Laura Terciado, periodista y creadora digital, ha dado voz a las realidades de las mujeres lesbianas con su podcast Maldito bollodrama. Ahora, en su primer libro, La única lesbiana de Ávila (Aguilar, 2024), explora la soledad, los miedos y las complicaciones de crecer en un pueblo y en un entorno marcado por el catolicismo tradicional y la falta de referentes. Hablamos con ella sobre su camino hacia la libertad, su experiencia personal y, por supuesto, de lesbianas.
Hola, Laura, un placer tenerte en METAL. Además de la única lesbiana de Ávila, ¿quién o qué más eres?
El placer es mutuo :) ¿Quién? Soy una tía de treinta y cinco años a la que le encanta ver películas, leer, jugar a videojuegos, cuidar plantas, hacer bricolaje y pasar las horas muertas en TikTok. ¿Qué? Soy periodista y creadora de contenido para redes sociales.
Tu libro me ha atrapado por completo. No solo abordas la experiencia de ser lesbiana, sino que también exploras las vivencias de todo un colectivo. ¿Qué esperas que sientan los lectores al leerlo?
Empatía. Creo que las personas del colectivo hemos pasado por muchas y muy diferentes circunstancias a lo largo de nuestra infancia y adolescencia pero el resultado ha sido el mismo: aislamiento. Identificar por qué nos sentimos solas, por qué a veces somos incapaces de comunicarnos con nuestro alrededor o entender un cúmulo de sentimientos y situaciones puede ser muy complicado. La razón principal radica en el discurso de falsa excepcionalidad al que hemos sido expuestas. No somos la únicas en nada, no somos un error, no somos una excepción. No pasa nada ‘raro’ ni malo con nosotras.
¿Cómo ha sido el viaje de poner en palabras toda tu historia y volcar lo que sientes? ¿Duro, catártico, liberador, confuso, cansado…?
El libro es el resultado de observarme a mí y a las demás, de muchas conversaciones y de buscarle el sentido a las cosas que me han pasado o me están pasando. He intentado tocar los puntos claves que, creo, comparto con la gran mayoría de personas LGTBIQA+, incluso las que no han tenido las mismas experiencias, pero que viven en la misma sociedad que yo. Y el resto… solo ha sido contar una historia sin final.
La portada es una pasada: Santa Teresa con unos angelitos tatuados sobrevolando. ¿Qué simboliza para ti? ¿Y cómo surgió? Porque imagino que fue algo acordado entre la editorial y tú.
La portada es obra de mi querido Sergio (@asphalwitch), a quien conozco a través de su trabajo de ilustración y diseño para el merchandising que el grupo activista Femen hace para costearse el pago de las multas que reciben por sus acciones. Pensé que su estilo podría reforzar muy bien la intención del libro y así fue. Tras leerlo, esa fue su propuesta, y la editorial aceptó. Lo que no sabíamos es que iba a llamar tantísimo la atención.
En otra entrevista mencionaste que, durante la presentación del libro, una señora se te enfrentó por la portada. ¿Qué pasó exactamente? ¿Cómo te tomas este tipo de reacciones?
Mira, yo no me llegué a plantear que este tipo de reacciones tendrían lugar. Han sido un par de casos en librerías: personas que se han acercado a quejarse por la exposición ‘de un libro así’ en el escaparate y algún que otro comentario en redes sociales. Pero lo cierto es que no he recibido más quejas. La portada del libro es como el texto: cada persona va a entender lo que quiera entender. No intentamos explicar nada ni generar juicios ni sentencias.
Piénsalo: es una monja. Tú, como tantas otras personas, interpretas que es Santa Teresa. ¿Por qué? Porque pone Ávila. El problema es que bajo esa monja está la palabra LESBIANA. Y, al final, esa es la intención del libro: reflejar que es una palabra que provoca una reacción negativa siempre. Esa persona que intentó interrumpir una y otra vez la presentación, durante dos horas y media, consideraba que era indignante, una falta de respeto y una blasfemia que esos dos elementos (la palabra lesbiana y la supuesta Santa Teresa) estén juntos. ¿Por qué? Ni siquiera sabía de qué iba el libro.
Piénsalo: es una monja. Tú, como tantas otras personas, interpretas que es Santa Teresa. ¿Por qué? Porque pone Ávila. El problema es que bajo esa monja está la palabra LESBIANA. Y, al final, esa es la intención del libro: reflejar que es una palabra que provoca una reacción negativa siempre. Esa persona que intentó interrumpir una y otra vez la presentación, durante dos horas y media, consideraba que era indignante, una falta de respeto y una blasfemia que esos dos elementos (la palabra lesbiana y la supuesta Santa Teresa) estén juntos. ¿Por qué? Ni siquiera sabía de qué iba el libro.
Creciste en Ávila y fuiste a un instituto católico y, digamos, chapado a la antigua. ¿Cómo recuerdas esa etapa y qué relación tienes hoy con la religión?
El libro es un resumen de cómo recuerdo esa etapa. En cuanto a la relación que tengo hoy con la religión, no voy a mentir: me sigue generando rechazo en general. Pero también es cierto que, con el tiempo, estoy aprendiendo a no ver incompatibilidad entre tener fe y tu identidad. Sé que hay ciertas religiones y ramas cristianas que promueven una fe inclusiva.
El problema es que en las religiones abrahámicas se ha fomentado la interpretación y el uso de las creencias contra las personas LGTBIQA+, lo que ha tenido (y sigue teniendo) una profunda influencia en nuestras culturas y sociedades. Creo que nadie es ajeno a que la ideología cristiana sigue teniendo un peso enorme en el mundo, la política y la enseñanza y son los entornos cristianos, sobre todo en las instituciones educativas, donde más problemas seguimos encontrando las personas LGTBIQA+.
El problema es que en las religiones abrahámicas se ha fomentado la interpretación y el uso de las creencias contra las personas LGTBIQA+, lo que ha tenido (y sigue teniendo) una profunda influencia en nuestras culturas y sociedades. Creo que nadie es ajeno a que la ideología cristiana sigue teniendo un peso enorme en el mundo, la política y la enseñanza y son los entornos cristianos, sobre todo en las instituciones educativas, donde más problemas seguimos encontrando las personas LGTBIQA+.
“Las personas del colectivo hemos pasado por muchas y muy diferentes circunstancias a lo largo de nuestra infancia y adolescencia pero el resultado ha sido el mismo: aislamiento.”
¿Hay algo espiritual que te sirva para encontrar paz o guía cuando lo necesitas?
No (risas). Me gustaría decir que sí, pero la mayor parte de los días me levanto nihilista.
Uno de los temas que más me ha tocado en el libro es el miedo, ese miedo que te frena a ser tú misma y que en tu caso se personifica como el diablo. Al principio pensé que era algo simbólico, pero al leerte es muy real. Es brutal. ¿Cómo viviste eso? ¿Y cómo lograste sacarte esa idea de encima?
Es que yo siempre había pensado que era un miedo infantil que tenía y que al crecer se había quedado conmigo. Hay adultos en quienes persisten miedos como a la oscuridad, pero yo no soy una persona particularmente miedosa, así que no tenía sentido para mí. ¿Qué pasa? Al compartir esto con otras personas descubrí que había un nexo y que muchas con las que hablaba y que tenían experiencias similares habían recibido educación católica. El miedo a las posesiones se me ha ido pasando, supongo que a raíz de racionalizarlo.
Mencionas que un profesor os hizo ver Stigmata en clase y que te caló mucho (no me extraña). Las instituciones educativas tienen un papel fundamental en nuestras vidas. Si tú hubieras sido esa profesora, ¿qué película habrías elegido?
Qué buena pregunta. El show de Truman.
Te apasiona el cine de terror, un género que históricamente ha estereotipado mucho al colectivo. ¿Crees que hoy en día el género ha cambiado y se están viendo representaciones más inclusivas?
Sí, claro que está cambiando. Creo que, de hecho, hemos logrado encontrar la conexión entre lo queer y el cine del terror, hay mucha gente hablando y escribiendo sobre ello.
¿Alguna recomendación?
Recomendaría Babadook. El caso de esta película es curioso porque el monstruo protagonista se ha convertido en un icono de la comunidad LGTBIQA+ en Estados Unidos pese a que la película no tenga nada que ver con el colectivo.
El tema es que en junio (mes del orgullo) de 2017, a Netflix se le fue la olla y metió la película en la categoría de recomendaciones arcoíris… y la cosa no solo acabó con pancartas con ‘Babadook queer’ en la marcha, sino que también abrió una conversación muy interesante sobre lo simbólico de los sentimientos que intentamos ocultar y que encerramos en el armario. Y así Babadook se convirtió en un símbolo de salir del closet: “si lo niegas, se hace más fuerte”.
El tema es que en junio (mes del orgullo) de 2017, a Netflix se le fue la olla y metió la película en la categoría de recomendaciones arcoíris… y la cosa no solo acabó con pancartas con ‘Babadook queer’ en la marcha, sino que también abrió una conversación muy interesante sobre lo simbólico de los sentimientos que intentamos ocultar y que encerramos en el armario. Y así Babadook se convirtió en un símbolo de salir del closet: “si lo niegas, se hace más fuerte”.
Me encanta que tu libro aborde tantos temas. A pesar de su profundidad se lee con mucha ligereza. Hay una escena en la que mencionas cómo tuviste que fingir en el ginecólogo para que te hicieran una citología, y dices: “La ausencia de la penetración anula automáticamente la posibilidad de que esas relaciones pudiesen ser consideradas como sexuales”. ¿Todavía te encuentras con situaciones así en el ámbito médico?
Sí, yo hablo en ese episodio sobre el VPH. En ocasiones, la eliminación de este virus de nuestro organismo es un proceso muy largo, y es mi caso. Cada vez que me ve una profesional que no me había visto antes tengo que explicar otra vez que no me relaciono con señores, etc.
A menudo, tanto en el porno como en la vida, desde una mirada cishetero masculina, el sexo entre mujeres cis se ve como ‘incompleto’, como si faltara algo sin un hombre, sin un pene. ¿Qué les dirías a los que piensan así?
Que ese concepto de que el sexo está incompleto a quienes peor les viene es a esas mismas personas y a sus propias parejas.
“Lo que convierte a una lesbiana en referente no es hacer cosas visibles, sino hacerse ellas mismas visibles como lesbianas. Lesbianas ha habido toda la vida, pero no hablaban de ello.”
Es increíble cómo tu libro se ha convertido en una especie de guía para mucha gente. ¿Cómo ha sido la respuesta del público? ¿Hay alguna historia de algún lector que te haya emocionado o inspirado especialmente?
No esperaba una respuesta tan grande. Pensaba que el libro llegaría a gente, pero no a tanta, y estoy muy agradecida. Me encanta que las presentaciones y charlas sobre el libro se acaben convirtiendo en una especie de confesionario, donde las mujeres que vienen acaban contando sus propias experiencias. No sabría con cuál quedarme. Todas son importantísimas.
Creciste en un contexto donde faltaban referentes, y no fue hasta mudarte a Madrid que empezaste a encontrar respuestas a muchas inseguridades. ¿Hubo algún momento o persona en ese proceso que te marcara?
Bueno, creo que faltaban referentes en lo cultural, en el entretenimiento, en las instituciones, en la escena pública. Pero por supuesto que había referentes en el día a día. Para mí, fueron otras lesbianas mayores que yo las que estuvieron ahí para darme lecciones, un buen consejo o un abrazo cuando lo necesité. He trabajado en televisión desde que terminé la carrera de periodismo y no veas… ese entorno laboral está llenito desde siempre.
¿Qué personas o referentes de hoy te habrían ayudado en esa etapa y te ayudan actualmente?
Creo que si hubiese existido una Chappell Roan cuando tenía quince años me habría explotado la cabeza y mi vida habría sido distinta. Pero creo que si cuando tenía veinte hubiese existido Jimena Amarillo, también. Creo que lo que convierte a una lesbiana en referente no es hacer cosas visibles, sino hacerse ellas mismas visibles como lesbianas. Lesbianas ha habido toda la vida, pero no hablaban de ello. Y, por fin, cada vez hay más que lo hacen.
Adoro la metáfora de la matrioska para describir salir del armario; eso de ir quitando capas hasta llegar a lo más real de ti misma. ¿En qué momentos sientes que tienes que proteger a esa ‘muñequita’ interna, y cuándo te animas a mostrarla tal cual es?
Creo que absolutamente todo el mundo tiene una ‘muñequita’ interna y que intenta protegerla, y una de las formas es no mostrarla tal cual es a los demás. Pero creo que el error que cometemos muchas es no saber buscar a personas que nos den la confianza suficiente para enseñársela y que puedan echarnos una mano en el cuidado de esa ‘muñequita’. El libro también es un poco eso.
Después de finalmente poder ser tú misma, ¿cómo te sientes ahora cuando vuelves a Ávila?
Trabajo mucho y no tengo demasiado tiempo para ir de visita, pero Ávila es una provincia muy bonita. Tenemos una flora y una fauna increíbles, una gastronomía maravillosa y le recomiendo ir a todo el mundo.
Y para acabar ¿qué significa para ti ‘abrir el grifo’? ¿Cómo has logrado abrirlo en tu propia vida?
Abrir el grifo es contar cómo te sientes y hablar de lo que te preocupa sin miedo a represalias o a que te invaliden o te juzguen o te ignoren. Hacerlo es un ejercicio que requiere mucha práctica, mucha confianza y tener cerca a personas que practiquen la misma forma sana de relacionarse en confianza. Y aprender a mantener lejos a quien no.