Sí, el tiempo vuela y ya es hora de despedirnos del 2018, pero 2019 llega con el Taco (Viviente). Empieza bien el nuevo año arrancando su portada y despega cada una de sus páginas a diario. Te sentirás tan vivo como el Taco. En él encontrarás desde genios de la física y extraterrestres hasta árboles y un montón de artistas. “No se trata de curiosidades, ni de inspiración, ni mucho menos de autoayuda; es uno o dos minutos de buena literatura dosificada día a día”. Así es como nos lo define su creador o, mejor dicho, su orquestador, Miquel Àngel Vaquer. Hablamos con él sobre los perdidos almanaques, el branding, y el vermut perfecto.
Estudiaste Comunicación Audiovisual y durante cinco años trabajaste diseñando contenidos para productoras de televisión como Mediapro, El Terrat y Endemol. En 2007, abandonas el mundo de la televisión para refundar Casa Mariol, la bodega familiar, junto a tus dos hermanos. ¿Por qué este cambio?
Por necesidad. La bodega estaba en pleno relevo generacional y necesitaba mi dedicación. Yo no sabía nada de branding pero en la tele ya trabajaba la narrativa y eso hice, creé una historia para Casa Mariol. La bodega era un proyecto familiar y, siendo la industria del vino tan competitiva, podía hacer algo disruptivo. La idea de hacer algo nuevo e inesperado me llamaba la atención.
Has conseguido reflotar el negocio familiar a partir de una imagen creada con Excel i Word Art. ¿Crees que esa sencillez ha sido la clave del éxito?
No. La decisión de usar ese universo gráfico o herramientas para diseñar es la solución a un concepto nuclear que rige todas las acciones de esa marca y que yo creo más importante. El Word Art es la respuesta gráfica a premisas estratégicas que dan horizonte, credibilidad, autenticidad y sentido a una marca.
Con los años, abandonamos Word Art y pasamos a Photoshop, las botellas necesitaban ser más sexis y menos austeras. Photoshop hace que las burgers y los refrescos se vean más ricos y apetecibles así que hicimos el mismo ejercicio con una botella de vino. Sacamos en las etiquetas grandes chorretones de vinos, les pusimos gotas de fresco que distorsionan las tipografías, copas voladoras y laureles dorados.
Con los años, abandonamos Word Art y pasamos a Photoshop, las botellas necesitaban ser más sexis y menos austeras. Photoshop hace que las burgers y los refrescos se vean más ricos y apetecibles así que hicimos el mismo ejercicio con una botella de vino. Sacamos en las etiquetas grandes chorretones de vinos, les pusimos gotas de fresco que distorsionan las tipografías, copas voladoras y laureles dorados.
Combinas tu trabajo de director creativo en Casa Mariol y en Bar Nou con tu proyecto personal, Food Maners. Y además, también eres sumiller. ¿Cómo casan publicidad y gastronomía en tu vida?
Pensé que la alimentación o la gastronomía necesitaba de profesionales como yo que ayudaran a los empresarios a buscar nuevas formas de innovación en el mercado, nuevos relatos con los que sorprender en un sector que ahora goza del interés del consumidor. Mi sorpresa es que el empresario se instala perpetuamente en la tendencia, una convención en las maneras, estilo y mensaje que comparten con infinidad de marcas y que es contrario a los principios del branding –ser único.
Por cierto, dejé de ser creativo de Casa Mariol hace un año, y Food Manners, mi consultoría creativa, está al servicio de los valientes que apuesten por ser únicos en el mercado y necesiten soluciones creativas eficientes, y para mis alumnos del máster de Comunicación y Gastronomía de la UAB, a los que hace mucha ilusión formar.
Por cierto, dejé de ser creativo de Casa Mariol hace un año, y Food Manners, mi consultoría creativa, está al servicio de los valientes que apuesten por ser únicos en el mercado y necesiten soluciones creativas eficientes, y para mis alumnos del máster de Comunicación y Gastronomía de la UAB, a los que hace mucha ilusión formar.
Eres el creador y editor de El Taco (Viviente), un calendario muy especial ¿Cómo surgió la idea de este proyecto?
Surgió tras un ataque de ira –es importante escucharla. Un cabreo nos muestra hacia donde queremos ir, nos señala donde hemos estado y ya no queremos estar más. Este proyecto estaba guardado –como tantos otros– en una carpeta de mi ordenador y tras el enfado, enseguida pillé que esa cólera me llevaba a crear sin excusas, ni condicionantes, ni aspiraciones. Por otro lado, El Taco (Viviente) surge de la voluntad de revivir los olvidados almanaques. Mi abuela leía este tipo de calendarios a diario a pesar de tener contenidos muy ligeros y de calidad cuestionable. Lástima, no llegué a tiempo para que leyera mi taco…
¿Por qué decidiste darle el nombre de El Taco (Viviente)?
El taco, por su forma, y viviente entre paréntesis apareció de forma automática y así se quedó. Luego leí la frase de Mario Benedetti, “la vida es un paréntesis entre dos nadas”, que le acabó de dar todo el sentido al nombre escogido.
El Taco (Viviente) ha sido creado entre Barcelona, Los Ángeles, Madrid y San José (Costa Rica). Del diseño gráfico se han encargado el estudio de diseño Los Hopper, y de las ilustraciones, el artista Franco Valenciano. ¿Cómo surgió esa conexión con tus colaboradores y por qué les has elegido?
Hace años que descubrí Los Hopper en Instagram y trabajamos juntos desde entonces. Son listos e irreverentes, viven en la selva, ¡y trabajan para el LACMA! Cuatro razones de peso para ser mis diseñadores de cabecera. Franco Valenciano ha ilustrado una breve historia de la expresión artística que, mes a mes, aparece durante todo el taco, desde las Pirámides de Guiza hasta Banksy.
Defines El Taco (Viviente) como un calendario con una historia para cada día. Una moderna versión de los desaparecidos almanaques, aquellos que no dictaban el tiempo, sino que lo acompañaban. Está claro que no es un calendario cualquiera. ¿De qué manera tiene que ser leído?
El Taco es un calendario con literatura. Cada día te brinda una nueva historia con la que despertar tus neuronas. Por la mañana, cuando arrancas el papel del día anterior, no solo descubres un nuevo día sino que en el reverso del papel tiene una historia que puede llevarte al Renacimiento, al desembarco de Normandía, al París de las vanguardias, a un museo de ensueño o al futuro. No se trata de curiosidades, ni de inspiración, ni mucho menos de autoayuda; es uno o dos minutos de buena literatura dosificada día a día.
Como dices, a cada día del calendario le acompaña una pequeña lectura sobre guerras, relatos sobre árboles, músicos, genios de la física, mujeres extraordinarias, chismes de extraterrestres, inventores, aventuras y un montón de artistas. ¿Están colocados estratégicamente o has seguido algún patrón a la hora de seleccionar las diferentes historias con los días del año?
El Taco es una divertida miscelánea donde, en la mayoría de casos, los textos no guardan relación sobre el día que se leen. Obviamente hay un concepto detrás de todos los textos. El Taco es una celebración de lo mundano, una obra que trata de lo extraordinario y lo patéticos que somos, de como nos la arreglamos para vivir acertada o desacertadamente.
¿Tienes algún día favorito?
No, ni tan siquiera un mes. Estoy muy satisfecho de El Taco y es imposible quedarse con un trocito. El Taco gustará y enamorará día a día, en su totalidad.
¿Alguna anécdota interesante que contarnos acerca el Taco (Viviente)?
Más que anécdota, una sensación. El Taco se ha creado en un tiempo récord de dos meses y medio y, más que crearlo o parirlo, tengo la sensación de haberlo orquestado. Más que una creación siento que he puesto mis talentos y recursos a trabajar en un propósito importante, El Taco (Viviente). Por cierto, el librero lo está recibiendo estupendamente, un gozo y una grata sorpresa trabajar con ellos.
¿Eres de aquellas personas a quienes les atemoriza el paso del tiempo?
El tiempo es algo perturbador para mí. Soy muy mental y el tiempo es una magnitud que se vive y se mide con el cuerpo, es decir, es una ley de la Tierra pero no de la mente. Los que vivimos en las ideas debemos vivir más a través del cuerpo y entre otras cosas enfrentarnos al tiempo, organizándolo, midiéndolo y siendo más conscientes de ello. Más que un temor, lo veo como un monstruo que aprendo a domar.
Siguiendo en el papel, pero en otra esfera, eres coautor del libro Teoría y práctica del vermut, junto a Josep i Sergi Martín. Has puesto de moda el vermut en Nueva York y has conseguido devolver esta bebida a todas las terrazas de Barcelona. ¿Pero cuál es la clave de un buen vermut?
Del vermut me resultaba muy atractivo su carácter popular y espontáneo. No había reglas alrededor de esa bebida. La situación ya ha cambiado y, sinceramente, me parece menos atractivo. En Levante, cada pueblo se inventa sus propias bebidas y las bautizan con nombres como Minifalda o Nardo. El otro día vi en la Barceloneta a unos pescadores beber una bebida de un color verde muy intenso y me pareció fascinante. Creo que un buen vermut ahora habría que mezclarlo con algo muy personal y apodarlo con un nombre divertido.
¿Tendremos otro calendario así para el próximo año? ¿Tienes algún otro proyecto en mente que nos puedas adelantar?
Efectivamente, El Taco del 2020. ¡Nueva década! Y sí, habrá más tacos, tacos en otros idiomas y libros. De la mano de El Taco, he fundado la Editorial (Viviente), aunque mi reto ahora es vender los tres mil ejemplares que he producido. El librero –muy familiarizado con las novedades– ya me pregunta por futuras entregas, que espero poder orquestar en breve.