren.
La luz es un elemento muy presente en tu trabajo. ¿Qué representa para ti?
Está claro que la luz puede transformar por completo la percepción de un mismo espacio. Su tipo, color e intensidad hacen que un mismo lugar parezca totalmente diferente. Artistas como James Turrell, Dan Flavin o Olafur Eliasson han trabajado con la luz en sus obras, destacando su importancia en el espacio. Son referentes inevitables.
Algunos de tus proyectos son la rehabilitación de espacios, como Mas Vell. ¿Cómo mantienes la esencia y la historia de esos lugares cuando decides renovarlos?
En el mismo espacio está la historia de un lugar, y hay que mirarlo con humildad. Es necesario ser cautos para poder verla. En el Restaurante Mas Vell se establece un diálogo que me interesa entre lo que ya existía y lo que hemos añadido. En lugar de incorporar elementos ‘libremente’, hemos revelado aquellos que ya estaban presentes y hemos introducido algunos nuevos que podrían haber formado parte del lugar desde siempre. Así, el usuario nunca sabe si algo es nuevo o si siempre ha estado allí.
Cuéntanos sobre tu nuevo proyecto en el Perelló. Me hace muchísima ilusión porque pasé mis veranos de infancia allí, rodeada de olivos, piedra seca y ese silencio tan especial. ¿Cómo lograste que el diseño capturara y preservara esa esencia única del lugar?
Al igual que en El Mas Vell, en la vivienda de El Perelló existía algo muy especial y al mismo tiempo anónimo, muy característico del lugar. En este proyecto trabajé junto con la clienta con mucha contención para evitar obtener un espacio excesivamente diseñado o demasiado sofisticado. El lugar, una vez más, nos indicó el camino a seguir. No sería correcto diseñar algo que no fuera fiel a su esencia, algo que no correspondiera con ese entorno. El resultado fue muy agradecido y sincero: unas casas con un jardín y una alberca en una huerta de olivos. Nada más que eso. Un trabajo de contención.
¿Crees que en general la gente es consciente del espacio que habita? ¿Qué consejos les darías a nuestros lectores para conectar mejor con estos espacios?
No, consciente no lo creo. La gente suele buscar algo especial, maravilloso, algo que ha visto en algún lugar del mundo o en las redes sociales; la gran mayoría. No intentemos hacer lo que no es. Lo que tenemos es lo que hay; no tratemos de recrear algo que no corresponde. No es real.
Llevas años enseñando en Elisava. Si tuvieras que resumir en una sola idea lo que te gustaría que tus alumnos lleven al mundo del diseño, ¿cuál sería?
Ser conscientes de que el diseño es una herramienta poderosa pero que puede convertirse en un arma peligrosa, tanto para ellos mismos como para su profesión y la sociedad. Hacer siempre lo que sientan y lo que quieran, pero sabiendo escuchar a los demás y formando una opinión propia antes de hablar o diseñar.
Y si hablamos de lecciones, ¿qué es lo más valioso que has aprendido tú de tus alumnos?
El atrevimiento de las nuevas generaciones. Que nunca pierdan esa valentía a lo largo del camino.
Y, para terminar, si pudieras soñar sin límites, ¿qué tipo de proyecto te gustaría dejar como legado?
Un puesto de bacalao en un mercado. De esos de siempre, con mármol y bañeras de agua para desalar el bacalao seco. Parece una broma, pero es así. Y si hablamos de algo más grande, me gustaría un proyecto con repercusión, como un hotel que sea capaz de repensar el papel del turismo en una gran ciudad hoy en día.