No existe un acto más poético que la caída. Puede que caigamos sobre un lecho de almohadas perfumadas, puede que nos devoren los cocodrilos. Por poder, puede hasta que nos crezcan alas y echemos a volar antes de llegar al suelo. Y es que el que no cae no arriesga y, como ya sabemos, el que no arriesga no gana. Nosotros de momento nos hemos lanzado y hemos ganado una entrevista con uno de los artistas más interesantes del momento. Richard Mascherin es el español de moda. Richard es el creador que se ha metido en el bolsillo con sus performances a espacios tan relevantes como Teatros del Canal (He aquí un acto romántico) y la embajada de España en Roma (Cadere a Roma). También ha colaborado con fotógrafos como Juan Borgognoni, elegido por Vogue Italia también como uno de los españoles del momento.
  
¿Verdad que todo te suena a crème brûlée? Pues no hemos hecho nada más que empezar. Mascherin se define como un teatrero al que le gusta ver ficción donde otros no ven más que realidad. Y añadirle música alta, muy alta, para enseñarnos que los minutos que componen los días son en verdad piezas cargadas de simbolismo. Y es que los artistas buenos solo saben definirse con metáforas. Somos los periodistas los que luego jugamos con las palabras para poner a cada uno en su lugar. Y en este monótono día a día, donde habitan las frases, Richard lo carga de imágenes. Caídas. Ritmo. Mensajes.
Yo he sido inmensamente feliz de poder tirarme con él en su vacío. Ahora te te toca a ti leerte esta entrevista y dejarte caer. Seguro que al levantarte algo habrás aprendido. O quizá no. En cualquiera de los casos, no conozco ningún acto romántico que haya trascendido por su utilidad.   
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¡Hola Richard! Es lo más poder entrevistarte para METAL. Estamos impresionados con tu trabajo. No obstante, para todos los que aún no te conozcan, ¿quién es Richard Mascherin? ¿Cómo te presentarías en términos de creador? 
Richard Mascherin a veces no sé quién es. Creo que es alguien que intenta ser feliz y hacer cosas para poder entenderse mejor a sí mismo y al mundo que le rodea. Es alguien que se emociona mucho cuando ve a gente que le interesa la caída, su trabajo y lo prueba. Es un apasionado. Un personaje caricaturesco y dramático a veces. Alguien que no se aguanta y quiere salir a la calle a correr. No sé, él ahí sigue, ahí va.
Me presento muchas veces como un teatrero al que le encanta ver ficción en cualquier sitio y mezclarlo con realismo con música muy alta (risas).Y seriamente: creador escénico que a través de una mirada cinematográfica y performática cae en la danza contemporánea.   
Esto me lleva a preguntarte, los espacios donde has hecho performances son alucinantes, ¡wow! ¿Es el espacio el que marca el ritmo de la performance o al contrario? ¿Empiezas a crear a partir del entorno o todo cuadra en algún momento? 
Pienso que todo puede ayudar a marcar un ritmo, no solo el espacio. Para mí, como creador escénico, es importante que penetre en la performance, pienso mucho en cómo romperlo y salir de lo que se ve a simple vista, buscar otro rincón escondido en él. Me suele interesar sacarlo de contexto, que el espectador se olvide de ese espacio y se centre en otras cosas. El espacio natural me motiva, me da una textura, una cualidad, ideas. Después, me gusta ir a un espacio vacío sin distracciones para inspeccionar y desarrollar aquello que sentí o imaginé. 
¿Qué papel tienen en tu performance las imágenes que utilizas? Gente como Lúa Ribera o Sam Fuentes, ¿son también fuentes de inspiración? ¿Cómo es tu proceso de selección? ¿Aparecen de manera espontánea o ha habido un proceso de búsqueda anterior? 
Cuando las imágenes me impactan, me contaminan en el buen sentido de la palabra. Me hacen tener una línea dramatúrgica en mis creaciones. Cuando me fotografían sin estar buscando algo, improvisando, consiguen plasmar y visibilizar algo que me está sucediendo y no veo, consiguen que me dé cuenta de algo para tener una idea que me lleve a otra, y así ilusionarme y, por consiguiente, crear.
Este proyecto en el que llevo con rodillas y codos en el suelo desde 2020 me ha dado la posibilidad de poder trabajar con muchas artistas comprometidas fielmente con sus trabajos e ideas. Siento que son parte, que pasan por el proyecto por destino para contar algo con otra perspectiva diferente y única. Cuando miro esos trabajos fotográficos, audiovisuales o piezas escénicas, me hacen recordar por qué estoy haciendo esto y cuál es el motor.  
Cuéntanos un poco sobre ser un especialista de escenas de riesgo, ¡qué maravilla! Entiendo que, de alguna forma, ha marcado tu relación entre cuerpo, riesgo, adrenalina e imagen. ¿Tiene la belleza siempre algo de violento? 
Antes trabajé en compañías de danza donde exploré la caída. Esto me llevó a querer estudiar la especialidad de escenas de riesgos. En una escuela de stunts de Madrid, exploré diferentes caídas saltando de rincones de diferentes alturas, como por ejemplo un andamio de ocho metros. Poco a poco, durante todo estos años en compañías de danza, por mi cuenta propia, en la escuela y ahora en mi proyecto, he podido desarrollar una técnica corporal para no hacerme tanto daño, pero la verdad es que no todo sale tan bien, en varios momentos me rompí y luxé partes del cuerpo. Esto me marcó y me hizo mirar más allá, necesitar y querer lo poético de la caída, lo romántico en ella y sus otras mil perspectivas.
Hay bellezas que impactan, chocan contra ti como en un accidente, y que están conectadas y se relacionan con lo violento. No solo la belleza sino también los sentimientos, las emociones, las relaciones, la vida, el amor… Pero quiero creer que no siempre es así.  
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Entremos ahora a hablar del proyecto en Teatros del Canal, que presentabas hace escasas semanas. El nombre de la obra no me puede gustar más, He aquí un acto romántico. Para empezar ¿Cómo surge el nombre? ¿Qué es para ti un acto romántico en 2023? 
Lo estrené en la Sala Negra de Teatros del Canal a finales de septiembre. ¡Estaba muy emocionado! Esta obra surge de la idea de romantizar la caída por necesidad e interés. Por otro lado, siempre me ha cautivado el movimiento romántico. Quería proponer algo concreto y específico para el público, sin ir por las ramas y caminos largos. Quien vea la obra ve un acto romántico, así que He aquí un acto romántico era el mejor nombre. Además, quería enamorarme, y así sucedió.
Cada día hay un acto romántico, la violencia está dentro de esa idea. Nos han vendido lo romántico y sentimos necesitarlo, pero lo tóxico está ahí siempre, dentro. Lo vivimos de cerca, está en nuestros ojos y en nuestro pensamiento. Rabiosa actualidad: cuando alguien besa a alguien indebidamente y violentamente utilizando el poder, sin tener consentimiento alguno.  
¿Cómo definirías la pieza?
Esta obra habla de cuerpos que quieren transitar distintas situaciones violentas para volverse canales divinos y trascenderlas. Se trata de la relación entre la violencia y el amor; del amor romántico, enfocándonos en lo tóxico. Utilizamos la violencia como rito y herramienta para salir temporalmente del cuerpo, algo que está siempre muy presente en la estética romántica y en sus múltiples poéticas del suicidio. Entramos y salimos de los cuerpos que proponemos en escena como sacerdotes.
Hay dos actos muy especiales que atraviesan mi pecho y lo rompe en dos. Uno es interpretado por Lucía Montes, que busca la violencia a través de la manipulación de su cuerpo para purificarse como rito. Y otro momento es el acto del intérprete Javier Mario, que se declara a los cuatro vientos diciendo que el amor que siente es infinito, que no le haces falta para vivir en ti, que tu cuerpo le sobra para vivir en ti, que tu cuerpo no existe pero tú sí, que ese amor existe, que cree en ti y que con eso basta. Se emplea un texto original impecable y penetrante de la mano del dramaturgo Sergio Martínez Vila.  
En esta nueva obra sigues reflexionando sobre la idea de la caída. ¿Por qué nos cuesta tanto hoy en día asumir que a veces simplemente caemos, nos quebramos? El acto de caída, ¿supone para ti siempre un contra-acto de levantamiento? 
Es lo natural y debemos asumirlo. Entiendo que queremos el éxito, la subida, lo ideal, estar bien siempre y cómodos. Pero lo natural e inevitable es caer y fracasar, quieras o no quieras. Es importante estar bien haciéndolo, caer, y saber hacerlo bien, no te queda otra que asumir, aprender e impulsarte. 
¿Qué esperas de tu público al salir de tus performances? A veces vemos algo, reflexionamos de manera intensa durante ese periodo de tiempo y luego la vida simplemente sigue su curso. La gravedad al final también empuja nuestros actos ¿Es eso también algo en lo que reflexionas durante la obra? 
Que sientan. La obra reflexiona sobre el peso y la carga que tiene lo físico con lo emocional. Se empujan entre sí. Se retratan y cuestionan las herramientas que utilizamos para purificarnos, para conseguir y complacer nuestras necesidades, y con ello saciarnos. ¿Dónde están los límites? 
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¿Recuerdas alguna performance memorable? ¿Alguna en la que te sintieras especialmente conectado? 
Ha habido muchos momentos memorables. Me impactó la sala sinfónica del Auditorio de Tenerife. Una performance que hice en Roma, en la Galeria Cosmo Trastevere. Pero me quedo con uno que vivimos hace muy poco, fue muy especial e importante. Ocurrió en el Espacio Cultural El Tanque. Fue un regalo al proyecto y al esfuerzo que hemos hecho durante estos años. Se hizo un site-specific con la performance Caer, caer, caer, la proyección de la película He aquí un cuerpo que cae, que realicé con Sam Fuentes, y con música en directo por parte de Alejandro Da Rocha (compañero de caídas desde los inicios) y Alberto Cernadas. Fue increíble vivir el sonido dentro de un tanque metálico enorme con una acústica única, unas visuales proyectadas en una pantalla de bidones de plástico en 180 grados con una altura de cinco metros y más de quince metros de ancho. Impresionante vivir la caída dentro de todo ese organismo. 
¿Cuál es para ti la gran herencia histórica de la performance? ¿Dónde empezó todo? 
Hay una larga lista de artistas que activaron y revolucionaron la idea de la performance, y contextos que lo propiciaron. En mi caso, me topé con uno que me cautivó, él es Bas Jan Ader. Me di cuenta que teníamos mucho en común. Indagué y quise acercarme a sus inquietudes, a sus caídas, a su pensamiento. Él es en mi proyecto un gran detonador.  
Y para terminar, ¿algún espacio soñado en el que te morirías por poder experimentar? 
Ojalá la Sala Roja de Teatros del Canal (risas). Sueño con estrenar algún día alguna obra allí con muchxs intérpretes. También me motiva el Palais de Tokyo, en París. Joder que sí. Quizás algún día. 
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