Latifa Drame empezó rapeando con sus colegas en los parques de Barcelona, soltando barras en batallas de freestyle donde se ganó el apodo de Latiniebla. Su estilo y su actitud fueron corriendo de boca en boca hasta que llamaron la atención de la directora Ingride Santos, que la invitó a probar suerte frente a la cámara. Así, casi sin buscarlo, Latifa pasó del ritmo callejero al rodaje de Ruido, una película que llega a la gran pantalla este 28 de noviembre, convirtiendo su primer papel en cine en una extensión natural de su voz y su energía.
Pero todo esto parte del corto Beef, de Ingride Santos, cuya base también es la música urbana. “Antes de la pandemia hubo un auge en YouTube de artistas que se autogestionaban, que hacían sus propios temas y videoclips y los colgaban. Me enganché mucho a estos vídeos”, nos cuenta la directora. A partir de ahí empezó a investigar, llegó a La Tiguerita (Melisa Peralta Hernández), la protagonista del cortometraje, y siguió metiéndose de lleno en este mundo. “Llegué a las batallas, las vi, me fascinaron y decidí que tenían que ser un vehículo para una historia”, comenta.
Para Ruido, Ingride tenía claro que no quería actores y actrices a los que entrenar y meter en el mundo del freestyle sino al revés. “Fue una cuestión de autenticidad”, dice la directora. Tras elegir a Latifa, estuvieron con un coach haciendo “lo que llamábamos clases de teatro”, cuyo objetivo era “conocernos” y hacer que los actores no profesionales “entendieran cómo funcionaba lo del cine y que estuvieran preparados para que el día del rodaje pudieran trabajar con el resto del equipo”.
A lo largo de ocho meses se fraguó todo esto, y empezó el rodaje. Este viernes, al fin, llega a cines españoles, y hemos tenido la oportunidad de hablar en profundidad con Latifa para que nos cuente cómo ha vivido todo este proceso y cómo piensa seguir combinando la música y el cine, que ahora conviven con su trabajo nocturno en un hospital.
Para romper el hielo, ¿nos puedes decir una rapera y una actriz que te inspiren en tu trabajo?
Hay una rapera que hace el dos por uno, Queen Latifah, me gusta mucho porque es rapera y también actriz. De España te diré una rapera emergente porque de los famosos ya se habla mucho, entonces diría LaBlackie, que es aquí de Catalunya y hace algo muy guay. Un actor que me gusta mucho es Luis Zahera.
La protagonista y tú no solo compartís el nombre; la película podría ser casi biográfica, ya que tú también empezaste en el rap con las batallas de gallos en Sants. ¿Nos puedes contar qué hay de realidad y de ficción en la película?
Lo que hay de realidad es que yo era Latiniebla en el freestyle y empecé en batallas de gallos. El resto es todo ficción porque yo no tenía una entrenadora, lo he hecho todo sola, que no pasa nada, está mal visto pero que a mí me da igual. Así que todo lo demás es distinto: no he ido a México gracias al freestyle, mi relación con mi madre no es la misma y la primera vez que rapeé en un corrillo no me pasó eso (risas).
¿Cómo descubriste tu pasión por el rap y el freestyle?
Estuve muchos años con mis colegas rapeando en el parque, pero solo con ellos. Estuve ‘freestyleando’ con ellos y siempre les acompañaba a las batallas de gallos, pero nunca participaba y un día participé. Y me gustó.
La historia muestra tensiones, sueños y frustraciones de la juventud. ¿Cómo te identificas con estas emociones y qué diferencias ves entre tu experiencia y la del personaje?
Me identifico en el hecho de que no solo se trata de apuntarse, sino también de tener muchas ganas de hacer lo que quieras hacer y sobre todo en el hecho de que muchas veces, los jóvenes no sabemos bien lo que queremos, pero cuando lo tenemos claro, vamos a por todas.
¿Qué papel ha jugado el rap en tu vida como espacio de expresión y liberación?
Es una pieza importante porque gracias a haber escuchado mucho rap, se ha construido la rapera que soy a día de hoy. De escuchar a raperos de España, de Estados Unidos, de Londres. El oído que he tenido escuchándolos ha sido clave en mi evolución.
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Las barras que se tiran en las escenas de freestyle son muy buenas, ¿has colaborado de alguna forma en ellas?
Sí. La batalla entre Zoyert y yo la estuvimos construyendo los dos a través de ensayos que hacíamos en la productora. En la que estuvimos con Lobo también había un colega mío, que fue de los que me introdujo al freestyle, y me ayudaba con las barras, así que las construimos entre los dos.
Ingride Santos, la directora, contó que os encontró a ti y a Judith Álvarez (Judy) en una batalla de gallos. ¿Cómo fue ese encuentro?
El encuentro fue porque nos contactamos primero por Instagram. Quizá ella sí que me vio en las batallas, pero lo que recibí fue el mensaje, el DM.
¿Qué sentiste al pasar de la música a la actuación?
Está muy guay. Es como cuando haces un videoclip, ahí también estás actuando o sacando la parte más chulita de ti. A la hora de actuar, Alex (el coach) e Ingride nos lo introdujeron como un juego, así que lo viví como tal.
¿Hubo algún reto importante durante el rodaje?
Hay una escena que nosotros llamamos abeto en la que empiezo a improvisar y soltar palabras sueltas. Esa fue la más difícil junto a la escena del metro.
¿Planeas seguir combinando música y actuación en el futuro?
Me gustaría hacer las dos cosas. Evidentemente continuaré con el rap porque es algo que amo y que nunca dejaré, pero me gustaría empezar también una carrera en el mundo de la actuación.
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Para muchos actores, el proceso de preparación es casi tan intenso como el rodaje. ¿Cómo te preparaste para el personaje más allá de tu propia experiencia personal?
La preparación fue un proceso de ocho o nueve meses en los que quedábamos dos días a la semana. De ahí fuimos in crescendo: empezamos con calentamientos y el último día ya acabamos tirando textos enteros.
Ruido retrata una realidad social que no siempre se muestra en el cine español. ¿Sientes algún tipo de responsabilidad al representar esa realidad en pantalla?
No siento que represente a nadie. Si represento a alguien me parece guay, pero no creo que se pueda decir que yo estoy representando a alguien. Me represento a mí misma y, en caso de que otra persona me sienta como un referente, será un orgullo para mí.
En las batallas de gallos cuesta encontrar chicas y abrirse paso no es fácil, ¿cómo manejas los desafíos de ser mujer en un mundo tan dominado por hombres?
Los manejo bastante bien. Dentro de las batallas no todos los raperos son igual a como se ven, pero sí que te puedes encontrar el típico conflicto de la persona que siempre se va a encargar de intentar rebajarte. Pero dentro del freestyle hay muchos raperos que se sienten orgullosos de que también haya mujeres dentro de su disciplina.
En la película se veía que mucha gente machacaba al personaje por ser mujer y ser negra.
Sí, eso es.
¿Qué cambios te gustaría ver en la escena del rap o del freestyle en España?
Me gustaría ver cómo acogen más a las personas que se merecen estar donde están. Porque dentro del rap —lo voy a decir así transparentemente—, si tú vienes de una familia que tiene una base de estatus, tienes mucha más facilidad, porque a lo mejor en vez de preocuparte por otras cosas te preocupas solo por la música. Tenemos que darle un espacio a esa gente que no se ha podido permitir un estudio hasta los veinticinco porque, evidentemente, tiene otras cosas que hacer dentro de su familia.
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