Mateo Velásquez ultima ahora los detalles de su nueva colección, Leather Boys II, surgida durante el confinamiento y convertida en “la razón por la cual salir de la cama durante este año tan oscuro”. Una propuesta que verá la luz en la plataforma de jóvenes diseñadores Allianz EGO de Mercedes-Benz Fashion Week Madrid en cuestión de horas. Concretamente, este domingo 11 a las cuatro de la tarde. Y aunque prefiere no adelantar nada acerca de la puesta es escena y el estilismo, comparte con nosotros un preview exclusivo de lo que presentará en pasarela para ir abriendo boca.
“En lo más superficial, no me apasiona demasiado el mundo de la moda”, enuncia rotundamente Mateo antes de arrancar la entrevista, en un primer interrogante en el que le pedimos que se autodefina. Está claro que al joven diseñador, en cuyo perfil internacional confluyen lugares tan dispares como Colombia o Londres (a los que ahora se suma Madrid, ciudad en la que hará su debut sobre las pasarelas), no le interesa el iridiscente halo de purpurina que rodea el sector al que dedica su vida. Velásquez deja atrás la corteza y el manto para sumergirse de lleno en el núcleo de la cuestión, abordando temas que van desde el género y los espacios LGTBIQ+, hasta la innovación continua y la creación sostenible por parte de las marcas emergentes.
Su discurso se debate entre el sentimiento de pertenencia y el camino único de cada individuo. Y es que el creativo, graduado por Central Saint Martins y participante de la última edición de Bilbao Internartional Art & Fashion, no concibe un futuro exento de colaboraciones creativas, siempre y cuando todas las partes alcen la voz para reivindicar su identidad. “Debemos luchar contra la homogeneidad y recuperar ese tipo de familias y seguridad que se podían encontrar dentro de una comunidad donde puedes ser tú mismo”, explica. Eso es precisamente lo que persigue con su nueva colección, Leather Boys II. Nos lo cuenta su artífice, quien trabaja a contrarreloj para que el desfile retrate la idea que tiene en mente desde hace meses.
Su discurso se debate entre el sentimiento de pertenencia y el camino único de cada individuo. Y es que el creativo, graduado por Central Saint Martins y participante de la última edición de Bilbao Internartional Art & Fashion, no concibe un futuro exento de colaboraciones creativas, siempre y cuando todas las partes alcen la voz para reivindicar su identidad. “Debemos luchar contra la homogeneidad y recuperar ese tipo de familias y seguridad que se podían encontrar dentro de una comunidad donde puedes ser tú mismo”, explica. Eso es precisamente lo que persigue con su nueva colección, Leather Boys II. Nos lo cuenta su artífice, quien trabaja a contrarreloj para que el desfile retrate la idea que tiene en mente desde hace meses.
Naciste en Colombia, estudiaste en Londres y ahora debutas sobre la pasarela con tu marca homónima, Velásquez, en Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. No hay duda de que tu perfil responde al de un creador internacional en toda regla. Pero, ¿quién es Mateo Velásquez?
No me gustan demasiado las etiquetas, pero creo que el título de creador lo puedo abrazar con entusiasmo. En lo más superficial, no me apasiona demasiado el mundo de la moda. Sin embargo, convertir ideas en realidades mediante patronaje y costura es lo que me hace levantarme cada día, tener la posibilidad de jugar y desarrollar mi instinto creativo, y crear nuevos mundos de una manera u otra.
La moda masculina constituye el pilar fundamental de tu trabajo. Sin embargo, lejos de apostar por los códigos históricamente asociados al armario del hombre, te decantas por el análisis de la masculinidad y la reflexión acerca de las diferentes convenciones sociales, muchas de ellas aún instauradas en el imaginario colectivo. ¿Tiene sentido hablar de moda masculina y femenina a día de hoy?
Cuando hablamos de la historia del armario de hombre, existe el anacronismo de pensar que dicha historia ha sido siempre gris y tediosa, cuando es al contrario. Hemos visto tacones, faldas y volantes en dicho armario desde el sigo XV. Me parece mucho más interesante examinar al hombre, la cultura y las convenciones contemporáneas, no tanto para hablar de una definición de qué son prendas masculinas y qué son prendas femeninas, sino para desafiar estas definiciones y borrar esa línea imaginaria que nos limita, y así encontrar autenticidad a la hora de vestir. Una autenticidad basada en el instinto personal, y no en las convenciones que el colectivo social impone sobre el género con el que te identifiques.
Además de la masculinidad, en tu universo creativo confluyen lo queer, lo social y la reivindicación del respeto y la aceptación como forma de hacer del mundo un lugar mejor. ¿Cómo plasmas todas estas cuestiones en tu trabajo?
Una constante en mi trabajo es una propuesta de representarse a uno mismo de manera libre y sin pedir disculpas, presentando colecciones que provocan e interrumpen el paisaje convencional. Es una propuesta que incita y demanda respeto, al exhibir ropa que elevan al individuo de forma auténtica. Todas las personas queer, no binarias, mujeres, minorías étnicas, BIPOC y otras minorías se han sentido –o nos hemos sentido– atacadxs en algún momento de la vida por llevar puesto algo que desafía la normativa. Con mi trabajo intento empoderar a la persona, exponer diferentes perspectivas para así alcanzar no homogeneidad, sino tolerancia e igualdad.
La escuela en la que te graduaste, Central Saint Martins, es mundialmente conocida por exprimir al máximo el potencial de sus estudiantes, haciéndoles ver que la moda es un vehículo de expresión que trasciende la estética. Además haber sido una importantísima cuna de talento, por cuyas aulas pasaron figuras tan destacadas como Alexander McQueen o John Galliano. ¿Cuál fue la lección más importante que aprendiste en tu etapa universitaria?
El método de enseñanza en Saint Martins es bastante heterodoxo, atrayendo a todo tipo de creadores con el fin de expresar sus fines creativos de maneras tan únicas como ellos mismos. Quizá una de las lecciones más grandes para mí no fuese algo técnico, sino la dedicación y esfuerzo que debes poner en tu propio trabajo para desarrollar tu visión.
Ya por aquel entonces, parecías tener claro que el terreno del menswear era hacia donde querías dirigir tu camino. Y decidiste ampliar tus conocimientos en este ámbito a través de un máster en la Universidad de Westminster. ¿Qué nos puedes contar acerca de esta experiencia?
Fue una de las experiencias más desafiantes que he vivido hasta el momento, pero al mismo tiempo ha sido una de las que más me ha aportado a nivel personal y profesional. La experiencia de un máster suele y debe ser destructiva, debes olvidar todo lo que creías que eras, todo lo que creías que sabías y empezar desde cero a forjar tu camino. Un camino que no haya recorrido nadie antes y para el cual solo tú mismo tienes las respuestas. Una vez llegas allí, debes volver a empezar desde cero, una vez más, esta vez aplicando todas aquellas habilidades que dejaste a un lado para alcanzar un resultado único. Cada vez que te desmoronas aprendes de ti mismo. La mayor lección: nunca te quedes en tu zona de confort.
Más allá de la formación reglada y los conocimientos técnicos adquiridos, es fundamental adentrarse en el estilo de vida, el lugar de origen o el entorno de cada uno para entender de dónde surge la inspiración. ¿Qué ha significado Colombia y los distintos lugares que has visitado a lo largo de tu vida, y cómo has trasladado estas experiencias a tu obra?
Una de las cosas que te hacen único como individuo es de dónde eres, de dónde vienes y hacia dónde vas. Nadie más que tú ha vivido ese recorrido único y ha aprendido lo que ha aprendido de dichas experiencias. Por ello, recolectar memorias de todos los lugares de donde vengo es siempre una de mis mayores inspiraciones. De manera audiovisual o con memorias borrosas del pasado, siempre estoy viajando mentalmente a aquellos lugares para encontrar respuestas en momentos de dudas. De esa manera, represento y plasmo quien soy mediante mis diseños.
Innovar, reinventar o perpetuar son algunos de los verbos más recurrentes cuando hablamos de colecciones en moda. Desde propuestas transgresoras que prometen revolucionar el paradigma hasta colecciones instauradas en los preceptos clásicos que prometen ser una continuación de lo ya conocido. ¿Cómo definirías tu visión de la moda?
Mi visión es crear un mundo que me refleje a mí mismo, y dentro de él, encontrar otros individuos que compartan mis puntos de vista. Creo, y espero, que el futuro de la moda esté basado en colaboraciones creativas que creen comunidades donde encontrar apoyo e inspiración. Espero también que empecemos a consumir de manera más responsable y pausada, que el enfoque de la moda deje de ser innovar o reinventar por el hecho de estar en la cima, consumiendo y buscando validación, y se convierta en apoyar prácticas sostenibles y locales. Y que empecemos a innovar para mejorar como sociedad y ser más conscientes como colectivo.
Lo que está claro es que tu nueva colección, Leather Boys II, que verá la luz en tan solo unas horas en la gran cita con la moda madrileña, es el resultado de un estudio exhaustivo de las connotaciones del cuero, los arquetipos masculinos y la situación del colectivo LGTBIQ+ en las últimas décadas. ¿Cómo te has documentado y qué conclusiones has sacado al respecto?
Gran parte de los comienzos de esta colección nacieron durante el primer confinamiento debido a la pandemia. Empezó como un sentimiento de aislamiento en el que no podía ser parte de una comunidad física. Esto evolucionó a un deseo de querer escapar, de montar en una motocicleta y recorrer carreteras sin preocupación. Desde ese momento me empecé a obsesionar con el mundo motociclista, investigando archivos visuales de grupos como los Satyrs MC, leyendo los trabajos de James Baldwin, Gillian Freeman, e incluso Che Guevara, al igual que documentándome en los trabajos fotográficos de Hal Fischer, Peter Hujar, Karlheinz Weinberger, Sylvan Rand y recurriendo a artistas como Alexandra Bircken; y por supuesto, Tom of Finland. Fueron muchísimas horas de investigación exhaustiva comparando y sintiendo nostalgia por aquellos tiempos de fraternización y socialización, llegando a la conclusión de que debemos proteger nuestros espacios LGBTIQ+, debemos luchar contra la homogeneidad y recuperar ese tipo de familias y seguridad que se podían encontrar dentro de una comunidad donde puedes ser tú mismo.
¿Y por qué has trabajado en torno al cuero? ¿Siempre te ha llamado la atención esta piel?
En primer lugar, fue la opción mas correlativa con la inspiración que me empezó a atraer. Y en segundo lugar, un poco más personal, soy vegetariano, y aunque llevo cuero, siempre me he sentido algo culpable por llevarlo. Quería plantear una alternativa que fuera un poco menos cruel y responsable, y en ese momento se me ocurrió reusar ropa de piel de segunda mano para crear nuevas prendas. En tercer y último lugar, por cuestiones técnicas, descubrí que el cuero y los vinilos son los materiales más flexibles de reciclar, ya que no necesitas seguir un grano de tela, lo que hace que puedas cortarlo en cualquier dirección y puedas aprovechar mucho más material que cuando reciclas telas tejidas, por ejemplo.
Lo cierto es que la piel tratada mediante curtido ha estado muy ligada al sexo y la sexualidad, tal y como explicas en el manifiesto que acompaña a tu propuesta. También al bondage, la sumisión o el masoquismo. Tú en tu colección lo desvinculas de estas prácticas y lo dotas de un nuevo significado, ¿no es así?
Lo que tiene gracia de muchas comunidades de cuero es que muchas veces imitan clubes de motociclistas, aunque no tengan motocicletas. De la misma manera se asocia con el sexo, pero no siempre es esta la realidad. En la mayoría de ocasiones, estas ideas sirven solo como elementos sociales que proveen a los participantes de una sensación de pertenencia, y dan un sentido social. Este significado y dicho sentimiento, mucho más allá de la estética y los ligamientos más obvios, es lo que quiero transmitir con esta colección.
La mítica perfecto o cazadora de cuero no podía faltar en tu moodboard, en el que vemos imágenes tomadas en la década de los setenta y capturas que remiten a motociclismo. ¿Cuánto tiempo has trabajado en esta colección, y qué obstáculos te has encontrado durante el proceso a consecuencia de la pandemia?
Ha pasado un año desde que nos vimos obligados a parar por un segundo, y por primera vez tuvimos suficiente tiempo en nuestras manos para reflexionar sobre nuestras vidas. Trabajar en esto me ayudó a tener algo que anhelar con ilusión, una razón por la cual salir de la cama cada día durante este año tan oscuro que hemos padecido. Ha habido obstáculos de todo tipo, desde autosabotaje y procrastinación, hasta no poder tener asistencia técnica de ningún tipo y hallar maneras de encontrar ropa para reciclar cuando todo estaba cerrado. Pero de alguna manera u otra, hemos perseverado todos y empezamos a ver la luz al final de este túnel.
Hace unos meses, participaste en BIAAF (Bilbao International Art and Fashion), certamen en el que resultaste finalista con una propuesta que partía de Casa Susanna, una serie de instantáneas documentales donde ya se intuía la inspiración de Leather Boys II. ¿Es esta colección una continuación, o un nuevo capítulo en tu carrera?
Me gusta pensar que mi trabajo es una constante continuación que reivindica ciertos valores y lucha por alcanzar los objetivos mencionados. Casa Susanna fue un momento experimental importante para explorar cómo trabajar con materiales reciclados, un momento de completa libertad creativa donde podemos ver indicios de Leather Boys. Con este capítulo exploro acabados más refinados, expongo y reivindico que dichos métodos de upcycling son también factibles y comerciales.
El 90% de los materiales utilizados en la propuesta son reciclados mediante técnicas de upcycling, prendas encontradas en tiendas de segunda mano y mercadillos. Un sobresaliente ejercicio en favor de la sostenibilidad y el cuidado del planeta, al que cada vez se suman más creadores. ¿Es posible ser una marca emergente y ética social y medioambientalmente?
Desafortunadamente no nos podemos engañar, y seguramente la moda nunca podrá ser 100% sostenible. Como sabemos, es una de las industrias mas perjudiciales con el planeta. Sin embargo, como marca emergente, me gustaría poder pensar que podemos ser pioneros en crear de formas más responsables, satisfaciendo nuestros deseos creativos perjudicando menos al planeta. Y espero poder inspirar a otras marcas y nuevos diseñadores a hacer lo mismo.
Y ya para acabar, me imagino que no puedes desvelar mucho sobre la puesta en escena de la colección en la pasarela de Mercedes-Benz Fashion Week Madrid pero, ¿hay algo que nos puedas adelantar en exclusiva?
He colaborado con muchos creativos a los que admiro, quienes me han ayudado a llevar mi visión a cabo. En cuanto a sombrerería, joyería, accesorios, estilismo, no desvelaré mucho, pero sí quiero agradecer, a ellos y a Ifema, Allianz y Pelonio, por su apoyo incondicional y por esta oportunidad tan grande.