Ubicado en pleno barrio gótico de Barcelona, es posible que hayas pasado delante de él y no te hayas dado cuenta de que no es una sólo una cafetería a pie de calle, sino también un fantástico hotel de cinco estrellas. Esa discreción e integración en las calles de la ciudad, no es casualidad, es parte de la esencia de esa idea de lujo que propone el nuevo Kimpton Vividora.
El año pasado, se inauguraba el primer hotel de esta cadena en España, que despliega sus hoteles boutique, 77 ya, y restaurantes por medio mundo. Su llegada fue en marzo de 2020, y lo que vino después es de sobra conocido, un autentico reto del que han sabido salir airosos. Tras el obligado paréntesis, Vividora volvió a ponerse en marcha, con un principal objetivo, que te sientas como en casa, tanto si estás de visita como si resides en la ciudad. ¿A qué nos referimos? Tengas o no una llave de sus espectaculares habitaciones, serás bienvenido. Además, todas las mascotas, siempre y cuando quepan en el ascensor, también lo son.
Abrirse a la ciudad y sus habitantes puede sonar a estrategia improvisada ante la escasez de turistas. Pero en realidad es algo que muchos ya llevaban años haciendo. En el caso de Vividora nació con esta idea entre sus planes. Reinventar el concepto de hotel urbano e invitar a que los ciudadanos de Barcelona también disfruten de sus estancias comunes era uno de sus principales propósitos: desde su terraza a pie de calle hasta su coworking, pasando por su fantástica azotea con piscina. No hay excusa para experimentar el Vividora de primera mano.
El hotel cuenta con 156 habitaciones, 10 de ellas suites, sorprende que se trate de un hotel boutique, pero es que dentro da la sensación de estar en un pequeño hotel urbano, es parte de su encanto. La propuesta gastronómica la conforman la bonita cafetería Got, a pie de calle, en la cual se puede entrar sin necesidad de pasar por la recepción del hotel, que está en la primera planta. Algo muy bien pensado para integrar más el espacio en el barrio. En la terraza de Vivi ubicada en la última planta, con una coqueta piscina y vistas a la parte antigua de la ciudad, puedes disfrutar de un cóctel y tapas. Y por último tenemos el restaurante Fauna con una carta más elaborada basada en sabores mediterráneos, y una cuidada selección de vinos locales y naturales.
En cuanto al interiorismo, a cargo del estudio Equipo Creativo, respira Barcelona por todos sus rincones, ya que una de las singularidades que caracteriza a los hoteles de la cadena es su necesidad de integrarse con la ciudad que los acoge. Siendo el barrio Gótico una de las principales fuentes de inspiración, han elegido la piedra, la vegetación y el agua como los tres elementos claves para la decoración del hotel, con muebles de diseño local, materiales naturales, una paleta cálida donde destacan los marrones, ocres y terracotas, tonos verdosos y distintas tonalidades de azules que remiten al mar Mediterráneo. Un interiorismo donde el lujo contemporáneo se mimetiza con el vecindario. También se agradece que el hotel acoja obras de jóvenes artistas catalanes para que den a conocer su arte ante los clientes internacionales.
Lujo urbano, cercano y local con opciones de co-working y, sobre todo, abierto a la ciudad. Un cinco estrellas diferente en un momento complicado pero donde, precisamente, hace más falta que nunca salirse de las propuestas de siempre.
Abrirse a la ciudad y sus habitantes puede sonar a estrategia improvisada ante la escasez de turistas. Pero en realidad es algo que muchos ya llevaban años haciendo. En el caso de Vividora nació con esta idea entre sus planes. Reinventar el concepto de hotel urbano e invitar a que los ciudadanos de Barcelona también disfruten de sus estancias comunes era uno de sus principales propósitos: desde su terraza a pie de calle hasta su coworking, pasando por su fantástica azotea con piscina. No hay excusa para experimentar el Vividora de primera mano.
El hotel cuenta con 156 habitaciones, 10 de ellas suites, sorprende que se trate de un hotel boutique, pero es que dentro da la sensación de estar en un pequeño hotel urbano, es parte de su encanto. La propuesta gastronómica la conforman la bonita cafetería Got, a pie de calle, en la cual se puede entrar sin necesidad de pasar por la recepción del hotel, que está en la primera planta. Algo muy bien pensado para integrar más el espacio en el barrio. En la terraza de Vivi ubicada en la última planta, con una coqueta piscina y vistas a la parte antigua de la ciudad, puedes disfrutar de un cóctel y tapas. Y por último tenemos el restaurante Fauna con una carta más elaborada basada en sabores mediterráneos, y una cuidada selección de vinos locales y naturales.
En cuanto al interiorismo, a cargo del estudio Equipo Creativo, respira Barcelona por todos sus rincones, ya que una de las singularidades que caracteriza a los hoteles de la cadena es su necesidad de integrarse con la ciudad que los acoge. Siendo el barrio Gótico una de las principales fuentes de inspiración, han elegido la piedra, la vegetación y el agua como los tres elementos claves para la decoración del hotel, con muebles de diseño local, materiales naturales, una paleta cálida donde destacan los marrones, ocres y terracotas, tonos verdosos y distintas tonalidades de azules que remiten al mar Mediterráneo. Un interiorismo donde el lujo contemporáneo se mimetiza con el vecindario. También se agradece que el hotel acoja obras de jóvenes artistas catalanes para que den a conocer su arte ante los clientes internacionales.
Lujo urbano, cercano y local con opciones de co-working y, sobre todo, abierto a la ciudad. Un cinco estrellas diferente en un momento complicado pero donde, precisamente, hace más falta que nunca salirse de las propuestas de siempre.