Le gusta salir a pasear cámara en mano, nutrirse de todo aquello que le rodea. Cualquier excusa es buena para fotografía su contexto, esas experiencias inesperadas con el paisaje como telón de fondo. Natural de Orihuela, Ricardo Cases nos descubre el litoral levantino, para él una fuente de inspiración constante, un lugar que considera “un gran caladero de fotos por la belleza del paisaje y la personalidad de la gente, repleto de contradicciones y una historia reciente llena de pasajes absurdos”.
Hablamos con él sobre su fotografía, su día a día, de algunos de sus proyectos más recientes y, cómo no, de su última exposición, una retrospectiva sobre sus cinco últimos trabajos que tendrá lugar en la Sala Canal de Isabel II de Madrid hasta el 20 de julio.
¿Recuerdas tu primer contacto con la fotografía? ¿Cómo paso de ser algo que te interesaba a convertirse en tu modo de expresión?
Esto pasó en el cuarto oscuro de la facultad de periodismo de la Universidad del País Vasco en Bilbao. Una vez que tuve la primera experiencia revelando y positivando mis propias fotos comenzó una relación de amor con la fotografía que me dura hasta hoy. Y tiene pinta que mañana también seguirá funcionando.
Tu fotografía es un reflejo de la sociedad y de ciertas situaciones. Son imágenes que plantean preguntas y buscan respuestas. ¿Cómo definirías tu identidad como artista? ¿Cuáles son tus preocupaciones, tus dudas y cómo se plasman en tu fotografía?
Me gusta salir a pasear con la cámara por el entorno más próximo –alrededor de mi casa– y que la experiencia me proporcione las ideas que desarrollo. Esto quiere decir que lo que me suele interesar son las cosas que supuestamente conozco debido a la proximidad. Me gusta contar asuntos relacionados con la manera de ser de la gente que me rodea, con el contexto en el que vivimos y con el paisaje como telón de fondo. Llevo un tiempo dejando todo el peso en mis propias fotos. Me gusta pensar que son las fotos que hago las que me indican el camino de los trabajos, las que me dan las pistas sobre lo que estoy contando. Normalmente las ideas surgen en casa seleccionando y jugando con grupos de fotos.
Eso me lleva a pensar en el proceso creativo de obras, a mi parecer, tan complejas. ¿Cómo te sueles plantar un proyecto? ¿Van primero las imágenes o más bien el tema ya está ahí, esperando a ser relatado?
Conforme he ido haciendo trabajos la tendencia ha sido hacia lo primero, es decir, a que el tema vaya cristalizándose poco a poco. De hecho, con El porqué de las naranjas sucedió que busqué un título que me permitiera hacer fotos despreocupándome del tema. Finalmente, lo que más me interesa de todo esto es salir por ahí a vagabundear con la cámara, dejarme llevar por excusas tan sencillas como una luz interesante o una conversación con un agricultor sobre el fin del mundo y llegar a casa con una colección de experiencias inesperadas y unas cuantas fotos más o menos interesantes. Las ideas van surgiendo lenta o inesperadamente como consecuencia de todo esto.
Por otro lado ¿cuáles dirías que son los contextos que prefieres fotografiar? En otras palabras, ¿cuál sería tu ambiente de trabajo ideal?
Desde hace ocho años, todo el litoral levantino. Tiene toda esta costa, desde Peñíscola a Almería, un aroma que me resulta familiar y exótico a la vez, algo así como si mi pueblo se fuera reinventando en cada otro pueblo que me voy encontrando por la costa mediterránea. Para mí, el Levante es un gran caladero de fotos por la belleza del paisaje y la personalidad de la gente, por sus contradicciones, por una historia reciente llena de pasajes absurdos.
Algo a destacar de tu obra es que cada una de ellas va acompañada por su relato, por una declaración de intenciones, por un texto. ¿Por qué te decantaste por esta manera de expresarte? ¿Qué dimensión les dan los textos a las imágenes?
Unas veces son parte fundamental del trabajo (en el caso de Sol, El blanco o Podría haberse evitado) y otras son apoyos para comunicar mejor la idea del trabajo en la web, las librería, etc.
Cuando nos fijamos en tu Instagram vemos que es conciso, nada extenso. De hecho, la mayoría son imágenes de Sol, tu último trabajo. ¿Qué opinas de las redes sociales como medio de expresión para el artista a nivel personal?
En mi caso particular me parece una herramienta estupenda para dar visibilidad a trabajos ya realizados, a comunicar la publicación de un libro o la presentación de una exposición. No me gusta mostrar los procesos de trabajo (nunca sé dónde me va a llevar) o usarla como álbum familiar. Prefiero dedicar el tiempo a hacer fotos.
Tu último proyecto, Sol, pretende indagar en los clichés de la costa levantina ¿Qué te llevó a realizarlo? ¿Nos puedes contar un poco más?
Este trabajo nace como consecuencia del anterior. Al publicar El porqué de las naranjas surgió esta idea infantil de tratar de contar el sol manteniendo el lenguaje e incluso el planteamiento anterior, es decir, que traté de tirar del hilo de un símbolo muy local para desarrollar un pequeño ensayo sobre su identidad.
La mayoría de tus obras quedan recogidas en publicaciones físicas. ¿Cuándo y por qué te decidiste a plasmar tu obra en papel?
Mi formación como fotógrafo ha estado siempre relacionada con los libros. Desde que entré a formar parte del colectivo Blank Paper he podido disfrutar de la historia de la fotografía a través de los libros, y en cuanto pude madurar un proyecto surgió de un modo natural la necesidad de publicarlo. La considero la mejor herramienta para el fotógrafo por sus posibilidades narrativas y su capacidad para perdurar y llegar a lugares y gentes insospechados. Me interesa mucho esta idea romántica de que tu trabajo vaya viajando sin control de lugar en lugar.
Hasta el 20 de julio tenemos una cita con tus últimos cinco trabajos en la Sala Canal de Isabel II en Madrid. ¿Cómo se planteó esta oportunidad?
La Comunidad de Madrid me pidió una propuesta expositiva para esta sala en 2016 y planteé un dossier con una revisión de mis cinco últimos trabajos. Desde el 2010 llevo viviendo y trabajando en Valencia y todos estos proyectos tienen como telón de fondo el paisaje levantino. La exposición, que estará hasta el 20 de julio, se llama como mi último proyecto, Estudio elemental del Levante, y viene a ser una especie de crónica sentimental del lugar de donde soy y donde vivo. Son trabajos que tratan de jugar con la manera de ser y el contexto de un lugar, de un paisaje privilegiado y maltratado, con una luz cegadora y un color imponente.
La exposición es una muestra por tu obra más reciente ¿Hay alguna fotografía o serie a la que le tengas un cariño especial? ¿Y alguna que deseas hacer con todas tus fuerzas y aun no has podido realizar?
Le tengo especial cariño a Paloma al aire porque me ha abierto muchas puertas tanto profesionales como personales. La foto que deseo hacer está en la calle esperándome y, lo mejor de todo, es que no sé ni cuándo ni dónde va a aparecer. Lo que más me interesa de esto es la aventura que supone coger una cámara y echar a andar como pollo sin cabeza. Es una excusa perfecta para salir y vivir.
Tu obra ha viajado alrededor del mundo y, aparentemente, sin hacer gran uso de herramientas como las redes sociales. Podríamos decir que en cierto modo eres un fotógrafo a la vieja usanza, pero sobre todo un artista con las ideas muy claras. ¿Qué le recomendarías a un fotógrafo que justo acaba de empezar?
Tengo una confianza absoluta en el trabajo, en la perseverancia, en evitar las prisas y disfrutar con la maduración de un proyecto.
Y para ir cerrando, ¿qué le depara el futuro próximo a Ricardo Cases? ¿Algún proyecto entre manos?
Sigo metido de lleno en el Estudio elemental del Levante y en preparar un futuro libro con este trabajo.