A medida que la industria creativa acelera sus contradicciones; entre la emoción y el algoritmo, lo íntimo y lo colectivo, la autoría y la automatización, OFFF Barcelona vuelve a presentarse como un territorio de intersección: entre generaciones, disciplinas, códigos estéticos y formatos emergentes. En su vigesimoquinta edición, celebrada del 8 al 11 de mayo en el Disseny Hub, el festival no solo consolidó su papel como termómetro del presente creativo, sino también como espejo de sus incertidumbres y brújula para sus futuros caminos.
Desde el primer día, el ambiente del festival se dibujaba entre la expectación y la familiaridad: una comunidad que comparte referencias, inquietudes, miedos y memes. Uno de los momentos más representativos fue la charla de Mr Bingo, que transformó el espacio Roots en una sala de stand-up improvisado. Allí, el humor dejó de ser solo un recurso estético para revelarse como un elemento identitario. Y si lo acompañabas con el BingoOFFF, un cartón lleno de frases cliché del mundo creativo, acababas de completar la experiencia. 
Sin embargo, entre carcajadas, la sensación general fue la de haber asistido a un proceso de crecimiento y desarrollo. Se habló mucho de contexto: entender el tiempo en que vivimos como punto de partida para cualquier propuesta creativa. También de metodología: sumergirse en el universo de una marca antes de diseñar cualquier idea. Así lo hace el estudio londinense DixonBaxi, que, ante un brief de Roblox, convirtió su oficina en una sala de videojuegos durante semanas. No se trataba solo de conocer el producto, sino de experimentar las emociones que comparten sus usuarios, para desde ahí construir una narrativa que conecte con la audiencia. 
La idea de conectar fue, precisamente, uno de los hilos conductores de muchas de las charlas. No basta con crear algo visualmente atractivo o técnicamente complejo: lo esencial es cómo una pieza impacta, cómo se percibe y se siente. Como nos recordó Javier Jaén, “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. No basta con estilizar la superficie si el fondo no dice nada. La autenticidad, esa palabra tan desgastada como necesaria, se construye desde la intención y desde la emoción, no desde los simples datos.
Esa autenticidad pasa también por abrirse a la diversidad. Tanto DixonBaxi como Samar Maakaroun o Marshmallow Laser Feast insistieron en la necesidad de equipos multidisciplinares, multilingües y multiculturales, como una urgencia creativa. Las ideas más potentes, coincidieron, nacen del cruce, del contraste, del caos compartido. “Como más se comparta, mejor será para la industria”, defendían desde DixonBaxi.
Y como en toda conversación profunda, también hubo espacio para la duda. La presencia de la inteligencia artificial sobrevoló muchas ponencias, no tanto como amenaza sino como incertidumbre. La mayoría de creativxs coincidieron en verla como una herramienta con gran potencial, aunque con riesgos latentes. Ines Alpha fue clara: el gran reto está en la curaduría, en la capacidad de discernir entre la sobreabundancia de resultados para encontrar el que verdaderamente conecta. La artista francesa comparó el proceso con una app de citas: “estás todo el rato haciendo match o descartando”. 
Niceaunties llevó esta idea aún más lejos. Arquitecta durante dos décadas, encontró su lenguaje en la IA hace apenas dos años, creando el universo ‘auntieverse’ protagonizado por señoras mayores asiáticas, tan tiernas como temidas. Para ella, el proceso creativo no es lineal, sino acumulativo: “Somos como una nevera con cosas esperando a ser conectadas”. Y lo que marca la diferencia, decía, no es la tecnología, sino la perspectiva e intención desde la que se utiliza.
La reflexión sobre el tiempo: ¿cómo encontrar nuestro camino? ¿Cuál es la fórmula? ¿Hay edad? También fue uno de los temas que atravesó varias intervenciones. Desde Javier Jaén, que relató cómo ha pasado por mil oficios antes de dedicarse a la ilustración y diseño gráfico, hasta Ines Alpha, que no encontró su verdadera pasión, el maquillaje 3D, hasta los treinta y un años. En un presente marcado por la urgencia de definirse, OFFF recordó que cada recorrido es distinto y que no hay fórmulas válidas para todxs. Lo importante no es responder a la pregunta, ¿dónde te ves en cinco años?, sino empezar a formular las preguntas difíciles: ¿qué me mueve? ¿Qué me inquieta? ¿Qué me hace volver a empezar?
Más allá de las respuestas, el festival sirvió como un espacio para validar intuiciones, abrir caminos y recordarnos que, en esta industria, lo raro conecta con lo raro, lo honesto con lo honesto y lo valiente con lo que todavía no tiene nombre. “Don’t forget to have fun”, decía Mr Bingo en sus lápidas en formato mini.
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