Lo de Louis Vuitton este año con Barcelona es un auténtico idilio, primero con la presentación el jueves pasado de su colección crucero 2025 y luego con la 37ª America’s Cup que empezará a finales de agosto y se alargará hasta el mes de octubre. El viaje que inició Nicolas Ghesquière hace ahora una década en la Place du Palais de Mónaco con la intención de presentar las colecciones crucero en diferentes parajes y espacios emblemáticos, celebró la semana pasada uno de sus capítulos más majestuosos en el Park Güell, declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1984. Hasta allí llegaron unos seiscientos invitados; entre ellos Jennifer Connelly, Léa Seydoux, Ana de Armas, Nicole Wallace, Jaden Smith, Sophie Turner o Felix Lee, cuyo nombre fue de los más coreados por una muchachada expectante que se congregó a las puertas del parque desde primera hora de la tarde.
Y sin embargo, como ocurre con estas cosas, no todo el mundo está contento. Las protestas vecinales han ido arañando minutos en los informativos los últimos días, por eso de los eventos privados en el espacio público y el desborde del turismo que sufre la ciudad desde hace ya demasiados años, una problema que afecta no solo a Barcelona, evidentemente, y cuya gestión cada vez parece más complicada para mantener ese (ya precario) equilibrio entre los que viven y los que están simplemente de paso. Podría alargarme durante horas, pero no es el momento. Nos habíamos quedado en la entrada del parque, y mientras los aplausos se suceden cada vez que alguien baja de uno de los muchos transfers que van llegando, dentro los invitados van pasando por el photocall copa de champagne en mano. El cóctel de bienvenida se alargará hasta casi las ocho, cuando lentamente la comitiva se dirige a la Sala Hipóstila, uno de los lugares más bellos del parque, con sus ochenta y seis columnas y ese techo formado por pequeñas cúpulas con mosaicos, que es el que Ghesquière ha escogido para mostrar la colección. En su interior, apenas unas luces y unos asientos serpenteantes, no hace falta más, cuidadosamente diseñados para salvaguardar las columnas por James Chinlund, que ya colaboró con la Maison en la pasada Paris Fashion Week durante la presentación de la temporada Fall/Winter 2024-2025. Por si no lo ubicáis, como era mi caso, un apunte rápido: Chinlund reparte su tiempo entre la moda y el cine, ha trabajado con directores como Darren Aronofsky, Todd Solondz, Gus Van Sant o Spike Lee, y participado en películas como The Avengers, The Lion King o The Batman. Fin del apunte.
Cinco minutos para el desfile. Expectación máxima, carreras de última hora, música… y acción. Suena Music for Chameleons de Gary Numan, y su pop sintético contrasta con los primeros looks en tonos neutros que se mimetizan con la sala, abrigos-vestido y trajes de chaqueta y falda o pantalón, elegantes y sofisticados, las modelos luciendo sombreros de ala ancha al estilo de los sombreros cordobeses. A lo largo del desfile habrá más referencias/homenajes a la cultura y moda españolas, veremos volantes y flecos, veremos encajes, veremos lunares en vestidos de sugerentes transparencias. También alusiones directas a la obra de Gaudí, con esa falda estampada a modo de mosaico. Es esta una colección ecléctica, como ya es costumbre en Ghesquière, donde siluetas más escultóricas conviven con cierta estética ochentera, donde looks refinados alternan con prendas más urbanas y donde drapeados, volúmenes y prendas sinuosas se contraponen a otras de patronaje más recto y estilizado. Casi todo en colores neutros, negro, gris, beige, con apenas algunos toques de color, azul eléctrico, verde oliva, púrpura, rojo pasión (española) en los últimos looks, más festivos y nocturnos. Mención aparte para los accesorios. Chulísimas esas gafas metalizadas en diferentes colores que se vieron al principio del desfile, y destacar también las botas de caña alta por encima de la rodilla, los botines de flecos, los bosos de colores iridiscentes y los cinturones anchos bien ajustados a la cintura.
Sale Ghesquière a saludar entre aplausos y vítores, la cosa se acaba. Ahora salimos nosotros despacito rumbo al Espai Corberó donde sigue la noche. Cuenta Pietro Beccari en La Vanguardia, Beccari es el director general de Louis Vuitton, que cuando propuso a su director creativo desfilar en Barcelona, este le confesó que tenía un sueño: desfilar en el Park Güell. Creo que nunca me he alegrado tanto de vivir dentro del sueño de alguien, aunque sea por un rato.