Entre su ducha de medio metro cuadrado y la vitrocerámica de su cocina, Felipe Luca de Tena, alma máter de la firma de moda emergente Lucadetena, exprime al máximo su creatividad para forjar un universo multicolor con un ADN textil propio. “Me encanta la historia que hay detrás de la infinidad de técnicas usadas alrededor del mundo”, comenta sobre las fórmulas de las que se sirve en el teñido de sus prendas, que van desde el tie-dye al shibori. Se formó entre Central Saint Martins y Amberes, cuya experiencia define como “una competición de reality”. Una trituradora de talento de la que él mismo fue víctima, antes de adentrarse en el fascinante (y desconocido) archivo de Sybilla. Ahora presenta su nueva colección, New World.
Tuvo que aparcar su sueño durante 2 años por motivos personales, pero Lucadetena ha vuelto para quedarse. Desde que localizase el nicho de mercado al que quería dirigirse, uno que apuesta por el slow fashion, el creativo, en cuya sangre se encuentran España e India, no ha dejado de buscar su propio ideal de perfección. “Vivo motivado por un sentimiento de superación constante como diseñador y como persona”, explica, a la vez que reconoce trabajar codo con codo con su madre. “Es un ángel, no hay rincón de la casa que no esté invadido por mis telas”.
Plenamente consciente de que el éxito en la moda española está reservado a unos pocos –“a no ser que lo hayas conseguido fuera”, puntualiza –, ahora desvela su nueva propuesta, en la que a través de la conexión con el material, convierte a la mariposa en un símbolo universal de transformación. Entre sus sueños, vivir haciendo lo que le gusta o trabajar para JW Anderson, cuyo trabajo en Loewe reconoce como fuente de inspiración. Mientras tanto, colabora con la mismísima Kylie Jenner, encargada de validar las tendencias a través de sus redes sociales. “Tengo mucha curiosidad por lo que el futuro me depara, y estoy listo para lo que venga”, sentencia.
Plenamente consciente de que el éxito en la moda española está reservado a unos pocos –“a no ser que lo hayas conseguido fuera”, puntualiza –, ahora desvela su nueva propuesta, en la que a través de la conexión con el material, convierte a la mariposa en un símbolo universal de transformación. Entre sus sueños, vivir haciendo lo que le gusta o trabajar para JW Anderson, cuyo trabajo en Loewe reconoce como fuente de inspiración. Mientras tanto, colabora con la mismísima Kylie Jenner, encargada de validar las tendencias a través de sus redes sociales. “Tengo mucha curiosidad por lo que el futuro me depara, y estoy listo para lo que venga”, sentencia.
Nacido en Madrid, hijo de padre indio y madre española, te formaste en diseño de moda en algunas de las universidades más prestigiosas del mundo. ¿Quién es a día de hoy Felipe Luca de Tena?
Cuando lo sepa te lo digo (risas). Creo que, como la mayoría de personas, estoy en un proceso constante de cambio. Como buen virgo que soy, vivo motivado por un sentimiento de superación constante como diseñador y como persona. Mi vida gira en torno a la búsqueda de un ideal de perfección que nuca llega. Es frustrante, pero creo que es una parte esencial de mi personalidad y de mi visión como diseñador.
Comenzaste tus estudios de moda en Central Saint Martins, para después trasladarte a Bélgica y continuar tu formación en la Real Academia de Bellas Artes de Amberes, cuna de diseñadores como Dries van Noten o Walter Van Beirendonck. ¿Por qué decidiste formarte en el extranjero? ¿No había ningún programa educativo que se adaptase a tus necesidades en España?
Mi padre no habla español y, siendo el inglés mi primera lengua, hice la selectividad británica. Ir a una universidad en Londres fue un paso natural. Además, seguir los pasos de mis grandes ídolos como John Galliano, Alexander McQueen o Martin Margiela, fue un sueño que estaba determinado a conseguir. España es un país lleno de grandes creativos, pero creo que gran parte de las entidades relacionadas al mundo de la moda tienen miedo a liderar. Acaban quedándose atrás respecto a potencias como Londres, París y Nueva York. Eso hace que sea difícil triunfar en España, a no ser que lo hayas conseguido fuera.
Sin embargo, no saliste muy satisfecho tras tu paso por estas escuelas. “En las universidades de moda eres un número más, lo que quieren es convertirte en un producto”, comentabas en una entrevista anterior. ¿En qué notabas este intento por homogeneizar al alumnado, y a qué lo atribuyes?
Para mí fueron unos años difíciles, en concreto en Amberes. La experiencia fue más como una competición de reality que un lugar donde se buscara nutrir los talentos latentes e individuales de cada uno. Cada año entran sesenta estudiantes, pero la media de graduación es de cinco a siete. Es un sistema despiadado en el que los profesores no tienen tiempo de enseñar, y rápidamente desechan a los alumnos cuyo estilo no encaja con el que quieren exhibir. Es una máquina de selección en la que he visto a grandes compañeros y diseñadores caer por las rendijas. Yo incluido.
Es entonces cuando decides volver a tu ciudad de origen y entras a trabajar en Sybilla con un contrato en prácticas. ¿Qué destacarías de esta experiencia? ¿Cuál fue la mayor lección que aprendiste?
Aprendí grandes lecciones de vida, como hacer un buen café y dominar mis habilidades de Outlook y Excel. Aparte de eso, tuve la gran suerte de encargarme de organizar el archivo entero de ropa de Sybilla desde los 80 hasta finales de los 2000. No hay palabras para describir el genio que hay detrás de la marca, ojalá se publique algún día un libro con su trabajo completo. Es una pena que el mundo no sepa lo pionera que fue. Sin duda, mi amor hacia el color, la calidad y la artesanía despertó durante el tiempo que pase en ese sótano.
¿En qué momento te decides a emprender tu propia firma de moda?
Siempre ha sido algo a lo que he aspirado. Al acabar las prácticas vi que el nicho de mercado al que quería pertenecer no estaba nada explotado, y decidí emprender la locura más grande que he hecho nunca. Creo que como muchos jóvenes diseñadores, me lancé de cabeza a un mundo increíblemente más complejo del que me imaginaba. Aprendí a hostias, y por razones personales, tuve que dejar mi sueño en stand-by durante 2 años.
Hay quienes deciden fundar su propia marca como forma de canalizar la frustración que el panorama creativo, marcado por la precariedad y las fronteras a la imaginación, les genera. ¿Cómo y cuándo decides lanzar Lucadetena?
Pasado ese tiempo de introspección, me vi preparado para retomarlo donde lo dejé. Lancé Lucadetena este septiembre, años después de haberlo empezado. De ahí que mi primera colección sea tan especial para mí. Creo que en esas prendas están plasmadas todas las emociones que he sentido a lo largo de años, desde las más positivas a las más negativas. Se ve en el trazo de los estampados o en las variaciones de color. Es muy personal.
La artesanía, la calidad o el compromiso con la producción local y la sostenibilidad son algunos de los valores fundamentales de tu firma. ¿Cómo la definirías y a qué segmento del mercado pertenece?
Absolutamente. Como empresa, busco crear prendas de alta calidad dentro del sector lujo, ofreciendo un producto completamente artesanal y fabricado localmente. El fin es crear una pieza cuyo valor reside en que es única y especial. Quiero ilustrar la importancia del slow fashion, desafiando el canon de producción contemporánea que descarta la ropa como un producto efímero. Por ahora, la producción es híper limitada, y casi todo lo hago yo. Pero si en un futuro pudiera expandir, apostaría por una reinvención completa de mi forma de producir, usando la tecnología disponible e incorporando upcycling al ADN de la marca.
Si hay algo que caracteriza a Lucadetena, es la estampación multicolor y los teñidos naturales presentes en todas y cada una de las prendas. Una fórmula perfectamente reconocible por la que has apostado desde tus comienzos. ¿De dónde viene tu interés por estas técnicas?
Siempre he buscado métodos a través de los cuales tener un diálogo con las prendas que creo. Mi amor por los tintes y la artesanía en general viene de un profundo respeto por el tiempo y esfuerzo empleado por cientos de generaciones en desarrollar las técnicas que uso. Me encanta la historia que hay detrás de la infinidad de técnicas usadas alrededor del mundo, y mi sueño sería poder viajar y descubrirlas. Llevo tiñendo muchos años. La colección con la que entre en Amberes era toda teñida a mano, y eso fue hace mas de siete años. Es una pena haber debutado pasado el clímax de la tendencia, pero creo que mi forma de hacerlo es tan personal que va mas allá de un auge pasajero.
Además del tie-dye, una técnica muy popular en los 60 asociada al movimiento hippie que parece volver a cobrar protagonismo cada cierto tiempo en forma de tendencia, trabajas con la técnica de teñido japonesa shibori. ¿En qué consiste?
El textil debe someterse a algún proceso de bloqueo de tintura, ya sea frunciendo, torciendo, apretando, presionando o cosiendo la tela, dependiendo de los metidos utilizados. Gracias al proceso de teñido, estas partes bloqueadas crean un patrón textil único e irrepetible. En su estado más puro, se tiñe algodón o seda con pigmentos de índigo. Puede llegar a ser increíblemente minucioso y complejo, como origami llevado a la estampación. De ahí uso las técnicas como base y las mezclo y sobrepongo con técnicas de tie-dye, que es la versión americana más ruda y explosiva del shibori. Así creo mi propio ADN textil.
Ahora, aprovechando tu conocimiento del teñido y manteniéndote firme a tu ADN, presentas tu nueva colección, New World. Una propuesta convertida en respuesta a la crisis sanitaria que hemos padecido en los últimos meses, que desvelas a través de una campaña repleta de color, simbolismo y elementos que provienen de la naturaleza. ¿Qué significa para ti esta colección y qué obstáculos te has encontrado a lo largo del proceso de materialización de la misma?
La colección es una reacción al trauma que hemos vivido colectivamente este ultimo año. Nace de la oportunidad de renacimiento que se nos presenta, y de encontrar algo precioso entre los escombros. Usando la mariposa como metáfora, aprovecho el abanico de técnicas de tinte y de textil que he desarrollado para intentar recrear los procesos de cambio, desde la oruga a la pupa y finalmente la mariposa. De este modo, la mariposa se convierte en el símbolo universal de la transformación. La colección me la he sacado de la manga produciéndola entera en un mes y medio, incluyendo las fotos. No haber tenido tiempo de pensar ha dado pie a una colección mucho más compacta y coherente que la anterior. Ha sido una locura, pero haber colaborado con mis amigos Riveragento, Jon Mikel del Valle y Andrés García ha sido increíble. Entre todos hemos sacado algo adelante, de lo cual estoy muy orgulloso.
¿Es esta propuesta una continuación de tu trabajo anterior, o un punto de inflexión hacia una nueva etapa en Lucadetena?
Creo que todas mis propuestas están y estarán entrelazadas, ya que es un trabajo muy personal y mis obsesiones no fluctúan. En el corazón de mi trabajo está el conectar con mi material, y el intentar representar una visión del mundo natural que va más allá de la percepción humana. Creo que el punto de inflexión llegará si consigo dinero y puedo empezar una línea de producción.
¿Cómo es un día en tu taller? ¿Cuentas con ayuda externa?
Hay que verlo para creerlo. Las telas las hago en mi casa, entre mi ducha de medio metro cuadrado y la vitrocerámica de mi cocina, en unas ollas que tengo reservadas para las telas. La economía está difícil y vivo con mi madre, por lo que ella me ayuda y las hacemos entre los dos. Es un ángel, no hay rincón de la casa que no esté invadido por mis telas. En cuanto a la ropa, el patronaje lo hago yo, y gran parte de la confección también, aunque de vez en cuando delego en la modista de mi barrio cuando no me da la vida. Me paso el día entre mi casa y mi estudio en Tetuán.
Son muchos los que vaticinan un cambio radical en la industria de la moda a raíz de la pandemia. Otros, sin embargo, rechazan esta premisa. ¿Tú qué piensas?
Si los sistemas antiguos se están derrumbando, será porque no eran lo suficientemente fuertes. Tenemos que aprovechar esta oportunidad histórica, vienen tiempos complicados, pero después de grandes catástrofes suelen venir grandes renacimientos. Las nuevas generaciones estamos luchando por cambiar el modo en el que pensamos en la moda y su producción, forzando a la industria. Y aunque a veces sea performativo, sigue siendo un paso hacia adelante.
¿Te veremos presentando tu trabajo sobre una pasarela en un futuro próximo?
Ojalá, me encantaría vivir el aspecto más social de la moda. No es una experiencia que haya podido tener debido a la pandemia y el dinero que cuesta. Debe de ser un clímax espectacular después de tanto trabajo, aunque más que una pasarela convencional, me encantaría hacer algún tipo de presentación más inmersiva. Si hay algún sponsor o plataforma que me quiera apoyar, ¡que me llame!
“Mi gran sueño es poder ganarme la vida con lo que hago”, explicabas hace 3 años. ¿Es posible vivir de la moda en España? ¿Cómo se puede consolidar un proyecto emergente y volverse rentable?
Es posible, hay marcas que lo están demostrando, aunque creo que es más fácil ganarse la vida con producto y accesorios que con moda. Eso sí, creo que en España es un mundo bastante elitista y hace falta una buena inversión. Desafortunadamente, el talento ya no es suficiente para levantar una marca, ya que hay muchos elementos necesarios para construirla y la mayoría requieren dinero. Es un mundo increíblemente saturado, donde hay mucho talento y son elementos como los followers o el dinero los que marcan la diferencia entre la rentabilidad o el fracaso. Me tendrás que preguntar dentro de 3 años. Aun así, la ropa de autor está volviendo a resurgir.
Ahora estoy trabajando con Bebe Rexha y en una futura colaboración con Kylie Jenner, que está trabajando con un montón de diseñadores emergentes. Y eso es una muestra evidente de que la tendencia va ir hacia la artesanía por encima de los logos baratos.
Ahora estoy trabajando con Bebe Rexha y en una futura colaboración con Kylie Jenner, que está trabajando con un montón de diseñadores emergentes. Y eso es una muestra evidente de que la tendencia va ir hacia la artesanía por encima de los logos baratos.
Y ya para acabar, ¿dónde te gustaría estar dentro de 5 años?
Me encantaría haber expandido mi marca. Sería feliz encontrando mi lugar en el mundo de la moda de forma más profesional. Poder independizarme y alquilar un local en la sierra de Madrid, cerca de la naturaleza. Más que nada, tener un espacio de trabajo textil que no se limite a una ducha y una olla. En definitiva, poder vivir haciendo lo que me gusta. Eso es lo ideal, pero no me cierro a la idea de trabajar para una empresa. Me encantaría seguir aprendiendo y creciendo profesionalmente. Soy un gran fan del trabajo de JW Anderson en Loewe, y sería el trabajo de mis sueños. Pase lo que pase, tengo mucha curiosidad por lo que el futuro me depara, y estoy listo para lo que venga.