El cine de Marc Ferrer vuelve a llenar las salas de Barcelona y Madrid con su último film, Reír, cantar, tal vez llorar, que acaba de presentar en el festival D’A. Tras el éxito, la película viajará a Argentina para participar en el BAFICI, uno de los festivales más importantes del continente. Y es que su último largometraje es un melodrama que recuerda a lo que en su día fue Todo sobre mi madre, un nuevo enclave para el cine underground.
En Instagram tienes escrito aquello de que no gane el capitalismo si no que ganen los pobres. ¿Cómo se traslada este lema en tu cine?
Pues justamente las películas que he hecho hasta la fecha han sido fuera de la industria, sin presupuesto. Es un cine de pobres, realmente, en contra de ese cine de grandes presupuestos, comercial, que es el que tiene el apoyo de las instituciones. Estoy a favor ahora mismo de un cine que esté hecho al margen de la industria. Aparte de lo que yo haga, creo que es el más interesante y divertido.
Tu última película, Reír, cantar, tal vez llorar se presenta como una adaptación a la barcelonesa del clásico Todos nos llamamos Ali. ¿Por qué  Fassbinder?
No sé si hay un porqué. Es un director que me obsesiona muchísimo, hay épocas que más y otras que menos. Supongo que me pasa como a todo el mundo: te fascina mucho un director pero luego, de repente, estás una época sin ver sus películas, después vuelves a ver una y te enganchas y vuelves a ver muchos de sus films.
Conocí a Toñi, la protagonista de la película, en una discoteca. Desde ese momento tuve la intención de hacer algo con ella como actriz. Un día, viendo la película de Fassbinder, se me ocurrió la idea de hacer una adaptación protagonizada por Toñi. Me parecía divertido pero lo dejé en mi cabeza. El verano pasado estaba aburrido y pensé en el título Reír, cantar, tal vez llorar y pensé que sería muy divertido que la adaptación se llamara así. Surgió como un chispazo.
¿Cómo fue ese primer encuentro con Toñi? Cuando os conocisteis, ¿ya sabías que acabaríais rodando juntos? ¿Había actuado antes?
Estábamos en una discoteca los dos y yo la vi antes con su grupo de amigas. No sé, había algo en ese grupito que me fascinó. Eran todo un grupo de mujeres trans. Hay algo en la figura de la mujer trans que me llama mucho; me parece gente supervaliente y están dinamitando lo que entendemos por normalidad.
Claro.
A mí me fascina mucho, me llama, y creo que tiene que ver también con mi cine. Me acerqué a ellas y les dije que me encantaría que algún día actuase en una de mis películas. Toñi se pensó que estaba de guasa o que quería ligar con ella o algo así. Nos intercámbianos los teléfonos y durante estos años nos hemos ido escribiendo, estaba muy interesada. Toñi no es actriz, es peluquera, tal y como aparece en la película. Cuando me surgió la idea del film, pues la contacté.
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Reír, cantar, tal vez llorar.
¿Cuánto tardaste en escribir el guion?
La verdad es que no recuerdo el momento de estar escribiendo el guion. Supongo que una semana o un par.
¿Y sobre el rodaje?
Pues entre que acabé de escribir la película hasta que empezó el rodaje pasó un mes y medio aproximadamente. Estuvimos rodando durante los fines de semana de septiembre, en total cinco.
Lo que suman diez días.
Sí, en total serían diez días. Toñi, como trabaja de peluquera, no podía rodar entre semana.
¿Cuál fue la primera obra que proyectaste en el D’A? Echando la vista atrás, ¿qué sientes que has cambiado?
La primera peli se llama Nos parecía importante (2016), y creo que se nota muchísima evolución, yo al menos la noto en mí. En la primera película no sabía por ejemplo ni cómo hacer hablar a los actores. Nunca había dirigido aunque sí que había hecho cortos, pero no acababa de tener un estilo propio. Y con esta película descubrí cómo dirigir a los actores, cómo hacerles hablar, etc. Después, en la segunda película, que se llama La maldita primavera, puse en práctica todas las cosas que había aprendido en mi primer rodaje, y ahí logré desarrollar todavía más mi estilo.
En ese sentido, ¿cómo de importante es la improvisación en tus rodajes?
Siempre ruedo partiendo de un guion y de diálogos escritos. Pero a la hora de plantear las escenas a los actores, como son actores no profesionales, me gusta que todo surja de la manera más espontánea posible. No les paso el guion ni los diálogos para que se los memoricen porque pienso que si trabajase con ellos como si fueran actores profesionales no tendría sentido. Ellos no están preparados para eso.
Para ceñirse a un texto.
Sí. Y creo que así, con mi método, les planteo una situación antes de rodar, no trabajamos a nivel psicológico el personaje ni nada de eso y creo que eso hace que haya más realismo en los actores y actrices de mis películas, y creo que hay una especie de verdad y una espontaneidad ahí, y les doy muchísima libertad. Todo esta improvisado bajo unos límites, bajo un texto. Pero hay mucha improvisación, sí. De hecho, los personajes son parte del cincuenta por ciento de los actores de mis películas, porque hay muchas bromas, muchos diálogos que son cosa de ellos.
¿Qué haces mientras no haces películas, mientras no ruedas?
Pues… ¿ser infeliz? Siempre estoy como todo el mundo. Ahora estoy de guionista en un programa de TVE redactando preguntas. Pero normalmente tengo alguna idea en la cabeza. Si no estoy haciendo algo, siempre estoy pensando en lo próximo. De hecho, entre Corten!, que es mi última película, y esta, han pasado tres años.
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Reír, cantar, tal vez llorar.
¿What? ¿Tres años ya?
Sí, tres años hace. Y de por medio no he rodado nada. Pero sí he tenido dos ideas de película que no he hecho, es decir, siempre estoy dándole vueltas a la cabeza.
En ese sentido, ¿crees que a partir de Corten! has iniciado un punto y aparte en tu cine, tu estilo o tus intenciones?
Hice Corten! con un poquito más de equipo y de presupuesto que mis anteriores películas porque había una mini estructura: estaba Filmin detrás distribuyendo y estaba también colaborando la productora Canada. Había un equipo muy profesional alrededor de mí trabajando, y después de eso mi siguiente paso lógico era intentar hacer una película dentro de los límites de la industria, con subvención a través de una productora.
Llevo unos dos años intentando sacar adelante un proyecto de película, y Reír, cantar, tal vez llorar la he hecho fuera de la industria, sin presupuesto. Ha sido una cosa muy espontánea. Podría considerarse un paso atrás en mi carrera pero he sido muy libre haciéndola, me apetecía mucho hacerla así, y he sido muy feliz.
Y os han cogido ahora en…
En BACIFI, en Argentina.
¿Es la primera vez que proyectas allí?
En BACIFI sí. Hay un festival que se llama FestiFreak en el que sí que se habían visto algunas películas mías anteriormente. Pero en BACIFI, que es uno de los festivales más importantes de Latinoamérica, nunca había estado todavía.
Para acabar, ¿qué otras películas del D’A has podido ver este año? ¿Qué nuevos cines de los que se están alzando alrededor del territorio admiras más?
No he visto nada en el D’A este año todavía, no he tenido mucho tiempo. Sí que hay otros cineastas que me interesan, por ejemplo, me gusta mucho David Domingo, que hizo una película aquí que se llama Stop.
No lo conozco.
Pues estuvo en el D’A hace un par de años y es una película muy divertida. También Zaida Carmona. Así contemporáneos a nivel español, creo que son los que más me interesan. También hay otros cineastas más antiguos, como por ejemplo Adolpho Arrieta, que sale en mi película. Almodóvar, evidentemente. Pero creo que tanto David Domingo como Zaida Carmona y yo tenemos en común que estamos haciendo lo que podemos como podemos, estamos haciendo cine underground, no sabría cómo etiquetarlo de otra manera.
Pensando en el pase del sábado, quizás también Marta Balletbò-Coll, ¿cómo sucede ese cameo? Me pareció brillante.
Pude ver su film Costa Brava en una proyección que hicieron en el Raval hace un par de años y claro, me enamoré muchísimo de la película y de ella como directora. Marta también es actriz. Costa Brava se hizo en los años noventa aquí en Barcelona, y para mí es muy Nouvelle Vague. Marta Balletbò-Coll es la demostración de que hubo vida inteligente en el cine aquí en Catalunya. Cuando vi su film me morí de ganas de trabajar con ella como actriz. De hecho, en el coloquio de su película, ella estaba abierta a volver actuar porque había pasado mucho tiempo desde ese largometraje. Así que nada, escribí ese papel.
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Reír, cantar, tal vez llorar.