De Barcelona, Pablo Benito –o PeBe, como hace llamarse– no sabe si es diseñador gráfico o ilustrador. Sus ilustraciones intuyen su pasado en Elisava, y de ellas se desprende una aura de marginalidad y sobriedad gracias a las formas geométricas y colores empleados. Pero en realidad, hace unos años tampoco sabía si era o no DJ. Parece un tipo interesante.
¿Te consideras diseñador gráfico o ilustrador?
No sabría decirte. Cuando empecé me hacía mucho esa pregunta, dónde estaba y quién era. Pero no sirve de nada encasillarte. He desarrollado muchas facetas: diseñador gráfico, ilustrador, producto, música, etc. Creo que la riqueza está en la combinación de todas estas. Así que decidí no encasillarme nunca más y, supongo, que dejar la definición de una forma tan amplia para reducirla a artista.
¿Crees que tu arte se trata de una especie de abstracción moderna?
Bueno, soy hijo de mi tiempo, claro está. Tengo muchas influencias distintas, pero el color y la geometría siempre me han llamado la atención. A veces intento representar lo necesario. Sombras, perspectivas, profundidad y el espacio. Puedo añadir elementos concretos o situaciones que pueden ser surrealistas, pero me gusta jugar con lo real/irreal.
Tus paisajes en las ilustraciones son desérticos, minimalistas, con colores cálidos en general. Muy Grand Theft Auto V. ¿Qué te inspira para ello? ¿Hay algo de Estados Unidos profunda, o es cosa mía?
Recientemente realicé una colaboración con Say Hi_To donde tenía que elegir un arquitecto; en mi caso fue Albert Frey. Se hizo muy famoso por sus casas y edificios en Palm Springs, en plena era del Mid Century. Se trata de una arquitectura sostenible, que se adapta a su entorno y nada pretenciosa. Pero no pienso solo en Estados Unidos, tengo ganas de hacer cosas más futurísticas, más bucólicas y tristes. Pero claro, todo esto lo tengo que compaginar con mi estudio de diseño y he de reconocer que este último año no he tenido mucho tiempo.
Se desprende una sensación de marginalidad, o al menos de soledad, en tus obras. La rigidez y sobriedad geométrica que usas ayudan a eso. ¿Es por ello que es tu recurso más característico?
Totalmente. Me gusta observar la obra en primera persona, mirarla desde mi punto de vista y enfoque, espacios vacíos, aparentemente carentes de humanidad. Me gusta sentirme solo cuando las ilustro o las observo, pero creo que esa sensación queda muy contrastada con los colores, la piscina o el mar. No descarto añadir nuevos recursos poco a poco como un poco más de naturaleza, personas, etc. La verdad es que casi todo lo que dibujo refleja mucho mis estados de ánimo. Intento no justificarme demasiado y fluir.
¿Cuál es el proceso? ¿Boceto a mano y luego ordenador? ¿O todo digital?
Suelo empezar con bocetos muy básicos, tirando líneas y perspectivas sobre un papel. Tomo fotos de aquellos edificios que tengo completamente planos para sacar la relación de aspecto y luego fotografío detalles. Una vez tengo eso paso al ordenador.
Pasando a la música, algo en lo que te has centrado mucho. ¿Cómo das con Alizzz?
La verdad es que ahora que me preguntas esto, no recuerdo cómo di con él. No sé si del Lev Festival –ya hace muchos años– o directamente de la escena. Recuerdo que me compró varios posters y posiblemente a partir de ahí entablamos una relación más de amistad. A él le gustaba mucho lo que yo hacía, y yo creía mucho en su potencial. La gran mayoría de proyectos que le hice fueron colaboraciones. Por desgracia ya no hemos vuelto a colaborar, está en otra liga ahora. Cuando uno apuesta de esta forma por alguien es básicamente para crecer juntos y que la colaboración fluya; pero también es verdad que ahora el estilo gráfico es otro, no sé.
Has trabajado con Alizzz o la sala BeCool, y luego tienes la serie Clubs. ¿Qué importancia tiene la música, y de paso el mundo de la noche, en tu arte?
BeCool quedaba a dos minutos de mi casa. Empecé a trabajar allí justo al acabar la carrera. Pensé que era una buena forma de empezar mi trayectoria laboral y, sobre todo, tenía el mejor trabajo del mundo, ya que hacía posters para mis artistas favoritos. Esto se sumó con que llevaba la línea gráfica de varios sellos de la ciudad y cada vez me entraban más trabajos relacionados con la música. Pero esta tendencia fue desapareciendo, ya que en el mundo de la música, y concretamente el de la electrónica, los presupuestos que se manejan son bastante ridículos y más allá de las colaboraciones y eso no hay nada.
Paralelamente pensé que era buena idea ilustrar lo que más me gustaba, como los clubs, y empezar la serie. The Guardian y varios medios nacionales se hicieron eco y en cuestión de días aparecieron decenas de noticias al respecto. Ahora he salido de ese mundo, aunque tengo clientes como Red Bull que llevan apostando por mí unos tres años; son realmente serios, pagan bien y mi relación con ellos en cuanto a lo creativo no puede ser mejor.
Paralelamente pensé que era buena idea ilustrar lo que más me gustaba, como los clubs, y empezar la serie. The Guardian y varios medios nacionales se hicieron eco y en cuestión de días aparecieron decenas de noticias al respecto. Ahora he salido de ese mundo, aunque tengo clientes como Red Bull que llevan apostando por mí unos tres años; son realmente serios, pagan bien y mi relación con ellos en cuanto a lo creativo no puede ser mejor.
De hecho, has llegado a pinchar en BeCool. No he podido encontrar algo que hayas mezclado o alguna sesión, así que no hay referencias tuyas en el mundo musical. ¿Cómo surge la idea de ponerse detrás los platillos en un club? ¿Fue algo pasajero o aún tienes el gusanillo?
Hubo una época en la que llegué a pensar que lo mío era pinchar y no el diseño (risas). Empecé un colectivo en 2010 con Héctor y Hugo que se llamaba Electronic Lifestyle (sí, sí, el naming es…), y montamos fiestas en BeCool trayendo a artistas que nos gustaban en aquel momento. También me encargaba de la fiesta de mi universidad, Elisava, y estuve mezclando en diferentes locales de Barcelona: City Hall, Moog, Razzmatazz, Apolo y afters de mala muerte. Por aquel entonces, todo esto lo compaginaba con una plataforma relacionada con la música y el arte (Looks Like Music). Creo que hice todo lo que tenía que hacer en su momento. No ha ido a más porque vi que el diseño y la ilustración me llamaban por encima del resto de disciplinas. Actualmente sigo pinchando en casa y eso nunca lo dejaré de hacer, y mi colección de vinilos va creciendo poco a poco. Espero que el placer de llegar a casa y poner discos sea para siempre. Pero ahora ya sin pretensiones: si me invitan a poner música otra vez lo haré encantado.
Para acabar, ¿en qué estás trabajando ahora? ¿Tienes algún nuevo proyecto en mente? He leído algo de la mítica Ruta del Bakalao.
Sí, tengo un proyecto en la nevera relacionado con la Ruta Destroy, no me gusta mal llamarlo la Ruta del Bakalao. El proyecto está acabado desde hace dos años, pero no es el momento de sacarlo. Siempre que haces algo sientes la necesidad de mostrarlo al mundo rápidamente, pero en este caso la cosa no es así. Está acabado, en el último año ha habido un hype relacionado con la historia que poco me ayudaría en el proyecto. No quiero quedar como un oportunista ni nada parecido, así que no descarto sacarlo dentro de diez años. Quiero darle el valor que se merece. En cuanto a las ilustraciones, voy a diferenciar dos líneas: una más comercial donde voy a empezar a vender posters para la casa Batlló –y, en un futuro, para otras casas-museos de Barcelona–, que compaginaré con mis series más personales y limitadas. Pero paralelamente el estudio sigue. Ahora estoy con un proyecto grande para el Ayuntamiento de Barcelona que me está absorbiendo bastante.