Quince años en el mundo de la danza contemporánea han marcado el camino hacia su trabajo actual como fotógrafo. Afirma que se ha pasado años analizando el movimiento de sus compañeros, anticipando los momentos más especiales dignos de inmortalizar. Ahora, Luis Alberto Rodríguez se dedica plenamente a la fotografía; y a pesar de que su trabajo consiste en congelar el tiempo, sus imágenes están llenas de dinamismo.
¿Quién es Luis Alberto? ¿A qué te has dedicado durante todos estos años?
He sido bailarín profesional durante quince años. Empecé un entrenamiento bastante intenso cuando tenía once o doce años. He observado el cuerpo humano desde que tengo memoria. Vivir en el deseo de crear una línea perfecta ocupó mi cerebro y alimentó un interés eterno en la estética. Personalmente, la fotografía siempre fue un punto de referencia y me causaba nostalgia –me servía para recordar familiares del pasado; como las fotos de aquellos atletas de Dios (bailarines) que inspiraron mi juventud.
Sin embargo, a medida que pasó el tiempo, me di cuenta que también tenía voluntad de crear. Surgió un interés intenso de querer probar y compartir mis propias ideas a través de la cámara. Compartir algo con el público donde mi cuerpo no fuera analizado al detalle, corregido y colocado. La fotografía se convirtió en la herramienta extendida de mi propia expresión.
Sin embargo, a medida que pasó el tiempo, me di cuenta que también tenía voluntad de crear. Surgió un interés intenso de querer probar y compartir mis propias ideas a través de la cámara. Compartir algo con el público donde mi cuerpo no fuera analizado al detalle, corregido y colocado. La fotografía se convirtió en la herramienta extendida de mi propia expresión.
La fotografía pasa de ser aquello que te interesa a convertirse en tu trabajo y a lo que dedicas la mayor parte de tu tiempo. ¿Recuerdas tu primer contacto con una cámara?
Cuando trabajaba en las compañías de danza me pasaba el tiempo estudiando y analizando a mis colegas mientras bailaban y anticipaba los momentos que debían ser fotografiados. Pestañeaba rápidamente cada vez que veía un momento especial. Era una meditación.
Eres de República Dominicana pero has vivido en New York y en varios países europeos como España, Alemania, Reino Unido y Suecia. Intuyo que, como fotógrafo, cambiar de entorno, gente, etc. debe ser interesante porque puedes disparar distintas realidades. ¿Qué crees que te ha aportado cada sitio en el que has vivido, tanto a nivel profesional como personal?
Nací en Nueva York, pero mi familia es dominicana. Me siento completamente conectado con mis raíces, ya que dentro de las puertas de mi casa me sentía en la República Dominicana. Vivir en tantos sitios me ha dado la posibilidad de poder adaptarme a cualquier cultura o situación. Nueva York es una ciudad totalmente internacional que te prepara para la batalla. Creo que es muy importante dejar la comodidad y la familiaridad de donde uno crece para poder observar de lejos sus raíces. Ha sido un lujo poder navegar entre tantas culturas diferentes. Estas etapas me han preparado para lo que hago hoy en día. Hacer fotos es más que darle click a un botón. Se trata de la persona que está detrás de la cámara y todas sus historias, que influyen su punto de vista –que es lo imprescindible.
Has ejercido como bailarín durante muchos años y, precisamente, en tus fotos veo que el movimiento es clave. ¿Cómo crees que tu background en el mundo de la danza influye ha influido en tu fotografía, en tu manera de ver tras la cámara?
Hace seis años aproximadamente empecé a tomar fotos por la calle de gente que me conmovía instintivamente. La información tatuada en mis huesos de mis años como bailarín es una caja de herramientas que dirige mis ojos y mis sujetos. Al ser un fotógrafo autodidacta utilizo la información que tengo como bailarín para guiar mis decisiones.
Tienes una identidad marcada. Empleas el cuerpo como la herramienta principal y a través de él transmites emociones e inquietudes. ¿Qué fotógrafos considerarías como tus principales referentes? ¿Y creativos de otros campos?
Artistas que de una manera u otra siempre están en mi subconsciente son Irving Penn, Richard Avedon, Martha Graham, Pina Bausch, Nina Simone, Alvin Ailey, David Bowie, George Balanchine, Gelsey Kirkland, Robert Mapplethorpe, Gordon Parks, Malick Sidibé, William Forsythe, Lucille Ball, o Jose Extravaganza.
A pesar de que también usas el blanco y negro, mayoritariamente te centras en colores empolvados. ¿Te importa especialmente el color y supone una parte importante de tu trabajo?
Vemos el mundo en color, y por eso trabajo mayormente con él. Me gusta perder el sentido del lugar y del tiempo en mis fotos, por eso uso colores que no digan mucho sobre esos dos elementos. Aunque todavía estoy desarrollándome como artista, no me quiero encasillar tan pronto. Las fotos en blanco y negro también tienen su magia.
Con qué formato te identificas más, ¿analógico o digital? ¿Por qué?
Para mí, el proceso analógico es casi una protesta en contra de la velocidad violenta a la que se mueve todo hoy en día. Lo analógico es algo físico, es química. El proceso y el resultado de lo analógico no se pueden comparar al proceso de satisfacción inmediata de lo digital. Trabajo con ambos formatos dependiendo del momento, pero mi trabajo personal es mayormente analógico.
En tus imágenes juegas mucho con las prendas, las superposición de capas, de tejidos y de materiales. Los volúmenes y las siluetas son, a veces, hasta imposibles. Así que el estilismo es algo básico para ti a la hora de crear imágenes. ¿Trabajas con estilistas o eres tú mismo quien se encarga de todo?
La colaboración artística es muy importante para mí. Afortunadamente, tengo mucha gente a mi alrededor que me apoya como puede. Dependiendo de la idea, suelo colaborar con diferentes amigos/as. Algunas ideas son bastante ambiciosas y no podría hacerlas sin su ayuda, aunque de vez en cuando lo hago yo mismo. Lo imposible me llama mucho la atención.
Siguiendo con la importancia del estilismo y de los diferentes looks: bajo la deconstrucción y descontextualización de prendas podemos ver claras referencias, desde las infinitas superposiciones de Viktor&Rolf a los volúmenes de Comme des Garçons, pasando por otros campos como la pintura y artistas de Magritte. ¿De qué manera influye la moda tu trabajo? ¿Definirías tu trabajo como fotografía de moda?
No niego que la moda influya mis intereses artísticos, pero lo que más me influye es mi experiencia como bailarín contemporáneo. Durante toda mi juventud estuve en una burbuja artística cuestionando la lógica, el cuerpo, lo performático, la ropa, el diseño de escenario, las luces, la música y las relaciones y dinámicas entre los grupos. Soy latino y crecí en Nueva York viendo telenovelas latinoamericanas llenas de exageración. Todo esto influye mis inclinaciones artísticas. Sé que mi trabajo puede trasladarse al mundo de la moda porque me gusta expresarme a través de distintos materiales para crear un vestuario, pero no lo definiría como fotografía de moda.
En muchas ocasiones, los modelos quedan cubiertos y, en la mayor parte de los casos, no podemos ver sus cuerpos o rostros. ¿Estamos hablando de un concepto relacionado con la no identidad/anonimidad, o es puramente estético?
Me interesan mucho la participación del espectador y la yuxtaposición de presentar el cuerpo con mucho volumen y a su misma vez esconderlo. Es difícil andar por el mundo escondiéndote cuando eres tan visible. Cuando el espectador cuestiona la identidad del sujeto, fortalece su identidad activamente a raíz de su interés en ese momento. No me interesa crear esculturas estáticas, para eso están los parques. Cuando decido cubrir la cara, mi reto consiste en conectar con el espectador a un nivel emocional sin dar más información; prefiero darle espacio para que sueñe. Esto no es una decisión puramente estética; lo estético es secundario.
¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
En otoño expondré en una residencia artística en Irlanda que forma parte de una nueva plataforma de fotografía contemporánea llamada Futures. Además, colaboraré en diferentes proyectos de moda y continuaré mi última serie, Spectacular Home, basada en la Republica Dominicana.