“Lo que me interesa, más que hacer preguntas, es cuestionar. Me interesa mucho, a través de mi trabajo, poder abrir una discusión y una reflexión sobre las prácticas que se ejercen sobre nuestro territorio, sobre nuestros cuerpos, y tratar de reivindicar a través de la imagen nuestro maravilloso y diverso patrimonio natural y cultural”, dice Luján Agusti en esta entrevista. Con su trabajo como fotógrafa documental, ha recorrido el territorio latinoamericano de arriba a abajo, centrándose especialmente en Argentina (donde nació) y México (donde ha vivido durante años), donde ha investigado y retratado las distintas realidades, tradiciones y rituales que coexisten en un mismo territorio. Fe, religión, colonización, sincretismo, magia, identidad o comunidad son solo algunos de los temas que explora a través de su cámara, y que hoy discutimos más en profundidad.
Luján, veo que tus estudios son en arte y fotografía, así que imagino que supiste bastante temprano cuál era tu camino. ¿Recuerdas algunas de tus primeras experiencias con la fotografía? ¿Alguna imagen en particular que despertara tu espíritu creativo?
Desde pequeña siempre estuve muy vinculada a las prácticas artísticas y fui experimentando diferentes disciplinas. Realicé mi primer taller de fotografía cuando estaba en el colegio secundario. En ese momento era muy tímida, y la cámara se convirtió en una gran compañera. Recuerdo que en la clase de fotografía todos mis compañeros mayores me decían que tenía que hacer fotos de la escuela y a mí eso me parecía aburrido. Lamento no haber tomado más fotos en mi colegio.
Eres argentina pero ahora estás basada entre tu país de origen y México, donde también has estudiado. ¿Qué te llevó por primera vez allí? ¿Qué crees que el contraste entre estos dos países y culturas diferentes aporta a tu enfoque fotográfico?
Me mudé primeramente para estudiar en el Centro de la Imagen. Siempre me habían atraído México y su cultura. Al mudarme pude entender un poco mejor toda esa abundancia y complejidad. México son varios universos mágicos dentro de un solo país. Creo que la experiencia de vivir fuera de nuestro país de origen, o al menos fuera de nuestra zona de confort, siempre es muy enriquecedora. Creo que nuestros sentidos están más alerta, y una puede ser más permeable. En mi caso particular, yo venía de un contexto más bien agnóstico, entonces encontrarme con toda esa fe, creencias y magia fue muy revelador y estimulante para mi proceso.
Se podría decir que eres fotógrafa documental, ya que tu cuerpo de trabajo generalmente retrata en profundidad la realidad de varias comunidades. ¿Crees que la fotografía nos permite investigar más profundamente sobre aspectos universales de nuestras sociedades? ¿Qué es lo que más te gusta de aproximarte a la fotografía desde este ángulo basado en la investigación?
Siempre pienso que la fotografía se convirtió en la manera perfecta de saciar mi curiosidad y poder investigar un sinfín de temas manteniendo la misma profesión. El desarrollo de proyectos documentales me permite adentrarme en muchísimos temas que despiertan mi interés o que creo son de importancia para el resto. En esos casos, la fotografía es el resultado (o la cara visible) de procesos de investigación mucho más complejos y profundos. Comienzo a proyectar un tema, a leer, investigarlo, contactar a quienes más saben de eso, y a partir de ahí empiezo a estructurar la forma en la que creo que la historia debe ser contada. Siempre sabiendo que en el camino todo puede cambiar.
Una de tus exposiciones más recientes fue como parte del Latin American Foto Festival de Nueva York, en la que exhibiste Payasos de Coatepec, una serie que retrata a los artistas que encarnan una tradición centenaria relacionada con los payasos, resultado de la colonización y el sincretismo. ¿Cómo empezó este proyecto? ¿Cómo te familiarizaste con estos payasos, y qué te atrajo de ellos?
Durante un tiempo viví en un pueblo del este de México llamado Coatepec. Apenas me estaba mudando escuché música por la ventana y salí a ver qué sucedía. Era una procesión larguísima donde, extrañamente, había payasos bailando. Me llamó mucho la atención y bajé a hablar con ellxs. Ahí aprendí sobre una tradición increíble del lugar donde vivía
Estos grupos de payasos, o ‘cuadrillas’, bailaban para festividades religiosas utilizando unos trajes increíbles que ellxs mismxs confeccionan. No pudieron explicarme con exactitud a qué se debía el traje de payaso, pero investigando un poco luego comprendí que estaba completamente vinculado a los procesos de colonización y la fusión de lo europeo y lo prehispánico. En ese momento me encontraba investigando las diferentes formas de manifestación de la religión y la fe en diferentes partes del país, pero entendí que todo eso merecía un proyecto aparte.
Estos grupos de payasos, o ‘cuadrillas’, bailaban para festividades religiosas utilizando unos trajes increíbles que ellxs mismxs confeccionan. No pudieron explicarme con exactitud a qué se debía el traje de payaso, pero investigando un poco luego comprendí que estaba completamente vinculado a los procesos de colonización y la fusión de lo europeo y lo prehispánico. En ese momento me encontraba investigando las diferentes formas de manifestación de la religión y la fe en diferentes partes del país, pero entendí que todo eso merecía un proyecto aparte.
Por más colorida, alegre y divertida que parezca, la serie esconde una historia mucho más trágica: la de la colonización y el genocidio. Que además veo que son temas recurrentes en tu trabajo. ¿Qué es lo que más te interesan del sincretismo y la colonización? ¿Intentas buscar respuestas a través de la fotografía en vez de plantear preguntas?
Me siento muy atraída por investigar temas vinculados a las creencias y a la fe, y cómo esta se ha ido modificando según los procesos sociales en los (similares aunque muy diferentes) territorios que habitamos. Creo que muchas veces no logramos decodificar los procesos opresores que hay detrás de las cosas que se nos han impuesto hace tanto tiempo, convirtiéndose así en lo que creemos que es verdad. Y con eso surgen nuevas preguntas como, ¿es necesario intervenir la verdad de cada uno? O caemos nuevamente en procesos similares.
Sin lugar a dudas, la región latinoamericana ha sufrido y sigue sufriendo las consecuencias del deseo de poder al ser uno de los territorios más ricos del mundo. Y sin embargo, constantemente nos hacen creer que todo lo que somos no es suficiente. O que solo sirve para ser explotado en un mercado. Que quienes poseen la verdad son los otros, los que tienen el dinero. Es un tema muy complejo y extenso, pero creo que lo que me interesa, más que hacer preguntas, es cuestionar. Me interesa mucho, a través de mi trabajo, poder abrir una discusión y una reflexión sobre las prácticas que se ejercen sobre nuestro territorio, sobre nuestros cuerpos, y tratar de reivindicar a través de la imagen nuestro maravilloso y diverso patrimonio natural y cultural.
En este sentido, hace algunos años formamos un colectivo de fotógrafxs mujeres y no binarixs de once países de América Latina donde abordamos estas temáticas desde diferentes ángulos.
Sin lugar a dudas, la región latinoamericana ha sufrido y sigue sufriendo las consecuencias del deseo de poder al ser uno de los territorios más ricos del mundo. Y sin embargo, constantemente nos hacen creer que todo lo que somos no es suficiente. O que solo sirve para ser explotado en un mercado. Que quienes poseen la verdad son los otros, los que tienen el dinero. Es un tema muy complejo y extenso, pero creo que lo que me interesa, más que hacer preguntas, es cuestionar. Me interesa mucho, a través de mi trabajo, poder abrir una discusión y una reflexión sobre las prácticas que se ejercen sobre nuestro territorio, sobre nuestros cuerpos, y tratar de reivindicar a través de la imagen nuestro maravilloso y diverso patrimonio natural y cultural.
En este sentido, hace algunos años formamos un colectivo de fotógrafxs mujeres y no binarixs de once países de América Latina donde abordamos estas temáticas desde diferentes ángulos.
Esta serie forma parte de un proyecto más grande, titulado Holy Dances, que también incluirá otra serie en la que estás trabajando, Diablos de Cuajinicuilapa. En tu web solo puedo ver una foto, así que, ¿qué me puedes contar al respecto?
¡Mi web está un poco desactualizada! Ese proyecto ya está terminado. Lo pude concretar gracias a Women Photograph y Lucie Foundation. Es una exploración fotográfica bastante sistematizada sobre festividades con máscaras en cuatro puntos del país. La idea fue abordar festividades que se iniciaron por diversas razones y que utilizan trajes y máscaras variados. En todos los casos trabajé específicamente con retratos formales utilizando como fondo los materiales que la gente usa para crear sus trajes. Armé los sets durante las festividades e invité a la gente a tomarse un retrato y a que me mostrara los elementos específicos que constituyen la celebración.
La espiritualidad, la magia, y lo desconocido juegan un papel muy importante en tu trabajo y vida. ¿Te consideras una persona espiritual? ¿Cómo afectan o influencian tus creencias a tu práctica artística?
Sí, se trata de temáticas que me despiertan muchas inquietudes y curiosidad. Personalmente, no me identifico con ninguna religión aunque encuentro muy interesante investigar sus tradiciones y rituales. Desde hace muchos años las investigo a través de la fotografía, creo que es una excusa para ver si logro encontrar alguna respuesta o algo que me identifique. Por un lado, todo lo que pareciera suceder fuera del plano de lo visible me atrapa, y aparte se vuelve un desafío desde lo fotográfico, ¿no? ¿Cómo se fotografía aquello que no podemos ver o no podemos nombrar? Todos los proyectos siempre me dejan algo, se aprende mucho en esos procesos. Con lo cual, de alguna forma, mis pensamientos en relación a todo esto han ido cambiando.
A pesar de no identificarme con ninguna religión, sí me considero una persona espiritual, aunque mis rituales son más personales. Los construyo a partir de lo que me hace bien o de mis propias creencias, tengo mi propio altar y quienes me cuidan, acompañan y enseñan; son mis ancestras.
A pesar de no identificarme con ninguna religión, sí me considero una persona espiritual, aunque mis rituales son más personales. Los construyo a partir de lo que me hace bien o de mis propias creencias, tengo mi propio altar y quienes me cuidan, acompañan y enseñan; son mis ancestras.
En todas tus series, retratas a varias personas y enfatizas la importancia de los individuos y las comunidades. Quieres conocerles. ¿Cómo es el proceso de construir una relación de confianza con tus sujetos, especialmente cuando son más ‘marginales’ o están separados del resto del mundo, como la gente de Ushuaia y de la comunidad Tarahumara?
De un tiempo a esta parte vengo reflexionando mucho sobre la responsabilidad que tenemos como comunicadores sociales. Por mucho tiempo se ha asociado al fotógrafx con una especie de héroe que venía a mostrarle al mundo realidades ocultas. Y creo que eso se ha vuelto peligroso, ya que en nombre de eso se ha atropellado la individualidad de muchas personas. En ese sentido, trato de trabajar con la mayor responsabilidad y respeto, eligiendo adecuadamente y en base a mi historia y mis privilegios qué historias cuento y cómo lo hago.
En cualquier caso, creo que lo fundamental es hablar con las personas con las que vamos a trabajar, conocerlas y que nos conozcan. No se trata ya de sujetxs a lxs que fotografiamos, sino de colaboraciones, donde debemos escuchar qué es lo que estas personas quieren que el mundo sepa de ellxs y sus historias.
Yo soy de la Patagonia, y parte de volver a trabajar a este territorio está completamente ligado a este proceso de deconstrucción de mi proceso fotográfico y de contarle al mundo parte de mi propia cultura y mi historia.
En cualquier caso, creo que lo fundamental es hablar con las personas con las que vamos a trabajar, conocerlas y que nos conozcan. No se trata ya de sujetxs a lxs que fotografiamos, sino de colaboraciones, donde debemos escuchar qué es lo que estas personas quieren que el mundo sepa de ellxs y sus historias.
Yo soy de la Patagonia, y parte de volver a trabajar a este territorio está completamente ligado a este proceso de deconstrucción de mi proceso fotográfico y de contarle al mundo parte de mi propia cultura y mi historia.
Para acabar, ¿en qué proyectos estás trabajando ahora? ¿Cómo te ha afectado la pandemia a nivel personal y profesional?
El impacto de la pandemia fue fuerte, como para todo el mundo, ya que la gran mayoría de mis proyectos para este año se cancelaron. Pero no me puedo quejar, ya que han surgido otros nuevos. Aquí en Tierra del Fuego estoy desarrollando un proyecto sobre turberas fueguinas, su relación con la comunidad y el impacto de estas en la lucha global contra el cambio climático. Realizo este proyecto gracias a una beca de National Geographic Society. Es un proyecto que tiene como fin principal interpelar a la comunidad local.
Junto a Raya Editorial y Matisse estamos trabajando en un fotolibro sobre mi trabajo Hilanderas del fin del mundo, un grupo de mujeres que trabaja textiles con materia prima local de Tierra del Fuego. Un ejemplo de responsabilidad con el medio ambiente y empoderamiento de nuestras tradiciones latinoamericanas.
En relación a la pandemia, desarrollé junto al realizador audiovisual Nicolás Deluca un documental web sobre cómo se ha vivido la pandemia aquí en la Isla de Tierra del Fuego, especialmente en Ushuaia, que es la ciudad más austral del mundo. Un territorio geográficamente aislado, pero que también recibió el impacto del Covid-19. Este fue un encargo para The Covid 19 Visual Project, un proyecto de Cortona on the Move que busca contar historias del impacto de la pandemia a través de la mirada de artistas de diferentes partes del mundo. En este momento se está exhibiendo.
En relación a la misma temática, también estoy trabajando con el colectivo de fotógrfxs latinoamericanxs al que pertenezco, Ruda Colectiva https://rudacolectiva.com/Home, con el que desarrollamos un proyecto que será una plataforma web donde documentamos la crisis alimentaria incrementada por la pandemia en once ciudades de América Latina. Un proyecto complejo y revelador que contó con el apoyo de Covid-19 Emergency Fund de National Geographic Society.
Junto a Raya Editorial y Matisse estamos trabajando en un fotolibro sobre mi trabajo Hilanderas del fin del mundo, un grupo de mujeres que trabaja textiles con materia prima local de Tierra del Fuego. Un ejemplo de responsabilidad con el medio ambiente y empoderamiento de nuestras tradiciones latinoamericanas.
En relación a la pandemia, desarrollé junto al realizador audiovisual Nicolás Deluca un documental web sobre cómo se ha vivido la pandemia aquí en la Isla de Tierra del Fuego, especialmente en Ushuaia, que es la ciudad más austral del mundo. Un territorio geográficamente aislado, pero que también recibió el impacto del Covid-19. Este fue un encargo para The Covid 19 Visual Project, un proyecto de Cortona on the Move que busca contar historias del impacto de la pandemia a través de la mirada de artistas de diferentes partes del mundo. En este momento se está exhibiendo.
En relación a la misma temática, también estoy trabajando con el colectivo de fotógrfxs latinoamericanxs al que pertenezco, Ruda Colectiva https://rudacolectiva.com/Home, con el que desarrollamos un proyecto que será una plataforma web donde documentamos la crisis alimentaria incrementada por la pandemia en once ciudades de América Latina. Un proyecto complejo y revelador que contó con el apoyo de Covid-19 Emergency Fund de National Geographic Society.