El 5 de junio tuve el privilegio de asistir al Museo Lázaro Galdiano, que abrió las puertas a una nueva lectura de Dora Maar: artista total, mirada crítica y figura fundamental del siglo XX. La muestra, comisariada por María Millán y organizada por Fundación Loewe dentro del marco de PHotoESPAÑA 2025, se adentra en las capas menos exploradas de su obra: sus dibujos inéditos, su trabajo como fotoperiodista y su profunda sensibilidad social.
María Millán es historiadora del arte, curadora y especialista en fotografía del siglo XX. Esta es su undécima exposición con Fundación Loewe, y ha desarrollado una sólida trayectoria recuperando y visibilizando a mujeres artistas de las vanguardias. En esta entrevista, nos cuenta cómo se gestó el proyecto, qué la emocionó del archivo de Maar y por qué es urgente seguir revisando la historia del arte con otras miradas.

Dora Maar - Reportaje sobre la evolución de el Guernica, 1937 - Cortesía: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. VEGAP.
Antes de meternos de lleno en la exposición, me gustaría empezar por el principio. ¿Cuál fue tu primer encuentro con Dora Maar? ¿Ya la conocías como fotógrafa o fue durante el proceso de investigación para esta exposición cuando empezaste a descubrir la profundidad y riqueza de su trabajo?
Este proyecto lo propuse yo a la Fundación Loewe. Es mi undécima exposición con ellos; cada año les presento uno o dos proyectos. Uno de los primeros que realicé fue una serie dedicada a mujeres de las vanguardias de los años veinte y treinta, una época que me interesa mucho a nivel fotográfico. Por supuesto, conocía desde hace tiempo la obra de Dora Maar, pero hace once años decidí empezar con otras artistas como Tina Modotti o Lucia Moholy. Ha sido todo un recorrido.
Este año, conversando con María Santoyo, directora de PHotoESPAÑA, me comentó que le gustaría enfocar el festival (que lleva por título Después de todo) en los periodos de entreguerras. Entonces propuse dedicar la exposición a Dora Maar. La idea les encajó perfectamente, tanto a ella como a la Fundación Loewe, y aquí estamos.
¿Por dónde empezaste a tirar del hilo para montar esta exposición? ¿Hubo alguna imagen, dibujo o idea que te atrapó desde el principio?
Dora Maar, como tantas otras mujeres artistas, ha estado en la sombra durante mucho tiempo. Sin embargo, en las últimas dos o tres décadas ha habido un esfuerzo por visibilizar su trabajo. Ya se le habían dedicado algunas retrospectivas, sobre todo centradas en su vínculo con el Surrealismo. El año pasado hice una exposición sobre este movimiento donde ya la incluí.
Para esta muestra quise, no evitar, pero sí no centrarme únicamente en su obra más conocida. Me interesaba especialmente su faceta como reportera y, sobre todo, una maravillosa colección de dibujos inéditos que encontré en París. Son trabajos que han permanecido desconocidos hasta hace poco, y esta es la primera vez que se exponen en España. Así que mi foco fue mostrar esa otra Dora Maar, menos explorada.
¿Cómo fue ese viaje de ir más allá del personaje mítico (la musa, la compañera de Picasso)?
Investigando, una se da cuenta de que Dora, como muchas otras artistas, guarda aún muchas cosas por descubrir. Yo quería que mi exposición ofreciera algo diferente respecto a lo que ya se conocía de ella. Por ejemplo, el reportaje fotográfico de su viaje a Barcelona en 1933 fue descubierto relativamente hace poco. Algunas de esas imágenes se habían mostrado en Catalunya, pero no en el resto de España ni en el extranjero. Nadie había profundizado en esa etapa de Dora como reportera. Con los dibujos ocurrió algo similar.
Dora vivió hasta los noventa años, y es a finales del siglo XX cuando se empieza a investigar su obra como pintora, dibujante, autora de collages y fotomontajes. Creo que aún queda mucho por descubrir.
En tu opinión, ¿por qué ha tardado tanto el reconocimiento institucional de su obra?
Lo mismo ha ocurrido con otros y otras artistas: algunos saben posicionarse mejor que otros. Algunos se enfocan exclusivamente en su obra sin preocuparse por su proyección pública, y es después de su muerte cuando alguien asume la tarea de rescatar su legado.
La exposición cubre un periodo de diez años muy productivos. Dora ya era una artista consolidada a mediados de los años treinta, cuando conoció a Picasso. Tras la ruptura, parece que se retiró deliberadamente del mundo artístico y social. Tal vez otros pudieron haber hecho más por su reconocimiento en vida, o quizá ella no lo permitió. Hay muchas teorías al respecto. Lo cierto es que llevamos ya dos o tres décadas sacando, como digo yo, muchas cosas del cajón.

Dora Maar - Retrato de una mujer, 1939 - Cortesía: Galerie Boquet and Ambroise Audoin-Rouzeau. VEGAP.
Metiéndonos en sus piezas: hay fotos urbanas, retratos íntimos, dibujos. ¿Qué crees que nos dice todo este material sobre cómo miraba el mundo Dora Maar?
Dora era una artista valiente y siempre en búsqueda de nuevas formas de expresión. Era ya una fotógrafa reconocida por su trabajo en moda y publicidad, con un lenguaje surrealista muy definido, cuando decidió salir del estudio y hacer un reportaje en Barcelona. Eso demuestra una gran fidelidad a sí misma, ya que tenía una fuerte preocupación social. Viajó a Barcelona impulsada por su deseo de justicia social.
Muchos fotógrafos vinieron entonces a España, un país con grandes desigualdades. Ella, además, hablaba español, lo que le permitió un acercamiento más directo a las personas. Se centró en mostrar lo que a ella le parecía ‘surrealista’ que otros no vieran: los mendigos ciegos, la infancia, etc. La parte de la sociedad más marginada.
Muchos fotógrafos vinieron entonces a España, un país con grandes desigualdades. Ella, además, hablaba español, lo que le permitió un acercamiento más directo a las personas. Se centró en mostrar lo que a ella le parecía ‘surrealista’ que otros no vieran: los mendigos ciegos, la infancia, etc. La parte de la sociedad más marginada.
O sea que su obra es más política de lo que parece.
Sí, su trabajo fotográfico está muy marcado por esa inquietud social; es político, sin duda. Pero dentro de ese enfoque, Dora siempre buscó la belleza y, sobre todo, mantener la dignidad de las personas que retrataba. A nivel técnico, además, era excelente. No solo en composición: sus negativos están perfectamente expuestos. Hay una escala de grises impecable. Todo está muy cuidado, no era una fotógrafa improvisada.
Los dibujos inéditos son una sorpresa total. ¿Cómo fue el momento de descubrirlos y decidir que también debían formar parte del relato?
Aparecieron hace unos cinco años en una subasta. Ya había muchas sospechas de que eran suyos, pero pasaron dos o tres años hasta que se pudo confirmar su autoría. Cuando los vi, la verdad es que me palpitó fuerte el corazón, porque a mí me encanta la obra sobre papel.
Una parte de esta colección son como anotaciones visuales, registros de estados de ánimo en distintos momentos de su vida. También son ensayos técnicos: hay dibujos muy rápidos, realistas (como los retratos de Aube, la hija de Jacqueline Lamba), y otros de estilo más cubista, como el retrato de su amiga Jacqueline. Muchos están hechos en cualquier soporte que tenía a mano. Me parecen riquísimos tanto simbólicamente como en su ejecución. Visualmente son preciosos.
Si tuvieras que elegir solo una imagen de la exposición para explicar quién era Dora Maar, ¿cuál sería y por qué?
Es difícil porque Dora exploró muchísimo a nivel creativo. Pero elegiría una fotografía que, aunque parece sencilla, dice mucho de ella. Es la tercera de la exposición: un desnudo en estudio sobre el que luego trabajó en el laboratorio, aplicando productos químicos y haciendo doble exposición. Esa imagen muestra a una Dora inquieta, en una época de exploración técnica y artística.
En cuanto a los dibujos, me fascina el que firma como Autorretrato: una mujer con capa y los senos cortados. Técnicamente es impecable, proyecta un estado de ánimo muy potente y evoca un misticismo que me recuerda a Zurbarán. Su obra está llena de conexiones de este tipo.

Dora Maar - Autorretrato con pechos cortados, 1939 - Cortesía: Galerie Boquet and Ambroise Audoin-Rouzeau. VEGAP.
Colaboras con la Fundación Loewe y El Museo Lázaro Galdiano, que no es un espacio cualquiera. ¿Cómo fue trabajar con ellos y cómo influye el lugar en la manera de ver la muestra?
Trabajar con la Fundación Loewe es siempre un placer, un orgullo y un privilegio. Conectamos en la sensibilidad, el rigor y el cuidado por cada detalle, algo esencial para una exposición como esta. Es la primera vez que colaboro con el Lázaro Galdiano y está siendo una experiencia fantástica. Han sido todo facilidades, y siento que realmente les interesa el contenido. Se han implicado como si fuera un proyecto propio, y eso se nota. PHotoESPAÑA, por su parte, hace una labor increíble en la difusión y en integrar la exposición dentro de su programa oficial. Sinceramente, estamos todos muy contentos con lo que hemos conseguido. Y yo, más que feliz.
¿Cómo dialoga la exposición con el público contemporáneo? ¿Qué resonancias actuales encontraste en su obra?
Es muy actual, y me alegra que lo digas porque veo que eres una persona joven. Creo que la juventud de hoy está muy conectada y es muy sensible a lo que pasa, pese a todo lo que se dice sobre las redes y los teléfonos. Cuando ponemos estas imágenes e historias en museos o libros, veo que se genera una conexión real. Y me enorgullece ser parte de esa conexión. Creo que en esto hemos acertado. Es una exposición para todos, realmente intergeneracional.
¿Esta exposición es también una forma de reescribir la historia del arte? ¿Te parece necesaria esta ‘relectura’ histórica?
Sí. Como te comentaba, llevamos ya dos o tres décadas en las que muchos museos, tanto españoles como internacionales, están revisando sus archivos. Se están haciendo exposiciones importantes sobre mujeres artistas que fueron ignoradas en su momento. Pero también estoy segura de que hay muchos artistas hombres cuya obra también necesita ser revisitada. Creo que todos los museos deberían hacer este ejercicio al menos una vez al año. Hay auténticas maravillas guardadas que merecen salir a la luz.
Por último, y por curiosidad, ¿puedes adelantarnos si esta exposición tendrá algún tipo de itinerancia o continuidad en otros espacios o formatos?
Es pronto para confirmarlo. Ha habido peticiones, tanto en Europa como al otro lado del charco, y por supuesto eso siempre entusiasma. Luego está la parte práctica (algunas obras originales necesitan descanso). Pero sí, hay interés y confío en que habrá continuidad.

Dora Maar - Pablo Picasso con amigos en la playa, 1940 - Cortesía: Throckmorton Fine Art. VEGAP.

Dora Maar - Dora Maar mirando hacia afuera del estudio, 1937 - Cortesía: Throckmorton Fine Art. VEGAP.

Dora Maar - Mendigo Ciego, 1937 - Cortesía: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. VEGAP.

Dora Maar - Retrato de una joven con quimono, 1933 - Cortesía: Arxiu Nacional de Catalunya. VEGAP.

Dora Maar - Mosquito a la luz de la luna, 1939 - Cortesía: Galerie Boquet and Ambroise Audoin-Rouzeau. VEGAP.

Dora Maar - Mujer sentada en un banco, 1939 - Cortesía: Galerie Boquet and Ambroise Audoin-Rouzeau. VEGAP.

Dora Maar - Pescador extiende una red en la playa Grande de Tossa de Mar, 1933 - Cortesía: Arxiu Nacional de Catalunya. VEGAP.

Dora Maar - Hombre con pancarta en la Rambla de Barcelona, 1933 - Cortesía: Arxiu Nacional de Catalunya. VEGAP.

Dora Maar - Figura con cuadrícula, 1939 - Cortesía: Galerie Boquet and Ambroise Audoin-Rouzeau. VEGAP.

Dora Maar - Mujer de rojo, 1939 - Cortesía: Galerie Boquet and Ambroise Audoin-Rouzeau. VEGAP.

Dora Maar - Jarrón con despertador sobre la mesa, C.1955 - Cortesía: Galerie Boquet and Ambroise Audoin-Rouzeau. VEGAP.