La Fundación de La Nave Salinas de Ibiza tiene el orgullo de acoger a su primer artista español, el madrileño Rafa Macarrón con la exposición El Bañista/The Bather. La muestra podrá visitarse hasta el 31 de octubre y reúne más de quince pinturas de diversos formatos, todas ellas realizadas en este mismo año.
La temática estival se debe al pensamiento de Macarrón sobre el entorno relativo a la isla pitiusa y a la reflexión sobre la naturaleza. “Estos lienzos tratan del renacer, hablan de la nueva esperanza de vida, y, nada mejor para ello, que intentar reflejarlo en el verano, en las playas de Ibiza, con la luz y el azul del Mediterráneo. Es el retrato del día a día de una persona feliz” cuenta el artista sobre la exposición.
Cayendo en el tópico habitual de la crítica contemporánea, que obliga a categorizar y crear genealogías artísticas, podríamos entender a Macarrón como expresionismo porque nace de un gesto, pero también lo encajaremos en nueva figuración. Su obra se expresa a través de un humor blanco familiar a los inicios de Jean Dubuffet, que casa con el aprecio por el grafiti de Jean-Michel Basquiat y culmina con un uso de personajes similar al de Joan Miró. “Empecé a probar con las deformaciones y vi que funcionaban muy bien. Es un poco como crear tus propios personajes, cada uno con su propia alma” expresa el artista sobre sus obras.
A pesar de haber creado un lenguaje visual universal que ha causado furor en Hong Kong, Miami, o Bogotá; Macarrón es sin duda hijo de la tradición española. Hallamos también en Pablo Picasso esa deformación de sujetos antropomórficos, que resulta a posteriori en una figuración fantástica con derivaciones de abstracción y surrealismo. Además, para la muestra el artista ha incluido unas colosales pinturas negras de formatos verticales, donde se superponen escenas de playas superpobladas con figuras solitarias. No podemos sino acordarnos de las propias pinturas negras de Francisco de Goya, y de la habilidad de ambos artistas para crear un universo visual tan definido y reconocible.
Cayendo en el tópico habitual de la crítica contemporánea, que obliga a categorizar y crear genealogías artísticas, podríamos entender a Macarrón como expresionismo porque nace de un gesto, pero también lo encajaremos en nueva figuración. Su obra se expresa a través de un humor blanco familiar a los inicios de Jean Dubuffet, que casa con el aprecio por el grafiti de Jean-Michel Basquiat y culmina con un uso de personajes similar al de Joan Miró. “Empecé a probar con las deformaciones y vi que funcionaban muy bien. Es un poco como crear tus propios personajes, cada uno con su propia alma” expresa el artista sobre sus obras.
A pesar de haber creado un lenguaje visual universal que ha causado furor en Hong Kong, Miami, o Bogotá; Macarrón es sin duda hijo de la tradición española. Hallamos también en Pablo Picasso esa deformación de sujetos antropomórficos, que resulta a posteriori en una figuración fantástica con derivaciones de abstracción y surrealismo. Además, para la muestra el artista ha incluido unas colosales pinturas negras de formatos verticales, donde se superponen escenas de playas superpobladas con figuras solitarias. No podemos sino acordarnos de las propias pinturas negras de Francisco de Goya, y de la habilidad de ambos artistas para crear un universo visual tan definido y reconocible.