Cuarenta y una ediciones de un festival de artes escénicas en torno al imaginario greco-latino es, sin duda, una cosa excepcional. Aún más cuando recordamos dónde se celebra y que es el único momento del año donde el teatro de Sagunt vuelve a cumplir la función para la que se diseñó y abandona su carácter turístico. Un privilegio patrimonial de la costa mediterránea que, año tras año, nos enamora con su programación. El de 2024, gracias a Inma Expósito, no ha sido para menos. Os contamos cómo fue parte el primer fin de semana de Sagunt A Escena. Pero atentos, porque el festival se celebra hasta el 25 de agosto, así que todavía hay margen para que busquéis las obras que más os interesan.
Jardí tancat / Duende / Na floresta, de la Compañía Nacho Duato
Nosotros estuvimos ahí para vivir la inauguración del ciclo de la mano de Nacho Duato. La estrella internacional de la danza presentaba por primera vez a su compañía de baile, la CND. Si es casual o no que estas siglas coincidan con la Compañía Nacional de Danza, de la que Duato fue director durante diez años, lo dejamos a la imaginación del lector.
Presentó tres coreografías de su propia hemeroteca: Jardí tancat, Duende y Na Floresta. Piezas cuya creación se remonta alrededor de la década de los noventa y que llevaban más de veinte años sin representarse. A esta presión debemos añadirle el debut de los bailarines, casi recién graduados de su escuela. Son ellos la primera generación de afortunados que acompañarán a Duato durante los próximos dos años debido al carácter pedagógico y rotativo de la compañía. Sin duda, una lanzadera para ellos y un sello de garantía para nosotros.
Durante el primer acto se sentía una clara fuerza de lo catalán, perceptible también en las melodías de Maria del Mar Bonet. El vestuario era poco pretencioso. Tonos ocres y terracota vestían camisas y faldas largas que acompañaban el gesto acrobático de los bailarines. Una coreografía colectivista que se inspira en el huerto y el pueblo labrador, y se divierte danzando este canto a capella. Apenas escenografía, solo unas tallas redondas de madera sobre el escenario que simulan una zanja, en la austera línea de Duato.
Duende comienza entre flautas, violines y arpas. Una segunda parte que dejaba el protagonismo a los pasos a dos, emblema ya del coreógrafo valenciano. Las parejas entre bailarines se mantuvieron a lo largo de los tres actos. Quizá sea por la música de Debussy o quizá porque aquí sí aparecían aquellos leggins y algún ligero tútu; pero ahora sí era más evidente el peso del ballet tradicional. También destacaban las figuras logradas a través de la corporalidad y la colocación de los bailarines en el escenario.
Me atrevería a decir que, por último, Na Floresta es la obra perfecta para entender a Duato sin conocer su obra previa. Un ensamble de muchos de los elementos anteriormente mencionados que se combinan en una oda a la naturaleza y a lo orgánico. Secuencias rápidas y con fluidez que se enmarcan en la música folklórica del brasileño Heitor Villa-Lobos.
Mascletà poética, de Visitants
Al día siguiente era la calle quien nos recibía, recién bajados de la cávea de la más alta cultura. La compañía de calle Visitants se servía de una instalación escénica participativa que recreaba una Mascletà, con la diferencia de que en donde antes había petardos ahora encontramos las palabras del poeta valenciano Vicent Andrés Estellés.
Una experiencia inmersiva que acerca la poesía regional al pueblo de Sagunt, y entre cuyo público encontramos abuelos, niños, y turistas de la cultura (nosotros). Muchos de estos niños al acabar la obra corrían arrancando poemas del tendido de la instalación, como creando un gran ramo de flores lírico espontáneo, lleno de juego. Los sonidos de los versos son el motor central de la obra, despojando al tiempo a las palabras de significado para convertirlas en explosiones, cohetes, pirotecnia. El espectáculo acaba en una gran rave de la poesía, con música tipo Chimbo Bayo. Todo muy Valencia coded.