“Tengo un especial interés por conocer las biografías de artistas y entender cómo determinadas experiencias se reflejan en sus obras o viceversa”, nos cuenta el cineasta Pol Merchan en esta entrevista. Este sábado, su cortometraje documental El jardín de los faunos se proyecta en el festival Dart de Barcelona. En él, el director afincado en Berlín nos adentra en la vida y obra de Nazario, el revolucionario artista que desafió convenciones sociales mostrando sin tapujos relaciones homosexuales y presentando personajes LGBTQ+ a través de sus cómics. Hoy hablamos con él sobre intimidad, la mirada política, el sexo en la tercera edad y sus futuros proyectos.
Hola Pol, gracias por hablar con METAL. ¿Qué tal estás hoy, y desde dónde nos respondes?
Hola Aleix, os escribo desde Berlín, ciudad donde resido. El día está bonito, bañado de nieve tras una primera nevada, así que conectar mentalmente con Barcelona seguro que trae un poco de luz mediterránea.
El mundo del audiovisual es lo tuyo, más concretamente el cine. ¿Cómo nace esa pasión por la gran pantalla? ¿Algún primer recuerdo clave en tu desarrollo como cineasta?
Mi pasión por el medio audiovisual nació cuando era muy joven. El cine funcionaba como un refugio, una vía de escape y al mismo tiempo como un lugar de exploración identitaria y corporal. Recuerdo el impacto que causaron en mi películas tan contrastadas como Gertrud, de Carl Theodor Dreyer, o Alien: el octavo pasajero, que presentan mujeres fuertes o masculinas. Me fascinaba la ciencia ficción, especialmente David Cronenberg y esos mundos extraños donde las corporalidades mutan.
Además de director, también eres curator en el festival berlinés Xposed Queer Film Fest. Cuéntanos un poco más sobre ese proyecto y qué esperas aportar con tu mirada/criterio.
Llevo varios años como comisario en el Xposed Festival, realmente es un trabajo que adoro y me fascina. El festival tendrá su decimoctava edición y ha ido creciendo cada año, no solamente en la cantidad de películas sino también con workshops, paneles o hasta ayudas para nuevas producciones de cortos. También ponemos el foco en la inclusividad, proporcionando subtítulos con descripción auditiva o traducciones en lenguaje de signos en las presentaciones.
Mi criterio está influenciado por mi trayectoria como artista y mis experiencias vitales. Me interesan especialmente películas que trascienden formas clásicas narrativas, que juegan con las temporalidades, que se adentran al cuerpo y las entrañas del medio audiovisual. Películas que me sorprenden formalmente, conceptualmente, narrativamente y que tienen bases éticas de producción.
Hablemos de otro festival, el Dart, donde presentas El jardín de los faunos, sobre el trabajo de Nazario. ¿Recuerdas el momento en el que conoces su obra? ¿Qué provocó en ti?
El mundo del cómic también me interesó desde muy joven ya que me abría a experiencias y voces que raramente encontraba en otros tipos de literatura. Había visto historietas de Nazario en el Víbora, pero en esa época no me interesaban especialmente o no entendía su contexto. Ahora sí que puedo conectar o dialogar con los cómics que realizó en los 80 y 90, pero realmente lo que más me fascinó descubrir fue su trabajo pictórico de extrema sensibilidad por el color y la luz. Su obra fotográfica también me sorprendió. Imágenes que captura desde su ventana o en privado de sus amigos y amantes, documentando el día a día, lo cotidiano. Su forma de producción ha ido mutando con el tiempo pero el motor creativo no se detiene.
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¿En qué momento decidiste que tu siguiente cortometraje tenía que ser sobre él?
En el 2020 empecé una investigación sobre la contracultura en Barcelona y me adentré al barrio del Raval a través de la novela Diario del ladrón, de Jean Genet. Casualmente encontré una ilustración de Nazario que hacía referencia a la novela Pompas fúnebres del escritor y decidí contactarle. Allí empezaron una serie de visitas, largas horas de charlas sobre la vida, el arte, el amor, la pulsión sexual, que transcurrieron durante aproximadamente un año.
¿Se mostró Nazario interesado en participar desde el principio? ¿Cómo ha sido trabajar con él?
Nazario es una persona extremadamente cinéfila y generosa, y desde el principio sentí que tenía interés en colaborar en una producción fílmica. Nuestras sensibilidades conectaron y nos caímos bien mutuamente. Pero el camino fue largo y por supuesto surgieron tensiones entre nosotros que supimos manejar.
Ambos teníamos una idea inicial algo quijotesca en su envergadura, una adaptación cinematográfica del cómic Anarcoma, que con el tiempo fuimos dejando de lado. La pandemia también se puso entre medio. Trabajar con él ha sido sin duda muy inspirador y es bonito ver como este proyecto ha generado una entrañable amistad.
En el documental observamos como el artista se abre totalmente. Incluso llega a desembalar su pasado para desnudarse ante la cámara. Crear esta intimidad y buena conexión no es fácil, ¿de qué manera te aproximas a los sujetos de los que hablas para conseguirlo? ¿Qué sentiste al ver tanta entrega por su parte?
Para que se cree un lazo de confianza y que una persona se abra se necesita tiempo. Yo soy una persona muy paciente y esperé hasta que llegó el momento de poder introducir un pequeño equipo y una cámara en su vida. Lo más importante pienso es estar presente y dejar que las cosas fluyan como tengan que fluir. Acordamos filmar una mañana e ir viendo dependiendo de la energía. Pactamos un segundo día, un tercero y un cuarto. Nazario abriendo cajones, armarios, sacando recuerdos, fotos, cachivaches. Fueron unos días muy conmovedores e íntimos, en los que la presencia de Alejandro iba apareciendo en cada historia y rincón de la casa.
En el corto se observa cómo entrelazas lo personal con lo artístico para explicar la figura de Nazario. ¿El artista no se puede desligar de su obra, aunque haya gente que opine lo contrario?
Ni Nazario ni yo queríamos hacer un documental clásico. Su obra y su vida están entrelazadas, Nazario aparece dentro de sus comics o pinta su entorno más cotidiano. Quería que la película se adentrara en su vida íntima al igual que en su obra, pero fue en el proceso de edición cuando decidimos que contaríamos la historia de amor entre Nazario y Alejandro. Yo soy un romántico y esta historia realmente es de película.
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¿Qué sería de la obra de Nazario sin la existencia de Alejandro?
Nazario y Alejando tuvieron una relación de casi cuarenta años, ambos llegaron a Barcelona en los 70 desde Andalucía. Alejandro también era artista, hacía figuras de papé maché muy bonitas, aparte de dominar las artes de la jardinería. Alejandro se entretenía cultivando plantas y flores y Nazario las pintaba; sus artes se complementaban. Alejandro aparece también en varias de sus obras, en Anarcoma, Alejandro amenazado por los faunos (obra central en la película) o La siesta de Alejandro.
Tu corto se va a proyectar justo antes de La belleza y el dolor, que da voz a la lucha de la fotógrafa Nan Goldin contra la familia Sackler, dueña de la farmacéutica responsable de la peor crisis de opiáceos de la historia de Estados Unidos. ¿Qué relación crees que guardan ambos proyectos? ¿De qué manera crees que se pueden complementar en este doble visionado?
La belleza y el dolor repasa la biografía de Nan Goldin y su producción pero también muestra el impulso activista de la artista. Pienso que ambas películas se acercan a artistas de gran sensibilidad que capturan sus entornos más cercanos y las personas queridas a través de sus obras. Artistas que tienen valores éticos muy claros y luchan por ellos.
Ambos vivieron de lleno la crisis y epidemia del SIDA, perdiendo muchas personas queridas por el camino, y circularon espacios de contracultura similares. Es imposible en una película abarcar toda la complejidad de una persona o artista, pero tanto en La belleza y el dolor como en el El jardín de los faunos se puede observar la intención de los autores y en qué lugar de esas biografías han decidido poner sus ojos.
En tu obra y filmografía vemos un claro interés en la cultura LGBT. Tanto en Pirate Boys como en El jardín de los faunos, haces un retrato a artistas transgresores del colectivo. Por no hablar de tu participación en el Xposed Queer Film Fest. Supongo que hay una intención consciente y política detrás de ello, ¿no?
No sé si llamarlo intención política porque no pienso en eso directamente cuando trabajo. Tengo un especial interés por conocer las biografías de artistas y entender cómo determinadas experiencias se reflejan en sus obras o viceversa. Al mismo tiempo, me gusta encontrar hilos donde mi propia biografía dialoga con otras obras y vidas. Más que política lo llamaría necesidad de crear conexiones, redes y acompañarse mutuamente.
Nazario admite que siempre se sintió con el deber de hacer públicas las historias LGBTQ+. ¿Te consideras también con ese deber?
No realmente. Lo que sí siento es que quiero ser honesto y hablar desde el lugar donde me sitúo.
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A sus 76 años, Nazario habla del sexo y de las relaciones abiertas sin tapujos. Con relación a su concepción del amor, ¿qué crees que podemos aprender de él?
Realmente es un placer escucharle hablar tan abiertamente de sus experiencias y relaciones y sí pienso que todes podemos aprender de personas así. Existe una idea de que las personas a esas edades no tienen experiencias sexuales, el sexo se convierte en un tabú. Nazario desmonta rápidamente ese mito, lo que es de agradecer.
Actualmente resides en Berlín. ¿Qué diferencias observas entre España y Alemania por lo que respecta a la lucha y el movimiento LGTBQ+? ¿Y respecto al recibimiento de tu obra?
Cada contexto es diferente, en ocasiones se va para adelante, luego se va para atrás, dependiendo de los gobiernos que estén en el poder. Cuando empecé la distribución de El jardín de los faunos, intuía que sería difícil que España acogiera la película y así fue. Hasta ahora el recibimiento internacional ha sido muy positivo, se mostró en varias ciudades de Alemania, Austria, Países Bajos, Lituania, Canadá, Estados Unidos, México, Chipre, etc. En España, por el momento, solo ha tenido proyecciones en Cataluña. Lo mismo ocurrió con Pirate Boys, que ha tenido más de cuarenta proyecciones internacionales, solo cuatro en Cataluña y tres en el resto del estado. No me sorprende de alguna forma, pero sí pienso que España necesita abrirse un poco más y salir de la endogamia.
Como nos cuentas, tus proyectos se han exhibido de forma internacional. ¿Qué respuesta has ido recibiendo de tu obra por parte del público? ¿Dónde ha sido mejor y peor recibida?
Sinceramente lo que más me preocupa es cómo recibirán las obras las personas cercanas a los protagonistas que presento. Allí es donde pongo toda mi energía, en ser cuidadoso y sensible. Estoy contento de que en este aspecto el recibimiento ha sido siempre muy positivo. También me he sentido halagado, cuando otras personas trans me han comentado la relevancia que ha tenido en sus vidas ver Pirate Boys, por ejemplo. Pienso que estos han sido los feedbacks más relevantes para mí.
¿Qué planes de futuro tienes? ¿Qué proyectos hay sobre la mesa?
Actualmente estoy editando una nueva película que se presentará junto a Pirate Boys y El jardín de los faunos en el Centre d’Art la Panera de Lleida a finales de febrero. Las tres obras forman parte de una especie de trilogía, una exploración sobre el cuerpo fílmico y el medio analógico Super 8 y 16 mm. La nueva película tiene un carácter más personal, pero habrá que esperar todavía un poco para verla.
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