Desde pequeña, Lucía Cordero tuvo muy claro a qué quería dedicarse. Su necesidad insaciable de crear y producir está en pleno desarrollo, aunque su estilo ya ha quedado altamente definido: la explosión de colores y mucho rock'n'roll son protagonistas en sus obras, cargadas con un alto contenido de diversión. Hablamos con ella para averiguar cómo se compone su universo, un mundo psicodélico y muy funky.
Cuéntanos un poco quién es Lucía Cordero.
Tengo 23 años y nací en Madrid. Dibujo desde pequeña, y ya entonces hacía todas las manualidades que aparecían en el programa Art Attack. Así fue como decidí convertirlo en mi profesión.
Estoy constantemente escuchando música, no puedo estar en una habitación en silencio o por la calle sin mis cascos. Voy a todos los conciertos que puedo, toda mi habitación está decorada en rosa y turquesa, siempre llevo deportivas, me muerdo las uñas y mi pelo es de color rojo.
Estoy constantemente escuchando música, no puedo estar en una habitación en silencio o por la calle sin mis cascos. Voy a todos los conciertos que puedo, toda mi habitación está decorada en rosa y turquesa, siempre llevo deportivas, me muerdo las uñas y mi pelo es de color rojo.
Estudiaste Diseño Gráfico pero actualmente te dedicas básicamente a la ilustración. ¿A qué se debe este cambio de registro?
De pequeña quería dedicarme al diseño gráfico porque sabía lo que era, no conocía las posibilidades que podía tener dentro del mundo de la imagen y la creatividad pero siempre me había gustado trastear con el Photoshop y dibujar. No empecé con la ilustración más en serio hasta tercero de carrera, cuando comencé el colectivo Guts con mis compañeros de universidad y encontré un estilo con el que me sentía a gusto.
Además, siempre he tenido la necesidad de trabajar, de producir cosas y sacarme un dinerillo. Para poder hacer proyectos de diseño principalmente necesitas clientes, cosa difícil de conseguir estando estudiando la carrera todavía, entonces empecé a dibujar en mi casa y era un trabajo que podía hacer autónomamente y de una forma mucho más independiente. Vendía láminas, realizaba fanzines... Acabó encajando mucho conmigo porque también podía trabajar de ilustradora desde cualquier lugar y moverme cuando quisiera.
Además, siempre he tenido la necesidad de trabajar, de producir cosas y sacarme un dinerillo. Para poder hacer proyectos de diseño principalmente necesitas clientes, cosa difícil de conseguir estando estudiando la carrera todavía, entonces empecé a dibujar en mi casa y era un trabajo que podía hacer autónomamente y de una forma mucho más independiente. Vendía láminas, realizaba fanzines... Acabó encajando mucho conmigo porque también podía trabajar de ilustradora desde cualquier lugar y moverme cuando quisiera.
¿Cómo describirías tu estilo?
Mi estilo es sobre todo colorido, esa es la marca en mi trabajo. Utilizo formas simples, colores planos por lo general. Se podría definir como un estilo funky, psicodélico y divertido.
Puede que me haya centrado más en este tipo de ilustración porque está muy enfocada al campo del diseño, adaptada a cada proyecto, normalmente con una tipografía con bastante peso, y una cosa no deja de ser la otra al final.
Puede que me haya centrado más en este tipo de ilustración porque está muy enfocada al campo del diseño, adaptada a cada proyecto, normalmente con una tipografía con bastante peso, y una cosa no deja de ser la otra al final.
Una gran parte de tu trabajo está relacionado con el mundo de la música. Creas portadas de CDs y LPs, logos, merchandising, posters promocionales, banners... ¿Cómo entraste en la escena?
Desde muy pequeñita me empezó a gustar la música rock, mis inicios en este mundo fueron gracias a un profesor de música súper divertido que tuve en primaria, él nos ponía documentales de los Doors, nos hacía crear nuestra propia banda de rock, nos obligaba a llenar el cuaderno de dibujitos sobre los hippies, los mods, los rockers, etc. Esos inicios en la música fueron alimentados gracias a mi hermano, que me enseñó un montón de música que se convirtió en mis primeros grupos favoritos.
Desde los 15 años más o menos he ido a gran cantidad de conciertos y festivales, a todos los que mi edad o economía permitía. A base de salir siempre por los mismos sitios, encontrarte en salas de conciertos, y festivales empecé a conocer a más gente relacionada con el mundo de la música y he tenido la gran suerte de acabar trabajando en diferentes proyectos para mis amigos.
Desde los 15 años más o menos he ido a gran cantidad de conciertos y festivales, a todos los que mi edad o economía permitía. A base de salir siempre por los mismos sitios, encontrarte en salas de conciertos, y festivales empecé a conocer a más gente relacionada con el mundo de la música y he tenido la gran suerte de acabar trabajando en diferentes proyectos para mis amigos.
Tus padres también son artistas, así que esto te viene de nacimiento... ¿Te han dado algún consejo a seguir a lo largo de tu carrera?
Uf, ¡me han dado mil! Mi madre se dedica a la restauración de antigüedades, por lo que tengo la parte técnica, de materiales y de espacio de trabajo cubierta por ese lado. Mi padre se dedicó a todo tipo de campos artísticos –grabado, pintura, escritura, música, fotografía–, pero estuvo la mayor parte del tiempo trabajando como diseñador gráfico, por lo que en la parte conceptual y de ideas encontraba el apoyo en él.
He tenido mucha suerte en eso, aunque tampoco me daban todo el trabajo hecho, simplemente me han ayudado a mejorar y a hacer realidad mis ideas.
He tenido mucha suerte en eso, aunque tampoco me daban todo el trabajo hecho, simplemente me han ayudado a mejorar y a hacer realidad mis ideas.
A todo esto, ¿cómo es tu proceso creativo? ¿Cómo aparecen tus ideas más locas?
Las ideas empiezan a surgir desde que escuchas a tu cliente hablar sobre el proyecto en el que vas a trabajar. Después miro mucha inspiración, investigo, escucho música, recopilo imágenes hasta que me siento lo suficientemente segura para avanzar con una idea. Realizo bocetos pequeñitos y directamente paso al ordenador, no tengo mucha paciencia en ese sentido.
Sobre todo las ideas o resultados que más he disfrutado al final son aquellas para trabajos que me han dado toda la libertad posible, los que te dicen: “¡haz tu movida!” Esos son los mejores.
Sobre todo las ideas o resultados que más he disfrutado al final son aquellas para trabajos que me han dado toda la libertad posible, los que te dicen: “¡haz tu movida!” Esos son los mejores.
¿Te gusta experimentar nuevas formas de creación?
Me encantaría experimentar mucho más de lo que lo hago. En mi universidad no nos dejaban experimentar casi nada, todos los proyectos eran muy cerrados y planteados de una forma muy clásica. Después, en mi Erasmus en Holanda me sorprendió muchísimo la libertad de experimentación que tenían en sus clases, un montón de talleres de madera, metal, plástico, para poder hacer prototipos y toda clase de facilidades para poder trabajar libremente. Había trabajos en los que solo se trataba de experimentar; por ejemplo, tuvimos que crear un póster interactivo, o que cambiara de alguna forma, y todo el proyecto se basaba en la investigación de nuevos materiales con aplicaciones en un poster. Acabé derritiendo millones de velas de colores del Ikea, y poniendo la cera caliente en forma de póster A1, creando formas súper psicodélicas y coloridas, una idea que nunca se me habría ocurrido de otra forma.
Hablando de colores, tu universo está plagado de ellos. ¿Cómo creas las distintas paletas de cada obra?
Mi universo, mi ropa, mi pelo, mi habitación, mi imaginación… Normalmente elijo 3 o 4 colores más o menos al azar, y luego los cambio completamente para generar combinaciones más raras o que no se me habrían pasado por la cabeza.
También he visto que te interesa la fotografía. ¿Te gustaría dedicarte a ella más en serio?
De pequeña me dedicaba a ir al estudio de fotografía de mi padre todos los domingos con mis amigas y antes de estudiar diseño gráfico, ser fotógrafa era mi sueño. Después vi que había muchísima gente muy buena, y no encontraba nada nuevo que aportar, por lo que lo fui dejando un poco de lado. Pero me sigue gustando muchísimo, y cada vez que veo algo interesante hago fotos con el móvil o con mi pequeña analógica, que siempre va conmigo. Siempre pienso que lo podría retomar más en serio, ¡quién sabe!
Vives entre Madrid y Berlín. ¿Qué es lo que te gusta más de cada una de ellas? ¿Te condiciona de alguna manera la atmósfera de la ciudad en la que te encuentras a la hora de crear?
No sé si me condiciona la atmósfera en general de la ciudad o es porque vivo en dos atmósferas completamente diferentes en una ciudad y otra.
En Madrid he vivido toda mi vida y me he aburrido mucho de esa ciudad, pero cuando vuelvo por unos poquitos días me doy cuenta de lo que la echaba de menos. Lo que más me gusta es el sentimiento de hogar que me da toda la ciudad, mis amigos y mi familia, el salir a tomar algo, los bares, las latas de cerveza por la calle y las risas en tu idioma. Allí voy en verano y Navidad, por lo que intento no trabajar mucho, pero siempre me toca al final. Aún así, me concentro mucho y me siento muy cómoda trabajando en casa.
De Berlín lo que más me gusta es el ambiente general de la ciudad: está plagada de gente joven, artistas, músicos, gente internacional... Es una ciudad donde nadie te pide explicaciones de cómo eres, nadie te va a juzgar y eso hace que explotes tus características al máximo y crees un carácter mucho más fuerte, definido y seguro dentro de ti. En cuanto al trabajo, en Berlín vivo en una residencia de artistas, esto por supuesto me condiciona en mi atmósfera de trabajo de forma muy diferente a Madrid, ya que trabajo desde casa, es un ambiente de creación, pero también de distracción. En Berlín he hecho proyectos de distintos tipos que nunca me habría planteado por el hecho de colaborar con mis amigos, generar ideas en conjunto o ayudarles con sus propios proyectos.
En Madrid he vivido toda mi vida y me he aburrido mucho de esa ciudad, pero cuando vuelvo por unos poquitos días me doy cuenta de lo que la echaba de menos. Lo que más me gusta es el sentimiento de hogar que me da toda la ciudad, mis amigos y mi familia, el salir a tomar algo, los bares, las latas de cerveza por la calle y las risas en tu idioma. Allí voy en verano y Navidad, por lo que intento no trabajar mucho, pero siempre me toca al final. Aún así, me concentro mucho y me siento muy cómoda trabajando en casa.
De Berlín lo que más me gusta es el ambiente general de la ciudad: está plagada de gente joven, artistas, músicos, gente internacional... Es una ciudad donde nadie te pide explicaciones de cómo eres, nadie te va a juzgar y eso hace que explotes tus características al máximo y crees un carácter mucho más fuerte, definido y seguro dentro de ti. En cuanto al trabajo, en Berlín vivo en una residencia de artistas, esto por supuesto me condiciona en mi atmósfera de trabajo de forma muy diferente a Madrid, ya que trabajo desde casa, es un ambiente de creación, pero también de distracción. En Berlín he hecho proyectos de distintos tipos que nunca me habría planteado por el hecho de colaborar con mis amigos, generar ideas en conjunto o ayudarles con sus propios proyectos.
Para terminar, ¿dónde te ves en el futuro más cercano?
Pues no tengo ni idea de dónde puedo acabar, ese es mi mayor problema ahora mismo. Pienso mucho en volver a Holanda, en irme a Sudamérica, en volver a España, en dejar la ilustración y dedicarme a montar fiestas, pienso en aislarme en las afueras de una ciudad, en quedarme en la cama para el resto de mi vida, en hacer un máster, en irme un tiempo muy lejos a trabajar en algo completamente distinto. Pienso en un montón de posibilidades pero ahora mismo, a un año de acabar la carrera, no tengo demasiados planes concretos, simplemente ojalá pueda seguir trabajando haciendo lo que me gusta.