Con un arte dispuesto en la sobremesa de la protesta y sátira, Ana Esmith se ha consolidado como una de las figuras más relevantes del activismo estético español. Con la creación de su alter ego, Miss Beige, hace una década, la artista madrileña fue ganando terreno en espacios culturales para crear uno en el que las condiciones y marcos dominantes no ocupasen todas las dimensiones presentes y ayudasen al espectador a navegar la realidad con un ojo crítico.
Con motivo de la celebración de la XXVIII edición del festival internacional de fotografía PHotoESPAÑA, y bajo la consigna de un Después de todo desplegado entre el 30 de abril y el 14 de septiembre en el Museo Cerralbo, Miss Beige se da cita con la monumentalidad de la instantánea en la ciudad para celebrar el centenario del emblema artístico madrileño, y rinde homenaje a la ejemplificación de la fotografía como arma de asentamiento político, social e histórico.
En sus enclaves regios, la obra de Miss Beige genera una sinergia en contraste con un entorno en el que Hay que saber estar, la obra que recopila una década de propuestas artísticas, se ensambla a la perfección como reivindicación insólita del freno de mano al que debemos someter la mirada mundana. Y como espacio de diálogo en el que un revisionismo vestido de colores crudos parece la única salvación.
Sin barnices, puestas en escena dinámicas ni guiones complejos, la visión de Miss Beige se focaliza en las posibilidades del cuerpo humano irrumpiendo en entornos desgastados por normas sociales que avalan un surrealismo al que, como sociedad, nos hemos adherido progresivamente hasta catalogarlo como ordinario, sin caer en la cuenta de la distopía en la que se ha transformado el mundo contemporáneo.
En los límites del humor (y lejos de alegorías propagandísticas), despliega el poder de la presencia y el silencio como armas infalibles en el abismo del statement, y prende la alerta frente a la realidad sombría en la que hemos convertido el entorno cotidiano, en el que ya nada nos sorprende; y que, en consecuencia, abre las puertas a la política estética como única solución viable: no hay más sonido ambiente ni vista panorámica que la vida misma.
Miss Beige, el alter ego de la artista Ana Esmith, se muestra como un astro no verbal que saca provecho a la proxémica y a la solemnidad del sitio, asegurando que “si no estás, no existes”. A través de diversas manifestaciones de lo artístico visual, la madrileña se mueve entre múltiples reivindicaciones sociales del entorno cotidiano que se han normalizado con estupor, y ante las que la opinión pública se ha rendido a contemplar sin examinación ni remordimiento alguno: la consolidación de estratos culturales dominantes, la adhesión de la violencia de género al boletín informativo usual, o la precariedad laboral que llama a la movilización inmediata.
De esta forma expresa la dicotomía de lo atemporal, persistiendo en una imagen que sobrevive al devenir del tiempo a la par que sufre las consecuencias del ‘ahora’: un retrato familiar anticanónico junto al clan Kardashian, un descanso estival bajo la vertiente de un ornamento mural al estilo putti, una primera plana vallisoletana a lo Robin Hood, o una pancarta del Sindicato de Inquilinas en un álbum de embalaje.
En la persistencia de los contrastes y antónimos, Hay que saber estar no es solo un homenaje a la obra y reivindicación Ana Esmith, sino un registro de archivo de lo que hemos convertido en ‘cotidiano’. De las grietas que obviamos en un contexto cada vez más rápido y menos crítico, pero al que podemos desafiar. De que la resistencia estética es resistencia política y social, y de que todo depende de qué miramos y cómo lo miramos.
Hay Que Saber Estar estará disponible de forma gratuita en el Museo Cerralbo hasta el 14 de septiembre, pero la invitación a la interpelación es permanente. Después de todo, queda el arte como trinchera frente a la indiferencia.



