Puede que conozcas a Pablo Piñeiro como ‘el gurú del amor’, tal como le bautizaron algunos medios hace unos años. O tal vez hayas visto una charla viral que dio en TED, titulada Lo positivo de fracasar en el amor (título que ha aprovechado en su primer libro y también en un espectáculo). Y si no te suena, no te preocupes, que venimos al rescate.
¿Cómo pasa alguien de ser futbolista profesional a dejarlo todo y ponerse a escuchar historias de amor en plena calle? ¿A cambiar la pelota y el campo de césped por anécdotas de personas desconocidas y el escenario de un teatro? De esto hablamos con Pablo, que decidió arriesgarse para trabajar en sí mismo y, a la vez, ayudar a los demás. “Acabé decantándome por lo que me hacía feliz cada día de mi vida y dejé mi ‘yo’ deportista a un lado”, nos cuenta aquí.
Tras llevar su espectáculo alrededor de España, Pablo aterriza con Lo positivo de fracasar en el amor este 28 de mayo a La Teatrería de Ciudad de México, donde está explorando oportunidades y, por supuesto, sentándose con docenas de personas que quieran compartir con él sus historias de amor. Hoy hablamos con él sobre deconstrucción, educación sentimental, amor y el futuro.
Hola, Pablo, un gusto tener al gurú del amor en METAL. Para aquellos que tal vez no te conozcan, ¿cómo te presentarías brevemente?
Que compleja es siempre esta pregunta… Yo creo que me presentaría como un actor y escritor que lleva diez años escuchando historias de amor por el mundo. Pero lo de ‘gurú’ siempre me hizo mucha gracia.
Aunque ahora eres un tío sensible, empático y escuchas historias de amor, no siempre ha sido así. Antes estabas metido en el deporte profesionalmente, de hecho, fuiste capitán del Ourense C.F. ¿Qué te hizo entrar en el mundo de la interpretación?
Desde los veinte años estuve en un grupo de teatro en mi pueblo con unas amigas, pero en el momento en el que decidí formarme en la diplomatura de interpretación para la cámara en Madrid, me empecé a cuestionar si amaba tanto el fútbol o si solo lo practicaba porque se me daba bien y me pagaban por ello. Acabé decantándome por lo que me hacía feliz cada día de mi vida y dejé mi ‘yo’ deportista a un lado.
Viniendo de un mundo muy marcado por la toxicidad y la heteronorma, donde los sentimientos más allá de la rabia y la competitividad no tienen cabida, explicas que tuviste que deconstruirte mucho. ¿Cómo fue ese proceso?
Fue realmente complejo porque antes de deconstruir nada, tienes que ser consciente de lo que hay construido y desde donde. Yo no era plenamente consciente de todos los privilegios que marcaron mi educación desde el machismo más atroz. Soy blanco, hetero, cis, futbolista y con capital sexual; era un terreno abonado para crear un imbécil integral, y en muchos aspectos de mi vida así lo ejecutaba.
Cuando empecé a escuchar historias de amor, pude ver esta realidad en mí y en muchos hombres de mi entorno y solo veía dos opciones: o mirar hacia otro lado y seguir por la vida sin desarrollar mi parte emocinal, de cuidados y de escucha, o empezar a vaciar esa mochila patriarcal para generar vínculos de calidad en mi vida. Decidí la segunda y creo que es un trabajo para toda la vida. Pero creo que vivo una vida mucho más bonita y digna.
Para cualquier hombre que nos esté leyendo y quiera sacar su lado más sensible, ¿qué herramientas, libros, pelis, etc. le recomendarías?
Lo primero que les diría sería que se planteen escuchar a su entorno. Que hagan que lo único que importe sea el testimonio de las personas que tienen enfrente, ya que desde ahí podrán entender y aprender mucho. Por otra parte, les aconsejaría que no verbalizasen de primeras su juicio, que por lo contrario lo utilicen para aprender de ellos mismos, ya que el juicio no habla de lo que ves, sino de lo que tú tienes dentro en relación a lo que estás viendo o escuchando.
Le aconsejaría películas que hagan que se cuestionen lo establecido, como K-pax o Capitán Fantástico, y libros que yo amé y que me abrazaron como El camino menos transitado, de M. Scott Peck, o La construcción sociocultural del amor romántico, de Coral Herrera. O el mío, Lo positivo de fracasar en el amor (risas).
“Antes de deconstruir nada, tienes que ser consciente de lo que hay construido y desde donde.”
Ahora mismo te encuentras en Ciudad de México, el nuevo ‘place to be’ para creativos, donde presentas espectáculo el 28 de mayo. ¿Qué te ha llevado a probar suerte en estos lares?
Pues uno de los principales motivos es lo que genera mi contenido aquí. Siempre tuve un feedback muy positivo de mis proyectos aquí. Por otra parte, me parece un lugar lleno de oportunidades y con una vida cultural espectacular. Tampoco puedo negar que el idioma también me ayuda a crecer aquí. Yo me manejo en inglés…
 El espectáculo se titula Lo positivo de fracasar en el amor. ¿Nos cuentas un poquito de qué va?
Es un viaje en el que me utilizo como vehículo para repasar cómo nos han educado en el amor y en las relaciones en Occidente. Me doy un paseo nostálgico por el sistema relacional predominante desde el humor, para poder cuestionar nuestra educación emocional, escucha y cuidados.
Es una afirmación que puede resultar extraña, pero como dice el refrán, no hay mal que por bien no venga. ¿Qué cosas positivas has sacado tú de tus fracasos amorosos?
Mucho aprendizaje. Me ha tomado mucho tiempo entender qué era lo que no funcionaba en mis relaciones, y en muchas ocasiones era no hacerme cargo de las responsabilidades que tenía yo en ellas. Pero uno de los aprendizajes más positivos que saco, sin duda, es entender que las expectativas generadas en cada relación, la mayor parte de las veces ni siquiera son mías, y sacarme ese peso de encima ha sido de los mayores regalos que me hice.
Sacas anécdotas de sentarte en la calle a escuchar historias de amor. La gente viene y te confía algunas de sus intimidades más personales. ¿Qué crees que es lo más importante para conectar con desconocidos a un nivel tan cercano, dado el contexto?
Hay varios factores. Por una parte, la necesidad de sentirse escuchado creo que es de los más importantes, pero sin duda es el no juicio lo que genera la conexión. Por lo general, nuestro contexto de confianza, familia, amigos, etc., desde esa propia confianza que tienen con nosotros, nos juzgan ante cualquier situación personal que compartamos con ellos. Yo lo que ofrezco en plena calle es un espacio en el que compartir sin miedo a recibir juicio. Y eso es muy reconfortante y terapéutico.
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No solo en la calle; también has escuchado historias de amor en centros penitenciarios o residencias de mayores, por ejemplo. ¿Cuál dirías que ha sido el sitio más sorprendente?
Tanto los centros penitenciarios como las residencias fueron muy sorprendentes para mí. Por una parte, en los primeros fue donde vi la realidad de la problemática de no tener educación emocional en nuestro contexto educativo, y en las residencias también salí muy sorprendido al caer en la cuenta de cómo han cambiado las tecnologías nuestras formas de vincularnos. Pero en realidad, en el sitio menos esperado te puedes encontrar las historia de amor más sorprendente de tu vida.
¿Hay algún otro contexto en el que te gustaría escuchar esas historias y que todavía no has podido?
Me gustaría escuchar historias de amor en miles de sitios donde todavía no he podido hacerlo. En un cementerio el día de muertos, en un conflicto armado para entender qué tipo de amor les hace luchar, en contextos culturales alejados de Occidente, en uno de los polos…
Imagino que has escuchado de todo: desde historias preciosas que te llenan el corazón, hasta otras que te lo rompen. ¿Cómo proteges tu propia salud mental tras horas y horas de escucha? Siento que habrá gente que ‘te aprovechará’ como si fueras un psicólogo espontáneo.
Sí, hay muchas personas que comparten sus historias como si lo hiciesen con sus terapeutas. O también lo hacen porque no lo ven con la estigmatización que ven la terapia, y ahí se ven más cómodas. Yo tengo que hacer varias cosas para cuidarme a nivel mental: normalmente vuelvo a casa muy mermado porque sostengo y escucho historias realmente desgarradoras. Desde hacer terapia hasta limpiezas energéticas, pasando por trabajos terapéuticos en los que reviso mis emociones durante cuarenta días. Pero sí, es fundamental cuidarse.
Dante, en la Divina comedia, escribe sobre “la fuerza del amor que mueve el Sol y las demás estrellas”. Entiende el amor como una corriente, una fuerza capaz de mover el universo. ¿Cómo lo definirías tú?
Pues la verdad es que si escuchas historias de amor en un contexto occidental, en el que nos relacionamos desde las emociones, vas a encontrar muchos patrones semejantes que hacen que muchas historias se parezcan, pero si vas a otras culturas de repente te encuentras con muchas formas de entender el amor.
Para mí el amor tiene tantas definiciones como personas. Yo siempre pienso que el amor es eso que hace que cuides algo independientemente de lo que venga de vuelta para ti. Lo cuidas porque quieres que ese algo esté bien.
“Pienso que el amor es eso que hace que cuides algo independientemente de lo que venga de vuelta para ti. Lo cuidas porque quieres que ese algo esté bien.”
Ahora que está de moda hablar del ‘love language’, la manera en que transmitimos el amor, ¿cuál dirías que es el tuyo?
Yo diría que mi lenguaje de amor es el de comunicar claramente desde el cariño y la amabilidad para desde ahí cuidar. No recuerdo si esto encaja dentro de alguno de los cinco que recuerdo que había, pero me parece que debe de haber miles y acotarlos me parece un absurdo.
Tus vivencias personales y las de otros han hecho que puedas montar espectáculos, pero también escribir libros. ¿Cómo fue el proceso de ordenar tus pensamientos, sentimientos e ideas en papel?
Me resultó bastante sencillo por varias cosas. Primero, porque la terapia me ayudó a entender mucho sobre mí. Después, escuchar historias de amor y reflexionar sobre cómo impactaban en mí también. Y por último, y tal vez lo más curioso, empezar ciertos cursos de interpretación que eran muy intensos a nivel emocional hizo que me sintiese muy preparado para hablar de lo que tenía dentro. Como que todo se colocó solo.
Para acabar, ¿qué le pides al amor en 2025?
Poder realizar mis proyectos artísticos con fluidez en México y que eso haga que la gente sea más amable.