En lugar de buscar nuevas fórmulas que ofrecer a la gente, La Variété se centra en embellecer productos cotidianos haciéndolos más atractivos. Bajo este concepto, surge por ejemplo, un florero al aire, que a partir de una ventosa y una botellita de cristal, consigue alegrar cualquier espacio o, sus originales colgadores, que surgen de aprovechar la madera restante tras la poda. En definitiva, ellos abogan por la belleza de lo simple, por recuperar la esencia de las cosas, que la conserva incluso tras darle su toque personal.
La Variété está formada por un dúo que se complementa perfectamente. Ricard, el creativo, amante de la armonía, que en su búsqueda de la definición descubrió la forma de extraer lo bonito de las cosas. Su fuente de inspiración: la Naturaleza en estado puro. Esa que existía antes de que el hombre decidiera conquistarla. Y Raquel, que se unió al proyecto para la parte logística y para dar a conocer a La Variété a través de las redes sociales, pero que poco a poco se ha convertido en un pilar fundamental. Su gusto a la hora de elegir telas y colores le ha valido para que se identifiquen como parte del sello de identidad de La Variété.
Para conseguir ese toque especial, utilizan productos naturales como madera de mango o Teca reciclada, entre otros, o las telas de algodón 100% para realizar ciertos productos como son sus bolsos. Todo realizado en Tailandia, a mano y en pequeña escala. Porque para ellos, Tailandia es mucho más que un paraíso, es su país de inspiración. A él acuden una vez que el producto se ha diseñado, para que familias autóctonas y ellos mismos lo hagan realidad. Todo lo que les rodea allí es tan inspirador, que incluso un utensilio para pescar puede convertirse en una magnífica lámpara.
Desconocen cuál es su siguiente paso, cosa que tampoco les preocupa mientras sigan disfrutando de lo que hacen.
¿Qué es La Variété?
Raquel: En mi caso, puedo decir que tuve la suerte de encontrarme con Ricard, que había empezado este proyecto solo, casi por casualidad, y me uní a él sin dudarlo. Para mí La Variété es un modo de vida, de encontrar la esencia en las cosas más simples, de estar en contacto con materiales naturales, de poder viajar, de relacionarme y trabajar con mucha gente de aquí y de allá. Es un no parar de buscar, de estar despierto y mirar con los ojos muy abiertos todo lo bonito que nos rodea y que no siempre vemos. Es cambiar algunas formas si es necesario para hacer un objeto visible, útil, práctico o simplemente decorativo.
¿Cómo surgió y quién la forma?
Ricard: Surgió por una necesidad vital, y quizás de forma un tanto involuntaria. Hasta entonces, vivía de la pintura y de un barecillo en Menorca, donde a la vez se unían pequeños pedidos de pintura mural, muebles y proyectos de decoración e interiorismo. La búsqueda de la armonía estética me volvía loco. La falta de definición me llevó a descubrir mi parte más fértil y sin límites. Luego descubrí un país en el que me sentía de maravilla y que ofrecía un sin fin de posibilidades a la hora de trabajar, crear… Así es como nació La Variété. Con los años fui aprendiendo, pasando por distintas etapas, creciendo en muchos aspectos, pero faltaba algo de empuje y superar la crisis económica, que se hacía durísimo. Entonces llegó Raquel. Afortunado yo. La persona que saca luz del pozo más oscuro. Un bicho raro que cómo un dios superior levanta hasta a un muerto. Puedo asegurar que sin ella esto no seguiría en pie. Con toda su alma lleva la tienda, el showroom, el papeleo... ¡ah! Y sin dejar de lado su exquisito gusto por los colores, las telas y la parte social, ¡Smartphone y pulgares! tico-tico-tico.... Y allí estamos los dos de momento, sin dejar de agradecer tantas ayudas y empujones por parte de queridos y colaboradores.
¿Cuáles vuestro sello de identidad, vuestra filosofía?
Ricard: Muy sencillo. La unificación total de una forma de vida y su espacio físico. No hablaría de filosofía sino de equilibrio natural. La Naturaleza por si sola nunca se pierde en conceptos, nunca desentona, nunca la vimos “feilla” hasta que llegó el hombre y su necesidad por conquistarla. Como todo en la vida, algo bello será dos veces bello si a su lado hay algo que lo potencia, y así todas las cosas en su conjunto. En nuestro proyecto, no hay cosas que destaquen por encima de otras, eso creo vaya... y si lo hay, se cae solito de la lista. Vivir en un espacio armónico nos ayuda a equilibrar toda la locura que como humanos nos rodea a lo largo del día, de la vida. Una ayudita vaya.
Raquel: Creo que lo que más nos define es nuestra manera de simplificar las cosas, siempre a través de materiales naturales (algodón, cristal, madera…) y también por el uso de una gama de colores concreta, que utilizamos en cada nueva producción, la cual se han convertido en un sello más de identidad.
¿Qué tipo de productos ofrecéis? y, ¿cómo los definiríais?
Raquel: Hemos ido cambiando algunos productos a medida que vamos cambiando nosotros, quizás porque cada vez definimos más qué somos y qué queremos transmitir. Aunque hay productos que siguen con nosotros desde que empezamos y que seguirán acompañándonos, espero ¡por mucho tiempo!, como son Els botilets, algo tan simple como una pequeña botella que se sujeta mediante una ventosa en cualquier cristal o espejo, tan solo para ponerle agua y flores naturales, o cualquier hierba aromática o incluso ramitas… Algo tan pequeño que puede cambiarte totalmente un ambiente.
Desde hace un año trabajamos mucho con madera, con la que hemos creado una colección de platos, bols y bandejas, ésta en concreto, hecha con madera de árbol de mango, pulida y pintada a mano. Los portavelas de madera, los colgadores hechos con ramas de árboles, o los flower base, hechos con restos de madera de Teca reciclada… Y también está, todo lo que hacemos con telas de algodón 100% como son los cojines, los diferentes bolsos, tote bags, e incluso delantales.
¿Cuál es el origen de los materiales que utilizáis? ¿Qué os une a Tailandia?
Raquel: Lo que diseñamos lo producimos en el norte de Tailandia, que es donde empezó todo a partir del viaje de Ricard. Trabajamos con pequeñas familias donde todo es a pequeña escala. Ya nos conocen mucho y nos encanta estar con ellos. Trabajamos desde el inicio del proceso, cuando nos imaginamos un producto nuevo y lo desarrollamos junto con ellos. El proceso suele durar entre un mes y medio y dos meses.
Entonces, por ejemplo, Surin!, la lámpara colgante hecha de bambú, ¿cuál es su historia? ¿Cómo surgió la idea?
Raquel: Como todo es a pequeña escala y hecho a mano, los procesos de producción para una temporada (Primavera - Verano, Otoño - Invierno, Navidad…) suelen ser bastante largos, pero nosotros estamos durante todo el proceso, desde el momento en que pensamos en algo nuevo hasta que lo ponemos en una caja para enviarlo a Barcelona. Así que nos pasamos mucho tiempo allí, y entre desplazamiento y desplazamiento, y viviendo allí tantos días, encontramos joyas como estas lámparas (que realmente sirven como utensilio de pesca, solo que les ponemos la parte eléctrica) o maravillosas cestas de mimbre o unos taburetes que trabajan con bambú y plástico de colores…. Si nos enamoramos de algo intentamos traerlo.
En el proceso creativo, ¿qué papel juega cada uno de vosotros?
Raquel: Ricard es la cabeza pensante, el que es capaz de ver en cualquier cosa algo bonito, de imaginar algo a partir de un objeto totalmente plano o simple y darle forma. A mí se me da bien pintar, ayudar a escoger gamas de telas o colores, a coger todo lo diseñado y ponerlo harmónicamente junto y difundirlo para que llegue a diferentes lugares. En realidad, yo llevo más la parte logística del proyecto.
¿En qué consiste vuestro showroom?
Raquel: El showroom es un espacio que hemos creado para la venta al por mayor de nuestros productos, ya que muchas tiendas físicas y de venta online empezaron a interesarse en lo que producimos. Así que hemos creado esta parte para la distribución de todo lo que hacemos.
¿Hacia dónde se dirige La Variété?
Raquel: Lo importante para mí es que La Variété siga creciendo, que nos permita hacer muchas cosas nuevas, estar en contacto con la gente y, sobre todo, seguir disfrutando las cosas de la misma manera, con la misma gente y con todo lo que esté por venir.
Ricard: Ni idea, de momento seguir disfrutando y a ver dónde nos lleva (risas).
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