Viana do Castelo ha vuelto a llenarse de música y energía del 7 al 9 de agosto con una nueva edición de Neopop, que una vez más ha convertido el Forte de Santiago da Barra en un punto de encuentro para amantes de la electrónica de más de cincuenta países diferentes. La ciudad ha respirado techno, house y sonidos afines durante tres días en los que la música y las visuales se han entrelazado para crear una experiencia única, marcada por un cartel de primer nivel, un sonido impecable y una producción visual que ha rozado lo cinematográfico.
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El arranque del festival ha tenido un momento histórico: el estreno mundial del b2b entre Joseph Capriati y Freddy K, un diálogo entre dos generaciones que ha puesto la pista a vibrar desde el principio. Charlotte de Witte ha seguido elevando la intensidad con su techno hipnótico y preciso, y, por supuesto, I Hate Models nos ha hecho bailar toda la noche. Goldie, acompañado de Biia, ha sorprendido con un set especial en clave techno que ha incluido una coreografía sobre el escenario, algo poco habitual en este tipo de citas.
El segundo día ha sido una combinación de estilos y energías: el techno melódico y expansivo de Vintage Culture, el minimalismo milimétrico de Richie Hawtin y la potencia industrial de Klangkuenstler han marcado la noche. Lewis Fautzi y The Advent han ofecido un b2b que ha unido la fuerza del talento local con la experiencia de una referencia internacional, logrando uno de los momentos más intensos del festival. Y Ben Klock ha mantenido a la multitud hipnotizada con su habitual pulso firme.
La clausura no se ha quedado atrás. Colin Benders, Lady Starlight y Sterac han ofrecido un directo en el que los modulares y las máquinas analógicas han sido protagonistas, explorando texturas e improvisaciones que han mantenido al público en vilo. Jeff Mills ha demostrado por qué sigue siendo uno de los grandes visionarios del techno, y le ha seguido Nina Kraviz, que ha conquistado corazones con una sesión que ha viajado entre techno, acid y electro. Rødhåd ha continuado con su techno profundo y Sven Väth ha puesto la guinda con un set cargado de elegancia y energía. El último b2b entre Imogen y Daria Kolosova ha cerrado el festival por todo lo alto. 
Más allá de la música, Neopop cada año se adentra más en su propio concepto artístico y evita quedarse en lo superficial. El trabajo de Dublab en las escenografías ha reforzado esa conexión entre música e imagen que define al festival luso. Su ubicación, en pleno puerto de Viana do Castelo, se integra de forma orgánica con el ambiente pesquero y el toque industrial del entorno, algo que le da un carácter único. El Anti Stage, concebido como un portal hacia una catarsis colectiva, te sumerge en una atmósfera casi ritual.
Desde allí, el recorrido hasta el Heineken Neo Stage, que simboliza el cosmos, se siente como un viaje sensorial que vibra en todo el cuerpo. En ese escenario, la niebla ha sido casi una más: envolvía a la multitud y le daba al ambiente un toque postapocalíptico que te hacía sentir fuera de la realidad. Todo está cuidadosamente orquestado para que no solo escuches y veas, sino que habites un mundo paralelo durante tres días.
Con esta edición, Neopop no solo reafirma su posición como uno de los festivales más importantes de la electrónica en Europa, sino que ya pone la mirada en su vigésimo aniversario, que se celebrará los días 6, 7 y 8 de agosto de 2026. Si 2025 ha sido un viaje sonoro y visual inolvidable, lo que viene promete superar cualquier expectativa.
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